Diáconos

17 de marzo de 2024

Como iglesia estamos leyendo el libro de los Hechos, los cuales no están ligados a la labor del hombre, sino en la obra del Espíritu Santo, se demuestra a través de la historia lo que Dios está haciendo.

Hechos 6:1-7 (RVR)

Aquí nos habla de la primera elección de los diáconos, esta palabra viene del griego que significa el que sirve, el que voluntariamente decide ser útil, el que decide atender la necesidad. Los diáconos no son otra cosa que el puente entre la iglesia y la sociedad, la conexión entre el cielo y la tierra, los que que desarrollan esta tarea de manera extraordinaria.

¿A causa de que surge la necesidad de diáconos? El Espíritu Santo cayó, la iglesia creció y los discípulos comenzaron a aumentar. Desde que la iglesia nació no solo se ocupa de la necesidad espiritual, sino que vela por el ser humano de manera integral. Del cristianismo nació todo aquello que le ha dado dignidad al ser humano. Del cristianismo nació el reconocimiento a la mujer en todos sus aspectos dándole dignidad, del cristianismo nació el concepto de hospitalidad, de hospital, donde las personas más disminuidas y necesitadas son atendidas, del cristianismo, de los valores que Cristo estableció nació la abolición de la esclavitud; cuestiones esenciales que han marcado el rumbo de la humanidad hasta hoy. Sin embargo, el hombre a lo largo del tiempo ha querido desarraigar a Dios de la historia y cada vez que el hombre ha corrido los principios y los valores de Cristo la humanidad ha pasado sus horas más oscuras, ha pasado sus momentos más severos.

Cuando más lejos de Dios estemos más fragmentados estamos.

No solo es la historia del hombre, sino que es la historia de nuestras vidas. Somos cuerpo, alma y espíritu, pero las tres cosas son una sola parte, no podemos definir donde empieza una y termina otra, solo que el Espíritu está hecho para gobernar y traer orden a cada una de las vidas, pero somos de manera íntegra, parte de un todo. Por eso, las viudas que eran desechadas, olvidadas, que no tenían esperanza de que la sociedad ni las familias las sostuvieran, la iglesia intervenía en su necesidad. Había viudas que hablaban en griego y otras en idioma original, y se comenzó a complicar todo porque las viudas que hablaban griego se empezaron a quejar que no eran bien atendidas.

En la iglesia de los hechos, una iglesia que explota en la vida del espíritu y que es la iglesia primigenia, ya había quejas, es algo con lo que se lucha constantemente. La queja produce murmuración, sale naturalmente pero no nos tomamos el tiempo de ver qué le pasó al otro, de ver qué sucedió, no vemos las circunstancias vemos la necesidad. El problema no era que había en la iglesia una mala repartición, sino que era el crecimiento y donde hay crecimiento hay tensiones. El problema que tenían no era solo las personas que llegaban por primera vez, sino eran los discípulos, los apóstoles que estaban a cargo de todo, y se dieron cuenta que no podían lidiar con todo eso. Solos no podían, necesitaban hombres llenos del Espíritu Santo, de buen testimonio, llenos de sabiduría que estén encargados de servir las mesas, para que ellos sigan ministrando la palabra y avanzar hacia lo que Dios tenía para ellos.

A veces pensamos que nuestra necesidad es la más grande pero no es así. Por el contrario, Dios nos dice que con nuestra necesidad, con nuestra historia, con todo lo que hemos pasado él tiene un propósito, nos dice que nos va a sanar, nos va a levantar y que nos va a cambiar porque nos necesita

Se levantan entonces siete hombres, los siete fueron mártires entregando su vida por la causa de Cristo. Los siete fueron levantados para servir las mesas, ninguno de ellos perseguía ningún ministerio. No es que querían ser apóstoles, pastores o maestros, sino que simplemente estaban ahí para cubrir una necesidad. Dios no nos llamó para solucionarnos la vida, Dios nos llamó de la muerte a la vida porque todos estamos para cubrir una necesidad. ¿Cuál es esa necesidad? Es que el cuerpo de Cristo crece y como somos parte del cuerpo necesitamos crecer también. Entonces necesitaban gente que sirvan las mesas, ¿Cuál era la labor de estos hombres? Debían velar por la gente, velar por las familias. En la iglesia de Cristo entramos todos o no entra ninguno, en la iglesia de Cristo somos todos iguales pero a la vez todos distintos, tenemos diferentes capacidades, lugares y llamados.

Estos diáconos son elegidos, no es una lista al azar, los miembros de la iglesia se llamaban discípulos, los creyentes de la iglesia de los hechos son discípulos. Un discípulo deja todo para seguir a su maestro. Estos hombres estaban llenos de sabiduría, llenos del Espíritu Santo y de buen testimonio. No eran requisitos para servir, sino que era cuestión de sentido común, porque en medio de una iglesia que crecía y se desarrollaba, donde los conflictos también crecían, los que iban a cubrir la necesidad tenían que ser personas que mínimamente brindaban estos estándares.

No es que para servir a Dios debemos tener unos requisitos, eso es lo que la religión nos ha enseñado. Si nuestra vida está basada en que para lograr algo tenemos que dejar algo, entonces simplemente son trazos de una religión, pero si nuestro servicio es el fruto de la transformación de nuestras vidas entonces lo que viviremos será la gloria de Dios. Ellos no hacían nada pero ya lo tenían todo, no podemos hablar ni hacer algo si nuestra vida no da testimonio de Cristo Jesús. Debemos tener temor de Dios todo el tiempo, tomamos de nuestras vidas todo lo que Dios nos da para impartírselo a otros, todo el tiempo Dios trata con nuestro corazón.

Cuando vivimos nuestra historia con Dios de manera plena, entendemos que lo único que nos sostiene para vivir todos los días es estar llenos del Espíritu Santo.

La esencia del evangelio no es funcionar en el ámbito correcto, sino es conectar el cielo con la tierra, es conectar lo que vivimos acá en el lugar en donde estamos. Si no lo entendemos así y si lo que hacemos es forzarnos para cumplir con los requisitos, no llegamos. Entonces de repente no es una obligación ir a la iglesia, no es una obligación orar por la mañana, si no estamos llenos del Espíritu no funcionamos, si no estamos llenos de fe tampoco funcionamos. Él nos eligió para cubrir una necesidad, reconocemos que estábamos muertos, perdidos, pero nos arrancó del pecado para no vivir a medias, sino para estar dispuestos a que haga lo que quiera con nuestras vidas.

Debemos vivir a Cristo, vivir una vida de santidad, vivir llenos del Espíritu Santo, vivir llenos de fe, entendiendo que estamos en la lista de Dios.

Los siete diáconos son los que producen la transformación más extraordinaria, estos diáconos fueron la transición entre la iglesia que Pedro estaba liderando y la iglesia que va a empezar a co-liderar con un tal Pablo. En los capítulos 7 y 8 de hechos nos habla de Felipe y de Esteban, nos cuenta la historia de los diáconos. El capítulo 9 habla de la conversión de Saulo, es la transición de la iglesia que recibe al Espíritu Santo hasta la materialización de esa iglesia que es el apóstol Pablo, con los viajes misioneros, llevando el evangelio a los gentiles. El puente que hace que esa iglesia tenga una transición no son los apóstoles sino que son los diáconos, son las personas que al tener un encuentro con Cristo y habiendo caminado con fidelidad sirven a la gente, sirven a las personas llenos del Espíritu Santo.

Después de la elección de los diáconos, el libro de los Hechos nos habla del martirio de Esteban, quien hacia milagros y señales, las personas se sanaban, eran transformadas. No era una súper iglesia, sino que eran personas que habían caminado en el propósito y estaba dispuesta de servir a Dios. A Esteban lo resisten, quien conectaba la realidad de cielo con la de la tierra, entonces se levanta gente a mentir en su contra diciéndole que era un hereje y que debían apedrearlo. Allí se levanta Esteban lleno del Espíritu Santo (Hechos 7:56) donde Dios le muestra el futuro, al hijo del hombre de pie listo para regresar por su iglesia.

Siempre que hay una vida entregada, una iglesia que se derrame como la vida de Esteban Jesús estará pronto a su regreso.

Esteban ve al hijo del hombre de pie, ve a sus agresores y declara ¡por favor no le tengas en cuenta este pecado! Estaba muriendo Esteban pero estaba naciendo una nueva iglesia, estaba Saulo siendo impactado. Nosotros somos Esteban, él es nuestra medida, no es un rango, ni roles, ni la misión de servir para tener un propósito en la vida. Esteban es la perseverancia de gente que entiende quien lo llamó y que es plenamente consciente de que está dispuesto de dar su vida por Cristo. Esteban no está en la mediocridad de aparentar algo y vivir otra cosa, es un diacono. Esteban refleja a la iglesia que prepara el camino para su regreso.

No vamos a morir apedreados pero necesitamos un compromiso mayor con el evangelio, donde ya no estamos peleando para no pecar para poder servir, sino que simplemente estamos consagrados a Dios y dispuestos para que él nos lleve a donde quiera, como quiera y nos use de la manera que él quiera.

También está Felipe que aparece en Samaria predicando y allí se presenta Simón el mago que quiere comprar la unción de Felipe. Los apóstoles lo reprenden y Dios le dice a Felipe que lo necesita en el desierto, lo lleva allí y ahí aparece un alto funcionario etíope a quien le comienza a predicar, este se convierte, lo bautiza y allí hay un milagro extraordinario, luego es llevado por Dios a otro lugar. Felipe representa a los diáconos, su llamado no lo deslumbra, sino que solo se preocupa por ser obediente. Felipe es llevado de un lugar a otro, es transportado, y ellos representan esa conexión entre el cielo y la tierra.

La esencia de nuestras vidas es servir a Dios, es la esencia de nuestro llamado.

Dios es eterno, es inmenso, nunca deja de ser, con un chasquido podría hacer todo, sin embargo, en su inmensidad permitió que nosotros podamos ser colaboradores de su propósito, nos puso en el escenario de su idea general, nos plantó como parte de su etapa. No solo a nosotros, sino que a toda la creación, dibujo planetas, eras, etapas, edades, criaturas, todo lo creado responde a un propósito, todo cumple con un propósito y en medio de ese cuadro nos puso como parte de su plan. Que increíble que el Dios eterno nos haya puesto en su lista, que el Espíritu Santo nos haya convocado. Proféticamente esto está ocurriendo, Jesús pronto regresa, el mundo está siendo sacudido, las mesas están mal servidas y el Espíritu Santo está diciendo volvamos a despertar a los diáconos, los que conectan el cielo con la tierra, los que van a servir las mesas, con aquellos llenos del Espíritu Santo, llenos de fe, con aquellos que van hacer historias, los que van a preparar el camino para el amado.

Estar llenos de fe, de sabiduría y del Espíritu Santo es la consecuencia de vivir a Cristo.

El propósito de la iglesia son discípulos y los discípulos tiene esta marca de identidad: llenos del Espíritu Santo, gente que vive llena de fe, gente que tiene una historia de vida que cuenta de la gracia de Dios. Somos nosotros, estamos en la lista, somos llamados, estamos en el propósito por el cual Dios nos hizo nacer, nuestras vidas tienen peso, vale un montón. Hay propósito en lo que él tiene, y si estamos dispuestos a vivir por menos que esto seremos infelices toda la vida, porque el desarrollo que Dios ha puesto no se compara con nada de lo que este mundo nos pueda dar.

Cuando lo vivimos lo llevamos a donde vamos, cambiamos los ambientes, transformamos la murmuración en altar y Dios responde con señales, con provisión, con el sustento, pero cuando no lo entendemos se torna en un problema. No podemos vivir un día de nuestras vidas que no sea llenos del Espíritu Santo. Nuestra historia tiene una finalidad, tiene como destino contarle al mundo quien es Jesús.

“Estamos en la lista, caminamos hasta acá, no nos neguemos de lo que Dios quiere hacer. Vamos a avanzar para poder seguir sirviendo y vamos a decidirnos a entregar toda nuestra vida por Cristo. Si él llama, el completará la obra. No nos va a permitir vivir en pecado, no nos va a permitir a vivir vacíos porque Cristo en la cruz del calvario entregó su vida para que vivamos plenos, llenos del Espíritu Santo. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos, fuimos hechos para cerrar ciclos, para completar etapas, para avanzar en la vida, él pagó el precio para nuestra eternidad. La mediocridad no puede ser aceptada como parte de la iglesia, necesitamos ser llenos del Espíritu Santo. Somos llamados a servir, Dios quiere que vivamos en plenitud para disfrutar, tenemos que interpretar el tiempo en que estamos viviendo. Este es el tiempo para prepararnos, para ordenarnos, es el tiempo para decir ¡Sí, Señor, contá con nosotros!”

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