Creciendo en amor
Jesús, yo quiero ser tu espejo,
quiero que cuando me veas
puedas verte en mí
habitando tu piel,
tus heridas, esas que no
son sinónimo de debilidad,
sino de poder,
que exhiben tu amor
y tú gracia a los ciegos,
que dan sanidad y libertad
a los cautivos.Quiero ver con tus ojos,
quiero lavar pies con tus manos,
quiero caminar con tu fe,
quiero servir con tu pasión,
y que el fuego de tu amor
crezca cada vez más dentro mío.Poema por Yamila A.
El amor de Dios es lo que nos lleva a ayudar y a dar de lo que tenemos a otros. Ese amor maravilloso por el cual recibimos libertad y cada cosa que tenemos. Tenemos el privilegio de que Dios nos ame y que a través de ese amor podamos amar a quienes la sociedad deja de lado. Dios nos ha confiado lo más valioso para administrar. Dios es muy bueno, es Padre, todo el tiempo trata de llamar nuestra atención. Dios nos ha confiado lo más valioso, a Jesús.
San Mateo 25:34-40 (NTV) quizás muchas veces sabemos cómo hacer las cosas y se nos torna en un rutina, estamos cansados de hacer siempre lo mismo pero no se trata de quienes somos ni de lo que hacemos, en cada rutina que hacemos la gracia de Dios está sobre nuestras vidas y se mueve a través nuestro. No nos cansemos de hacer el bien.
Hebreos 13:16 (NTV) no nos olvidemos de hacer el bien ni de compartir lo que tenemos con los que pasan necesidad, vemos constantemente la necesidad.
San Mateo 9:35-37 (NTV) Oremos por obreros para poder enviar, el pasaje nos muestra a la multitud que se junta con necesidad y Jesús la ve, estaban perdidas como ovejas sin pastor, no sabían para dónde ir. Tenemos que ver con los ojos de Jesús, con compasión sin hacer excepción de personas, necesitamos darle todo lo que tenemos a quien lo necesita. Dios debe tratar con nuestra mente y corazón para poder ayudar y suplir las necesidades. El amor de Dios es la esencia que portamos como sus hijos y debemos llevarlo a todos lados, su amor es visible en la mirada de cada persona. Dios mira nuestros errores, fallas y con ese inmenso amor nos perdona, quizás nos encerramos en querer decirle “no” al Señor por esos mismos errores y le buscamos la vuelta a lo que Dios nos pide, pero hay mucha necesidad afuera.
En nuestra nación hay muchos extranjeros, Dios nos ha dicho que debemos amarlos, no le pongamos excusas y abracemos a quien lo necesita mostrando su genuino amor y así como abrazamos al extranjero estaremos abrazando también a sus generaciones. Vale la pena desgastarse para Dios. Tenemos la oportunidad de amar a alguien, de abrazar a quien lo necesita, es nuestra decisión, ¿qué vamos hacer? Jesús ya hizo el milagro, ¿qué podemos perder? Papá Dios ha sido tan bueno que todos los días nos mira con sus ojos de amor y nos abraza. No hay tiempo que perder, necesitamos despertar a la compasión, a ese amor los unos por los otros. Jesús dijo: quién me siga renuncie a su forma de vivir y a todo lo que tiene.
Hoy hay muchas puertas abiertas a las naciones y en los últimos tiempos Dios no solo va a pedir obreros sino que va a pedir mártires, que son aquellos que dan todo por la causa de Cristo, a quienes no les importa nada pues saben que nada les pertenece.
“¿Que estamos dispuestos a entregar para Dios? Nuestro tiempo, comodidad, recursos, cosas que quizás nos van a costar pero que son necesarias. En estos tiempos Dios nos lleva a una prensa de aceite para quitar cosas que ya no nos pertenecen, saca lo peor de nosotros y mostrar lo mejor de él. Pidámosle a Dios que nos revele a Jesús porque queremos amar como él lo hizo.”