La iglesia gloriosa

3 de marzo de 2024

Efesios 5:27 (RVR 60)

Tenemos que dejar que la iglesia sea la iglesia que el Padre tiene en su corazón, así como el arquitecto diseña sus obras. Dios tiene una idea muy definida acerca de lo que debe ser la iglesia. ¿Cómo es la iglesia que Dios tiene en su corazón? La iglesia no nació en Pentecostés (Hechos 2) aquí se le da la consistencia y se marca la dirección que el Señor quiere, pero la iglesia es eterna y siempre ha estado en el corazón de Dios. Él quiere edificar una iglesia gloriosa.

Si miramos en el mundo a veces nos encontramos con iglesias que no se parecen a iglesias. Entendemos que Dios tiene una idea y logrará el plan de hacer de su iglesia una iglesia gloriosa porque quiere llevarla a su presencia. La iglesia vivirá en la presencia de Dios, sabemos que en algún momento moriremos, no nos van avisar de que manera ni cuando, no debemos perder la fe, debemos mantenernos firmes caminando con Cristo porque no sabemos el tiempo.

Ahora es el momento de mantenernos fieles, de andar en su camino, sabiendo que Cristo viene por segunda vez.

Hay dos razones fundamentales por las que Cristo viene:

Cristo debe ejercer juicio: a veces no queremos hablar mucho de esto pero si somos cristianos hablamos de Dios y del diablo, del cielo y del infierno. En la palabra nos marca estos dos destinos. Sabemos que Cristo tiene que juzgar la perversidad del hombre y de su corazón, porque no debemos olvidarnos que tenemos un Dios justo que juzgará a este mundo. Tenemos que levantarnos como mensajeros de que viene el juicio de Dios, de lo contrario debemos dar cuenta de esto.

El Señor viene por los que le esperan: este es nuestro gozo como cristianos, el Señor viene por nosotros, seremos arrebatados (Filipenses 4) pues cuando suene la última trompeta, los muertos en Cristo resucitarán primero. Todos los que se burlaron o rechazaron el evangelio van a ver los sepulcros abrirse y el poder maravilloso de Dios restaurando cuerpos nuevos, levantándose por las nubes para recibir al Señor en el aire. Esa es la fe cristiana, la fe de la vida eterna. No podemos conservar la vida, podemos quizás vivir muchos años pero finalmente vamos a ir a dar cuentas al Señor y allí es donde entra el valor de la fe cristiana.

La iglesia gloriosa tiene muy claro su destino: la presencia de Dios. Habitaremos allí por la eternidad.

Cuando la gente se convierte a Cristo esencialmente debemos anunciarles que va a vivir en el reino de Dios, pues es el destino de la iglesia. La iglesia no está destinada a quedarse aquí para siempre, sino que está destinada a vivir en la presencia de Dios por la eternidad.

¿Qué sabemos del cielo? A veces sabemos muy poco del cielo y si no sabemos casi nada, no estaremos interesados en ir, por lo tanto no viviremos la vida consagrada y entregada al Señor porque no sabemos hacia dónde vamos. ¿Cómo es el cielo? ¿Dónde es el cielo?

¿Qué vamos hacer en el cielo? ¿Habrá comida en el cielo? La buena noticia es que sí habrá comida en el cielo, pues todo comienza con una gran comida, Jesús mismo dijo que no iba a volver a tomar del jugo de la vid hasta que lo hagamos juntos en el reino. Cada parábola que vemos de llegar a la presencia del Señor se refiere a una cena o a una fiesta. Debemos interesarnos en nuestro destino final, a dónde viviremos, debemos estudiar la palabra.

Cuando sabemos de la gracia del Señor entonces deseamos ir, deseamos estar, cuando alabamos y adoramos al Señor o tenemos una experiencia profunda con Dios queremos volver a ese lugar, propiciamos el ambiente para que se vuelva a dar la experiencia de percibir la presencia maravillosa de Dios. Entonces el cielo es eso, cuando finalmente lo conocemos llega a darnos esa pasión. Apocalipsis termina diciendo: El Espíritu y la iglesia dicen <sí, ya quiero ir a ese lugar>.

Una iglesia gloriosa que no tiene mancha, ni arruga, ni cosa semejante, sino que fuese santa. Cuando hablamos de santidad en la iglesia muchas veces no nos sentimos tan bien, porque pensamos que cuando se nos habla de santidad es porque estamos mal, pero las escrituras nos dice: “la santidad conviene a tu casa” (Salmos 93:5 RVR) No debemos tener problemas para hablar de la santidad.

Hay tres fases de la santidad:

Es una declaración de fe: Por eso la palabra del Señor nos dice: <escribe a los santos que están en Éfeso, escribe a los santos que están en Corintios> pero cuando nos ponemos a leer Corintios no precisamente vemos que son tan santos. Por lo contrario eran personas que causaban división, habían algunos perversos inmorales, se relajaban en cuanto al hablar en lenguas, tanto que se les tiene que legislar, se les tiene que enseñar cómo iba a operar el Espíritu Santo dentro de la congregación. En el capítulo 10 de Corintios podemos encontrar cómo en el servicio de la Santa Cena que se debía impartir a la iglesia, había algunos que estaban embriagados, otros que querían comer lo que no se debía, una división total, entonces ¿Por qué le llaman santos? Tenemos un concepto errado de lo que es santidad, pensamos que es perfección y no es así, santidad es ser apartado.

Debemos tener en claro que para ser esa iglesia gloriosa debemos apartarnos, tenemos que consagrarnos.

Los cristianos hablamos diferente, nos vestimos diferente, nos divertimos diferente, somos la luz del mundo, no tratemos de parecernos al mundo sino que el mundo se parezca a nosotros. En esta primera fase de la santidad Dios nos dice que no importa la situación por la que estemos pasando, las luchas que estemos sosteniendo en este momento, Dios nos dice que somos santos, apartados, comprados por sangre. Un precio alto se pagó por nuestras vidas para que le pertenezcamos al Señor.

Es un proceso: donde Dios empieza a trabajar en nosotros y donde el Espíritu Santo empieza a darnos tanta luz que nos damos cuenta de las tinieblas que estaban gobernando nuestro corazón y comenzamos a caminar. Cuando nos entregamos a Cristo hay un toque de Dios que transforma nuestras vidas, podemos declarar que hoy es mejor que ayer, ¿Qué pasó ayer? Ya pasó, no podemos remediarlo, pero hoy me voy a levantar para caminar con el Señor. Hoy voy a ser mejor que ayer y mañana mejor que hoy, las cosas salieron bien hoy y sin duda mañana saldrán mejor que hoy.

Cuando nos ponemos en ese proceso de santificación en nuestras vidas, en realidad lo que ocurre es que la santificación nos pone en el camino de la perfección, no es al revés, santidad no es perfección, pero cuando nos apartamos para el Señor entonces empezamos a ir en dirección a la perfección. San Mateo 5:48 nos dice <Sean ustedes perfectos como su Padre que está en los cielos es perfecto >. Debemos estar seguros de que vamos camino a encontrarnos con el Señor.

Cuando lleguemos a la Presencia de Dios: allí las luchas y las batallas se terminan, las primeras obras pasaron y descansaremos. ¿Cómo es la vida gloriosa de la iglesia en el tiempo presente? Es tener una vida en el poder del Espíritu Santo, cada uno de nosotros debemos aprender a vivir de esa manera. El Espíritu Santo nos ha dado dones para que vivamos la vida cristiana pero también para que seamos luz para los demás. Cada creyente debe tomar su lugar en el plan de Dios.

Cuando sabemos para donde vamos, cuando sabemos cuál es nuestro lugar en Dios ninguna mala noticia puede quitarnos el gozo de Dios.

Muchas veces este mundo es vil pero a nosotros nos espera algo glorioso, la iglesia gloriosa tiene el destino de ver el rostro de Dios. San Marcos 16:15-18 (RVR). Somos la iglesia gloriosa llamada por Dios para ministrar a un mundo incrédulo, perverso, pecador y esta generación no se convertirá a menos que vea el poder de Dios.

“Dios trae sobre la iglesia una ola de sanidad y milagro. Dios quiere usar cada una de nuestras vidas, la gente va a saber que la iglesia es un lugar de sanidad, de restauración y de vida del fuego de Dios. En el nombre de Jesús, nuestras manos son ungidas y en el poder del Espíritu Santo vamos. Somos la iglesia gloriosa que camina en el nombre de Jesús.”

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