El canto de la novia

5 de septiembre de 2021

Soy atraída por tu belleza,
mi corazón se consume de amor
cuando tus ojos se fijan en los míos.

Quiero probar los besos de tu boca,
déjame comer de los frutos de tu jardín
por toda la eternidad.

No te tardes, esposo,
que yo no te dejaré de buscar.

Poema por Yamila A.

Dios nos habla de siete clamores de la iglesia como esposa al esposo. Espiritualmente conocemos a Jesús como nuestro Salvador, hermano mayor, amigo, como nuestro Señor, como nuestro Padre Eterno y  Príncipe de paz. Pero el grado de mayor intimidad y revelación de Jesucristo es verlo y contemplarlo como esposo. Es algo tan profundo que tiene que ver con la eternidad desde la identidad de la iglesia, teológicamente todo creyente en la tierra esta desposado con Jesús y como dice la palabra debemos presentarnos como una virgen pura que se entrega a él.

La identidad de la iglesia es de esposa, por eso Jesucristo viene por segunda vez como Rey y soberano de las naciones pero también como un esposo. Acá vemos un paradigma que es un punto de vista, una perspectiva, son los lentes con los cuales interpretamos nuestra visión de la vida. Muchas veces no podemos ir más profundo en Dios porque tenemos paradigmas, puntos de vista de cómo es Dios y como se presenta hacia nosotros. El paradigma nupcial consiste en ver el reino de Dios a través de los ojos de una amada novia que esta fascinada con la hermosura de Jesús como Dios y esposo.

Cuando adoramos podemos ver a Dios, su carácter, podemos tener los lentes de la salvación y adoramos a un Dios Salvador, pero también cuando adoramos podemos tener los lentes de la paternidad. Desde este punto de vista nupcial adoramos a un Dios esposo, entonces nuestra forma de orar y de adorar cambia profundamente y no tiene que ver con una relación humana, sino que netamente espiritual y eterna que está en el corazón de la iglesia.

Tenemos que estar fascinados con la hermosura de Jesús, si hubo algo que David descubrió fue la hermosura de Jesús. El enemigo todo el tiempo está atacando la visión del mundo tanto para creyentes como para no creyentes, porque quiere contaminar la pureza de ver a Jesucristo como el esposo.

La adoración que viene nos anticipa todos los tiempos de oscuridad que van a venir en mayor grado, es la adoración más pura desde una identidad sana y desde un deseo de ver la hermosura de Jesús. Por eso el salmista decía que quería verla. La mayor hermosura que la iglesia puede ver de Dios es a Jesucristo el esposo. Por eso es la más atacada porque es la que trae mayor pureza. Nuestra responsabilidad es ser cada vez más puros mientras contemplamos la belleza del rey, lo cual trae santidad y pureza a nuestras vidas.

Para poder vivir una verdadera cultura de intimidad con Dios debe ser restaurada en los creyentes la revelación de Jesús como esposo y el más deseoso, de revelarse a la iglesia como esposo, es Jesús. Hay un deseo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para que podamos ver al unigénito como esposo.

San Mateo 2:2 nos dice que el reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de boda a su hijo. Hageo 2:7 nos habla de que hará temblar a todas las naciones, vendrá el deseado de las naciones y llenara de gloria esta casa. El deseo del Padre es que la iglesia pueda ver al Hijo como esposo. Pero también está el deseo del hijo de que lo podamos ver desde esa santidad. San Lucas 5:34-35 dice: ¿podes acaso hacer que los que están de boda ayunen, entre tanto que el esposo esta con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado, entonces aquellos días ayunaran. Atendamos que estamos hablando de Jesús que sanaba, que hacia milagros, ese mismo Jesús que tenía una visión integral de la iglesia, del cuerpo de Cristo y estaba preparando su cuerpo.

Vemos cómo Jesús se les presenta a los discípulos como esposo y les dice que cuando ya no esté van a tener que ayunar por el deseo de estar con Él. La iglesia primitiva vivía esto de una forma latente, anhelaban al esposo, habían escuchado a Jesús y hacían la obra de Jesucristo en la tierra con un propósito claro: ayunar y prepararse para ver al esposo regresar. Pero también hay un deseo del Espíritu, Apocalipsis 22:17 nos dice: Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven, y el que oye diga: Ven.

El Espíritu Santo intercede por nosotros, clama, aunque a veces no pidamos como conviene. El deseo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es que podamos conocer a Jesucristo como esposo.

Nos animamos a descubrir Cantar de los Cantares en este tiempo porque es una herramienta que potencia nuestra vida de intimidad con Dios, nos ayuda a nutrir nuestro lenguaje con Jesús. Muchas veces nos pasa que al no tener tiempos de devoción e intimidad con Jesús no sabemos qué hablar, ni cómo actuar. Debemos entender que no tenemos que hacer nada, solo contemplar al Señor. Cantar de los Cantares produce en nosotros ese lenguaje de intimidad, declarando su majestad, su grandeza, su soberanía pero a la vez reconocer que es un esposo cercano.

Hay siete clamores en Cantar de los Cantares, descubrimos que este libro es una oración poderosa para la iglesia de este tiempo, no solo nutre nuestra intimidad sino que como cuerpo si lo oramos, batalla muy fuertemente en contra de dos dinámicas: perder el primer amor y que se apague el fuego de Dios en nuestra vida.

Jesús fue muy claro con este punto por eso dijo: a muchos se le apagará el amor, se enfriaran. Entonces, ¿cómo contrarrestamos la falta de amor por Dios? Con clamor direccionado al esposo y un clamor hacia Él que nos mantiene encendidos por amor a Jesús.

  1. Clamor por los besos de su palabra: ¡Oh si el, me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. Cantares 1:2 (RVR)

La palabra de Dios es lo que procede de la boca de Dios, por tres mil años los rabinos se han referido por los besos de su boca como el beso de la Torá. Ellos se pasan horas recitándola, al margen de tener ganas o no. Los besos de la palabra tiene el poder de transformar nuestras vidas. Deuteronomio 8:3 nos menciona que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Asimismo, Jesús en la tentación del desierto le declara la palabra de Dios a Satanás. Las tentaciones son vencidas y no toman el control de nuestras vidas cuando estamos llenos de la palabra, esos besos que salen de la boca de Dios, son gloriosos y nos permite vivir en santidad. La palabra es mejor que cualquier deleite o cualquier añadidura que Dios nos pueda dar de este mundo. Amemos a Dios con todo por sobre todas las cosas, por eso menciona que su amor es mejor que el vino. Hay dos clases de vinos: el vino malo que es el pecado y los deleites inferiores y por el otro lado está el vino bueno que es mayor, el cual es el amor de Dios hacia nosotros. Cuando los besos de la boca de Dios nos tocan, literalmente somos transformados. No luchemos con nuestras fuerzas en contra de las debilidades, dejemos que los besos de la palabra de Dios toquen nuestras vidas, la palabra la recibimos a través del Espíritu Santo.

  1. Clamor por ser atraídos por su Presencia: Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman. Cantares 1:4 (RVR)

Hay un clamor que tiene que ver con ser atraídos por el esposo y correr en pos de él. Cuando uno es atraído muchos son activados, cuando entramos en las recamaras de Dios nos posicionamos en un lugar de activación ministerial, de gozo, alegría y satisfacción por encima de los deleites que ofrece el mundo. Somos atraídos por Jesús, el Espíritu Santo arraiga nuestro corazón de forma continua. Diariamente, hay tantas cosas que compiten con él, pero debemos tener hambre y conocerle en mayor profundidad. Corramos en pos del Señor. Gocémonos en la salvación del Rey que viene a gobernar pero por sobre todo de un esposo que nos atrae con cuerdas de amor. Que nada compita con nuestro amado.

  1. Clamor por descubrir nuestra identidad en su amor: Soy el azafrán de primavera que florece en la llanura de Saron, el lirio del valle. Como un lirio entre los cardos es mi amada entre los jóvenes. Cantares 2:1-2 (NTV)

Descubramos quiénes somos en el Señor. El ataque de Satanás a Jesucristo siempre fue a su identidad, no atentó a los milagros, ni a su llamado, ni a sus predicaciones, ni a sus parábolas, sino a su identidad de hijo. Por eso la identidad de esposa es la identidad santa y pura.

Ser lirio entre los cardos es ser una flor que florece en medio de dificultades por eso Jesús mencionó que en el mundo tendremos aflicción pero que confiemos en él porque ya venció. La palabra se conecta a través del Espíritu con una identidad santa en cada uno de nosotros. Somos lirios entre los cardos, somos iglesia en medio de la oscuridad. No tenemos miedo a la oscuridad porque el esposo del día ya la venció, por eso nuestra identidad es santa y pura. Somos los que Dios dijo de nosotros. Estamos llenos del Espíritu pues nuestra identidad está llena de santidad, de amor, de dominio propio, de poder.

  1. Clamor por estar en ambientes donde el esposo esta: Dime, mi amor ¿hacia donde llevaras hoy tu rebaño? ¿Dónde harás descansar tus ovejas al mediodía? ¿Por qué tendría yo que vagar como una prostituta entre tus amigos y sus rebaños? Cantares 1:7 (NTV)

Queremos estar donde Jesús está, debemos estar en los ámbitos donde él se presenta: en la iglesia, en las dinámicas del cuerpo de Cristo y donde hay necesidad porque él quiere suplirlas. La restauración del paradigma nupcial no solo nos conecta con Jesucristo en intimidad, sino con el cuerpo de Cristo en comunidad. El clamor de la esposa no es un clamor aislado, sino que nos conecta con el cuerpo de Cristo. Estar donde él está, habitando con él, edificando a la sociedad para que el río de Dios corra por todos lados y la iglesia clame por estar cerca del corazón del amado.

  1. Clamor por quitar los obstáculos que se interponen entre Jesús y la Iglesia: ¡Ay, oigo que viene mi amado! Viene saltando por las montañas, brincando por las colinas. Mi amante es como una gacela veloz o un venado joven. ¡Miren! Allí está, detrás del muro, asomándose por la ventana, mirando dentro de la habitación. Mi amante me dijo: ¡Levántate, amada mía! ¡Ven conmigo, mi bella mujer! Mira el invierno se acabó y las lluvias ya pasaron. Las flores están brotando, ha llegado la temporada de los pájaros cantores; y el arrullo de las tórtolas llena el aire. Las higueras comienzan a formar su fruto, y las vides fragantes están en flor. ¡Levántate, amada mía! ¡Ven conmigo, mi bella mujer! Cantares 2:8-12 (NTV)

Nos levantamos como iglesia en contra de toda montaña de oscuridad, de temor, de inclusión social diabólica, de pensamiento filosófico que el enemigo quiere poner; la iglesia tiene el poder por medio de Jesucristo para quitar todo obstáculo que no nos deja vivir en la plenitud de su amor.

  1. Clamor por velar y orar en medio de la disciplina: Una noche, mientras estaba en mi cama, suspire por mi amado; suspiraba por él, pero él no venía. Así que me dije: Me levantare y recorreré la ciudad, y buscare por todas las calles y las plazas. Buscare a mi amado. Entonces busque por todas partes pero no lo encontré. Cantares 3:1-2 (NTV)

Pase lo que pase no dejaremos de buscarlo. El libro de Cantares se divide en dos secciones, la primera es un dialogo de amor donde el esposo afirma todo el tiempo a la esposa con palabras de amor, pero en el capítulo 5 hay un giro de amor en donde el esposo espera que la esposa sea obediente y a esto le llamaremos una dulce disciplina.

Debemos orar y velar en medio de tiempos difíciles, la iglesia debe orar y velar en estos tiempos. Clamamos e intercedemos, no bajaremos nuestra voz en medio de la noche, en medio de tiempos de oscuridad. La iglesia como esposa del Cordero se tiene que preparar para esos momentos, para velar cuando sea la noche más oscura y densa. Seremos victoriosos porque estaremos clamando e intercediendo. Muchos serán mártires por predicar el Evangelio, la persecución vendrá y daremos nuestras vidas. Clamaremos en tiempos de disciplina donde la iglesia será probada. Cuando todo caiga, el clamor de la iglesia se debe mantener. La victoria de Jesús se verá en la iglesia como una esposa que clama en la medianoche, debemos hacernos una disciplina de oración y clamor constante para extender el reino sin temor a la muerte.

  1. Clamor por la llenura del Espíritu Santo para que avive nuestra intimidad: ¡Despierta, viento del norte! ¡Levántate, viento del sur! Soplen en mi jardín y esparzan su fragancia por todas partes. Ven a tu jardín, amado mío; saborea sus mejores frutos. Cantares 4:16 (NTV)

Hay un soplo del Espíritu Santo sobre la iglesia para despertarla a su realidad, para que nuestra intimidad sea avivada. Que cada día podamos experimentar este clamor, que el Espíritu Santo sople de los cuatro vientos para amar más a Jesús.

El ultimo clamor de la novia: ¡Ven conmigo, mi amor, Se cómo una gacela, o como un venado joven sobre los montes de especias! Cantares 8:14 (NTV    )

Hay un clamor profundo donde el relato de amor del esposo y la esposa de Cantar de los Cantares termina con una conclusión: hay un santo amor celoso de parte de Dios hacia su amada porque solo fuimos creados para él. Por eso en el versículo 8 nos menciona que el amor es más fuerte que la muerte, nadie puede comprar el amor porque no se compra con dinero. Ese amor tan fuerte termina diciendo: ¡Ven, esposo amado! Hay un sello eterno en Cantar de los Cantares que el esposo hace con la esposa para entender que nuestra identidad como esposa, como iglesia, está basada en lo que Jesús hizo en la cruz y todo lo que determinó por la eternidad para su amada. Señor eres hermoso, santo, amado y aquí te esperaremos cantando por la eternidad: ¡Te amamos!”.

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