Peleando aquí para vencer allá

22 de mayo de 2022
«Pongo mi corazón sobre la mesa, desnúdalo, desvestilo del ropaje perfecto.
Lo expongo a tus ojos porque a mí me es difícil verlo.
Traspásame,
traspásame el corazón e incrústate ahí dentro».Poema por Yamila Arce
En esta etapa estamos leyendo el libro de Jeremías y entendemos que el llamado que Dios le dio al profeta fue llevar al pueblo para que se vuelva de sus caminos incorrectos. Lo cual, muchas veces logró que lo rechazaran por lo que hablaba de parte de Dios. Si hay algo importante que le marca Dios a Jeremías fue su identidad haciéndole ver que lo había llamado y predestinado para ese tiempo. Hoy vemos en nosotros quizás muchas similitudes con la vida de Jeremías. Hay veces que recibimos una promesa de Dios y nos queremos comer el mundo pero a la primera dificultad ya queremos desistir y encima le reclamamos a Dios pensando que nos dejará solos. Por eso todo el tiempo el Señor debe estar afirmando con palabras de aliento y fuerzas en nuestras vidas.
Vemos el contexto histórico, político y espiritual que representa el libro de Jeremías en su totalidad:
- A) Corrupción política y eclesial: Jeremías denuncia a los profetas y sacerdotes por su corrupción y los culpa de acelerar la caída del reino de Judá.
- B) Naturaleza de pecado: la consecuencia del pecado es el juicio que venía sobre el pueblo, el único remedio es el arrepentimiento y el deseo de cumplir la voluntad de Dios.
- C) Es una época en la que la religión era solo tradiciones y liturgias: Jeremías aparece para afirmar que se podía engendrar una verdadera obediencia a Dios.
- D) Jeremías fue el precursor del concepto de religión personal en lugar de solamente la colectiva, marcó la manera de generar una cultura de intimidad personal con Dios.
- E) A medida que se acentúa el castigo y futuro amargo para Israel, crece progresivamente la fe y esperanza de la futura restauración.
- F) No habla de un futuro templo sino que se enfoca en la restauración moral de Jerusalén con el Mesías trayendo santidad, orden y bendición para las naciones gentiles.
Vemos corrupción cada día en donde nos movemos, no se puede tomar buenas decisiones donde no hay claridad, lo cual nos afecta en todas las áreas de nuestras vidas. La realidad que vemos en Jeremías lo estamos viviendo también hoy: el ambiente de corrupción, la abundancia de pecado y que somos la voz donde hay necesidad.
Muchas veces tenemos en nuestras vidas la queja haciéndola parte de nosotros, pero debemos entender que fuimos llamados a ser la voz diferente que trae esperanza en medio de la oscuridad y sabemos que la oscuridad no puede permanecer donde hay luz. En medio de la incertidumbre a veces lo único que nos queda es todo lo que verdaderamente necesitamos de parte de Dios.
A lo mejor hemos recibido una promesa de parte de Dios y debemos luchar cada vez para que se cumpla. Siempre que Dios nos da una promesa nos direcciona en el día a día y cuando vienen esas noches o momentos oscuros esa promesa hará que nos aferremos a Dios. Mientras el contexto nos quiere abrumar, o quiere sembrar miedo, o especulación, Dios al mismo tiempo nos está llamando del otro lado para cruzar y conquistar lo que él nos prometió. Pasaremos por incertidumbre, malos días, batallas pero ahí Dios se ubica del otro lado para animarnos a pasar y vencer para poder tomar la promesa.
No fuimos llamados para quedarnos en el camino, nuestro destino es caminar en victoria y que nuestra fe se fortalezca.
No vamos a poder ser luz en la sociedad y vencer si primero no ganamos la batalla en nuestro corazón. Vendrán las batallas pero no nos vencerán, vendrá la oposición pero estaremos firmes en Cristo porque Dios nos levanta como muros de bronce fortificados.
Jeremías 17:1-4 (NVI) El pecado esta tatuado en nuestro corazón. Había abundancia de pecado en el pueblo y Dios lo quiere erradicar. El pecado nos esclaviza y nos hace vivir en un círculo del cual no podemos salir si no le rendimos el corazón a Dios. En este pasaje también vemos cómo Dios traza un paralelo entre el pecado que está marcado a fuego en el corazón del pueblo y como Él quiere imprimir lo que está en su corazón.
No fuimos llamados para el pecado, sino que fuimos llamados a vivir una vida de pureza.
Jeremías 31:31-34 (NVI) Aquí Dios le dice al pueblo que hará un nuevo pacto con la tribu de Judá. No será igual que el de sus antepasados sino que escribiría su ley en la mente y la marcaría a fuego en el corazón. Así como el pecado quiere marcar nuestro corazón, al mismo tiempo Dios marca a fuego nuestro corazón con su santidad y pureza.
Dios presenta el problema que es el pecado, nos muestra la consecuencia del pecado pero al mismo tiempo nos da una santidad que no pasa por una lista de cosas para hacer, sino el deseo en el corazón de hacer la voluntad del Padre.
No podemos cambiar aquello de lo cual no nos hacemos responsables.
Jeremías 17:5-8 (NVI) Hay dos caminos: la maldición o la bendición, de lo cual somos responsables nosotros de elegir. En este pasaje nos habla Jeremías de cuando confiamos en nosotros mismos pensando que lo podemos todo y cuando no nos sale lo que queremos muchas veces nos frustramos. Solos hay dos caminos: de lo que somos nosotros o lo que confiamos que Dios puede hacer con nosotros.
Jeremías conocía la ley de Dios, es instruido en la palabra. Cita dos pasajes: Salmos 1:3 y Proverbios 3:5. Cada resultado que obtenemos es a raíz de lo que confiamos, si en nosotros o en Dios, el amor de Dios es tan grande que hace que tengamos libertad de elegir por el o no.
Declaramos que no dejaremos de dar fruto en ninguna temporada y por más que haya sequía nos fortaleceremos de tal manera que aun en esos momentos no perderemos la felicidad y el gozo.
Si Jesús ha ganado nuestro corazón entonces seguir nuestro corazón siempre nos conducirá a seguir el corazón de Jesús.
Jeremías 17:9-10 (NVI) El corazón es engañoso y perverso, y solo Dios puede tratar con él. Dios pone a prueba las intenciones del corazón, muchas veces nos pone trampas apareciendo pensamientos incorrectos. El corazón del ser humano no está destinado para ser leal ni para ser genuino, solo Dios y el Espíritu Santo producen esa obra en el corazón.
Necesitamos entregarle el corazón a Dios todos los días, no nos podemos conformar con habérselo dicho una vez. Dios pone al descubierto la condición de nuestro corazón y lo desnuda para que por medio del Espíritu Santo coloque lealtad, para caminar en la voluntad del Espíritu, Dios nos pide un nuevo nivel de lealtad.
Somos personas que vamos a ser leales hasta el fin de los días.
Dios es merecedor de nuestra lealtad. La fidelidad de Jeremías fue algo notable, más allá de todo lo que el pueblo no quería entender el seguía siendo leal a Dios. Nosotros también podemos vivir ese tipo de lealtad con Dios y más allá de que todos los días libramos batallas, Dios no nos deja desarmados, sino que nos provee armas para mantenernos leales.
Jeremías 17:11-14 (NVI) Dios habla de las riquezas y las coloca como un dios al que el pueblo adora volviéndose un oponente de Dios. El sistema muchas veces nos trata de inculcar la manera de tener que acaparar algo, pero benditos son los que buscan en las riquezas de Dios, el pasaje nos habla de que todos los que vayan detrás de las riquezas serán avergonzados. El profeta aquí nos envía directamente al doctor, pero muchas veces esperamos hasta las últimas consecuencias para dar ese paso, nuestra vida debe tener un equilibrio para obtener una buena salud física y emocional. El Señor se ofrece como el doctor de nuestras vidas para salvación y sanidad.
¿Qué parte nos toca a nosotros?
-Conocer la necesidad de ir al doctor con nuestro corazón enfermo de pecado. (Reconocer delante de Dios)
-Contarle todos los síntomas a nuestro doctor. (Dios)
-Ser intencionales y tener el compromiso de hacernos un chequeo una y otra vez. (Le contamos lo que nos pasa)
Ninguno de nosotros es suficientemente fuerte para poder con todo, tenemos que aprender a confesar y a ser vulnerables. Debemos rodearnos de personas a las cuales le podamos contar de nuestras batallas, de las caídas y de las victorias. Contemos cuando empecemos con síntomas, no esperemos a estar mal para hablar. Si generamos un ejercicio práctico de confesión y vulnerabilidad nos va hacer llegar más lejos. Aunque Dios sepa todo lo que está en nuestro corazón es necesario que se lo contemos con nuestras palabras.
¿Nuestros actos merecen una buena recompensa?
Si Dios tuviera que pagarnos por lo que hacemos estaríamos complicados, pero gracias a Dios que nos paga conforme al acto de su hijo. Jesús vino para redimirnos y para que su gracia nos alcance por su sacrificio.
“No merecíamos nada pero el Hijo vino y el Padre nos paga conforme a su gracia, reconciliémonos con el Hijo para devolverle el control de nuestro corazón al Señor, fuimos santificados y justificados a través de Él. Tomemos el lugar de un reformador para poder influir en medio del contexto que vivimos hoy, somos la voz, nadie más lo hará. Debemos entender que el reformador camina en un proceso de transformación involucrándose y amando hasta el final, entiende los procesos y las temporadas que le toca pasar y su arma más poderosa es el verdadero amor no midiendo las entregas. Fuimos llamados para derramar nuestras vidas hasta el final para ver materializado lo que Dios nos confío y nos mostró desde el principio.”