Hola, Jonás
Domingo 22 de octubre de 2023
Comenzamos a leer el libro de Jonás como iglesia, el cual es muy corto pero muy poderoso. A continuación leamos con entendimiento el desarrollo de la palabra por tres ministros: Pastora Daniela Rosales, Jaled Armando y Facundo Curallan.
Jaled Armando:
La historia de Jonás es conocida por muchos, por eso sacaremos una enseñanza para aplicarla a nuestras vidas. Vemos cómo cada libro que leemos como iglesia está acorde a todo lo que se vive en el mundo. Una de las enseñanzas que podemos sacar del libro es que Dios ama a todos por igual, no solamente al pueblo de Israel, ama a los Ninivitas, a los que iban en el barco con Jonás, los cuales eran de naciones paganas; ama a todos. No sabíamos realmente que iba a estallar la guerra en este tiempo, sin embargo el libro que Dios nos muestra para leer ahora está totalmente armonizado con la realidad que estamos viviendo a nivel mundo.
Jonás era un profeta a quien Dios le da una palabra y lo manda a predicar a Nínive. Los ninivitas era un imperio que conquistaba y masacraba a las personas, por eso Dios envía a Jonás para advertirles que se arrepientan porque venía una destrucción, venia un juicio de Dios. Pero Jonás hace todo lo contrario a lo que Dios le estaba pidiendo, en lugar de ir a Nínive se fue a Tarsis. Entonces en el barco en el cual viajaba se comienza a sacudir por una tremenda tempestad y los marineros que iban a bordo se desesperan, tiran cosas al agua para alivianar el peso rogándoles a sus dioses que les ayuden. El capitán del barco despierta a Jonás para que interceda delante de Dios, los marineros comienzan a rodearlo y a interrogarlo. Jonás les cuenta lo que hizo y les propone que lo tiren al mar ya que se consideraba culpable de lo que estaba pasando a bordo.
Consideramos que Jonás fue un poco egoísta porque Nínive que era el lugar a donde Dios lo había enviado seguía sin ser predicado, si él se ahogaba esa ciudad iba a perecer, Jonás seguía centrado en sí mismo. Inmediatamente cuando lo arrojan al agua el mar se calma, a los marineros les vino más temor aun y por una intervención de Dios, ellos se convierten y le creen. Después de esto viene el gran pez y se lo traga a Jonás. De toda esta situación sale desde su corazón una hermosa canción, un salmo de su vida donde reconoce, agradeciendo y exaltando a Dios por haberlo rescatado desde lo más profundo. El mar para los hebreos significaba las tinieblas, la tumba, la oscuridad, creían que los demonios se movían allí por eso la palabra nos habla de monstruos marinos, es por eso que cuando Jesús libera al endemoniado gadareno (San Lucas 8:26-30) se desata una tormenta espiritual. Por eso Jonás declara me libraste desde lo más profundo, estaba sepultado, estaba muerto y me sacaste, podemos reconocer que esto se conecta con nuestras historias, ¿Cuántos de nosotros estuvimos lejos, quizás más de tres días lejos, enterrados? Sin embargo, el Señor llegó y nos levantó. Jonás con este acto de gratitud abre la puerta a otra temporada, el Señor mismo le ordena al pez que lo escupa en tierra firme y nuevamente el llamado de Dios, como quizás nos ocurrió a nosotros. Llamó al principio a Jonás, pero como no quiso obedecer, Dios provocó circunstancias para que se arrepienta, invoca a Dios y otra vez lo vuelve a llamar.
Nínive era una ciudad de ciento veinte mil personas, Jonás recorre la ciudad dando el mensaje de arrepentimiento, Dios trae un avivamiento a ese lugar y la gente comienza a arrepentirse y a creer. Después de esto Jonás se va afuera de la ciudad y se sienta. El Señor en su misericordia nuevamente interviene haciendo crecer una planta que le cubra y le dé sombra a Jonás, también hace brotar un gusano que pudre la planta, pero también en su soberanía Dios envía un viento caliente. A Jonás nuevamente le viene la tendencia a abandonar todo y morir, pero en ese momento Dios le hace entender que si él se molestó por una simple planta que se murió, cuanto más su corazón se dolía por toda la gente que se perdía sin recibir el mensaje de salvación. Es claro el mensaje de que el Señor nos está hablando de misericordia, de soberanía.
SOBERANIA DE DIOS
Jonás 1:4
Dios está en el control de toda la historia, la de Jonás y la nuestra también. No importa quién gobierne o quién se siente en un trono. Dios está por encima de todo, exaltado en su majestad, reinando, gobernando. Él es un Dios soberano al cual no se le queman los papales. A veces malinterpretamos las escrituras, creemos que Dios envió a Jesús por lo que pasó en el huerto del Edén, pero podemos entender que Dios en su soberanía tenía todo planeado, lleva el curso de toda la historia a buen puerto. La manifestación de Cristo era un plan de Dios, porque ¿cómo íbamos a conocer su maravilloso amor, su bondad y su entrega?
Debemos cuestionar menos y confiar más en la soberanía de Dios porque él gobierna.
Pastora Daniela Rosales
Dios es soberano en la historia de Jonás, de la humanidad, de nuestra familia y de todo. Ya está todo escrito y a veces pareciera que nos cuesta más entrar a la historia de Dios y preferimos que Dios entre a la nuestra. La verdad es que necesitamos entender a través de las escrituras y la oración que debemos entrar en el plan de Dios. Muchas personas se sienten frustradas preguntándose ¿A dónde estuvo Dios cuando me pasaron las cosas? Dios estuvo porque seguramente encontraron a alguien que les predicó el evangelio para que sus ojos sean abiertos, para ser perdonados y libres. Muchas veces no miramos desde el plano de Dios. Cuando Adán peca Dios no le dice: ¿Qué hiciste? Sino le dice: ¿Adán dónde estás? Él se había escondido porque le había fallado a Dios. Hoy nosotros como Adán tenemos libre albedrio, tenemos la posibilidad y capacidad de decidir.
Podemos enojarnos con el Señor por lo que ven nuestros ojos naturales o entrar en la historia de Dios, en esta narrativa profética. Él es el Dios de nuestra historia pero también debemos entrar en su historia entendiendo que hay un plan trazado.
Cuando sacamos nuestra visión de nosotros mismos podemos entrar a una visión mucho más amplia, la visión de cómo Dios mira la historia, cómo mira a la gente, cómo mira a la familia, a las naciones, a la iglesia. Pero muchas veces, somos seres tan individualistas, tan egoístas, tan centrados en nosotros mismos que nos creemos el centro del universo, pero Dios no nos creó para eso, sino que nos creó con el propósito de ser una familia, de ser una nación, ser un pueblo. Nos podemos enojar por ello con Dios y vivir disgustados o entrar en ese diseño que él modeló y realmente disfrutarlo para ser parte de esa soberanía.
Esto no es un mensaje diciendo “bueno nos resignamos a lo que nos pasó”, nos menciona en el libro de Romanos que aún lo malo, todo lo que nos sucede aun en Cristo, todo coopera para bien de aquellos que aman a Dios. (Romanos 8:28). Si entramos en la historia de la palabra vamos a ver a nuestros referentes, nuestros hermanos, los apóstoles, quienes sufrieron cárceles, persecuciones, que perdieron familias y que ellos mismos aun perdieron sus propias vidas. Sin embargo en ningún momento salió de ellos una palabra de queja o cuestionamiento a la voluntad de Dios, sino que entendieron el momento en el que estaban viviendo declarando que habían encontrado algo mucho más grande que las marcas que podían quedar en sus cuerpos. Ellos no veían a la luz del dolor momentáneo, sino que veían a la luz de la eternidad, del incomparable amor incondicional y eterno de Dios.
Sabemos que hay circunstancias que duelen, que son cosas que vamos a vivir, quizás cosas que no comprendemos pero nuestro corazón tiene que inclinarse una y otra vez al Espíritu Santo para que nos revele su soberanía. Quizás en el momento no entenderemos por qué pero sí vamos a entender que no es un estado lo que nos define, cada situación que atravesamos ayuda a nuestro carácter y nuestra vida. No debemos quedarnos en ese momento, sino que debemos aprender como hijos de Dios a mirar todo a través de los ojos del Señor. Para cuestionamientos y quejas sobra, a lo mejor muchos están en esta situación ¿y dónde estabas vos cuando Dios te estaba llamando? ¿A dónde estabas cuando Dios te estaba necesitando? Debemos preguntarnos si estamos presentes para Dios. Si estamos entendiendo que realmente más allá de las cosas que pueden suceder, el Señor nos está perfeccionando. Como dice 1º Pedro 5:10 – que detrás de toda prueba podamos comprobar la soberanía de Dios pero también que podamos entender que todas las cosas cooperan para bien. Dios tiene la soberanía sobre lo que está pasando en Medio Oriente, sobre lo que pasará a partir de mañana, él es soberano, tiene la autoridad y el poder.
Debemos preguntarnos cuál es nuestro lugar y qué vamos a hacer para cooperar con el plan de Dios.
Facundo Curallan
Tenemos que entender que Dios es soberano pues gobierno y dominio se extiende por toda la tierra e historia, pero también entender que Él tiene que valerse de personas de carne y hueso para poder llevar adelante su plan. Los llamados y los dones son irrevocables- (Romanos 11:29)- en Romanos nos habla de que la misericordia de Dios se extiende para todos, cuando habla de misericordia también habla de llamado y dones. ¿Qué quiere decir esto? Leemos en Joel 2:13 que Dios es lento para la ira y grande en misericordia, pero para que Dios demuestre su misericordia necesita gente entendida que pueda decir: “Jesús contá conmigo, acá tenés mis manos, mis pies, mi voz, llevá a cabo y manifiesta tu misericordia a través mío”
Dios no se da por vencido con nosotros, esa es nuestra recompensa.
Lo vemos en la vida y en la historia de Jonás, Dios insiste con Jonás y podemos ver dos cosas o Jonás era un testarudo o ver que Dios insiste. Entendemos que los llamados y los dones son irrevocables porque son un regalo del Señor. No hay un punto medio, no hay un camino por el cual podemos caminar en el centro para que por momentos ayudemos y por momentos estorbemos. O nos convertimos en personas que hasta que terminen nuestros días en la tierra cooperamos con el plan de Dios o nos convertimos en personas que dilatamos el plan. La misericordia del Señor, su plan y su soberanía es más grande y trasciende la voluntad humana. Podemos verlo en la historia de Jonás que Dios tenía un plan pero se fue dilatando por su desobediencia. El plan de Dios no depende de nuestra voluntad sino que tenemos la responsabilidad de alinearnos al plan de Dios y ponernos de acuerdo con lo que Él quiere hacer. Cuando nos ponemos de acuerdo con lo que Dios quiere hacer en la tierra empezamos a ver los resultados y los frutos. Así como en la vida de Jonás, obedece al Señor y reconoce que no es el plan de Dios que estaba fallando, sino que es el quien falló por entrar a una barca porque estaba escapando de lo que él lo mandó a hacer. Jonás pensó que si lo tiraban al mar se solucionaría todo, pero aun así la soberanía y voluntad de Dios trasciende a la voluntad humana de Jonás porque por su desobediencia podemos encontrar que el Señor termina llegando a todas las personas que estaban a bordo del barco. Nos debemos preguntar entonces ¿Qué estamos haciendo con lo que tenemos en las manos? Dios nos ha regalado, nos ha confiado tantas cosas lindas para nosotros pero el tema es ¿Qué estamos haciendo? Nos estamos convirtiendo en personas que acaparan para sí o nos estamos convirtiendo en personas que comienzan a cooperar con el plan de Dios.
Podemos tener dos posturas: o cooperamos con el plan de Dios convirtiéndonos en catalizadores de su plan o estorbamos dilatando el proceso de que el plan de Dios se establezca sobre la tierra.
COMPASIÓN Y MISERICORDIA DE DIOS
Jaled Armando
Jonás 4:10-11 Es como una comparación entre las compasiones, la compasión que podemos tener humanamente de una planta como Job y no de lo que realmente debería ser, hay como un desequilibrio y este sistema nos lleva a esto, ¿Qué es lo que nos despierta compasión? Nuestro corazón se mueve por algo a igual que el corazón de Dios, por eso sería bueno la armonía entre ambos. La misericordia de Dios la vemos en el relato, no solo con Jonás, sino con los tripulantes del barco, quienes no lo buscaron, sin embargo, lo encontraron. Aun en la huida de Jonás Dios tiene misericordia, los marineros hicieron votos, se comprometieron hacia el Dios de los hebreos, hicieron un sacrificio que representaba en aquel tiempo una comunión, una conexión con Dios, cuanta misericordia de Dios con la ciudad.
Es tiempo de rasgar el corazón, de que nos duela lo que le duele a él, de sentir esa compasión. El avivamiento tiene que ver con una iglesia entera sintiendo lo que siente el corazón de Dios.
La compasión de Dios es tan grande que no la puede sostener un solo hombre, hemos visto a lo largo de la historia grandes movimientos y avivamientos tremendos pero siempre se truncaron porque eran sostenidos por un hombre o dos, pero cuando es una iglesia que sostiene ese mover, la que clama y rasga el corazón, esto es imparable. Es como lo que viene para el último tiempo, avivamiento no es un corazón, no es un ungido, es un ejército de intercesores, es una iglesia entera sintiendo como siente el corazón de Dios. Hemos escuchado a muchos evangelistas de cómo late el corazón de Dios: que ninguno se pierda, que todos se arrepientan. Ese es el corazón de Dios con todos, con Jonás no se da por vencido, porque Dios tenía un llamado para él, era su profeta, tenía que cumplir el propósito, Dios le dice: vamos hacerlo juntos.
Dios tiene misericordia de una ciudad entera. Que el Señor nos permita en este tiempo tener esa compasión por Argentina en el tiempo en que estamos, por Rawson, por nuestra casa, por nuestros familiares que no conocen al Señor, por nuestra escuela, universidad, trabajo, necesitamos tener esa compasión que tiene el Señor.
Pastora Daniela Rosales
Compasión no es tenerle lastima a las personas, la verdadera compasión es una cualidad que viene del Espíritu Santo, estuvo en el corazón de Jesús y que lo podemos recibir solo con el Espíritu Santo, aprender a ser compasivos, misericordiosos. Esto es algo que el sistema no ve, entonces muchas veces vamos a ser misericordiosos pero no vamos a recibir el mismo trato. Debemos sacar nuestros lentes terrenales, humanos y ponernos los lentes del Señor, ponernos los lentes de la palabra, cómo debemos mirar, cómo debemos ver a la gente.
Así como Dios tuvo misericordia de nosotros, debemos también hacer misericordia. Este es el verdadero evangelio, cuando lo predicamos, vivimos en integridad, en santidad, cuando no tienen nada de que enjuiciarnos o decirnos, como nos menciona las bienaventuranzas, felices los que por mi causa (…). Pero vivimos en una sociedad intensa donde nadie nos puede pasar por encima, nadie nos puede decir nada.
Cuando nos entregamos al Señor perdemos todos los derechos, les pertenecemos a Él. A donde quiera que nos envíe lo haremos porque entendemos que estamos siguiendo a un maestro.
El deber del maestro es instruirnos a través de hombres y mujeres, pero al que servimos, adoramos, nos gastamos y por quien entregamos nuestras vidas es por el hombre más maravilloso de esta tierra que es Jesús. Si queremos ser como él tenemos que aprender a mirar como lo hace él, esto es una frase súper armada, todos lo decimos pero en la práctica es mucho más difícil. Entrar en este discipulado de Jesús nos va a costar todo, es un reto para valientes, debemos aceptar el lugar donde Dios nos puso, seamos misericordiosos y compasivos allí. Quizás no vamos a poder serlo con todos, pero comencemos con los de más cerca, mostremos misericordia.
Hagamos favores y misericordia a gente que no nos va a devolver y ganaremos tanta riqueza de parte de Dios sintiéndonos plenos. Negándonos también a nosotros mismos para que aun el amor de Dios alcance al que nosotros creemos que no se lo merecen. Este es el tiempo en nuestra nación de ser compasivos y usar misericordia.
Facundo Curallan
Además entender que todo lo que recibimos de parte de Dios no es para que termine en nosotros sino es para que fluya. No acaparamos, ni recibimos para beneficio personal, sino que somos canales y conductos por donde el fluir corre, lo cual nos mantiene vivos.
Vivimos una contracultura como iglesia. Como personas que hemos decidido decirle sí a Jesús para siempre vivimos una cultura totalmente diferente a este sistema.
Si prestamos atención a San Mateo 5 el sermón del monte “las bienaventuranzas” ninguna es para beneficio personal, todas las personas a las que Jesús considera bienaventuradas es a los que puedan darles a los demás, a los que pueden multiplicar la esencia de Cristo en los demás. Ni siquiera en nuestra cultura de hijos de Dios y en la del reino de los cielos lo que hacemos es por nosotros, sino que lo que hacemos es para que los demás puedan recibir lo que Jesús derrama sobre nosotros. Este concepto de la compasión y misericordia de Dios primero que nada elimina el egoísmo de entre nosotros y nos quita del centro. Nunca fuimos el centro pero por algún motivo el humano siempre tiende de llevar a la persona al centro y alejar al resto de alrededor. Comencemos a caminar en esta dinámica de compasión y misericordia que nos lleva a quitarnos del centro. Debemos quitarnos de nosotros mismos, y no despreciar el dolor de nadie, ni la dificultad que se pase.
Llega un punto en el que experimentamos el amor y la misericordia de Jesús que no puede quedar para nosotros, es demasiada misericordia, demasiada bondad, demasiado amor y tengo que multiplicarlo en otros.
Muchas veces tenemos una idea de Dios, pero esa idea que hacemos de Dios está alejada de su naturaleza, debemos entender que muchas veces Dios va a manifestar juicio y justicia. Cuando nos quedamos con la idea de una faceta de Dios al ver que obra de una manera que no es consecuente a la imagen que creamos de Él, nuestra fe tiende a debilitarse y nos enojamos con Dios frustrándonos. Nos preguntamos si Dios es bueno ¿Por qué me saco esto? ¿Por qué tiene que morir gente? ¿Por qué la sociedad tiene que estar así? Si Dios es bueno.
Hacemos una idea de él y lo que terminamos adorando en el día a día es esa idea de Dios pero no es la esencia y naturaleza de Dios. Puede pasar que nuestra fe comience a disminuir, nuestra fe a agotarse porque estamos siguiendo una idea de Dios y no lo que él realmente es.
Necesitamos reconciliar nuestra cosmovisión, la idea que tenemos de Dios con lo que Él es verdaderamente.
Jaled Armando
Jonás sabía quién era Dios pero aun así no le obedece, pero luego aun haciendo la voluntad de Dios predicando en Nínive se queda enojado como esperando otra cosa. Nos puede pasar que estamos haciendo la voluntad de Dios y en realidad no estamos de acuerdo. Esa lealtad a Dios, ese llamado a la obediencia sincera es más profunda que nuestras acciones a veces. Una cosa es la idea que tenemos de Dios, al cual podemos adorar, porque pienso que actúa, que piensa, que hace de cierta manera y otra cosa es la esencia.
Necesitamos conocer al Dios vivo, al Dios verdadero y eso lo hacemos a través de su palabra.
NUESTRA RESPUESTA AL LLAMADO
Vemos en la historia de Jonás un momento en el que desobedeció, esa fue la respuesta a su llamado y tuvo que pasar cosas para que en el segundo llamado de Jonás su respuesta sea la obediencia. Dios no desiste de Jonás. Por la obediencia o por las pruebas pero la voluntad de Dios se cumple, él es soberano, por eso su plan se cumple, depende de nosotros si nos alineamos o no a ese plan, si queremos ser partícipes.
Elijamos ser fieles, que nuestra respuesta al llamado de Dios sea: sí, hacelo conmigo porque no voy a tener dos lealtades, voy a decirte que sí y será para siempre.
No posterguemos el llamado de Dios, sino que salgamos del letargo, no lo posterguemos más, respondamos en fe, en amor. Muchos quizás no veamos más allá, quizás veamos que no tenemos nada, pero Dios tiene un llamado con cada uno y no se dará por vencido hasta que se vea cumplido en nuestras vidas. Por más que veamos limitaciones en nuestras vidas estamos siguiendo a un Dios que es ilimitado, que es eterno. Toda limitación o imposibilidad humana que pueda haber en nuestras vidas quedan reducidas cuando nos enfrentamos ante la eternidad de Dios.
Dios está hablando sobre nosotros es un espíritu de vida, y si él nos llamó El pagará por ese llamado, si él nos llamó es el que nos va a dar todo para que podamos ser fieles a ese llamado.
Jaled Armando
Dios nos hace un llamado general que es a la salvación, a ser sus hijos, a recibir perdón, nos llama para sanarnos. Nos llama reyes y sacerdotes, a ser santos, a estudiar su palabra, nos llama a conocerle, Dios está llamando a todas las naciones. Pero cuando ya empezamos a caminar y a ser discípulos de Él, nos hace un llamado especifico, una charla más profunda como cuando Dios nos dice: nos marca algo puntual que Dios nos está mostrando, hay señales.
Reconocemos el llamado de Dios, que nos llama a ser un rey y sacerdote, cada semana pasan cosas y necesitamos su perdón otra vez, nos quiere limpiar, nos quiere abrazar. Si nos sentimos abandonados, Él no es un Padre que abandona, nos dice aunque tu padre o tu madre te dejaren yo te abrazo, yo te llamo a mis brazos de amor, soy tu Padre. Si identificamos en nuestro corazón ese llamado específico que el Señor nos hace, quizás ese llamado que está en el fondo del mar va a resucitar, va a subir a tierra firme. El llamado no muere, parece muerto pero no lo está, porque el Señor lo resucita, parece que está dormido pero el Señor lo va a despertar. Y si lo estamos ejerciendo y desarrollando, perseveremos, abracemos el llamado, ya pusimos las manos en el arado.
Necesitamos a la comunidad de fe, necesitamos a la iglesia. Cuántas veces escuchamos discursos egoístas, discursos individualistas que dicen: aunque nadie creyó en mí, yo llegue hasta acá, nadie puede hacer nada o avanzar si no fuera por su gracia o porque otras personas creyeron en nosotros. No te sientas solo, ni abandonado porque hay un llamado en tu vida por eso la iglesia cree en ese llamado y en lo que Dios depositó. Vas a crecer, vas a fructificar, vas a multiplicarte, vas a experimentar en este tiempo una nueva vida. Es buena tierra, se puede crecer, se puede sanar y restaurarse en esta casa. Si te sentís como el hijo pródigo o el hermano, estas dentro de la casa pero te sentís excluido, que no podes desarrollar ese llamado, no hagas caso a esas voces del enemigo, te viene a susurrar al oído, en esta casa te podes desarrollar, podes crecer, podes ser, no hay límites porque estamos creyendo en un Dios sin límites.
Dios quiere traer un avivamiento sustentable, que viva en nosotros, que se expanda a todas las naciones. Aferrémonos a la comunidad, al que está al lado nuestro, creamos en lo que Dios depositó en cada uno de nosotros.
Pastora Daniela Rosales
Hay algo que Dios está esperando en este tiempo como iglesia, que traigamos salvación, libertad y sanidad. El Señor espera actos de justicia, basta a vivir una doble vida, a ser hipócritas, a decir una cosa y hacer otra, necesitamos ser íntegros en nuestras palabras y acciones. Actos de justicia no tiene que ver con que todo va a cambiar pero si tiene que ver con tener el carácter de Cristo, que ante situaciones no doblegan los principios, no doblegan lo que Dios puso en sus corazones.
En el momento quizás estos actos de justicia no se cuentan o no se ven, pero en el cielo sí, y en algún momento veremos actos en la tierra, ambientes transformados, vidas transformadas. Decimos actos de justicia y estamos declarando que el cielo venga a la tierra, que lo poco o mucho que tenemos sirva para transformar una vida, un ambiente y esa es la demanda que Jesús tiene sobre nosotros, que podamos ser la sal que preserva de todo lo putrefacto. En la antigüedad la sal se usaba para que la carne no se pudra, Jesús nos dice que somos la sal, debemos preservarnos del pecado. Somos la luz, debemos alumbrar, ¿que está viendo la gente cuando nos ve?
Seamos misericordiosos, colocarnos en la historia de Dios, la justicia de Dios hace que todas las cosas se ordenen de acuerdo al plan de Dios y cuando nos reconciliamos con Dios, con la iglesia, con nuestras vidas, con la familia, con la tierra, con las naciones, cuando nos reconciliamos estamos practicando actos de justicia. No tengamos en poco todo lo que estamos haciendo.
“Fuimos llamados, Dios tiene una historia con nuestras vidas, por eso debemos entrar en ella. Somos colaboradores, necesitamos entender esto para las dinámicas que vienen en los últimos tiempos. Necesitamos ubicar nuestra cosmovisión correcta, necesitamos ubicarnos en el lugar correcto, necesitamos permanecer en la doctrina, en la palabra, en la enseñanza, en la instrucción.
Tenemos que permanecer en la exhortación, en la santidad, en las bienaventuranzas, necesitamos permanecer en el perdón, en la unidad, en el amor unos por otros, necesitamos fortalecer el vínculo de la paz, la cual no es ausencia de problemas sino que el príncipe de paz este aun en medio de los conflictos. Por eso, nos reconciliamos nuestros corazones en el plan de Dios y le decimos: < acá estamos, Señor, donde nos envíe, iremos>
Tal vez muchos huyeron pero hoy están porque Dios no desiste, por eso nuestro corazón debe estar alineado. Vamos a dejar morir las excusas y las justificaciones y vamos aceptar el llamado que Dios nos ha dado. A través de nuestras vidas podemos llegar a naciones y ambientes que pueden ser transformados, pero para eso debemos reconciliarnos con el soberano. Dejamos nuestros prejuicios y argumentos sociales, políticos, económicos, necesitamos una revelación mayor.
Dejamos de luchar con Dios y nos amigamos para caminar juntos hasta que regrese, para colaborar, para ser fieles administradores de lo que nos ha dado. Rechazamos la indiferencia, la apatía, no pertenecemos a este sistema caído, fuimos comprados con su sangre para caminar en buenas obras.”