Preparados para un gran año

Nosotros somos
militantes de la fe,
que se esfuerzan
y son pacientes,
que no claudican
aunque las cosas,
a veces, no vayan bien.
Que abrazan la disciplina
y no la sueltan,
aunque ésta, lleve consigo
lágrimas y sacrificios también.
Poema por Yamila A.
2º Timoteo 2:1-7
Pablo le habla a su hijo Timoteo que está lejos, pidiéndole que considere tres aspectos de este consejo que vemos en el pasaje para preparar su vida.
En primer lugar prepararse como soldado: en aquel tiempo todo estaba dominado por la guerra. En 2º Timoteo 2:4 Pablo le menciona que como soldado, debe considerar la militancia, la fe se milita no es indiferente, nos comprometemos, nos hacemos uno con ella. Lo que Dios busca en nosotros es que nos definamos, no podemos vivir la fe superficialmente sino debemos practicarla y militarla.
Timoteo entiende lo que hace un soldado, el cual se enrola, hace filas, practica y se compromete con la causa. Muchas veces como cristianos somos indiferentes, apáticos y esto es porque no tenemos una causa definida porque vivir. Muchas personas dan sus vidas por causas humanas que para ellos consideran importantes, cuanto más para los hijos de Dios debe ser la causa de predicar el Evangelio, si vivimos a Cristo debe ser el cien por cien, debe ser el todo.
El soldado debe vivir la lealtad: la cual es fundamental, es una seguridad la cual no tiene doblez, inspira confianza, obediencia a Jesús, disposición incondicional de seguirlo más allá de posiciones personales.
El soldado tiene valor: que es seguir a la meta sabiendo que Dios va por delante, entregándose por completo a la causa que se sigue.
Luego Pablo le menciona al atleta: el que lucha como atleta no es coronado si no lo hace debidamente. Timoteo entiende lo que es ser atleta porque era una imagen muy común a ese tiempo donde se jugaban, lo que hoy conocemos como juegos olímpico. Timoteo presenció esas competencias y sabía lo que era el costo, el pagar el precio, el sacrificio del atleta, que no solo alcanza con que tenga talento, sino que necesita una entrega y una disciplina.
La disciplina en el hijo de Dios consta de una vida de búsqueda, de oración, no podemos depender de un culto digital, debemos mantener nuestra vida conectada con Dios siendo personas aplicadas y en constante búsqueda. No podemos ser discípulos de Jesús si no tenemos disciplina, a lo mejor venimos a Jesús con una vida desordenada, quizás nuestro pasado no fue lo mejor, pero en Dios el evangelio nos ayuda a ordenarnos. La disciplina nos lleva a establecer prioridades, hábitos buenos. Ser ordenados en nuestros compromisos poniendo primero a Dios en todo y de ahí nuestra familia, trabajo y cada área de nuestra vida se ordenara.
El atleta también tiene sacrificio: pues debe esforzarse en lo que practica, ser constante y alejarse de lo que no le hace bien para su rendimiento. En la fe el camino que Pablo le sugiere a Timoteo es de sacrificio, le dice que en el camino tendrá penalidades, considera que es imposible no sufrir para alcanzar cosas en la vida, para llegar a la meta. Muchas veces también necesitaremos de sacrificios en la vida cristiana quizás dando la espalda a cosas y personas que no nos ayudan para vivir a Cristo.
La última imagen que Pablo le muestra a Timoteo es de un labrador quien para participar de los frutos debe trabajar primero, mencionándole que Dios pueda darle entendimiento en todo. El labrador nos aporta un trabajo esforzado, pues trabaja de sol a sol para producir un buen fruto y muchas veces, quizás, sin poder lograrlo. Como hijos de Dios debemos entender que no vivimos de atajos, nada se alcanza en la vida sin un trabajo esforzado, no podemos lograr una economía sustentable, una familia sólida, ni un ministerio bien logrado para servir al Señor sin esforzarnos y aun así quizás muchas veces no veremos el fruto esperado.
La paciencia es una característica fundamental del labrador, por eso en Santiago 5:7 nos menciona que el labrador espera con paciencia, esperando a que llegue la lluvia temprana y la tardía, lo cual simboliza esperar la llenura del Espíritu Santo, debemos hacer nuestra parte para que Dios obre. Cuando de nuestra parte entregamos lo mejor, dispuestos a militar el evangelio con valor y lealtad ante los ojos de Dios, cuando hacemos sacrificios con una vida disciplinada como el atleta, cuando hacemos trabajos forjados, entregados dando lo mejor de nosotros y con paciencia, el Espíritu Santo sin duda nos visita.
“Cuando entregamos de nosotros lo mejor, Dios nos sorprende, trae un renuevo, una recompensa, abre nuevos caminos. Así como el labrador esperaremos la lluvia temprana y la tardía que son fundamentales para que le den fuerza al fruto para que brote. Hoy declaramos que todo nuestro trabajo esforzado que hemos hecho de años de entrega, de amor, de dedicación, de sinceridad, que cada lágrima, cada ofrenda, cada vez que fuimos honestos, nobles y fieles, Dios lo tiene considerado en su corazón. Por eso esa lluvia tardía vendrá trayendo ese fruto esperado y daremos gracias a Dios, declarando que él ha sido muy bueno.”