Milagro en la cárcel

13 de agosto de 2023

Estamos leyendo el libro de Hechos, el cual, es el Génesis, el principio. En el siglo número uno sucedió algo extraordinario como un parto, el nacimiento de algo de lo cual estaban expectantes y emocionados por algo nuevo que verían pero que todavía no sabían cómo sería. Cuando reciben el Espíritu Santo comienza un desafío.

Pablo recién convertido, que era perseguidor de la iglesia, tiene un encuentro con el Señor que lo transforma convirtiéndose en un instrumento escogido para dar a conocer el hombre y el nombre de aquel a quien perseguía. En Hechos podemos ver la relevancia y el poder que tiene la persona del Espíritu Santo, pues la iglesia lo esperó, oró y se movió conforme a lo que Espíritu Santo les decía, esta persona es Dios mismo. Creemos que hay un Dios trino, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, el mundo no se estaría sustentando si el Espíritu Santo no estuviera. El Espíritu Santo está desde la creación del mundo y está en Apocalipsis trabajando con la iglesia pues dice: «el Espíritu y la esposa dicen ¡Ven!» o sea que tiene una importancia la cual no podemos desestimar.

Es más que una sensación física, sí produce manifestaciones en nuestro cuerpo porque él es real y tangible, el Espíritu no es un ser, un ente, es una persona que siente, que habla y sobre todo trabaja en este tiempo para guiarnos a toda verdad. En los próximos años cuando la confusión crezca, cuando empiecen a levantarse otras voces que digan «Yo soy el Cristo» cuando empecemos a ver señales las cuales están escritas, porque Dios ya nos dejó todo, ¿Cómo vamos a saber si estamos siguiendo la verdad o la mentira? Porque el Espíritu Santo vino a nosotros para guiarnos a toda verdad. Él fue enviado como Consolador para sanarnos, para amarnos, pero también para direccionarnos y la iglesia en el libro de los Hechos le da mucho énfasis al Espíritu Santo.

La iglesia vivió diferentes periodos a lo largo de los años, los historiadores y los teólogos la dividieron en distintas etapas: tenemos la iglesia apostólica, la iglesia perseguida, la iglesia imperial, la iglesia medieval, la iglesia contemporánea y la iglesia moderna que es la de hoy. En diferentes épocas no fue lo mismo que en Hechos, la iglesia no permaneció en este poder del Espíritu tan fuertemente, siempre el Señor tuvo unos pequeños remanentes a lo largo de la historia. Es tan fundamental conocer nuestros orígenes como iglesia, así como estamos clamando, orando y poniendo nuestra atención en el que ha de venir, también debemos mirar un poco hacia atrás para ver qué cosas fueron buenas y cuáles no. Vemos cómo siempre el Espíritu Santo estuvo presente aunque muchas veces la iglesia le quitó el gobierno y se la otorgó al hombre, el cual fue el peor error que la iglesia cometió a lo largo de los años, ocupar el lugar del Espíritu Santo.

Y nos preguntamos ¿Cómo le vamos a dar sustentabilidad al avivamiento congregacional, pero también individual? Sin caer en estructurar al Espíritu Santo, las tradiciones son buenas, pero ¿Cómo hacemos para que en los próximos años no perdamos la misma pasión, este mismo fuego, estas mismas ganas de dar, de seguir invirtiendo y de no estructurar al Espíritu Santo, de no estructurar nuestras mentes como si fuera una tradición más  o una religión? Si no tendríamos al Espíritu Santo nuestro país no estaría en pie, si esta así es por la iglesia  que se involucra en la necesidad, que está trayendo buenas nuevas, que está alcanzando a los quebrantados de corazón, que está haciendo la obra que Jesús le mando hacer.

Avivamiento es tener un espíritu fervoroso de hacer la voluntad de Dios, de vivir en santidad, de amar la comunidad de fe, de dar las buenas nuevas, de avanzar en la misión de Cristo, de ser generoso, de amar a los enemigos, todo esto no lo puede fabricar un ser humano, la iglesia no la ideó un hombre, la ideó Dios, la iglesia es un organismo espiritual porque el conductor es el Espíritu Santo.

La Biblia nos dice que él nos dio dones -y el mismo constituyó (…) (Efesios 4:11-12) no es que repartimos los dones entre nosotros, sino que él mismo repartió los dones y ministerios a los hombres. Por eso, más que nunca nuestro corazón debe arder por el deseo de ser bautizado y ser lleno del Espíritu Santo, la iglesia que nació tiene la misión de seguir con este legado y avanzar con toda la fuerza del Espíritu. Nuestra palabra del año es Zacarías 4:6 “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” ¿Cómo ha resistido a la iglesia hasta hoy? Por medio del Espíritu Santo.

Hechos 16:16-40 (NVI)

Ese mismo Espíritu Santo que nos cuenta el pasaje es el que está en nosotros hoy, podemos leer muchos milagros en el pasaje pero el mayor milagro son Pablo y Silas. Como iglesia declaramos «que si el milagro no ocurre, nosotros somos el milagro» muchas veces no tenemos idea de lo que el poder, la gracia y la unción del Espíritu Santo pueden hacer a través de nuestras vidas. Antes de esta situación que vivieron Pablo y Silas en la cárcel, el Espíritu Santo le impide dos veces trasladarse a un lugar para predicar y nos podemos preguntar ¿Cómo el Espíritu Santo les va impedir predicar? Pero vemos que había propósito en impedírselos y fue muy relevante la obediencia de ellos ya que otras personas necesitaban ser alcanzadas allí. Pablo antes de eso tiene una visión donde ve a un hombre que le dice que pase por Macedonia para ayudarles, entonces inmediatamente él cuándo se despierta entiende que es Dios enviándolo. Entonces va a una colonia romana en Filipos para buscar una sinagoga y encuentra a una mujer llamada Lidia, la cual era temerosa de Dios, emprendedora, quien recibe la palabra y los hospeda en su casa (la hospitalidad en el nuevo testamento era fundamental).

Lidia y toda su familia fueron bautizados allí, abriéndose así en Filipos la primera iglesia. Ellos estaban trabajando en casa de Lidia para afirmar la iglesia en esa colonia, cuando yendo al lugar de la oración le sale al encuentro una chica con un espíritu inmundo que no les dice mentiras, sino que declaraba que ellos eran siervos del Dios Altísimo. Los estaba adulando y tranquilamente Pablo podría haberse envanecido por esa declaración, pero inmediatamente discierne de donde venía esto, y echando fuera al espíritu, la muchacha quedó libre, pero por todo ese alboroto que sucedió allí los colocan presos.

La obediencia en este tiempo es lo que mantiene ese fuego del Espíritu Santo encendido, una obediencia exclusiva a su voz, Hay distracciones que son muy tentadoras y perdemos nuestra obediencia a la voz de Dios escuchando a otras voces.

Pablo y Silas poseían una obediencia extrema. La adulación de la mujer podría haber enredado a Pablo pero sin embargo él sabía a quién obedecía. Y podemos decir ¿Cómo una persona que sigue la voluntad de Dios puede tener estas pruebas, es inexplicable, como un ser humano que ama a Dios, que le sirve, que le sigue y le es obediente puede padecer este sufrimiento?

Hoy nosotros no sufrimos martirios, no nos ponen presos por predicar el evangelio, no nos azotan como ocurre con la iglesia oriental que todavía padecen persecuciones por hablar de Dios, pero tienen una obediencia tan extrema la cual trae respuestas asombrosas. Por la obediencia de Pablo se convierte Lidia, se abre una iglesia, se bautiza gente, el carcelero se convierte y muchas cosas que sucedieron, solo por tener el oído exclusivo al Espíritu Santo.

Que podamos ser sensibles para detectar las tentaciones efímeras y los momentos pasajeros que nos distraen que nos quitan tiempo con el Espíritu Santo para realmente hacer lo que fuimos llamados a hacer y escuchar la voz del Espíritu Santo de tal manera que no tengamos dudas. De que no importe lo que viene después, sino que lo más hermoso es que Dios nos diga cuando vayamos a su Presencia «bien siervo bueno y fiel, en lo poco fuiste fiel, en lo mucho te pondré» ¡porque has sido buen administrador de lo que te he dado, has obedecido lo que puse en tu corazón, pese a las cárceles, pese a las tormentas, pese al naufragio!

Todo lo que hemos vivido nos tiene que llevar a tener paz con Dios y haber aprendido a conocerlo a través de todo.

Dios no es una persona que nos hace sufrir, estamos aprendiendo que en la vida misma el hombre le da la espalda a Dios porque se cree tan autosuficiente, tan poderoso, tan en sí mismo la fuente de todo que cada vez más daña su propia vida, daña lo que lo rodea y daña la tierra. La creación se arruina por las malas decisiones de los hombres y tendremos las consecuencias de todo eso, nos vamos a enfrentar con eso porque somos parte de este mundo. Pablo escribe: «esta leve tribulación momentánea va a producir un excelente y mayor peso de gloria» debemos aprender de ellos a ser obedientes aun en condiciones extremas, poder prestarle el oído a la voz del Espíritu.

A más de obedecer, debemos enfocarnos, Pablo y Silas cuando fueron liberados no salieron corriendo, sino que se quedaron allí y cuando vieron al hombre a punto de quitarse la vida, vieron la necesidad y respondieron. Estaban tan enfocados a lo que Dios los llamó hacer, que lejos de quejarse, de ver perdida, de lamentarse, de cuestionar, solamente levantaron un cántico y Dios les respondió. Era tan fuerte la presencia del Espíritu Santo en ellos que el carcelero les pidió ¿Cómo podía ser salvo? Por eso no es necesario ser eruditos en la palabra, si estamos enfocados y obedecemos vamos a ver milagros.

Muchas veces perdemos el enfoque viendo la situación que nos rodea, tenemos que empezar a ser agradecidos y enfocarnos en donde nosotros podemos ser instrumentos. No sabemos detrás de cada persona que le hablamos de Jesús o detrás de lo que oramos a quienes más podemos influir, por eso debemos enfocarnos en la misión. Fuimos llamados a hacer discípulos, es la tarea de la iglesia, mostrar a Cristo con palabras y sin ellas. No podemos forzar un testimonio, tenemos al Espíritu Santo que nos da dominio propio, Pablo declara – que sean llenos del Espíritu – porque lo que no ocupa el Espíritu Santo de Dios lo ocupa otro espíritu.

Debemos ser valientes, Pablo y Silas más allá de lo que les tocó vivir fueron valientes y se quedaron, permanecieron y consolaron a los hermanos que estaban tristes. El Espíritu Santo nos da esa paz que sobrepasa todo entendimiento y nos lleva de valentía, no debemos ser cobardes, su palabra dice: que los cobardes no entraran al reino. La valentía no es ausencia de temor, seguro estas personas estarían asustadas pensando en lo que pasaría y cómo iba a ser todo.

La valentía es el temor vencido en oración, tenemos valentía porque sabemos a quién servimos, a quien le entregamos nuestras vidas, sabemos cuál es el final de la historia: reinaremos con él para siempre.

A este sistema no le vamos a caer bien, y cuando hablamos de sistema es un mundo que se mueve sin principios de Dios, alejado de toda la realidad de Cristo, pues todo lo que construyen es en base de sus propios deseos y del pecado que gobierna sus vidas. Muchas veces viene disfrazado de algo bonito, pero es alejado del Espíritu verdadero, pero nosotros con el Espíritu Santo necesitamos recibir madurez para poder interpretar las voces correctas, las propuestas correctas, lo que sucede en nuestros hogares, cómo construir un hogar donde el Espíritu Santo sea el Señor, pedirle que nos enseñe a conducirnos para ser instrumentos, desear ser diferentes a los demás pero no para marcar una barrera, sino para que Cristo pueda ser visto a través de nuestras vidas y nuestras familias. Por eso, un hogar encendido va a estar muchas veces dentro de la cárcel, pero la actitud de los hijos de Dios llenos del Espíritu Santo tiene que ser adorar, cantar, estar enfocados para ver qué hay detrás de esa situación para que Cristo sea formado en nosotros. Mientras estemos en esta tierra y nos toque padecer tenemos que analizar cuál será nuestra actitud, queremos milagros, señales y los pedimos, pero debemos confrontar nuestras comodidades, porque cuando alcanzamos una estabilidad podemos perder el enfoque y la obediencia. Dios nos bendice y prospera pero debemos ser fieles en los momentos difíciles y más en los momentos buenos, debemos aprovechar la fuerza, el recurso, la energía, el potencial que Dios nos da para que la iglesia (cada uno de nosotros) nuestra familia, cada ministerio, cada equipo sea impulsado para crecer y avanzar.

El impulso del Espíritu Santo obra a través de nuestras vidas, somos instrumentos, no hacemos cosas porque estamos aburridos, porque queremos un templo lleno, porque somos religiosos, sino que es el avivamiento que está dentro nuestro que nos impulsa a ser la misión de Jesús en la tierra. Pablo y Silas fueron el milagro.

Nosotros somos el milagro. Una vida en obediencia, una vida de enfoque y una vida de valentía mantienen un avivamiento sustentable hasta que Cristo regrese. No hay nada más hermoso que construir la iglesia del Señor.

Debemos poner nuestro corazón en las pasiones del corazón de Dios, la ciudad se mantiene en pie porque estamos orando, nuestras familias se convierten porque estamos orando, estamos clamando pero llegará el tiempo de gemir en el Espíritu, no por nuestros problemas, sino por ver a Cristo moviéndose en milagros, con conversiones, con sanidad, con libertad, y con vida. Cada viernes en Casa de Oración es lo que nos mantiene en el enfoque, tenemos que disciplinarnos a orar, tenemos que disciplinarnos a buscar a Dios en comunidad, tenemos que disciplinarnos a estudiar la palabra y tenemos que disciplinarnos a participar en los grupos de vida.

“¿Estamos dispuestos a ver milagros y convertirnos en el milagro para otros? el Espíritu Santo tiene que contar con nosotros para hacer su obra en nuestra comunidad. Tenemos que dar vida a otros, la iglesia debe ser como una planta, tiene que cumplir su ciclo, tenemos que trabajarla, cuidarla, tener la luz correcta y el agua justa. Necesitamos un avivamiento sustentable que permanezca, tenga sus cuidados y podamos ser sabios. No nos dejemos domesticar por el sistema, démosle el lugar al Espíritu Santo para que nos entrene, para que en todo tiempo y en todo lugar se manifieste. Oremos para que cada uno de nosotros podamos convertirnos en instrumentos de justicia.”

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