La gente anda diciendo

3 de septiembre de 2023

Gálatas 1:23 (NTV)  

Para Pablo era difícil conectar con la iglesia, pues había sido un asesino, pero él afirma la obra que Dios estaba haciendo en su vida. El capítulo 1 de Gálatas es la presentación de Pablo, quien fue un hombre violento pero fue recuperado por el amor de Dios y es el mismo hombre a quien se le apareció Jesús y lo llamó para llevar el evangelio a los gentiles.

No vemos muchas veces a Pablo hablar de quién es él, pero entendemos que hay momentos en la vida en los cuales debemos sacar nuestras credenciales, en aquellos momentos que nos sentimos desanimados, depresivos, cuando parece que todas las voces que escuchamos son negativas tenemos que pararnos a recordar quienes somos y lo que Dios hizo por nosotros.

No somos cualquier cosa, no estamos en la iglesia porque somos personas de segunda, no estamos porque lo que nos empuja solamente es un momento de necesidad, sino que estamos hoy reunidos en la iglesia en el nombre de Jesús porque él nos escogió desde antes de fundación del mundo.  Puede ser que el infierno nos haya hecho sentir que somos de segunda, las personas que nos traicionaron, la gente que nos lastimó o las malas decisiones que tomamos. Todo eso nos hace sentir que no tenemos valor, que no podemos, pero el Señor llega, cambia nuestro valor, el precio de nuestras vidas y lo paga con su sangre.

Dios no tiene gente de segunda, sino gente de primera.

Vemos cómo todo esto marcó la dirección de una persona que ha tenido un verdadero encuentro con Jesús, una verdadera conversión. Pablo pasó de perseguidor a constructor, de alguien que violentaba, a dar su vida, así funciona el evangelio. Hoy nosotros podemos vivir porque Jesucristo transformó nuestras vidas, podríamos decir que, el que antes no tenía esperanza, ahora es esperanza, el que antes no sabía para que había nacido, ahora tiene propósito, el que antes no se preocupaba por nadie más, ahora sirve a la gente, el que antes estaba solo en la vida, ahora pertenece a un cuerpo que lo ama, el que antes era egoísta y vivía para sí mismo, ahora con desinterés puede bendecir a otros.

En esta carta de presentación Pablo no solo está definido por lo que hace, sino por lo que es, pasó de ser un perseguidor a ser un miembro, pasó de ser un asesino a ser un instrumento de justicia y a dar vida, realmente su conversión fue genuina. Cuando nos encontramos con Jesús la obra del Espíritu Santo es progresiva, la mayoría de nosotros hicimos una oración básica de entrega cuando llegamos a él. La conversión es un proceso, en la palabra leemos que “con el corazón se cree para justicia y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10) pero esto es solo la apertura, hacemos esa oración de todo corazón y le damos permiso al Espíritu Santo para que venga a nuestras vidas reconociendo que Jesús es el Señor. Esa oración es poderosa porque durante toda nuestra vida, si el dominio lo había tenido el infierno y la soledad, cuando hacemos esa oración todo lo que está en nuestro interior debe salir. Entendemos que el proceso de conversión es más grande que una oración, por eso la persona que tiene un encuentro con Jesús el día que recibe convicción de pecado, no solo sabe que Jesús le perdonó sino que entiende que es un sentimiento tan profundo que produce el Espíritu Santo en el corazón que reconoce todo lo que hizo mal.

Entregarle nuestro corazón a Jesús es algo que hacemos a cada segundo de nuestras vidas.

Por esto también creemos que la salvación se puede perder, porque no se trata de entregarle el corazón a Jesús para que lo tenga pues él no quiere un robot que pueda manipular, sino que quiere un hijo que lo pueda amar, quiere un cuerpo en quien pueda habitar. Si hace quizás mucho tiempo que eso se perdió estaría bueno que nos preguntemos ¿Qué fue lo que pasó, por qué el pecado ya no nos duele como nos dolía antes? ¿Por qué hay cosas más importantes que servirle? ¿Por qué no podemos mirar a las personas como él las mira? ¿Por qué nosotros somos el centro de toda la escena, la victima que todos maltratan o el héroe quien a todos salva?

Necesitamos hoy más que nunca que el Espíritu Santo se mueva trayendo convicción de pecado, la culpa es del diablo, quien nos seduce y cuando caemos nos echa la culpa, la cual trae destrucción, pero el Espíritu Santo contrita el corazón para que nos volvamos a Jesús. Cuando dejamos de sentir el peso del valor de nuestra salvación nos morimos espiritualmente, comenzamos a tener corazones duros, sentimos que somos dignos de todo aquello que se nos ha entregado y nos molesta que otros nos corrijan o que nos muestren el camino. La conversión es esa entrega permanente que nos lleva a transformar a Jesús, la conversión se expresa en cómo nos conectamos los unos con los otros, cómo nos convertimos cada vez que tenemos tensiones y debemos perdonar, trabajar, pulir, permitiendo que él esté en medio nuestro. Este tesoro precioso se escapa cuando nos alejamos del Señor.

Cuando caminamos en Jesús podemos rendir nuestro corazón a él y es una conversión permanente.

Gálatas 3:3

Nos dice ¿Por qué los que empezaron con el Espíritu terminan con la carne? También en el cap. 1 nos habla de los que se apartaron del Señor. Pablo le dice a la iglesia que ellos empezaron todo ese mover, a Pedro y a Juan les menciona que ellos fueron los que estuvieron con Jesús y tuvieron un encuentro, que ellos armaron la iglesia y ahora apartándose, les ponen traba a la gente para se encuentren con Jesús, es decir los que dieron el inicio a todo ahora estaban torciendo el rumbo.

Como podemos ver en la historia del hijo pródigo, la cual no es una historia de un apartado, sino de dos apartados. El hijo pródigo que se va de la casa del padre y el hijo mayor que estando cerca de la presencia del padre no aprovecha todo lo que el padre le da. El hijo pródigo decide apartarse y el padre le da su herencia, pues tenía ese derecho, el padre le aclara que no se lo va a quitar, de esa manera llegamos nosotros rotos, destruidos, sin familia, sin herencia y el Señor nos da todo pero aun cuando decidimos irnos Dios nos dice que no nos preocupemos, lo que nos dio no lo va a quitar.

Apartarse de Dios no solo implica perderlo, sino que implica desenfocarnos de todo aquello que nos da vida.

El corazón del padre es increíble porque si el papá decidía quitarle al hijo su herencia, este no podría sobrevivir ni un día y aunque el hijo pródigo estaba lejos del corazón del padre, el corazón del padre estaba cerca de él. Así hay muchas personas nutriéndose de la bendición de Dios en sus familias, en sus padres o en otros pero totalmente lejos del corazón de Dios.

Apartarse es grave pero es progresivo, es poco a poco, un paso a la vez, de repente dejamos de hacer lo que estábamos haciendo, dejamos de servir, de sentir, enfocamos nuestro corazón en cosas que nos dan otro tipo de satisfacción. Y cuando nos queremos acordar pasaron días, paso un mes, un año y nos encontramos desnudos, vacíos, vemos que todo lo que crecía al lado nuestro sigue creciendo. La iglesia avanza, el propósito se cumple pero el que se aparte queda aislado, se apaga, queda consumido. Cuando nos apartamos de Dios no nos apartamos de su propósito, y muchas veces podemos ver como cuando se alejan el diablo les provee de todo, ¿Por qué? Porque satanás no ve apartados, sino ve propósitos apagados. Personas que tenían un potencial de cambiar ambientes, de cambiar vidas, de reconstruir familias, ahora que están lejos de Dios el diablo los engaña hasta que lejos de la gracia de Dios los destruye.

Cuántas personas que tenían en su corazón el servir a Dios hoy se constituyen en enemigos de la iglesia, hoy hablan mal de Cristo, maldicen y ridiculizan a aquellos que siguen a Jesús. El hijo pródigo estaba apartado, pero el hijo mayor cuando ve que su hermano vuelve se enoja con el padre porque lo recibe con todo, pero el padre le hace ver que todo lo que estaba en la casa era suyo, eso nos da a entender que podemos estar cerca y perdernos de lo que Dios tiene. El hijo que se aparta seducido por el mundo gastando todo lo que el padre le da y termina comiendo de la comida de los cerdos, pero cuando vuelve a su casa el padre le da todo, calzado, un anillo y un manto nuevo. Por eso, Pablo está parado frente a la iglesia pero no la crítica porque no conoce a la gente, sino que simplemente hace una declaración en la que menciona lo que dice la gente: que el que antes destruía ahora construye, que el que antes perseguía, ahora comparte esa fe por todos lados. Pablo dice «es cierto, el cambió mi vida, yo no me voy apartar, ni alejar, no voy a negociar lo que Dios me dio para hacer.»

Cuando damos un paso para volver a Dios todo se vuelve a nosotros.

Otra historia de apartado: Jonás quien no obedeció a lo que Dios le pedía de ir a Nínive, le pedía que envíe a otro, pero hay cosas en las que Dios no va a enviar a otro porque nos llamó a nosotros. Jonás termina en un barco y en medio del mar se desata una tormenta e inmediatamente se da cuenta que es culpa suya. Cuando una persona se aparta y camina en la dirección contraria a la que Dios le pide pagan todos los que están con él.  Cuando una persona se aparta se vuelve egoísta, le deja de interesar aquellas personas que lo aman porque el fuego del corazón se apaga. Jonás en medio de ese proceso reconoce que la culpa es suya y les pide a los que están en el barco que lo tiren al agua, pero aparece una ballena, se lo traga y tres días permanece en el estómago del pez.

Entendemos que el propósito de Dios es tan grande que a pesar que nosotros vamos para otro lado, el propósito sigue vigente porque no es por nuestros méritos, sino por su gracia; es lo que el Señor destinó para nosotros.

En ese propósito Dios trabaja en la vida de Jonás, es por eso que el pez llega a la orilla y lo vomita, aparece en Nínive donde había una estatua de un pez y los habitantes que vieron lo que paso y al ser tan idolatras pensaron que Jonás era profeta de su Dios. Jonás refunfuñando comienza a caminar por las calles de Nínive declarando lo que Dios le había dado, siendo toda la ciudad salva, cumpliendo así su propósito.

Toda acción tiene sus consecuencias, las buenas y las malas, las que hacemos estando con Dios y todas las que hacemos sin Dios, estas consecuencias nos siguen toda la vida. Por eso Jesús dice: dejen   que los muertos entierren a sus muertos (San Lucas 9:60) por ejemplo, Jacob decide pelear con el ángel, atrapa la bendición pero queda rengo, hay una consecuencia, hay una marca detrás de cada acción.

Las consecuencias de nuestras acciones en Cristo tienen un propósito, pero las consecuencias de nuestras acciones sin Cristo no tienen ningún sentido.

Muchas veces nos gusta lo difícil y nos olvidamos que es lo primordial, las consecuencias en Cristo tienen propósito, tienen sentido, si hoy estamos pagando consecuencias de malas acciones no es que Dios nos dice: bueno, está bien, límpiate y a todas las personas que le hiciste mal o daño ya está, queda aparte, no, Dios no dice eso, sino que nos dice que todo lo malo que hicimos ahora lo va a usar. No es lo que perdimos, sino que es el horizonte que el Señor nos muestra para bendecir a otros, no es que le fallamos o que nos escapamos, ahora tenemos la fuerza para abrazar a los que están lejos. La manera de afrontar las consecuencias de aquello que hicimos mal es construir la vida de Cristo con todo lo que hacemos. El libro de Gálatas es un libro tenso porque nos relata las diferencias en la iglesia que estaba creciendo, que se estaba expandiendo y muchas veces pensaban una cosa y otra, pero Pablo marca el rumbo, muestra cuáles son las consecuencias de vivir en Cristo y cuáles de apartarse de él.

Dios toma nuestras historias y les da un nuevo significado. Por eso, el Señor nos invita todo el tiempo a una reconciliación permanente, viene con sus manos de amor, de gracia y nos abraza.

Jesucristo es nuestro modelo, es nuestro rey materializándose en nosotros, somos responsables de todo lo que elegimos, hay consecuencias de ir en sentido contrario a su llamado, hay consecuencias de estar apartados de Dios. Pero también hay consecuencias de volverse a él, hay consecuencias de amar lo que Dios ama, hay consecuencias de caminar en lo que Dios quiere y eso es maravilloso. Cuando damos un paso de fe en la dirección correcta Dios desata un río de bendición.

“Reconciliémonos con nuestro propósito, acerquémonos al fuego del Espíritu y decidamos caminar en la dirección correcta una vez más. Señor, que nuestro corazón arda, que la gente hable lo que quiera hablar, pues nosotros tenemos la certeza de que antes estábamos muertos y ahora estamos vivos. Reconciliémonos y corramos a los brazos del Padre y apropiémonos de todo lo que tiene para nosotros. Señor, queremos servirte, amarte, que tu gracia esté en nuestra casa, queremos que las consecuencias de nuestro pasado se transformen en un impulso para construir nuestro propósito. Señor, queremos ver tu gloria en nuestras vidas, necesitamos correr al trono de la gracia para encontrar oportuno socorro.”

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