Llamados a hacer el bien
“Quizá las grietas son
para dejar ver tu gloria,
quizás las cicatrices
de lo roto solo es el portal
para reflejar tu luz,como una frágil vasija
de barro que conserva
dentro suyo
un gran tesoro,un corazón humano,
que su interior
lleva lo eterno.Entonces entiendo que
hay gloria en lo roto, ahí
también habita la belleza.Hay poder en las cicatrices
porque de ahí surge la vida”.Poema por Yamila A.
Gálatas 6:17 – Había en ese momento mucha tensión por gente que quería imponer la religión y otros que defendían otros intereses. Pablo estaba en medio de esto. Este tiempo del cual nos habla Gálatas, el imperio romano tenía la esclavitud establecida como una institución y los esclavos eran moneda corriente en la sociedad, hasta el punto que cuando un esclavo generaba un vínculo con su señor, él mismo podía pedir ser parte de esa casa, de esa familia en donde estaba sirviendo. Entonces el dueño hacia un contrato que consistía en que el esclavo ponía el lóbulo de su oreja para que su señor se la marque, llevando un aro que declaraba que esa persona voluntariamente le había entregado la exclusividad de su oído al amo. Por eso Pablo menciona que el llevaba las marcas de Jesús a quien voluntariamente le había entregado su vida y que sus cicatrices hablaban de que solo tenía oídos para Jesús, quien lo había comprado con su sangre.
Pablo hablaba también de las cicatrices que tenía en la espalda de las veces que lo habían azotado por seguir a Jesús, curtido y casi muerto, pero sabe que ninguna cicatriz se compara a esa, a la voz exclusiva de Dios.
Quizás nosotros también tengamos muchas cicatrices pero la que habla más fuerte es la que nos lleva a escuchar a Dios más allá de que haya un tumulto en la ciudad donde vivimos. Incluso más allá de esas voces que el enemigo pone, la cuales, nos recuerdan de que estamos perdidos, que no nos podemos recuperar, que nuestra familia no tiene remedio, que estamos haciendo todo mal, pero sabemos y entendemos que voluntariamente entregamos nuestras vidas y nuestro oído está marcado para escuchar solo su voz.
¿Qué nos dice la voz de Dios? Esa maravillosa voz nos habla a través de la palabra en Gálatas 6:1-2 que nuestros oídos hablan de que le pertenecemos a Jesús, que nuestras cicatrices no hablan del dolor, de las perdidas, de nuestros errores sino que hablan de pertenencia al Señor Jesucristo. Pablo nos menciona que en este tiempo muchos van a experimentar debilidad y caerán, pero los que somos espirituales, con humildad debemos corregirlos y tener el cuidado de no caer en esa tentación. Ayudémonos cuando nos encontremos en problemas pues así cumpliremos la ley de Cristo. Esa ley nos rige a todos y nos obliga a ayudarnos los unos a los otros cuando estamos en dificultad.
Humildad no es mirar las cosas desde abajo o ponerse en posición de víctima, sino que es ver en el otro a Jesús, cuando hacemos esto lo vemos superior a nosotros. Una de las personas que podemos mencionar que actuó con humildad es Simón de Cirene que en el momento no entiende porqué está en ese lugar, pero cuando el cuerpo agotado de Jesús no puede llevar más esa cruz Simón la carga y mientras la lleva tiene un contacto muy profundo con Jesús. Ayudarlo en ese momento fue tan fuerte para Simón que sembró y marcó a sus generaciones para que la vida de Cristo llene la tierra, ya que sus hijos fueron los primeros misioneros mártires que llevaron la palabra de Dios.
Cuando aprendemos ver a Cristo en los demás no le quitamos la dignidad a la gente cuando la ayudamos, sino que lo hacemos porque sabemos que algún día también atravesaremos un momento de dificultad. No solo tiene que ver con la ayuda material, sino acercarnos para orar, para prestar el oído para escuchar. Muchas veces la ayuda no consiste en palabras bonitas, sino en corregir con amor a quien se esté desviando. Pablo nos habla de llegar antes, de tener ojos no para condenar, ni para mirar para otro lado, sino de estar fuertes en el Espíritu para poder corregir el rumbo para que la persona no se aparte del Señor. Esta es una ley de Cristo y cuando la abrazamos traemos sanidad al cuerpo.
Gálatas 6:3-5 Pablo nos dice que no nos mezclemos en asuntos ajenos, que no nos comparemos con los demás, sino que nos ocupemos de nuestro llamado, de nuestro propósito, de lo que Dios puso en nuestras manos. No estamos hechos para solucionarle la vida a todos los demás, sino que estamos hechos para ser efectivo en lo que Dios nos llamó. Si lo hacemos terminamos abrumados por los conflictos, el Señor es quien se encarga de toda situación y de poner todo en orden.
No busquemos valoración en los demás porque después nuestras fuerzas no nos dan, no nos comparemos, sino que aprendamos y enfoquémonos. Escuchemos lo que Dios nos pide y hagámoslo crecer, lo desarrollamos porque cuando somos fieles a nuestra asignación todo el cuerpo de Cristo crece.
Gálatas 6:6 Pablo nos habla de un principio: bendecir a la gente que nos sirve, de quienes aprendemos, de poderlos honrar con palabras, con hechos y en amor. Todo lo que partimos se multiplica y si honramos a quienes nos bendicen también seremos honrados.
Gálatas 6:7-10 al Dios a quien servimos nos dice que no nos cansemos de hacer el bien porque a su debido tiempo cosecharemos lo que sembramos. No nos cansamos de cosechar las bendiciones de Dios.
“No nos cansemos de hacer el bien cada vez que tengamos la posibilidad y por sobre todo a los de la casa, a nuestros hermanos de la fe. Debemos aprender a mirarnos entre nosotros porque el bien de la iglesia es la gente. Cada persona que se acerca a la iglesia encuentra dignidad, genera recurso, aprende el valor de hacer lo que Dios le envió. Hacer el bien en una sociedad que va en contra de la corriente de Dios es desgastante a nivel físico, emocional y espiritual, pero entendemos que la retribución muchas veces no viene de la persona a quien ayudamos, sino que viene de la obediencia que prestamos al Dios del cielo. Este es el tiempo de hacer el bien, es el tiempo del Espíritu Santo en nuestras vidas para cosechar abundante bendiciones de la mano de Dios porque él siempre paga bien.”