Tus palabras en mi boca

«A veces necesito verme con tus ojos
para entender que mis inseguridades no me definen
y que mis limites no te son excusas para usarme, que vos no me desechas,
que vos te quedas,
y rompes mis incertidumbre dándome tu libertad.
Que llenas mi boca con tus palabras,
tus palabras creadoras del todo en la nada,
que extirpan y derriban,
que plantan y construyen».

Poema por Yamila Arce

Comenzamos este mes con la lectura del libro de Jeremías y necesitamos volver a esa esencia profética, donde el profeta mira el contexto y que por encima de ello se para en la palabra de Dios aunque los resultados sean negativos. Entendiendo así que la fortaleza y éxito está en ser obediente al Dios que llena su corazón de vida y su boca de palabras.

Jeremías 1:1-19 (RVR) este capítulo resume toda la esencia del libro. Jeremías recibe esta palabra en tres momentos distintos, cuando vivió tiempos épicos del reinado de Judá y en circunstancias de decadencia absoluta. Israel está rodeada por sus enemigos, Jeremías sabe que el castigo es inminente y que la consecuencia de lo que vivieron está a la puerta. Hoy Israel vive rodeado de sus enemigos; a las puertas de la ciudad los enemigos han acampado y han establecido sus naciones teniendo como propósito destruir al pueblo hebreo. Jesús nunca reemplazo a Israel de su rol profético con la iglesia sino, que la iglesia e Israel son dos aspectos de un solo pueblo. No es que la iglesia vino a reemplazar a Israel, no creemos en un Dios que reemplaza ni desecha, tanto Israel como la iglesia están en el corazón de Dios porque los ama y ambos preparan el camino para su regreso. Hoy el pueblo donde nació el Mesías, la nación que el eligió está ciega, pero así como es rodeada por los enemigos también está siendo visitada por la voz profética de los hijos de Dios que los llama, que los convoca para prepararse para el retorno del Rey de Reyes y Señor de Señores.

Cada viernes de casa de oración, cada vez que nos reunimos o acercamos a una persona al Señor estamos caminando más cerca al cumplimiento de esta palabra. Al leer esto el Señor nos muestra lo importante que es interpretar el contexto, reyes, enemigos y todo lo que en la tierra sucede, no podemos vivir aislados. La gente le tiene miedo a la fe, dicen que la religión te encierra, pero es mentira porque en la verdad es donde somos libres. Cuando nos acercamos a Cristo nuestro mundo se amplia, pasa a ser de un rincón en un mundo pequeño aislado atado a nuestra historia a convertirnos en un plan eterno, de un propósito mayor. Por eso el Señor le habla a Jeremías históricamente poniéndolo en una encrucijada, en medio de este contexto histórico y en medio de todas las profecías le dice que es el momento de su intervención, que lo eligió con una voz profética para esta generación, pero Jeremías pone excusas diciéndole que es un niño y que no sabe hablar. Pero la respuesta de Dios es muy acertada volviéndole a remarcar que Él pondrá palabras en su boca. Antes en la cultura hebrea un niño no podía hablar la palabra de Dios, tenía que aprender la Torá, crecer y desarrollarse.

Las excusas limitan el propósito que tiene Dios con nuestras vidas.

Dios le menciona a Jeremías que no tenía excusas porque no se trataba del conocimiento ni  de la experiencia sino, que las palabras la ponía Él en su boca. Muchas veces estas mismas excusas nos limitan, nos frenan cuando le decimos a Dios que no podemos, que no encajamos, que no sabemos cómo hablar, que nos falta el tiempo, lo que nos roba el tiempo es lo que no invertimos en el propósito. Cuando descubrimos que Dios nos dio un propósito, que tenemos dones, talentos, capacidades, que nos ha puesto en una familia, en un hogar todo esto nos produce placer porque todo lo que se invierte en el propósito produce placer.

Dios nos ha llamado con un propósito específico, no somos niños, no somos ancianos, no es que no sabemos hablar, el espectro para levantar la voz y traer vida es muy grande, amplio y poderoso porque no es nuestra voz ni nuestra capacidad sino, que es la palabra que Dios puso en nuestra boca. Basta de excusas porque nos roban la felicidad, la queja nos envenena el alma, la ofensa nos aparta del propósito. El Espíritu Santo nos confronta en este tiempo diciendo que lo que viene para la iglesia no podemos soportarlo desde nuestra realidad, lo que viene por delante de Dios no soporta lo que hoy somos, eliminemos las excusas. El espíritu Santo ya nos habló del tiempo que debemos invertir en oración, en cuidar a nuestra familia, en la responsabilidad que debemos asumir en el tiempo de ministrar a otros. Ya no hay más excusas porque Él nos va a usar para derribar y para construir, ya lo externo no nos condiciona.

El Señor pone palabras en nuestra boca y nos plantará con autoridad. 

Dios nos da la palabra y la autoridad para que donde no haya nada creado sea creado, donde ya no queden posibilidades, haya nuevas. Dios le dice a Jeremías que le diga qué está viendo, por lo cual ya no declara que es un niño, ya no ve imposibilidades sino, que ve una vara de almendro que es un árbol que florece en invierno, es el primer árbol que anuncia la llegada de la primavera. Dios apresura la obra pidiéndole a Jeremías que vea lo que Él está haciendo. ¿Qué estamos viendo? la falla, lo que no tenemos, el error en los demás ¿qué vemos? por un momento tomémonos el tiempo de observar lo que el Espíritu Santo está  haciendo. En plena oscuridad está amaneciendo, en plena imposibilidad está llegando el milagro.

No miremos el contexto, dejemos que el Espíritu Santo nos muestre lo que está haciendo.

Dios luego le da otra visión a Jeremías sobre el juicio que vendría sobre la tierra diciéndole que en medio de eso sería protagonista en la tierra. Donde lo plantaría como muro de bronce, donde pelearan en contra de su vida y no lo vencerán porque será una columna plantada donde su identidad no cambiaría y su realidad sería transformada para siempre. No nos quejemos y amemos el lugar donde Dios nos plantó para poder crear entre todos una plataforma de avivamiento. Eliminemos las excusas y parémonos  en la realidad del cielo para que desde nuestro lugar Dios nos dé una voz profética que traiga claridad.

“Que Dios llene nuestra boca de palabras que vienen de su presencia y quiebre nuestras limitaciones experimentando como iglesia un avivamiento de palabras nuevas y frescas puestas por Dios en nuestra boca. Erradicamos todas las excusas que detienen los propósitos, el compromiso y la entrega. Constituimos la iglesia de lo último de la tierra con una plataforma de avivamiento que impacta a las naciones, que el Espíritu Santo venga con poder sobre nuestras vidas para llenarnos de su fuego hasta que nuevas lenguas sean encendidas, para que desde el contexto hasta lo más profundo podamos ver la gloria del Señor descender y entrar a una nueva dimensión de ella.”

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