El Espíritu Santo sobre nosotros

8 de agosto de 2021

El Espíritu de Dios habita en mí,
y es como un poder incontrolable
que recorre todo mi cuerpo.

Por medio de él, en mí
hay esperanza para los pobres,
cura para los quebrantados
de corazón y espíritu afligido.

Él me ha enviado a devolverle
la vista a los que están ciegos
y a poner en libertad a los cautivos.

Él me eligió como su mensajero,
para proclamar la buena noticia
de la gracia y del amor de Dios.

Poema por Yamila A.

 

Crecemos como iglesia, crecemos como cuerpo y juntos comenzamos a leer el libro de San Lucas en familia; buscando lo que Dios tiene para hablarnos, enseñarnos y para ponerla en práctica en nuestras vidas.

La forma que Dios nos ha dado para caminar juntos como familia es teniendo una palabra que lo cambia todo. El Señor nos habla que es un tiempo donde volver a la normalidad aparente o poder contar con ciertas cosas, no nos puede quitar la intensidad de lo que tenemos por vivir.

Agosto y Septiembre tienen que ser dos meses de elevar, todo lo que hemos vivido o atravesado durante la pandemia no ha sido para destruirnos. No somos sobrevivientes de este tiempo porque nos ha tocado despedir a gente que amamos, sin embargo, lo  atravesamos creciendo, construyendo y teniendo compasión para con los demás siendo de bendición. Este tiempo Dios nos preservó con propósito, pasamos la peor etapa de la humanidad siendo guardados por Dios.

Cuando hablamos de elevar lo podemos comparar a una nave espacial, la cual, una vez que despega viene la inmisión que es el impulso para pasar la atmósfera y una vez hecho esto rompe la resistencia y ya puede flotar. Nosotros hoy estamos en esa inmisión, rompiendo esa capa que nos elevará a un nuevo nivel.

Todo nace en los grupos de vida donde somos pastoreados, discipulados, enseñados y ministrados. Es donde se habla la palabra para que podamos ser elevados.

El punto de partida siempre es una palabra como la de San Lucas 4 donde Jesús es rechazado en Nazaret. Pero no la recordamos como rechazo, sino como una escena maravillosa donde Jesús, tomando el libro de Isaías en la sinagoga, trae el cumplimiento de una palabra profética. Después de su bautismo recién comienza a manifestarse como lo que es, el Hijo de Dios. El primer lugar donde lo invitan a compartir esas enseñanzas es en una sinagoga que era un espacio especial donde se reunían y se daba la palabra, la Torá, la ley. Solo los maestros reconocidos podían leerla, por eso invitan a Jesús para hacerlo.

San Lucas 4:18-20 (NVI) Jesús abre esta profecía acerca del Mesías. Los judíos esperan a quien iba a venir a liberarlos y Jesús les dice: Él me ungió para anunciar buenas nuevas a los pobres, él me ha enviado para dar libertad a los cautivos. Él me ha llamado a dar vista a los ciegos, él me ha puesto para dar libertad a los oprimidos para pregonar el año del favor del Señor. Jesús en este contexto declara que la palabra se hace carne, es estas circunstancias se manifiesta como Hijo de Dios, un entorno de pobreza social, espiritual y emocional. Un contexto de cautividad, de encierro, un momento de ceguera donde la gente solo ve su realidad y no puede ver más allá, no puede entender. Un concepto de opresión, de gente que vive estresada. Podemos definir estrés como cuando aguanta un material que es sometido a presión y de acuerdo a la capacidad que tiene se mide en esa escala el estrés. Este término está robado de la ingeniería aplicándolo también a las cuestiones emocionales y médicas, por eso cuando una persona está estresada se dice que esta oprimida.

Jesús en Lucas menciona que esta ungido para contrarrestar el contexto en el cual vivían, por eso dice: el Espíritu del Señor me ungió para darles buenas noticias a los pobres, para declarar libertad a los cautivos, para dar vista a los ciegos y libertad a los oprimidos para declarar  en este contexto “el año del favor de Dios”.

Muchas veces como iglesia hablamos de un tiempo de cosecha, de avivamiento, de bendición y nos imaginamos estar en un lugar de ensueño, sin problemas, pero Dios nos ha preparado para este contexto. Esa gloria, ese poder, esa unción que esta sobre nosotros nos da la capacidad de traer las buenas noticias en este contexto difícil. Jesús pone a prueba la palabra pero la gente de Nazaret se enoja y lo llevan a un monte queriéndolo tirar pero como no era su tiempo todavía, Jesús pasó en medio de ellos. La autoridad de Dios era tan grande en Él que a medida que caminaba la gente se corría y pasaba en medio de ellos porque todavía no era el momento de su sacrificio.

Esa gente estaba ciega, oprimida, cautiva, y pobre. No pudiendo ver que la persona que se encontraba en medio de ellos no era el hijo del carpintero, sino que era el Hijo de Dios. No somos sobrevivientes, el Espíritu Santo nos ungió y está sobre nosotros, somos hijos de Dios y nos ha preparado para este contexto de ceguera, de cautividad, de pobreza, para traer libertad, ser portadores de buenas noticias y para abrir los ojos de aquellos que están en oscuridad.

Estamos viviendo un contexto similar a ese tiempo, donde el Espíritu Santo viene para transformarnos en ese viento que viene de distintos lugares para dar vida a lo que está muerto porque no se trata de nosotros, sino de lo que el Espíritu puso en nosotros.

Todo tiene un propósito pues el Espíritu nos marcó, nos preservó, hilando un plan donde despierta nuestros corazones para que anunciemos las buenas nuevas. Es el año del favor de Dios, es el tiempo de cosecha que hemos estado esperando, es el abrazo que llega en el  momento oportuno para transformar corazones.

Los judíos pensaban en una revolución política que los librará de la opresión romana, pero Jesús pensaba en liberar a la humanidad por completo. Es el momento de dejar de mirar a nuestro entorno y ver qué es lo que Dios dice acerca de nosotros. Somos ungidos, no debemos preocuparnos por nada porque la unción que nos capacita es la que nos libra de los enemigos.

Estamos en una etapa decisiva del desarrollo de la iglesia y los grupos de vida son la estructura fundamental que la sostiene y le da vida.  Es por eso por lo que vamos a concentrarnos y enfocarnos especialmente en impulsar su crecimiento, en profundidad y numero.

La palabra con la que trabajaremos será ELEVAR  la que la subdividiremos en las siguientes palabras.

ENVIAR: No solo es nuestra tarea contener, sino equipar y enviar a nuestra gente. Vamos a impulsarlos a su propósito y animarlos a integrarse en las diferentes áreas de la iglesia. Esto es para todos porque cuando dejamos de crecer en ciertas áreas de nuestras vidas es porque dejamos de impulsar a alguien también. Somos llamados a impulsar, es nuestra naturaleza. Muchas veces vivimos un evangelio que se trata de nosotros, o de admirar solo a algunos pero hoy el cuerpo se desarrolla si nos impulsamos unos a otros.

LEVANTAR: Vamos a levantar altares de adoración como grupos de vida en lo íntimo de los hogares y en lo público, en los barrios para que se abran los cielos y permanezcan abiertos en cada lugar.  Debemos diferenciar que una cosa es cuando nos convocan a la adoración y otra muy diferente cuando levantamos altares de adoración conectando el cielo con la tierra.

EVANGELIZAR: Vamos a llevar las buenas nuevas de salvación visitando los hogares y con actividades específicas para este fin. Hay una unción sobre cada uno de nosotros para hablar de Jesús, la cosecha esta lista. Abriremos nuestra boca y con la unción que portamos la gente tendrá convicción de pecado. Es el momento de ser intencionales para evangelizar, de preparar el terreno para que muchos vengan a los brazos de Jesús.

VIVIRLO EN CARNE PROPIA: Vamos a desafiarnos a que cada persona viva una experiencia real con el Espíritu Santo y lo manifieste a los demás. Debemos ser protagonistas de la vida del Espíritu para tener hambre y darle lugar pues viene a renovarnos.

AMOR FRATERNAL: Generaremos puntos de encuentro entre la gente buscando de forma práctica manifestar una comunión plena entre los hermanos. La iglesia se ha desarrollado tanto que formamos una gran familia, generemos gestos de amor entre nosotros, estemos atentos a que el Espíritu Santo nos use para lograr esa conexión entre hermanos. Si sembramos en amor cosecharemos lo mismo. Habrá diferencias pero este es un tiempo de practicar el amor fraternal, empecemos por casa, por nuestro entorno y el Señor traerá un avivamiento de amor.

RECUPERAR: Vamos a prepararnos para recuperar y atraer a los que se quedaron en el camino y a los que están apartados. Nuestro punto de partida es la obra del Espíritu Santo. Busquemos lo sobrenatural en cada encuentro y usemos toda la creatividad y los recursos que tenemos como iglesia para que la palabra se haga carne es este tiempo. La pandemia que a algunos impulsó, a otros los destruyó. No solo se perdieron sueños, sino que se perdió una generación. Es el momento de recuperar y ver con amor a los apartados y a aquellos que se quedaron en el camino. El amor de Dios trasciende el momento por eso este es el tiempo de recuperar.

“El Espíritu del Señor está sobre nosotros en este tiempo para elevarnos. Vamos a sufrir la presión de traspasar ese límite y de llegar a algo más. No estamos solos, vamos juntos, tenemos recursos como nuestros grupos de vida, las reuniones, Escuela de Vida, Casa de Oración. Veremos señales poderosas y en medio de la resistencia de nuestros enemigos la gracia de Dios sobre nosotros nos llevará a caminar sobre ellos. El Espíritu Santo ya está sobre nosotros, hay una unción para traspasar las circunstancias difíciles, para bendecir a otros, solo debemos apropiarnos de esa realidad y hacerlo juntos en el nombre de Jesús”.

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