Aroma a eternidad

5 de marzo de 2023

Y de aquí a una eternidad, nada de esta vida importará,
excepto que me amaste y amaste a otros con mi amor.

No dejés que los problemas de este mundo te abatan.
Un día ya no estarán y yo te llevaré a casa conmigo para siempre.

By Yamila Arce

La Biblia es una unidad perfecta y el libro de Eclesiastés que es parte del canon que tenemos, es la palabra que Dios nos dejó para que como iglesia podamos entrenarnos. Vemos en Eclesiastés algunas tensiones, pero el libro es claro de principio a fin, tiene una coherencia y nos mantiene atentos todo el tiempo.

Eclesiastés 3:11 (NTV)

Dios depositó en nosotros su esencia eterna, es un perfume celestial que se desprende de nosotros al atravesar cada temporada tomados de su mano.

Dios puso su eternidad en nosotros, en el hombre, no solo en los cristianos, en todos; pero los que tenemos eternidad en Cristo sabemos a dónde vamos y los que no tienen a Cristo también tienen eternidad pero no van al mismo lugar, no tienen en mismo destino. Por ello nosotros como hijos de Dios debemos hacer lo imposible para atraer a toda esa gente que no tiene a Cristo para que se conecte con su propósito eterno, con el salvador, con Jesús. Nosotros que tenemos a Cristo vemos que es hermoso, puso de su esencia en nuestras vidas, es un perfume que puso dentro y que está esperando salir. Todo se trata de Él porque hizo todo, Él pone el querer como el hacer, Él pone eternidad y perfume, ayudándonos a derramarlo delante de Él.

Hay dos problemas para nosotros: Esa eternidad que poseemos está envuelta en algo que es finito. Lo eterno está dentro de un recipiente de barro, pasajero y nos genera una encrucijada. Pablo nos menciona que el hombre exterior se va desgastando pero el de adentro cada vez se renueva y crece. Muchas veces tenemos sueños o cosas que cumplir y nos damos cuenta que no nos alcanza el tiempo, nos reprochamos de lo que no pudimos hacer. Tenemos una encrucijada dentro porque sabemos que tenemos eternidad pero humanamente no somos eternos, todo lo que Dios nos llamó hacer no lo podemos realizar porque no tenemos toda la vida. Pasa en nuestras casas ¿Cuántas veces perdemos el tiempo? Tenemos eternidad dentro de nosotros pero el tiempo pasa. Que no pase mucho tiempo para pedir perdón y reconciliarnos con la persona que dañamos o que nos dañó. Que no pase mucho tiempo para que podamos hacer la carrera que está en nuestro corazón, lo que queremos estudiar, que no pase mucho tiempo para servir en algún ministerio de la iglesia, para los más jóvenes ahora es el tiempo no cuando ya no tengan fuerzas.

El otro problema que vemos es que no podemos comprender todo lo que Dios hizo, todo lo que sucede en el mundo, no podemos comprender todo lo que nos sucede, lo que pasa alrededor, lo que les pasa a nuestros familiares y eso muchas veces nos roba el sueño, le quita el sentido a la vida también. No podemos comprender todos los designios de Dios, Él creo la historia, la humanidad, tiene un plan pero no podemos entender todo, lo cual nos genera un problema. En el libro se describe la vanidad, que es un vacío que nos genera la incertidumbre de no encontrarle el sentido a las cosas.

Eclesiastés postula “el sin sentido de la vida” Eclesiastés 1:13-14 (NTV) nos menciona que el rey se dedicó con entendimiento y sabiduría a investigar e ir detrás de todo lo que parecía que no tenía sentido. Eclesiastés 2 menciona que se dio todos los placeres en hacer grandes construcciones y en tener todo lo que quizás los reyes anteriores no lo tuvieron, pero también no le encontró sentido porque después de morir quién aprovecharía toda la posesión, toda la riqueza.  Salomón no solo reflexionó sino que también experimentó, probó todo y no encontró ningún placer en ello. También hace una comparación entre el sabio y el necio sacando la conclusión que los dos van al mismo lugar porque los dos van a morir. Quizás nosotros también nos hemos hecho estos planteos cuando se nos presentan situaciones difíciles tratando también de encontrar un sentido de lo que pasa.

Todo lo que vivimos acá en la tierra, cada temporada que nos toca atravesar si las conectamos con Dios le encontraremos el sentido y tomara color.

Eclesiastés 12:13-14 (NTV) Cuando estemos delante de su presencia ya no podemos hacer cosas para sorprenderlo, sino que cuenta todo lo que hicimos antes, lo que fuimos antes en toda nuestra vida, por eso para nosotros al estar delante de Él es motivo de gozo, de alegría, no de miedo. Caminamos nuestra vida derramando ese perfume, derramando todo lo que somos, cada proceso que pasamos viviendo con Dios hace que de nosotros se desprenda ese perfume. Tenemos eternidad, ya el perfume lo depositó el Señor dentro de nosotros y sale ese aroma en los momentos difíciles, porque en los momentos buenos no nos preguntamos ¿Dónde está Dios? Porque sabemos que Él está pues nos va bien, pero en los momentos difíciles son los que hacen que de nosotros salga ese perfume. Si vivimos una vida agradando a Dios derramándonos delante de Él sirviéndole, ese perfume que sale prepara el ambiente. Hacemos como una imagen: mientras caminamos al cielo hacia Él, mientras hacemos acciones justas, mientras pasamos procesos que nos aplastan manteniéndonos fieles confiando en Dios va saliendo ese perfume, esa esencia eterna que está dentro. El Señor que está del otro lado que nos recibe comienza a percibirlo y nos reconoce a cada uno, porque cuando nos encontremos cara a cara con el Señor ese perfume llenará el ambiente.

Tanto las victorias y las derrotas, las alegrías y tristezas, las vivencias agradables y los sinsabores de la vida así sea que estemos en la cima del éxito o en el abismo del fracaso, nada tiene sentido a menos que transitemos cada temporada tomados de la mano de nuestro creador. Al final de cada temporada saldrá de nosotros el aroma eterno que nos habita y al verlo cara a cara será el mismo aroma a eternidad el que llenará ese encuentro.

Un día la eternidad nos llevará delante de Dios junto con todas nuestras vivencias, acciones y todo lo que hicimos, así sea bueno o malo, todo lo juzgará nuestro Dios. Vivir con temor de Dios en cada temporada, conectados a él nos prepara para ese día. Nos llena de su fragancia y al estar delante de Él simplemente El podrá percibir el perfume eterno que se desprendió de nosotros en toda nuestra vida.  

Nuestra obediencia a Dios es el perfume que vamos a emanar, si vivimos cada día con temor a Dios ese también será el aroma eterno que se desprenderá de nuestras vidas. Atravesaremos tormentas y momentos difíciles, tanto el justo como el que no lo es, pero hay una diferencia: en nosotros esa dificultad produce un peso de gloria, las leves tribulaciones que nos tocan atravesar. El cielo es testigo de lo que nos pasa y el infierno también, en los procesos difíciles podemos tomar dos opciones: enojarnos y ofendernos con Dios reclamándole el porque nos toca vivir esa situación o someternos a su voluntad aunque no entendamos o no veamos más allá y en obediencia caminar y adorar.

Aun Jesús en la cruz le pedía a su Padre que si era posible que pase de esa copa, de ese sufrimiento al cual estaba siendo sometido, pero también estaba dispuesto a pasarlo en obediencia para agradar el corazón de Dios, haciéndole frente a la cruz, al dolor, al desprecio de la humanidad y caminar ese proceso tan duro aferrado de la mano de él.

Hoy podemos ver el fruto de salvación y vida eterna para todos, disfrutamos de ese fruto. Por lo tanto, caminemos tomados de la mano de Dios haciendo su voluntad para emanar ese perfume agradable, el cual nos da autoridad frente a las tinieblas.

“Nuestra vida tiene sentido si nos conectamos con nuestro creador viviendo para Él, afrontando todo lo que venga, tanto lo bueno como lo malo con un corazón dispuesto a agradarle obedeciendo en todo, para que ese perfume eterno que puso en nosotros se desprenda. Nos derramamos a sus pies, le entregamos todo porque lo único que intencionalmente debemos anhelar es agradarle. Te amamos profundamente, Señor, y queremos que nuestro corazón se rinda delante de tu presencia para que todo cobre sentido y tenga peso eterno”. 

 

 

 

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