Dios nos llama

Vos me llamas
a lo desconocido,
a ir más profundo
en lo íntimo.

A confiar aún en
medio del caos,
a caminar por
lo oscuro pero
de tu mano.

Y aunque sienta temor
o incertidumbre,
yo quiero ir.

Porque al fin y al cabo,
qué importa si tengo
que atravesar valles
de sombra y de muerte,
si voy con vos,
eso me basta,
y no hay necesidad
de otra cosa.

Escrito por Yamila A.

Hay momentos en la relación con Dios que son muy definidos y otros muy indefinidos. Sentimos que el Espíritu Santo nos llama desde otro lado para algunas cosas pero no entendemos de qué nos habla. Oramos, adoramos y nos da la sensación de que el Espíritu nos anhela, nos desea, que algo más quiere y ahí es donde nuestro espíritu recibe el testimonio del suyo, de que está pretendiendo algo más de nuestras vidas.

Hay momentos donde Dios es plenitud de luz, todo lo que dice es claro como el mediodía y entendemos todo. Hacemos que ese momento con Dios traiga una revelación absoluta y cada vez que estamos con él nuestras vidas se enfocan, se sintonizan y no hay en nosotros ninguna duda. Sabemos que está con nosotros, que nuestro Redentor vive y entendemos qué paso daremos después. Pero otras veces la Presencia de Dios es tan fuerte, el testimonio del Espíritu es intenso y Dios nos llama desde lo oscuro, desde donde no vemos.

Éxodo 19:9  Moisés está hace un tiempo caminando en el desierto con el pueblo, donde ya Israel vivió las plagas y vio la mano poderosa de Dios librándolos. Entonces se encuentra con Dios en el monte Sinaí en donde cumple el trabajo que Dios le dio.

El sello del respaldo de Moisés es la Presencia de Dios y él necesita que se manifieste delante del pueblo para terminar de mostrar que tiene su respaldo. Sin embargo Dios le dice a Moisés que no se hará visible, sino que le hablará desde lo oscuro para que de esa manera el pueblo pueda tener confianza en él.

Cuando damos nuestros primeros pasos en Cristo miramos al pastor, a quien nos predicó hasta que con el tiempo maduramos, levantamos nuestros ojos y nos damos cuenta que a quien debemos mirar es a Cristo; todos primero seguimos a la gente para después seguir a las visiones.

Éxodo 19:16-18  Hay cosas que pasan en medio de lo oscuro, donde las circunstancias son raras e indefinidas y lo único que buscamos es a Dios. En los momentos difíciles, de crisis donde no tenemos donde apoyarnos está la Presencia de Dios, donde cada vez que lo buscamos le pedimos que nos ordene, que nos ubique pero Dios no ordena absolutamente nada y desde lo oscuro nos llama para un poco más.

Hay momentos de la fe donde Dios nos desafía a confianza, a intimidad, más allá de lo que vemos. Somos gente que cree sin ver y allí es donde creyendo terminamos viendo. Muchas veces lo que Dios quiere es diferente a lo que conocemos. Dios se manifiesta en la luz en algunos momentos pero en otros nos llama desde el otro lado de la oscuridad y exige un nivel de consagración donde no nos importe nada.

Nos dice el pasaje de Éxodo que el monte humeaba, la trompeta tronaba, temblaba y tenía fuego, allí es donde Moisés le dice al pueblo que se encontrarían con Dios. Sin embargo, la gente con temor le pide que solo él vaya y viendo Moisés desde lo oscuro no pudo más que obedecer e ir a encontrarse con Dios.

Así algunas veces Dios nos llama y quizás con temores salimos a su encuentro, otras veces nos pone en procesos difíciles de los cuales no creemos estar a la altura de entender pero no podemos dejar de ir. Lo único que tenemos claro es que Dios está, el resto se ve todo oscuro, no sabemos cómo sigue, pero sí sabemos una cosa: Dios nos está hablando desde lo oscuro para que nos animemos a ir un paso más.

Son esos momentos tremendos donde nos morimos y cada vez que nos ocurre esto Cristo aumenta su dimensión de vida en nosotros. Hay muertes que son por consagración y hay otras muertes que son con un nivel de certeza mirando a las circunstancias y teniendo la seguridad de que no importa lo que está por delante, sino que caminamos igual obedeciendo a su voz.

Es en medio de lo oscuro, en la noche, donde Dios le habla a Abraham para que consagre un altar con un animal partido al medio. Desde la oscuridad Dios le prometió que la tierra que estaba pisando sería de sus hijos y de sus generaciones. Dios le habló a Jacob desde lo oscuro, después de pelear con un ángel toda la noche, que no se preocupara que estuviera solo pues desde sus lomos saldrían generaciones. Desde lo oscuro también Dios le habló a un muchachito llamado David, quien se levantaba temprano a matar leones y osos creyendo que cuidaba a las ovejas, pero era Dios entrenándolo para que después pudiera matar gigantes. En medio de la oscuridad Isaías escuchó el canto de los ángeles creyendo que se moría por su falta de santidad y desde lo oscuro del altar Dios lo santificó para ser el profeta número uno. En medio de la oscuridad de la angustia David volvió llorando hasta que no pudo respirar porque habían prendido fuego Siclag y llevaron como esclavos a su gente pero Dios lo esperó, lo llevó a recuperar a su familia y también su reino. Todo esto pasó en momentos oscuros, así es como una noche el Rey de Reyes habló con Dios en un huerto diciendo que estaba angustiado hasta la muerte sudando sangre, preguntándole a su Padre si podía evitar esa copa pero que solo le importaba hacer su voluntad. Dios no lo dejó solo pero definitivamente esa noche fue oscura. En la oscuridad de un calabozo Saulo siendo ya Pablo se enteró que podía cantar aun estando preso, haciendo temblar las cárceles hasta que estas se abrieron quitándolo de la cautividad.

Son cosas que suceden en la noche, muchas veces le pedimos a Dios claridad, pero Él nos responde que estemos tranquilos, que muramos un poco más, son momentos donde Dios nos llama del otro lado. ¿Quiénes van? Los que no pueden evitar su llamado. Los que van del otro lado, ¿A dónde? A donde sea con tal de encontrarnos con Dios. Son momentos raros donde sabemos que nos vamos a meter en algo complicado pero ahí es donde Dios nos abraza con paz del cielo, donde nos habla desde una densa nube, entendiendo que es la Presencia de Dios, que no lo imaginamos, ni son nuestras emociones sino que es Dios y no podemos evitar responder. Por muchas noches oscuras el salmista escribió que solo quería estar en la Presencia de Dios todos los días de su vida.

“Hay una gloria de Dios tan grande que viene sobre nuestra casa, una sintonía, un propósito, un ajuste de Dios, una convicción tan fuerte de que este año que comenzamos será un año que nos quedará en la historia como pocos años desde que la iglesia nació. Dios nos llamará a más y no a más trabajo, sino a más intimidad. Dios está corriendo un velo, está agrandando el altar, está agrandando el espacio de su Presencia en nuestra comunidad. Está llamando, no pidamos explicaciones, digámosle que sí, que vamos a su encuentro porque él es nuestra delicia porque no hay nadie como él.”

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