Nos preparamos, ¡Maranata!

Despiértanos, Jesús,
habla a nuestros corazones
y la guerra se extinguirá de nuestras mentes.
Trae tu luz,
alumbra la confusión.

Solo queremos verte,
que nuestros ojos
con los tuyos pronto se encuentren.

Solo queremos contemplarte,
una y otra, incontable de veces.

¡Maranata!
¡Ven, Señor Jesús!

Solo queremos que aquí
encuentres descanso.
Solo queremos que nos halles
despiertos, sedientos y hambrientos.

¡Maranata!
¡Tu novia te está esperando, llena de fe, llena de fuego!

Poema por Yamila A.

Vivimos estos tiempos en la urgencia del Espíritu, es por eso la conmoción que hay en el mundo. La batalla más grande que hemos lidiado en este tiempo es en la mente, no con situaciones, sino con los pensamientos. Esto es lo que debemos definir para poder mantener una relación profunda con Dios, es el carácter de la guerra que nos toca pelear en estos tiempos. En otra etapa como iglesia hemos hablado de la venida de Jesús pero con temor, con miedo, con un mensaje que era para temas particulares, pero hoy lo ponemos en el centro de la mesa y lo miramos con expectativa, con las noticias del día, a la luz de las señales cumplidas de las que Jesús habló que iban a suceder.

No ignoramos lo que vendrá, lo miramos a la luz de la palabra pero también vemos como ello afecta a nuestra realidad. Debemos ver cuál será nuestra actitud frente a Dios para que la batalla en la mente no nos deje sin el gozo y sin disfrutar de caminar con Jesús en pos de lo que tiene para nuestras vidas.

San Marcos 13:23-36 (RVR) Lo que se nos repite en esta palabra es ¡estén despiertos! ¡Velad, abran sus corazones! El propósito de Satanás en estos últimos tiempos será engañar a los escogidos, por eso, la batalla principal está en nuestra mente porque es el único lugar de acceso que tiene para hacernos retroceder; no es en lo físico, ni en nuestro corazón, ni en la economía pues todo esto está regido por cuestiones externas que, con autoridad, podemos sobresalir. Estamos abrumados por todo lo que nos toca vivir, rodeados de situaciones que producen confusión y el enemigo aprovecha para hacernos olvidar quienes somos, hacia donde vamos y cuál es nuestra meta. Por eso la palabra del Señor para este tiempo es ¡estén despiertos! Para tener claridad en nuestras mentes, debemos estar enfocados en lo que Dios nos llamó hacer. El día y la hora nadie la sabe pero la palabra aclara que cuando veamos las señales no pasará de esta generación que la venida del Señor será.

Debemos estar atentos y cumplir con lo que Dios nos comisionó, ser felices, disfrutar, vivir en plenitud caminando de la mano de Jesús. No permitamos que el enemigo nos tuerza el propósito en la cabeza, que la frustración destruya lo que Dios nos llamó a cumplir. En el contexto de esta generación se darán luchas en los hogares, pérdidas, divisiones, rupturas, persecución y situaciones difíciles, pero dependemos del Espíritu Santo más que nunca. No buscamos un molde de la familia ideal sino que buscamos ser como Jesús, que Cristo sea el que se glorifique en nuestras vidas.

Frente a la realidad que este mundo vive no hay otra cosa que la revelación tangible de Jesucristo en las vidas. Entendemos que el Espíritu Santo nos está llamando a velar, a despertarnos a lo que es importante.

Ciñamos los lomos, estemos despiertos, vistámonos de siervos, tomemos nuestro llamado, nuestro destino, nuestro propósito. No se trata de ocupar lugares dentro de la iglesia, hoy la iglesia es el mundo y nosotros fuimos llamados a dar a conocer a Cristo. Seamos responsables con lo que Dios nos asignó.

Tener nuestras lámparas encendidas es hablar de lo que Dios ha hecho en nosotros, hoy más que nunca sabemos que Cristo viene y debemos volver a ponernos el manto de  siervos para amar a todo lo que nos rodea. Nos revestimos de nuestro llamado y peleamos por todo lo que Dios ya nos entregó, no nos relajamos sino que velamos, no nos acomodamos sino que ceñimos los lomos. Nuestras lámparas deben permanecer encendidas en medio de la oscuridad más allá de las circunstancias difíciles que nos tocan librar, pues Dios ya nos dio las vestiduras limpias, blancas y resplandecientes compradas con la sangre del Cordero. Reparemos los altares en nuestros hogares para preparar el camino para el que viene.

“Nada está hecho con nuestras fuerzas, solo dependemos del Espíritu Santo. En medio de todo lo que nos toca vivir solo Él puede obrar. No nos escondemos, no nos justificamos sino que nos derramamos y buscamos el aceite para estar preparados. Cuando el fuego está encendido las personas pueden recibir el amor de Dios y el obrar del Espíritu Santo, solo no podemos, necesitamos ser parte de la iglesia como comunidad de fe. Necesitamos el poder del Espíritu Santo, queremos verte, Señor. Queremos estar revestidos de tu gloria para librar la batalla en nuestra mente, nos preparamos para tu regreso, ¡MARANATA!”

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