Amigados

El creador de mares, montañas
constelaciones y galaxias,
El creador del universo
puso sus ojos sobre nosotros,
derramó su sangre solo con
tal de reconciliarnos con el Padre,
con tal de reconciliarnos con nosotros.
Ahora somos amigos de Dios.

«Jesús, enséñanos
a amarnos,
para amar,
para amarte.
Enséñanos a vernos
a través
de tus ojos»

Poema por Yamila A.

Nos preguntamos hoy de qué lado estamos, de parte de los enojados o de parte de los amigados. Cada uno de nosotros sabemos a dónde ubicarnos.

2º de Corintios 5:17-20 (RVR)

La buena noticia es que Jesús quiere ser nuestro amigo, quiere estar amigado con nosotros, por eso si no nos encontramos bien es el tiempo de ser amigo de Jesús, él nos quiere llevar a un nuevo nivel espiritual. Dios quiere sacar de nuestras vidas la religiosidad, en este tiempo de pos pandemia el protagonista debe ser el Espíritu Santo en todos y en todo.

San Juan 15:15 (RVR)

Jesús quiere que nos volvamos en amistad con él, el siervo obedece a alguien pero no sabe el porqué, pero el amigo que conoce a la otra persona sabe lo que le agrada. Para ser amigo hay que estar cerca, en intimidad, confiar y ser confiable, ser leal, sincero y verdadero. Dios siempre escribe proféticamente hacia adelante en los planes y propósitos con sus hijos. La carta de Corintios nos menciona que las cosas viejas pasaron, el pasado es un arma puntual del diablo para detener el proceso de crecimiento y de madurez espiritual. Dios no nos recuerda el pasado porque ya su hijo pagó el precio con su sangre derramada en la cruz del calvario y la experiencia de la transformación espiritual tiene una condición: estar en Cristo.

Si no estamos en Cristo las consecuencias serían que no nos transformaríamos en nuevas criaturas, las cosas viejas no pasarían, no tendríamos nada porque vivir, esa es la estrategia del diablo. Cada vez que queremos avanzar en la vida cristiana el enemigo nos recuerda nuestro pasado, un fracaso, una derrota pero Dios nos recuerda su fortaleza y bendición gloriosa para nuestras vidas.

En el versículo 18 del capítulo 5 de la carta a los Corintios nos aclara que no se dará esta bendición en nosotros basado en buenas intenciones, o en buenas ganas, la consecuencia exclusiva de la naturaleza divina proviene de Dios. Solo Él puede cambiar esa realidad para no seguir acumulando un pasado negativo, sino que por el contrario, crear un futuro que nos lleva de gloria en gloria como Dios así lo marco. Dios no quiere parches, no quiere remiendos en ropa nueva y esto tiene que ver con la obra reconciliadora de Cristo Jesús en la cruz, la cual trae una reconciliación con nosotros mismos para sepultar el pasado y poder ser agentes de reconciliación.

Vamos a considerar tres enfoques que están relacionados con la reconciliación.

Estar amigados con Dios: es estar a cuentas, Dios no nos debe nada pero nosotros le debemos todo. Dios no nos cobra lo que nos dio, las cosas en Él son ganancia. Muchas veces esperamos un milagro que no vino o que tarda, oraciones que no son respondidas, finanzas que no terminan de mejorar, bendiciones que reciben los otros y nosotros no, pero Dios no nos da explicaciones. Muchas veces no entendemos su intervención, pero Él tiene pensamientos mucho más grandes que los nuestros, no estamos para entender sino para obedecerle. Algunas veces le preguntamos a Dios con respecto a lo que nos pasa pero Él no va a respondernos, no debate con nosotros las decisiones porque dejaría de ser Dios, lo que le deberíamos preguntar sería para qué y cuál es el propósito de los que nos sucede.

Dios siempre tiene preparado lo mejor para nosotros, nos dio la vida y con eso debería alcanzarnos. Siempre que vivimos una circunstancia hay un para qué, hay un propósito, junto con la vida que nos dio y la salvación que nos devolvió por gracia. Todas las cosas nos ayudan a bien a los que amamos a Dios nos reafirma la palabra, cuando oramos solo pensamos en los resultados porque es nuestra naturaleza, oramos con propósito esperando la respuesta. Nosotros disfrutamos de los resultados pero Dios disfruta del proceso de la oración.

Dios nos ve clamar, perseverar, más allá de que no veamos el resultado, entonces ahí es donde Dios prepara una gran bendición, una recompensa por nuestra fe, el proceso de la oración la fortalece, nos hace más maduros, nos hace fuertes para enfrentar el proceso vivido. Dios se alegra a través de ese proceso, Él se glorifica abriendo las ventanas de los cielos derramando bendición hasta que sobreabunde.

Ya el precio se pagó, por eso disfrutemos de lo que Dios nos ofrece glorificando su nombre cada día. Caminemos con Cristo todos los días siendo sus amigos, no nos soltemos, más allá de las circunstancias es tiempo del gobierno definitivo del Espíritu Santo sobre nuestro espíritu humano.

Estar amigado con nosotros mismos: Hay personas que tienen problemas con todos porque no están bien consigo mismos y hasta que no se reconcilien con ellos mismos  y se acepten como son, no van a poder solucionar el resto. Somos creación de Dios, nos planeó desde antes que estuviéramos en el vientre de nuestra madre, por eso no debemos ofender lo que Dios creó, no resistamos ni ataquemos sus planes. No nos veamos con nuestros ojos sino con los ojos de aquel que nos amó tanto que dio su vida por nosotros. Disfrutemos la vida que Dios planeó para nosotros, no estemos constantemente tratando de ser aceptados, ya fuimos aceptos en el Amado.

San Lucas 10:27 (RVR) nos menciona que al amarnos a nosotros mismos tenemos la posibilidad de amar a Dios y a otras personas. Tenemos que estar en paz con nuestro corazón, con nuestra alma, mente y cuerpo. No es egocentrismo, ni vanidad, es aceptación de sí mismos, disfrutamos del amor que Dios nos dio aceptándonos como somos. El enemigo muchas veces nos enreda con lo visual para opacar lo invisible y lo eterno que Dios quiere hacer.  

Estar amigados con nuestro prójimo: La aceptación no está en la pelea con el otro sino en el perdón, hay que aprender a perder para ganar. Somos embajadores de Cristo, es decir tenemos un trabajo asignado, Cristo no nos perdonó para pasarnos la vida peleando con otros por las injusticias porque entendemos que no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra potestades espirituales en las regiones celestes.

Nuestro modelo de vida no aplica para estar enojados con el de al lado, Jesús es nuestro modelo de vida para todo no solo para lo que nos conviene. Somos agentes de reconciliación para todas las personas que tenemos por delante, aun para aquellas que hacen todo lo posible para quitarnos la paz. No debemos desviarnos del mensaje maravilloso de la cruz que es la reconciliación de Dios con el mundo. En este mundo egoísta e individualista Dios nos escogió para marcar la diferencia y esto solo se logra perdonando y pidiendo perdón. No seamos esclavos por la falta de perdón, una de las mayores causas de cautividad y opresión del ser humano son las relaciones interpersonales que están viciadas de manipulación, egoísmo, hipocresía, de falta de afecto, de celo y de contienda. En nuestra sociedad ocurre que se vive atando vidas impidiendo el desarrollo social y familiar. Por eso en el libro de San Lucas 4:18-19 (RVR) vemos las instrucciones del modelo de vida que nos dejó el Señor, viviendo esto veremos los frutos de reconciliación sobre nuestras vidas, nuestras casas y nuestros sueños. 

Todas las cosas son hechas nuevas para aquellos que estamos en Cristo Jesús, las cosas viejas pasaron porque Cristo ya las canceló, todas son hechas nuevas en el nombre de Jesucristo de Nazaret. Deseamos lo nuevo de Dios para nuestras vidas, familias, matrimonios, para nuestras ciudades y países, solo afirmados en Él, en nuestra permanencia constante, fiel e incondicional en el Señor lo vamos a ver. Solo amigándonos con Él, con nosotros y con nuestros prójimos disfrutaremos de la preciosa vida planeada por el Señor. No demoremos en pedir perdón y perdonar para vivir el tiempo de reconciliación en todas las áreas de nuestras vidas.”

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