SANIDAD

10 de abril de 2022

“(…) veo tus ojos y me veo.
Mientras más te conozco, más a
mí misma me encuentro.
Mientras más me aferro a vos,
entonces, más me libero.

Mientras más me doy
más me pertenezco.
Mientras más me quiebro
mas me armo.
Mientras más expongo la herida,
mas rápido termina sanando.”

-Poesía por Yamila Arce

Comenzamos un trimestre de sanidad entendiendo que todo el tiempo nuestro cuerpo, alma y espíritu son expuestos a tensiones; nos desgastamos dejando que las cosas se acumulen en nuestras vidas. Pero entendemos que la vida de Cristo nos impulsa llevándonos a una sanidad permanente. Por eso la palabra que declaramos este año es que: «El espíritu del Señor esta sobre mí y me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón»

Dios habla de los quebrantados de corazón pero en otras partes de la Biblia el Señor habla del corazón quebrado como una virtud. El salmista nos menciona que Dios no despreciará al corazón contrito y humillado. El corazón quebrado tiene que ver con la humildad, con la exposición, con gente que está dispuesta a perdonar y a ser perdonado, habla de gente que no anda por la vida escondiendo sus heridas, sino que aprende a ser vulnerable delante de la Presencia del Señor entrando en un río de sanidad.

No podemos esconder el pecado por eso Dios no nos permite vivir una vida de mentira, todo sale a luz siempre y se expone no para condenación, sino para sanidad. Muchas veces no nos gusta enfrentarnos una y otra vez con los errores no confesados del pasado o aceptar debilidades que tenemos que transitar en profundidad, pero precisamente de eso se trata la sanidad, de aprender a ser vulnerables para que Dios trabaje en nosotros.

Dios nos sumerge en su río de sanidad para sanar nuestras vidas y así poder sanar a otros.

No nos quedemos encerrados en nosotros mismos sino que abriendo el corazón disfrutamos de lo que Dios hará. Nuestro punto de partida de la Sanidad nace de la palabra, es como nuestro GPS espiritual que nos marca el rumbo porque es viva y eficaz.

Colosenses es una de las cartas más profundas escrita por Pablo, no es simple porque es un tratado de teología y que responde a la pregunta: ¿Quién es Jesús en el que creemos y adoramos? No vemos a ese Jesús crucificado que padece, que sufre, sino a un Jesús en plenitud, aquel que lo llena todo y en todo, quien es la imagen visible de lo invisible, el que fue, que es y ha de venir. Pablo cuando se presenta lo hace como preso de Jesús, visita la iglesia de Colosas que tenía veinte personas que se congregaban, era una iglesia que crecía en amor pero estaba sometida terriblemente, era la cuna del gnosticismo. Colosas y Éfeso eran una mezcla de filosofías humanas con el judaísmo y cristianismo que recién estaban ascendiendo, por eso la gente vivía confundida. Pero en medio de esa confusión Pablo les escribe tomándose el tiempo para explicarle quién era Jesús y lo que él creía, trayendo sanidad al corazón y al pensamiento. Por eso consideramos que Colosenses es una carta para leerla en familia, para estudiarla, analizarla y ver en qué estamos creyendo, si creemos en Jesús o estamos siguiendo solo una idea.

Hoy el problema no es el gnosticismo, sino el humanismo aberrante donde a Dios se lo corre de la escena y el centro es el hombre. Hoy no nos podemos dormir, debemos despertarnos para entender quién es Jesús para nosotros y aun en este sistema que nos quiere atrapar y confundir podamos vivir en plenitud a Jesús. 

Colosenses 1:1-14 Pablo está enojado en ese momento, se da cuenta que todo ronda en medio de confusión, ve el potencial de los hermanos pero también ve que están entrando en un espíritu de confusión, no terminan de entender qué creen, quienes son, comienzan a hacer cosas que no tienen que ver con la vida del evangelio. Por eso Pablo les revela la verdad haciéndoles entender que han abrazado ese Evangelio con esperanza. Quizás en estos tiempos hemos sido batallados en nuestros pensamientos, abrumados en nuestros corazones, argumentando cosas que nos traen confusión. Nos cuesta descubrir quiénes somos en Dios, le terminamos creyendo a las mentiras de Satanás y opacando lo que Dios habla de nosotros. Cuando entramos en una tibieza espiritual creyendo esas mentiras de que el Evangelio no nos satisface, que Cristo no es suficiente entonces tratamos de quedar bien con Dios y con el diablo.

Esto nos hace entrar en una mentira constante, la tibieza es algo que Dios resiste. Por eso hay un solo camino: que busquemos del Espíritu para que nos quite toda tibieza espiritual y así ver lo que Dios tiene para nuestras vidas. Es por eso que cuando Pablo se enteró que estaban tan comprometidos es que comenzó a orar una oración apostólica. No es solo la oración de Pablo, sino que es la intercesión de Jesús quien está sentado a la diestra del Padre que ora para que venga claridad cuando nos ve abrumados enviándonos al Espíritu Santo, para que miremos más allá de la realidad a través de la palabra. La oración intercesora tiene un solo propósito: que no nos perdamos.

Dios no tiene misterios porque han sido revelados, nos reconcilió con su propia muerte. El Evangelio es luz, es verdad y es accesible. Dios es la revelación, no se esconde, nosotros hemos hecho un mito de la voluntad de Dios que es inaccesible, pero sabemos que su voluntad es buena, agradable y perfecta. Dios nos ama y quiere que nos vaya bien. Pablo dice en la carta que ora no solo para que tengan claridad, sino que también puedan tener sabiduría espiritual.

A medida que nuestra relación con Dios avanza él nos da conocimiento y sabiduría para entender cuál es su voluntad para nosotros.  

Su voluntad tiene que ver con el propósito y destino. Muchas veces podemos tener conocimiento pero no sabiduría, la sabiduría es el conocimiento aplicado. No solo tenemos la idea de que Dios nos quiere usar sino que podemos llevarlo a la realidad y conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Pablo les pide que vivan agradando al Señor llevando una vida digna, sin quejarse de los hermanos, sin mirar el error del otro poniendo como medida a Jesús. Una vida digna agradándole a Dios en todo. Por eso Pablo comienza pidiendo gracia y paz, porque por medio de su gracia nuestra medida es vivir una vida agradable para Dios. A veces estamos tan ocupados en agradar a los demás  que nos desgastamos, nos rompemos y ponemos el agradar a Dios en el último lugar. Sin embargo, con esta oración apostólica, nos enseña que ora por nosotros para que crezcamos y vivamos agradándole.

Cuando le agradamos al Señor nuestras vidas tienen peso, dignidad, llevando fruto en toda buena hora. El propósito de Dios en nuestras vidas es multiplicar su vida en otros. Es también entender que quien nos salvó ahora crece en nuestra familia. Es posible vivir agradando a Dios en todo, para que los que nos rodean puedan experimentarlo también.

“Somos impulsados por Dios. Su gloria está a nuestro favor para ser fortalecidos con poder, para perseverar con paciencia en toda situación, ser constantes, permaneciendo bajo su mano sin movernos, sin importar las circunstancias, y aunque estemos viviendo nuestro peor o mejor momento. Muchas cosas hemos perdido por no tener paciencia: familias, propósitos, llamados. Por eso en este tiempo permanecemos pacientemente, viviendo con gratitud y en alegría.”

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