Por medio de su Espíritu

7 de noviembre de 2021

“…Qué bueno es saber que no se trata de mi capacidad, ni de mis fuerzas. La verdad, es que me da paz, me alivia saber que las batallas se libran con armas invisibles pero poderosas, visiblemente poderosas. Supongo que también eso, es cuestión de fe, el creer en ese poder, digo, y que mientras el fuego esté encendido, entonces, y solo entonces, habrán armas para la guerra…”

Microrrelato por Yamila A.

En esta última etapa estamos caminando por la palabra declarada en este trimestre, Hogares Antorcha, hogares que no se apagan en medio de la dificultad, que no se extinguen donde otros sí. La palabra hogar no solo tiene que ver con la familia, va más allá, en realidad tiene que ver con el lazo de sangre, es un vínculo de fuego. Como lo menciona Juan el Bautista que él bautizaría en agua pero alguien después vendría para bautizar en Espíritu Santo y fuego. Cuando hablamos de fuego mencionamos de la presencia real y tangible de Dios, donde encontramos fuego hay hogar; Dios los enciende. Ese fuego debe arder en el altar, debemos depender de su presencia uniéndonos como familias en nuestros hogares  buscándolo en todo momento.

Zacarías es un profeta que le toca hablar en medio de la reconstrucción, en medio de un despertar. Cuando existe un despertar los ministerios en el espíritu se unifican, el Señor despierta el corazón de Nehemías, de Esdras, del sumo sacerdote, de los profetas y juntos forman la reconstrucción. Zacarías no solo va hablar acerca de ese momento y de esa reconstrucción, sino que Dios lo va a usar como una voz profética que anunciaría la primera venida de Jesús y su segundo reinado.

El Espíritu que inspiro la palabra profética de Dios es el espíritu que vive dentro nuestro. Quizás tenemos temor de equivocarnos pero solo basta con abrir la palabra y escuchar lo que Dios tiene para nuestras vidas para que ese temor se corra. Cuando estamos en temor, en angustia y debemos tomar decisiones necesitamos a correr a su palabra para que Dios nos hable, nos coloque en un lugar para marcar un rumbo, construir una comunidad de fe y establecer lo que Dios quiere en esta tierra.

Dios nos habla de que gobernará con nosotros en una nueva tierra y un nuevo cielo, a lo cual nos preguntamos: ¿qué gobernamos nosotros? Nuestro carácter, nuestra integridad, lo que Dios puso en nuestras manos, creemos en la venida del Señor para reinar, nos involucramos y amamos. Los dones y el llamamiento son irrevocables, pero las personas tenemos un fin. Sin embargo nuestro llamado continua, persiste, ninguna palabra se acaba, al contrario, es lanzada para que dé frutos de vida eterna.

Zacarías 4:6 (NTV) Hay dos profecías de Zacarías, una a Zorobabel quien es el gobernante público que reiniciaba la reconstrucción y otra profecía acerca del sumo sacerdote Josué que lideraba el movimiento espiritual de la reconstrucción.

Sabemos que sin Dios no podemos, no hay fuerzas que aguante, sin su Espíritu no tenemos absolutamente nada. Acabamos de salir de casi dos años de pandemia con una iglesia que se multiplicó en casi un cincuenta por ciento donde debemos entender y agradecer que todo lo que sucedió es gracias a su Espíritu. Zacarías nos dice que no es por poder, por fuerza, ni con ejércitos sino que por su Espíritu. Cuando las emociones se quiebran, las fuerzas se agotan y hay momentos en que los ánimos parecen imposibles de levantarse, entendemos que nuestra fuente proviene del Espíritu con el cual caminamos con autoridad sobre esas situaciones declarando victoria.

No es con poder de la capacidad humana, no es nuestro carisma, ni empleo y ni estudio. El poder es limitado contra lo imposible y se desvanece, no es con fuerza porque hay momentos en que queremos conquistar el mundo y otras veces no tenemos fuerzas ni para levantarnos de la cama. La fuerza no es acumulable, la fuerza es energía que debe estar en constante producción, tiene que ver con una dinámica constante que depende de la fuente, si hay fuente hay fuerza y energía. Cuando mejor estamos conectados a Dios más fuerzas tenemos.

Hay momentos que estamos en la cumbre de nuestras fuerzas, que estamos en la cresta de la ola pero dura poco, debemos aprender a liderar en el declive, pues cuando viene entendemos que no es nuestra fuerza sino la del Espíritu. Las fuerzas y las capacidades suben y bajan pero el Espíritu de Dios eleva, es una constante que nos alcanza en los momentos de cumbre y en momentos de dificultad. Entendemos que la vida del Espíritu no tiene que ver solo con orar, con leer la biblia, con recibir de Dios, sino también es estar conectados con el cuerpo.

Cuando Dios nos pensó no lo hizo para ponernos todo el peso sobre nosotros, sino que pensó en construir un cuerpo llamado iglesia, que es su ejército que ama a sus soldados, sin mirar el pasado, la historia. Somos un ejército que recibe a los heridos, que no desecha a los caídos, que ama todo el tiempo a sus pródigos, somos una comunidad de fe que nos soportamos, nos amamos los unos a los otros, en este ejército hay equilibrio. Satanás ha hecho de todo para debilitar y destruir a la iglesia. Ha caído en la religión, se ha politizado, ha sido el blanco de las persecuciones más terroríficas, ha sido asesinada y puesta en el freezer pero sin embargo sigue siendo un ejército tan extraordinario que solo depende del Espíritu. Aun en medio de la historia de la humanidad no ha desaparecido, sino que permanece en pie esperando que su Rey venga para gobernar para siempre con él.

Como iglesia, como ejército tenemos fallas, caídas, heridas pero Cristo es la cabeza y nosotros somos el cuerpo. Los ministerios más que jerarquías son roles que llevan el desarrollo del cuerpo adelante. Dios no trabaja individualmente, sino que lo hace como cuerpo, por eso debemos aprender a ser comunidad y estar de acuerdo en medio del desacuerdo, aprender a abrazar a los que están lejos, a tener un orden donde todos conectemos y desarrollemos lo que Dios tiene para cada uno.

Dios está en nosotros, por eso, la iglesia hace lo que fue llamada hacer. De la esencia de la iglesia salió el mejor arte, la mejor cultura, el almanaque, la abolición de la esclavitud, la acción social, los hospitales, los derechos de las mujeres, la dignidad de las personas, nunca esto salió del Estado. La iglesia en sí misma es más que un lugar de liturgia es una comunidad que establecida en un espacio trae el gobierno del cielo sobre la tierra. No son cuestiones de poder, ni ambición por llegar, sino que es pasión por servir al que está herido, es amor por el que está perdido, amor por la ciudad donde esta plantada por eso abraza, ama, se acerca a quienes necesitan pues es su naturaleza.

La iglesia busca la manera de bendecir, de progresar, ser mejor, busca la manera de hacerlo con excelencia, no se amolda a la cultura de un lugar, sino que trae la cultura del cielo y hace que se manifieste. La iglesia es un lugar de impulso, de fricción, de tensión pero es el lugar correcto porque es donde los dones se manifiestan, donde el Espíritu Santo se mueve, hay vínculos con los cuales podemos desarrollarnos, amistades que construimos.

Cuando Jesús regrese gobernara a través de su cuerpo porque sembró en la cruz su cuerpo para cosechar un cuerpo y ahí es donde el Espíritu interviene. Vale la pena pelear y vivir por esto, entendemos que es mayor lo que está en nosotros que lo que está en el mundo. El diablo nos ha hecho creer que tiene un poder y una fuerza que no es real, nos hemos asustado muchas veces, pero sabemos que Cristo interviene y hace nuevas todas las cosas. Satanás tiene miedo por eso nos perturba con pensamientos y sentimientos que no vienen del Señor. Muchas veces nos abrumamos con tantas cosas y nos entra el temor, pero allí es donde oramos y entendemos que son más los que están de nuestro lado que los que están en contra. El Señor debe abrir nuestros ojos para que podamos ver que hay un ejército celestial que está a nuestro favor, que hay milagros y señales que todavía no hemos visto. En la medida que maduramos como iglesia amándonos, respetándonos y creciendo en el camino del Señor se abren nuestros ojos y podemos ver que son más los que están a nuestro favor.

Hay una medida del Espíritu que todavía no hemos desarrollado en plenitud, en Hebreos capítulo 11 dice que tenemos alrededor una gran nube de testigos, es decir, estamos rodeados de gente que ya peleó las mismas batallas y que ganó, hay un ejército mucho mayor a nuestro favor. Debemos abrir los ojos, limpiarnos, estar dispuestos a desatar el perdón, a amar a la gente y entender que es con el Espíritu de Dios. El diablo busca intimidarnos, de meternos adentro, de pensar que todos están en nuestra contra, sabemos que la operación del poder de las tinieblas es tan fuerte hoy con la ideología que va en contra de nuestros hijos, la gente con un nivel de maldad muy grande, el abuso de los niños, la esclavitud de personas, la destrucción de la inocencia, pero por otro lado vemos que hay un ejército mayor que se levanta.

“Hay una ola que nos golpea y que hace que su Espíritu nos lleve más allá, una ola que nos envuelve y que nos da la capacidad de reconstruir y de avanzar. Realmente es una maravillosa aventura ser parte del cuerpo de Cristo, no es con poder, ni con fuerza, sino con su Espíritu. Podremos dar, bendecir, crecer, conectar, dejar el pasado atrás, impulsar a otros y desarrollar lo que el Señor tiene para nuestras vidas, hoy más que nunca dependemos de Él. Por eso como iglesia nutrimos el hambre por la palabra, por la oración, la intercesión, la búsqueda juntos, sabemos y entendemos que dependemos totalmente del Señor siendo parte de ese ejército sintiéndonos honrados de pelear en su nombre.”

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