Niveles de unción
21 de abril de 2024
Éxodo 3
Habla de Dios llamando a Moisés, le muestra su propio corazón y transmitiéndole su carga y su dolor. Pero Moisés pensó en sí mismo y le llenó de excusas. No entiende que era el mismo Dios abriendo su corazón a un mortal. El Señor lo manda y él obedece yendo al faraón haciendo las señales de la serpiente y de la lepra. Después, llegarían las diez plagas, Moisés abriendo el mar y haciendo cae maná del cielo. ¿Por qué Dios hizo tales milagros a través de la vida de Moisés, cómo es que pudo manifestarse y confiar en un hombre que dudaba tanto? Porque se trata de quien es el que nos envía, no se trata de nosotros. La palabra dice que Moisés era el hombre más manso. La mansedumbre habla de ser dócil, dese obediente, sensible a lo que Dios está hablando, no solo escuchar, sino accionar acorde a lo que Dios nos habla. Moisés tenía esa particularidad, era sensible a la voz de Dios, estuvo 40 días y 40 noches escuchando la voz del Dios en el monte y se lo expresaba al pueblo.
La llenura del Espíritu no es cuánto tenemos de Dios, sino cuanto tiene él de nosotros y cuánto estamos dispuestos a renunciar por él.
Unción: untar con aceite. En la antigüedad los reyes, sacerdotes y profetas eran ungidos, capacitados para la obra a la cual habían sido comisionados. Jesús habló de lo que decía Isaías, me ha ungido y me ha enviado (Lucas 4:18-21). Él también les dijo a los discípulos de que el Espíritu iba a venir, y que iban a hacer la obra del señor en el Espíritu.
El primer nivel: La unción del nuevo nacimiento. Efesios 1:13. El espíritu nos sella, somos hijos de Dios. Como cuando compramos un terreno o una casa, está establecido que te pertenece, asimismo él nos puso el Espíritu Santo como un sello a los que somos sus hijos. Cuando nos encontramos con Jesús, el Espíritu Santo transforma nuestras vida, es el que convence de pecado, justicia y juicio. Es quien nos unge e impulsa a contar lo que él hizo en nosotros. No nos podemos conformar con lo que hemos conocido de Dios porque hay más de él, hay más por profundizar, conocer. La unción del Espíritu es para servir a la iglesia, por la fe en la promesa que Dios ha hecho por medio de Jesucristo, a cada uno de nosotros. Los dones que hemos recibido de él son para edificación de la iglesia.
No nos podemos gloriar en lo que hacemos porque es su gracia y favor que nos lleva a bendecir a otros a través nuestro.
La unción superior: es intimidad con él. Fuimos convocados a una gran boda, no hay forma de preparar nuestras vestiduras si no intimamos con él. Vivamos conforme a su corazón, él no rechazará a un corazón contrito y humillado. Necesitamos entender que él es todo lo que necesitamos, amarlo y abrazarlo. Es superior a los dones, esta unción es superior porque es estar con él, contemplar su belleza y aprender de él constantemente.
Una unción sin límites:
Hechos 4. Dios no es para nosotros, nosotros somos para él. Dios nos llamó para que cumplamos su propósito. Vivimos para él, no vivimos un Dios a nuestra manera, debemos vivir para él porque nacimos, existimos y morimos por él y para él. Él es el Señor. Debemos renovar nuestra unción porque a veces dejamos entrar otras cosas, necesitamos un aceite que nos renueve por completo de nuevo. La unción sin límite se desata por la obediencia, por la mansedumbre porque conocemos al Señor no podemos callar lo que hemos visto y oído. Cuando vivimos en su palabra y en su verdad vamos a vivir en su respaldo. Si queremos vivir una unción sin límites debemos tener temor de Dios.
No tengamos miedo a la sobrenaturalidad que realmente viene de Dios porque si él está en el asunto él va a obrar y los milagros hablan de quien es él.
“Señor, sos quien nos lleva a pasar por los niveles de unción, para que así seas formado en nosotros, creemos en tu poder. Hay más, hay una unción sin límites. Afiná nuestros oídos, que seamos dóciles. Honremos lo que él honra y amemos lo que él ama. Jesús ama a su esposa, amamos a la iglesia con pasión porque cuando lo hacemos amamos a Cristo. Queremos una unción sin límites para que haya dedicación, amor, entrega, para hacernos cargos de los dolores y alegrías del cuerpo que es la iglesia. Es el tiempo de vivir al Dios sin límites.”