Lo que retenés te detiene
La ley o la estructura del darle a Dios tiene que ver con la consagración. Con una porción que se da el todo es bendecido.
-Maximiliano Gianfelici
19 de junio de 2022
San Lucas 19:1-10 Jesús está en el auge de su ministerio y Zaqueo no era cualquier publicano, sino que era jefe de los publicanos, estos eran personas que traicionaban a su propio pueblo para acomodarse con los romanos. Zaqueo era un funcionario público que para ejercer esa función vivía en una traición permanente y sometía a usura a la gente de su pueblo negociando con los corruptos romanos enriqueciéndose de la pobreza de muchos.
Zaqueo era conocido en la ciudad y escucha que Jesús está pasando por el lugar, expresa que quiere verlo, pero con su imposibilidad, al ser bajo de estatura, sabía que se le dificultaría y como la gente del lugar no lo aceptaba por ser quien era, tampoco se lo permitirían. Cuando intenta ver a Jesús la gente se agolpa y no se lo permite ver, entonces corre y se trepa a un árbol sicómoro quedándose allí escondido.
Es increíble la actitud de Zaqueo porque, siendo que se hace rico con la necesidad de la gente, estando en contra de todas las leyes del pueblo de Israel, siendo un tapón en el desarrollo económico de su ciudad y sus hermanos, nace en su persona el hambre por conocer a Jesús no importándole ni la gente, ni la vergüenza o lo que dirían. Rompe toda esa estructura corriendo hacia el árbol porque sabía que era Jesús el único que podía romper la maldición sobre su vida.
Cuando Dios le pide al pueblo que lo prueben, no solo habla de cuestiones económicas sino que hay una ley, que la tierra moviliza el cielo y el cielo responde a la tierra. Zaqueo rompe con todas las leyes, rompe con su altivez humillándose delante de todos trepado a un árbol, rompe toda apatía y religiosidad. Entonces algo ocurre en el cielo, el Padre lo ve y se lo comunica al Hijo, entonces Jesús lo llama por su nombre, lo invita a bajarse del árbol y le pide que corra a su casa pues Él iba a posar en ella.
La actitud de Zaqueo moviliza el cielo, Dios Padre le dice a Jesús que vaya a casa del publicano porque algo sucedería allí. Jesús obedeciendo a su Padre, como siempre, cuando pasa por el árbol lo invita a Zaqueo a bajar para que vaya a su casa.
El cielo responde a la tierra por eso aprendamos a treparnos a los árboles para romper las limitaciones que nos detienen.
Nuestra entrega, actitud y búsqueda apasionada mueve el cielo.
Despojémonos de nosotros mismos sin importar lo que digan los demás o de las burlas que puedan venir. Satanás siempre quiere ridiculizar el corazón de aquellos que se apasionan por hacer la voluntad de Dios, pero a Zaqueo no le importó lo que piensen o digan, solo quería ver a Jesús.
No menospreciemos cada tiempo de intimidad, cada clamor, cada acto de adoración pública, no dejemos de treparnos a los árboles que movilizan el corazón de Dios. Jesús va a posar a la casa de Zaqueo por eso la prepara de la mejor manera, el publicano reconoce que dará la mitad de todos los bienes para los pobres y se compromete a devolverle cuatro veces más a la gente que ha defraudado. En ese momento se estaba poniendo al día con el diezmo, pues entendía que no era una cuestión económica, sino que comprendió que el Mesías había llegado para hacerle ver que su accionar corrupto había dañado, entonces su manera de restituir era ocuparse de los pobres, de los necesitados, dándoles la mitad de toda su riqueza y con la otra mitad devolver cuadruplicado a los que había estafado.
Jesús al ver la actitud de Zaqueo le declara que la salvación ha llegado a su casa, este hombre pertenecía a la descendencia de Abraham a quien Dios le promete que bendeciría su descendencia y a su pueblo, prometiéndole que en cada siembra, en cada diezmo, la tierra sería bendecida creciendo y desarrollándose. Por la corrupción de Zaqueo la bendición estaba frenada pero al reconocer lo que había hecho la salvación llegó a su casa para que la promesa que estaba frenada se destrabe.
Jesús vino por todo lo que se había perdido: valores morales, capacidad de integridad en la función pública, la familia completa de Zaqueo, la eternidad, el pueblo, los recursos, las relaciones matrimoniales, las generaciones a las que la tierra no podría nutrir, la prosperidad que el Señor había puesto por delante, su palabra nos recuerda que el Señor vino a rescatar y a salvar todo lo que estaba perdido. Zaqueo rompe las maldiciones con su entrega.
Lo que frena la bendición de Dios sobre nuestras vidas no son nuestras debilidades, sino aquellas cosas que retenemos, que no estamos dispuestos a entregar produciendo corrupción y maldición.
Malaquías nos dice ¿en qué te robamos? A lo que el Señor responde que le robamos con lo que retenemos y no queremos entregar, en quedarnos con aquello que le pertenece al Señor. A muchos no les cuesta ir y servir pero sí les cuesta estar en la Presencia del Señor escuchando la palabra. Malaquías nos dice que por encima del ritualismo y servicio Dios quiere por completo nuestro corazón que nos consagra a Él.
Dios nos quiere prósperos, en plenitud, en bendición, no podemos retener lo que nos pide porque se pudre, se estanca.
Malaquías le habla al pueblo para que se despierte, para que se vuelva al Señor, les menciona que prueben a Dios y se darán cuenta que abrirá la ventana de los cielos para que la tierra, las viñas y los campos produzcan haciendo que haya bendición para sanar la tierra a causa de su entrega. No se trata de lo que estamos dando, sino de lo que daremos de ahora en más, Zaqueo entiende que hay que darlo todo para que la gloria de Dios sea derramada sobre él. Nada de lo que poseemos es nuestro, todo le pertenece a Dios, pongamos en función de Dios todo lo que nos entregó, nuestra casa es casa de oración a las naciones, nuestra familia es una bendición para bendecir otras familias, nuestra profesión es una herramienta para llegar a los que nos rodean y el Señor nos llama a no retener nada, a entregar todo para romper maldiciones haciendo que los cielos se abran.
Hay una medida mayor y quizás no tiene que ver con nuestra comodidad, no podemos pagar la bendición de Dios, no todo es lo monetario, sino que entregar nuestra vida, aprender a despojarnos de todo y no quedarnos con nada que le pertenezca al Señor y que haya sido consagrado para Él. Traigamos todo a su presencia para traer bendición a nuestro hogar. Queremos que todo lo perdido se recupere, que los pródigos vuelvan a casa, que los enfermos se sanen, los ciegos vean, los muertos resuciten, que la educación pueda cambiar, que la política sea ocupada por hijos de Dios que bendigan al pueblo, que en los lugares de salud ocurran milagros, ver recuperadas a las personas que padecen de adicciones, ver a los que atentan contra su propia vida libres de la muerte, ver corazones sanos, ver a los ancianos envejecer con dignidad, ver a nuestros hijos pisando naciones. Somos hijos de Abraham por la sangre del Cordero por eso vamos a ver que todo lo que estaba perdido se recupera y aun todo lo que la sociedad desecha lo vamos a ver restituido para la gloria de Dios.
“Generosidad es más que cumplir normas, es ser parte del cuerpo, es amar, es partir el pan, restituir, sanar y transformar, es atraer la Presencia de Jesús. Dios va por todo, por eso cuando tomamos todo lo que no nos alcanza y se lo entregamos al Señor entonces es donde bendice nuestros hogares para que nos alcance para nosotros y para bendecir a otros. Corramos como Zaqueo para que Dios corra hacia nosotros, hay una entrega de amor que hace que Dios renueve su gracia sobre nosotros todos los días de nuestras vidas.”