Aviva tu obra y hazla conocer

Domingo 25 de septiembre de 2022

«No hay entrega que no tenga propósito».

Maxi Gianfelici

Desde que hemos abierto el libro de Habacuc como iglesia comenzamos a ver la realidad del día a día, donde la palabra se estaba cumpliendo y hemos aprendido a transitar este camino desde la queja a la alabanza. Observamos que la realidad está difícil y se va a poner más difícil, pero entendemos que la gracia de Dios esta sobre nosotros trazando un camino, identificamos cómo este sistema se mueve y cómo su pueblo a través de la fe lo atraviesa.

En medio de eso elegimos madurar, dejar la queja de lado mirando el control de Dios y todo lo que está haciendo. Nos dimos cuenta que hay demasiadas opiniones pero pocas lágrimas de gente que llora para que cambien las cosas y que se entrega por lo que viene creyéndole a Dios. Cerramos esta etapa porque entraremos en un tiempo de revelar todo lo que hemos recibido y para eso estos últimos meses viviremos como familias cosas extraordinarias.

Cuando la revelación se acerca a su cumplimiento hace que el corazón queme y arda.

Recordemos que Habacuc significa “un abrazo ardiente, de fuego” pues es el abrazo del Espíritu Santo.  Habacuc 3:1-3   (NTV) Habacuc describe el juicio sobre la maldad, de cómo Dios se va a revelar y cuál es su posición. El final del capítulo tres tiene una mezcla de esperanza cuando menciona “aunque la higuera no florezca ni en la vides haya fruto con todo yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación”. Esto parece un lamento pero no lo es, es una canción de alabanza que nos revela que aunque el mundo y nuestra realidad determinen algo, Dios está operando en algo superior.

Nuestra naturaleza no es la escasez, no somos llamados a vivir ni en escasez económica, espiritual o emocional. Nos acostumbramos a la escasez como una manera de vida conformándonos. La escasez es una de las cosas que apaga el propósito de Dios en nosotros, nos acomodamos y nos conformamos. Una cosa es conformarnos y otra es estar contento. El apóstol Pablo nos dijo: estén contentos tengan mucho o poco y esto es real, porque vemos personas que viven en escasez con mucho dinero y vemos personas que viven muy humildemente pero en abundancia.

Hemos visto personas en medio de crisis o dificultades emocionales y que viven en abundancia pero también otros que no tienen ningún problema serio, viviendo en una escasez permanente. Una cosa es conformarse pero otra es vivir contento, la palabra contentamiento viene de con Teos que quiere decir estar en alguien. (Con: estar en alguien, Teos: Dios) es decir, la palabra contento sería “estoy con Dios”.

Pablo nos enseña a estar contentos sin importar las circunstancias, si bien sabemos que hay momentos en la vida que lo que tenemos no nos alcanza, que no es suficiente, pero hay algo que es más poderoso pero el problema no radica en lo que tenemos o lo que nos falta, sino acostumbrarnos a vivir en escasez. Básicamente debemos entender que la fuerza de la productividad vive en nosotros, es Jesús quien venció a la muerte, quien transforma el desierto en un lugar verde, dentro de nosotros habita una fuerza que no tienen los gobiernos de este mundo, que no tienen los titulados más capaces o los científicos más conocidos porque no se compra, sino que se recibe por gracia.

Una persona que tiene a Cristo no puede acostumbrarse a la escasez.

El Espíritu Santo es lo que revela a Jesús dentro de nosotros, por eso, debemos aspirar a más y no tiene que ver con tener un cargo, o ser alguien de mayor jerarquía, o tener más dinero porque no tiene que ver con cuánto tenemos, sino que se trata de tener a Cristo, todo se resuelve cuando decidimos no vivir en escasez.

Tenemos que aprender a estar contentos con lo que Dios nos dio tomando la semilla, orando por ella, partiéndola y presentándola delante del Señor; buscando en nuestra familia, esforzándonos en el trabajo y dando lo mejor que Dios nos dio. Por eso Habacuc no dice de no conformarnos con poco sino que menciona: Señor, vos venciste este sistema, vas a reinar por siempre y aunque haya escasez yo siempre buscare más, siempre voy a luchar por salir adelante, voy a pelear por cambiar la realidad, voy a romper los límites que mi familia me puso, que la religión puso delante ¿Por qué? Porque el poder de la productividad vive dentro mío.

Habacuc menciona que Cristo viene, vence la muerte, resucita sometiendo al infierno para reinar con nosotros por siempre, nos dará su espíritu y ese poder estará hasta el final a disposición nuestra. Las luchas son grandes muchas veces para caer en la tentación de conformarnos, pero el llamado de Dios es a “revelarnos a la realidad” que nos quiere detener, o que nos limita. No nos acomodamos a la tensión permanente o a perder lo que Dios nos dio, oraremos por nuestro hogar, ayunando, ajustando el carácter, pidiendo perdón si es necesario para trazar ese rumbo. No viviremos en escasez porque aunque este mundo no nos ofrezca nada, la religión nos acuse y las dificultades nos superen el Señor venció, vence y vencerá.

No menospreciemos lo que somos, lo que Dios puso en nuestro corazón, y aunque los ambientes sean difíciles en la canción de Habacuc hay una promesa la cual dice: Señor, he escuchado todo de vos, he leído todo y sé que en todos los tiempos ha habido un avivamiento, por eso te pido, Señor, que de aquí en adelante cada tiempo avives tu obra y la hagas conocer.

Nacimos en el fuego del Espíritu.

En la Biblia está la palabra aviva, avivamiento, al cual nosotros lo usamos porque lo hemos visto en los últimos años, pero en el original hebreo se toma “aviva tu obra y hazla conocer” en referencia que en el pasado Dios obró de manera sobrenatural. Lo cual, produjo una aceleración haciendo en poco tiempo lo que estuvo estancado por años, eso es avivamiento, es ir más rápido a la direccion correcta. Cuando conocemos a Jesús las lágrimas que salen de nuestros ojos es porque nos quemamos por dentro, es porque estamos descubriendo nuestro propósito pues nos encontramos con el Salvador del mundo, esto trae convicción de pecado. Esto último no es ver todo lo malo que somos, sino ver todo lo que tenemos por delante sintiendo que lo que hemos hecho en la vida nos impide alcanzarlo. La convicción de pecado nos muestra quienes somos y hacia dónde vamos, no nos deja tirados en la escasez, sino que nos impulsa hacia el Espíritu Santo para progresar, crecer y romper nuestras limitaciones.

Cada tiempo tiene su avivamiento, cada tiempo tiene su aceleración y Habacuc canta, clama, “Señor aviva tu obra y en medio de los tiempos hazla conocer, en medio de tu ira ten misericordia de nosotros”. ¿Qué es la ira de Dios? Si trazamos un camino entre las palabras del Antiguo y Nuevo Testamento, la ira de Dios no nos habla de que Él se enoja y hace una locura, la ira de Dios viene por el pecado y la injusticia ejecutándose así su juicio que equilibra las cosas en la tierra. La ira de Dios la veremos cuando en medio del cumplimiento de los tiempos traiga su justicia a la tierra y venga por su iglesia.  

Entonces en medio de ese tiempo de prueba Habacuc le dice al Señor que cuando llegue el tiempo de su ira pueda tener misericordia. Lo que hace que el corazón de Dios se encienda en estos tiempos es tanta maldad en la humanidad, por eso se acerca a poner orden. Entendemos, según Habacuc, que para cada tiempo hay un avivamiento, para cada temporada hay un fuego que acelera los procesos, pero no es solo un avivamiento de señales, sino de relación, de manifestación del poder de Dios. Lo que mira Habacuc hacia atrás es la historia del Antiguo Testamento pero cuando hoy nos paramos en esta palabra vemos otra cosa.

En esta temporada la obra de Dios somos nosotros.

Hay un avivamiento para esta temporada, tenemos hambre, queremos ver la gloria de Dios y ser protagonistas, que el fuego del Espíritu Santo caiga con poder. Es una locura un avivamiento en medio de la ira de Dios exaltada, es por eso que queremos ver un avivamiento que se expanda al arte, al deporte, a la cultura, a las universidades, con una radicalidad donde no haya temor. Queremos ver que la gloria de Dios invada nuestra ciudad y llene cada lugar. Habacuc cuando dice aviva tu obra él está pensando en los hechos poderosos de Dios pero sin darse cuenta está profetizando que la obra de Dios va a permanecer por la eternidad. No dejemos de declarar palabra, de creer, quizás estamos cansados, sin fuerzas, no vemos resultados, pero entendemos que no es una obra de una persona es la obra de la iglesia de Jesucristo y no pararemos hasta que veamos que la obra se manifieste.

Vivimos en un tiempo de ira donde la corrupción ha llegado a tremendo niveles, donde la inmoralidad no se puede contener, donde la injusticia nos rodea, pero en medio de todo esto el Señor extiende su misericordia sobre nosotros. Debemos mirar más allá de la escasez, lo que Dios está haciendo y en medio de este tiempo atrevernos a creer. Vamos a pedirle que avive su obra, vamos a sumergirnos, nos despojamos del pasado y construiremos este avivamiento para que desde el sur al norte todo lo consuma.

“Señor, aviva tu obra. No somos un producto de las malas experiencias de la vida, o de las personas que nos robaron la inocencia, o de la maldad del infierno, o de la religión, sino que somos hechura suya, obras de sus manos pensadas desde antes de la fundación del mundo para toda buena obra. Somos la obra de Dios para esta temporada, para que cuando el Señor regrese nos encuentre encendidos, con nuestras lámparas rebosando de aceite. Vivamos contentos porque no hay siembra que no tenga frutos, no hay entrega que no tenga propósito, preparémonos para un tiempo de honra en nuestras vidas, pues el hará conocer la obra de Dios en nosotros. Nos sumergimos en el Espíritu Santo, nos deshacemos del peso del pecado, miramos la belleza de Jesús agradeciendo a Dios que nos ha sostenido y clamamos avivamiento, ¡Vivamos contentos!,  ¡Aviva tu obra y hazla conocer!”

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