CANCION DE LIBERTAD

San Lucas 6:1-5 (NTV)
Lucas escribió su evangelio dejándonos historias que conectan todas las escrituras, hay
algo que Lucas deja bien en claro y es que por encima de las reglas hay principios divinos
que se cumplen independientemente de la realidad del momento. Los judíos tienen un día
especial de descanso, de reposo, que es el día sábado donde la cultura judía y ortodoxa se
prepara para no hacer nada, es decir programan todo el día anterior para no trabajar ese
día, para dedicar ese sábado a la familia, a leer la palabra, a tener sus comidas y tiempos
de costumbre.
¿Por qué hacen esto? Porque en la palabra nos dice que en seis días se construyó el
mundo y al séptimo Dios descanso, pero no solo por eso sino que ellos necesitan un día
para parar. Esto es muy bueno porque es un día que se toman para estar centrado en sus
hogares y ver que dice Dios acerca de ellos. Sin embargo algo que era un mandato divino
se convierte en una religión, Jesús venia de sanar a los enfermos y de hacer milagros,
cuando pasa con sus discípulos (los cuales tenían mucho hambre) por un campo
sembrado, ellos toman las semillas que estaban allí y quitándoles la corteza, comienzan a
comerlas, pero los fariseos le recriminan a Jesús acerca de que sus discípulos estaban
quebrantando la ley divina que habla del día de reposo.
Entonces Jesús con una sonrisa les recuerda una historia donde menciona que David junto
a sus soldados que estaban huyendo, comió los panes sagrados, lo cual David no podía
pues no era sacerdote. Con esto Jesús trata de hacerles ver a los fariseos que el hijo del
hombre es Señor del día de reposo. No les dice que está bien que sus discípulos
quebranten la ley sino que puede haber un día malo, un día bueno, un día de reposo pero
en todos los días Jesús es el Señor.
1 Samuel 21:1-15 (NTV)
En medio de esta historia surge una canción de libertad, surge uno de los salmos más
lindos, el 34, mientras David pasaba por esta persecución escribe este salmo, que es
poético y en hebreo está escrito con cada una de las letras del alfabeto griego, cada letra
es un verso que cuenta la confianza de David en Dios. Una de las canciones de esperanza y
libertad más bonitas que tenemos en la biblia surgió desde un momento de persecución.
David representa a un hombre con un corazón conforme al de Dios, no perfecto según los
estándares humanos, pero un corazón enfocado en hacer lo que Dios quería. El viene a

reemplazar al primer rey que fue Saúl, quien comienza su reinado bien pero termina mal,
fue un hombre lleno de orgullo que somete a la nación a sus ambiciones, olvidándose de
Dios queriendo gobernar por sí mismo y trayendo maldición a su familia. Por eso Dios
tenía preparado a un pastor jovencito casi huérfano que cuidaba a los corderos, pero que
en las noches cuando estaba solo se conectaba con la voluntad de Dios. Lo prepara con
una fuerza sobrenatural, con un corazón que ama a Israel, es el dulce cantor. Cuando
Samuel lo unge a David, este entra en escena derrotando a Goliat, es una historia de
pérdidas y ganancias. En este punto de la historia David está en el mejor momento de su
vida porque ahora es el general de los ejércitos de Israel, es el yerno del rey y la gente
canta canciones de victorias hacia él.
Cuando David se encuentra en la cúspide, Saúl tomado por un espíritu demoniaco, ve en
David una amenaza y utiliza a todo el pueblo de Israel para perseguirlo y asesinarlo. Poco
a poco atenta contra su vida en lo íntimo, en lo secreto, pero después públicamente pone
precio a la cabeza de David, busca un motivo para exterminarlo y matarlo. Su amigo
Jonathan y su esposa ayudan a David para escaparse de donde está, huyendo de ahí sin
ninguna provisión (pan, armas, sin títulos de general, nada) David corre a Nov que era una
ciudad de refugio donde los sacerdotes rendían culto a Dios, allí se encuentra con Aimelec
un sacerdote que cuando ve a David comienza a temblar porque sabía quién era. Aimelec
no existe como nombre sino que hace referencia a una función sacerdotal, no se
encuentran muchos datos acerca de él. Pero cuando David lo encuentra le miente al
sacerdote diciendo que va con una misión especial y le pide comida porque tenía hambre,
pero el único alimento que había allí era el pan sagrado (simbología del contacto entre el
pueblo con Dios) Cada día llevaban doce panes calentitos para dejarlos en el lugar santo
como una ofrenda a Dios, cuando se terminaba el día esos panes se retiraban para que los
sacerdotes los consuman y se colocaban panes nuevos al otro día.
Aimelec al ver el hambre que tenía David le pregunta si sus amigos habían estado con
mujeres en ese tiempo, pues sino no podrían consumir el pan, a lo cual David responde
negativamente ofreciéndoles así el sacerdote el pan a David y a sus compañeros. Cuando
terminan de comer David le menciona al sacerdote que tampoco tenía espada, pero la
única espada que había en el lugar era con la cual David había matado a Goliat, la cual
estaba envuelta en una tela detrás con el Efod en la Presencia de Dios. Toma la espada y
huye a la tierra de sus enemigos, se va a la capital de Filistea y cuando lo ven llegar los
príncipes de los filisteos comentan entre ellos: ¿el que se acerca no es el rey de la tierra, el
que viene caminando con esa gente no es el gran campeón? David escuchando los
comentarios de la ciudad se hace pasar por loco.

Jesús hace referencia a esto en la historia que habla en Lucas, todos somos un poco de
David, estamos en una persecución permanente, nunca la vida es estar en la cima,
siempre es una aventura extraordinaria de pérdidas y ganancias. David había recuperado
todo pero después pierde todo, se encuentra en medio de una persecución, en medio de
una tensión tremenda, en medio de una presión donde deja de ser el campeón para
convertirse en fugitivo y en medio de eso entiende hacia donde debe correr buscando
refugio en la casa de Dios, en la casa de Aimelec.
Un poquito así somos nosotros, llegamos a Dios con una necesidad pero él nos devuelve
con un propósito, todos en la vida corremos, todos tenemos un destino en la vida que nos
lleva a correr, corremos de nuestro pasado, de las cosas que nos presionan, el día que
conocemos a Cristo no paramos de correr sino que corremos con un propósito y destino.
¡No estamos en las nubes todo el tiempo no! , estamos en guerra que se vive en dos
planos: el natural cuando nos esforzamos para trabajar para nuestra familia, para cultivar
relaciones sanas y así igualmente sufrimos persecución, en el plano espiritual: luchamos
para estar conectados al Dios del cielo y de esa manera que nuestra realidad sea
influenciada. La gente que no tiene a Dios solo lucha en un plano, el físico, en el cual
pierde ganas, están desorientados, pero no entienden que hay una guerra espiritual.
Cuando venimos a Cristo se abre el mundo espiritual para nosotros y entendemos que hay
luchas que peleamos en lo espiritual y las ganamos en lo terrenal.
Esta realidad es tremenda pero sin embargo somos los primeros en descuidar nuestra
realidad espiritual, somos los primeros en querer pelear con nuestras fuerzas y muchas
veces yendo al lugar inadecuado. La iglesia es la ciudad de refugio, como nunca antes
estamos recibiendo gente que la necesita. Dios no ama al pecado pero si al pecador,
cuando venimos a él nos transforma, nos cambia, nadie que viene a Cristo es echado
fuera. Dios nos abraza y nos ordena, vivimos con hambre que el mundo no puede saciar,
pues nos ofrece un pan que se diluye en la boca, nos ofrece comida barata, relaciones
exprés, un amor que no dura y nos morimos de hambre, hasta que venimos a golpear la
puerta del sumo sacerdote.
Jesús dijo: <yo soy el pan de vida, el que come de mí no tendrá hambre jamás, el que bebe
de mí no tendrá sed jamás> él es el pan que sacia el hambre, Jesús está en ese día de
reposo y sus discípulos no solo están comiendo espigas sino están comiendo de él, de su
enseñanza. ¡Qué importante es saber que nuestra más grande victoria le pertenece al
Señor! Cuando nos adueñamos de nuestras victorias o cuando ponemos nuestro nombre
delante de las cosas que el Señor nos estrego, se torna peligroso. Cuando David vence a
Goliat le da toda la gloria a Dios, reconoce el poder sobre su vida dándole la victoria a
Dios, por eso cuando dejamos de consagrar nuestras victorias a Dios es el día en que

empezamos a decaer. Las victorias que le consagramos a Dios son las que nos alcanzan el
día de nuestra persecución, pues el día en que estamos perseguidos vamos a las victorias
que le rendimos a Dios y él nos dice que como nos ayudó en el pasado nos ayudara en el
presente. Pero cuando nos asignamos las victorias nosotros, perdemos.
No le mintamos más a Dios, no le disfracemos la realidad, si estamos cansados, si tenemos
problemas, si nos equivocamos reconozcámoslo. No inventemos historias que
lamentablemente después las terminamos creyendo, si corremos al lado correcto no nos
hace falta ocultar, hay pan y espada para seguir adelante. Hay fortaleza porque él es Señor
de todos los procesos, del día de descanso y del día de la persecución.
David toma la espada de Goliat y la calza sobre su espalda, toma esa victoria antigua y
agradece. Muchas veces nos pasa como a David, no sabemos a dónde ir, hoy vivimos una
desorientación tan grande, muchos quieren volver al pasado, es lo que le pasa a David
vuelve a la ciudad de los filisteos. Hay una marca tan profunda en nuestras vidas, un
precio de sangre que aun detrás de todas nuestras mentiras su amor permanece fiel sobre
nosotros. ¿Por qué insistimos en correr al lugar inadecuado? David salió corriendo hacia la
ciudad de los filisteos, pero en cuanto ellos lo vieron, no ven a alguien derrotado sino que
ven a alguien que lleva sobre su espalda la marca que le da propósito a su vida, es la
victoria más grande.
Quizás pelearemos muchas peleas en la vida, algunas ganaremos y otras no, pero ninguna
de esas peleas nos define, hay una sola pelea que define nuestro pasado, nuestro
presente y nuestro futuro y esa es la pelea que Cristo peleo por nosotros. En el ring de la
eternidad cargo con todo el peso de nuestro pecado, enfrentándose a la muerte y al
infierno venciéndolo, aplasto a Satanás bajo sus pies, resucito, le quito la autoridad al
pecado, nos dejó una marca extraordinaria, transformo un instrumento de vergüenza, un
instrumento de muerte en un trofeo eterno, su cruz declara “Que nosotros ya ganamos
con él, que la muerte ya fue derrotada y que el pecado ya fue vencido”
Debemos cargar nuestra cruz y seguirlo pues desde el momento en que Jesús resucito, la
cruz se transformó en un cinturón de campeón. Por eso podemos elegir que los procesos
nos definan, o que por encima de esos procesos acudamos a nuestra casa donde tenemos
refugio, pan y espada. No podemos renunciar y vivir en perdida, porque Jesús ya venció en
la cruz, es necesario que nos miremos como el cielo y el infierno nos miran, porque
cuando el cielo nos mira no ve nuestra derrota sino ve lo que Cristo hizo por nosotros y el
infierno nos tiene miedo, porque somos personas que con un corazón contrito y
humillado cargamos la cruz.
Salmos 34:1-22 (NTV)

“No podemos seguir a Jesús sin un corazón quebrantado, sin un espíritu destrozado,
porque estamos expuestos a una guerra permanente, porque estamos desafiados todo el
tiempo a amar más, a perdonar a los que nos dañan, a bendecir a aquellos que tienen
necesidad. Quienes seguimos a Jesús de manera permanente recibiremos renovación de
nuestro corazón por su poder, quienes permanecemos en el no tenemos un espíritu de
altivez. Nuestro espíritu será renovado todo el tiempo por el poder del Espíritu Santo. En el
cuerpo de Cristo todos tenemos lugar, ninguno será condenado. David descubre que él es
el Señor del día de reposo, de todos los tiempos, por eso deja de lado la queja y lo alaba de
corazón todo el tiempo. Hay pan sagrado para los indignos y hay espada para aquellos que
rinden su vida a Cristo, hay un altar abierto por el poder de Dios para ser renovado. Dios
cuida de los suyos, el Ángel del Señor rescata a aquellos que confían en él, que en la
desesperación, la angustia, el stress, en los problemas, en las ideologías perversas que
tratan de destruir nuestra identidad, el sigue siendo el mismo, sigue librando a los suyos de
la dificultades, escucha las oraciones de los angustiados, el levanta y tiene una respuesta
todo el tiempo, siempre y a cada momento para los quebrantados de corazón, para los que
tienen el espíritu destrozado. Él es el Señor de todos nuestros días”

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