Tan solo una cosa es necesaria
12 de mayo de 2024
Vamos a entrar en un momento de profundidad en nuestras vidas hoy y pedirle al Señor que abra nuestros ojos. Que abra nuestros oídos y que inunde nuestro corazón con su amor pero al mismo tiempo, vamos a decirle al Señor que nos rompa la cabeza. ¿Por qué? Porque necesitamos que su reino sea introducido en nosotros para poder ver a ese Rey Glorioso.
Cada vez que nos exponemos a la revelación de su palabra nos estamos llevando perlas, tesoros. Hoy quizás ese tesoro nos está sobrando, pero va a llegar un momento, una circunstancia, una situación, donde vamos a encontrar en su palabra dada todo el sentido para nuestras vidas y será oro profundo. No desechemos todo lo que está sucediendo porque más tarde o más temprano nos servirá.
San Lucas 10:38-42 (RVR)
En nuestro diario vivir estamos haciendo tantas cosas, vivimos en una generación que cada vez va en aumento y cada vez son más las corridas y las cargas que tenemos que asumir. Estamos llenos de demandas, de cosas que debemos hacer y aparte todas las metas que nos hemos propuesto y en todo ese ejercicio el mayor riesgo que tenemos es que entremos en una dinámica de quehaceres donde Dios no está.
Dios nos está poniendo en su obra y si hay una obra necesitamos obreros y estos obreros deben trabajar. Cada vez que leemos este pasaje de Lucas nos encontramos con Marta y María, pero generalmente siempre hablamos mal de Marta, porque esta con los quehaceres de acá para allá y siempre exaltamos la imagen de María, porque se sienta a los pies de Jesús y le escucha.
Es tan importante el trabajo que hace Marta como el trabajo y la posición que tomo María, ¿Por qué? porque el trabajo es algo transversal en nuestras vidas al punto de que la palabra lo afirma en 1º Timoteo 5:18. El cual dice que el obrero es digno de su salario. La dignidad en esta generación no proviene de lo que recibimos, sino que la dignidad se refleja en todo lo que somos y hemos alcanzado dentro de su voluntad.
Necesitamos alcanzar altos niveles de dignidad para que el Cordero que fue dignificado se refleje a través de nuestras vidas.
¿Cómo vamos hacer la imagen de ese Cordero que es digno de recibir la gloria? Necesitamos dignificar todo lo que hacemos ¿Cómo? ¿De qué manera? Necesitamos encontrar la voluntad del Padre en todo lo que estamos haciendo. Cada vez que proponemos nuestra vida en servicio a la voluntad del Padre vamos a encontrar una dignidad constante. Muchas veces hemos reemplazado el trabajo con las obras que hacemos en la iglesia y debemos saber que nuestro trabajo es tan digno como el que hacemos en la iglesia porque en cada obra de justicia que estamos haciendo el Cordero está siendo dignificado a través de nuestras vidas. Quizás nunca tengamos un micrófono en la mano pero nuestro micrófono, nuestro pulpito será lo que estamos desarrollando en la ciudad y muchos verán la gloria de Dios en los mínimos detalles ¿Por qué? Porque en realidad estamos siendo dignificados, no por lo que nos pagan sino porque entramos en la voluntad del Padre. Hoy el trabajo o la función pueden cambiar pero lo que no puede cambiar es la voluntad del Padre en nuestras vidas. El Hijo fue coronado de dignidad y el cielo lo declara porque todo lo que el Hijo alcanzó estaba dentro del plan de Dios.
Apocalipsis 5:9-10
Nuestras lágrimas necesitan caer de nuestros ojos para encontrar dignidad en esa ciudad.
¿Qué está diciendo el cielo de Jesucristo? ¡Digno eres! ¿Qué sucedía en el contexto anterior? Lo tenemos a Juan en el cielo quien estaba llorando porque no había alguien digno de abrir el libro y desatar los sellos. Y al mismo tiempo que Juan llora para ver la dignidad siendo representada en ese lugar. ¿Qué es lo que nos hace llorar, que es lo que nos hace clamar para ver esta ciudad siendo dignificada? Juan estaba diciendo que no había nadie digno y es entonces donde aparece el ángel diciéndole: que se seque las lágrimas porque se había encontrado alguien digno de abrir el libro y desatar los sellos. El tener alguien digno nos dio una posición, la dignidad del Cordero nos posiciona y la pregunta es ¿para qué? Nos hizo reyes y sacerdotes dándonos autoridad.
Cada vez que vivimos en dignidad en esta tierra ejecutando la voluntad del Padre estamos posicionando a esta ciudad en un reino de reyes y sacerdotes.
Ahí es donde nos damos cuenta de que nuestras lágrimas valen la pena, cuando miramos la ciudad todas las mañanas ¿Qué es lo que nos hace llorar? Necesitamos reposicionar a nuestra ciudad en un reino de reyes y sacerdotes. Esto no lo da el trabajo, no lo ganamos mensualmente, eso lo obtenemos con lágrimas, entonces ¿Cómo Dios nos encuentra dignos en esta ciudad? Conforme a que su voluntad nos ha traspasado, nos traspasó a tal punto que queremos ver que toda esta ciudad se convierta en un reino de reyes y sacerdotes. Nos traspasó de tal manera que ya no queremos vivir por un salario, sino que ya vemos al trabajo como un propósito. ¿Por qué estamos yendo a trabajar? Porque hay un propósito mayor., porque nuestras vidas fueron conquistadas para hacer una sola voluntad, porque nuestras vidas fueron compradas para hacer una sola voluntad. Y si estamos dentro de esa voluntad todos los días es una oportunidad para cooperar con la voluntad del Padre, todos los días es una oportunidad para manifestar su reino. ¿Por qué trabajamos? Porque es la oportunidad de que cada compañero entre a un reino de reyes y sacerdotes, porque es una oportunidad de que la ciudad sea dignificada porque hay hijos de dignidad.
Cuando empezamos a ver a nuestro trabajo dentro de la voluntad del Padre ya no vamos a renegar más porque nos va a dar placer. Cuando hay un objetivo claro el placer comenzará a brotar desde nuestro interior, porque nos vamos a levantar cada mañana para decir: <Señor, danos una palabra para nuestro compañero de trabajo, danos una palabra para ese compañero de facultad que se sienta a nuestro lado, danos una visión, danos una palabra de conocimiento, danos algo para entregarles> entonces habrá un objetivo mayor. Pidámosle a Dios que nos dé su corazón para que esto no sea una teoría sino que se vuelva una realidad de todos los días. Pidámosle que quite de nuestros ojos del dinero para que la pongamos en un propósito que va más allá del dinero, tesoros en las manos de Dios.
La dignidad no se puede comprar, sino que se va adquiriendo a medida que Cristo se va formando en nuestro interior.
Muchas veces podemos entrar en un piloto automático y no nos damos cuenta, ahora ¿Cómo lo identificamos? Necesitamos interpretar la palabra de San Lucas 10 cuando Jesús el mayor revolucionario de ese momento entra a la casa de Marta y María, toma su lugar en la casa. Marta no percibe que Jesús estaba ahí, ¿Por qué no se da cuenta? Porque estaba afanada con los quehaceres, estaba tan empeñada con hacer cosas que el Salvador del mundo había entrado en su casa y ella no se había dado cuenta. Encima de que no se dio cuenta de que el mayor revolucionario de la historia había tomado tiempo para estar allí, ella se puso a reclamar.
¿Cómo nos damos cuenta de que estamos viviendo en piloto automático? Porque lo hemos menospreciado por sobre todas las cosas, porque los quehaceres se han vuelto más importantes que él. Y cuando las cosas no suceden de la manera que nosotros esperamos, encima vamos y reclamamos.
Porque en realidad Jesús ha perdido valor en nuestro día a día, lo hemos perdido de vista. ¿Cómo nos damos cuenta? El piloto automático no nos deja ver de qué Jesús está en la casa. Cuántas veces hemos venido a la casa y estamos tan turbados con problemas que no vemos lo que Dios está haciendo en medio de la casa.
El Señor sabe lo que necesitamos, sabe los problemas que estamos transitando. Por eso nos está esperando, ya sabe lo que necesitamos, no espera para que le reclamemos, sino que quiere nuestra atención otra vez. Cuán grandes han sido nuestros problemas, que muchas veces preferimos reclamarle antes que poner nuestra atención en Jesús. El piloto automático nos roba la capacidad de asombro. Jesús no va hacer lo mismo hoy que lo que hizo ayer o antes de ayer. Dios quiere hacer algo nuevo todos los días, no nos conformemos con lo que probamos ayer, hay mucho más, Jesús es una fuente inagotable.
Lo que va a cambiar nuestra historia no es que le reclamemos a Jesús nuestros problemas. Lo que va a cambiar nuestra historia es que estemos dispuestos a quebrarnos delante de él diciéndole: queremos escucharte.
No nos acostumbremos a los ambientes de gloria, a los grupos de vida, a lo que Dios hace en la calle, sino que pidámosle que nos devuelva la capacidad de asombro como la primera vez que le conocimos donde nuestro corazón comenzó a latir tan fuerte que era todo lo que necesitábamos. Y ahí es donde el piloto automático comienza a ser barrido completamente y empezamos a declarar el amor hacia el Señor. Lo que transforma una comunidad son personas que no se conforman con lo que están viviendo, sino que hay una insatisfacción por ver a Jesús regresar y eso nos hace decir: ¡ABBA! Cuánto te necesitamos.
Estamos viviendo una vida de iglesia y es extraordinario, quizás hay cosas que modificar pero lo que está sucediendo en este tiempo es hermoso. Necesitamos enfocarnos no en lo que nos falta como iglesia, sino en todo lo que hemos alcanzado.
El piloto automático siempre nos hace ver lo que falta y no nos permite disfrutar de lo que tenemos. Vamos a ir de gloria en gloria pero disfrutemos cada paso como si fuera el último. En el desarrollo necesitamos aprender a disfrutar porque no nos podemos acostumbrar, pues viene una temporada donde Dios nos ha llevado del cambio al movimiento, así como el pueblo de Israel era cambio y movimiento, pero ¿Cuál era la brújula? La presencia de Dios.
Hoy como Centro de Alabanza ¿Cuál es la brújula? La Presencia, no perdamos de vista la Presencia, no sea cosa que estemos construyendo algo donde la nube se haya corrido. ¿Cuál es el peligro de vivir en un piloto automático? Es que en el final de la historia todo lo que hemos construido en piloto automático se nos va a ser quitado, porque lo hemos perdido de vista.
En los procesos que vivimos en la vida Dios no está buscando que nos duela, sino que está buscando nuestro bienestar.
1º Juan 4:18
Nos menciona el pasaje que el perfecto amor hecha fuera el temor, pero también nos dice que el temor lleva en si su propio castigo y si nosotros permanecemos en el temor no está siendo perfeccionado en nosotros el amor. En realidad no estamos queriendo que el Señor intervenga en nuestro corazón porque tenemos miedo a que nos lastimen, a la confrontación, tenemos miedo a ser operados, tenemos miedo a que se vea nuestra vergüenza. ¿Por qué no tratamos las cosas del corazón? Porque tenemos miedo que nos duela, evitamos todo el tiempo la confrontación, el conflicto. ¿Cuál es la verdadera excusa que nos ponemos para no confrontar a nuestro hermano? Que como lo amamos no decimos nada, pero eso es mentira porque en realidad, no lo estamos amando porque el que ama busca ser perfeccionado en el amor todo el tiempo.
Automáticamente nosotros mismos nos estamos engañando si no confrontamos o no resolvemos. En las decisiones donde Dios se está metiendo para perfeccionar el amor nosotros estamos tomando un camino de bifurcación y no nos damos cuenta de que ese camino de bifurcación nos va a llevar al mismo lugar, y ¿Qué pasa cuando hay cosas del corazón que no están resueltas? Lo que pasa es que cuando no resolvemos las cosas del corazón las vamos a seguir trasladando todos los años de nuestra vida.
Necesitamos ser operados porque el amor de Jesús necesita perfeccionarse en nosotros. El motivo de nuestra sanidad va a llevar a que Jesús sea perfeccionado en nosotros y a través de nosotros
Muchas personas en el momento del conflicto tienden a escapar porque viven una vida de mentira. El problema no lo tienen las otras personas, sino que el problema está en nosotros porque estamos evitando ser sano del corazón. No se trata de las personas, sino que se trata de los topes y los límites que nos ponemos porque el amor no se ha desarrollado en nosotros. Estamos concibiendo una vida de castigo porque el miedo nos ha tomado por completo, entonces no decimos las cosas. Todo lo que decimos en amor va a edificar, la operación a corazón abierto duele pero eso nos llevara a momentos de vulnerabilidad muy grandes, donde nos vamos a tener que quitar la ropa. ¿Por qué? Porque para hacernos esa operación en lo natural debemos sacarnos la ropa y nos proporcionan una bata que en realidad no cubre nada, entramos al quirófano donde hay muchas personas y esto se torna para nosotros en un ambiente de vergüenza tremendo porque no queremos que vean nuestra desnudez.
Eso pasa cuando no tratamos las cosas del corazón, no queremos que vean nuestra desnudez, pero debemos entender que cada vez que tratamos las cosas del corazón para ser intervenidos por Dios hay toda una iglesia que cubre multitud de errores. Si no nos cubrimos entre nosotros ¿quién nos va a cubrir? Necesitamos ser intervenidos, el temor lleva consigo castigo y el castigo del temor es nuestra separación. El castigo que estamos comiendo es que nos separemos entre nosotros, pero declaramos que esto no sucederá entre nosotros, sino que vamos a ser crecer una iglesia madura en Cristo que quiere tratar los asuntos del corazón para ver crecer el amor en medio nuestro.
¿Por qué no debemos actuar con miedo? Porque el miedo nos va a alejar de la bendición y nos va a llevar a no disfrutar del verdadero amor.
1º Samuel 15:24
Dios habla por boca de Samuel y le dice a Saúl que tenía que matar a todos, pero Saúl hizo lo que el pueblo quiso porque tuvo miedo de perder autoridad. El día que tuvo miedo y desobedeció la voz de Dios y puso por encima la voz del pueblo fue el último día de su reinado.
San Mateo 25:25
El siervo entierra el talento porque tuvo miedo y se quedó sin nada.
Génesis 31:31
Jacob tuvo miedo de Labán y escapo, pero Labán solo quería bendecirlo.
El miedo lo que provoca en nuestras vidas es alejarnos de la bendición, declaramos que esta es una generación que no tendrá temor sino que se conecta con los afectos del corazón del Padre. Una generación que quiere ser operada para que Dios arranque el corazón de piedra y ponga el corazón del Padre en nuestro corazón. No vamos a ser avergonzados si tratamos los asuntos del corazón, aquellos que están luchando en oscuridad es tiempo de venir a la luz, no tengamos miedo, subsanemos las heridas del corazón.
Dios también quiere que seamos exactos, y la palabra exactitud viene de la realidad: puntualidad y fidelidad. Debemos querer ser fieles y tener la capacidad de no perder de vista a Jesús en el camino, ni en las personas. Porque las heridas del corazón nos nublan la vista de tal manera que nos sentimos defraudados, pero cuál es el problema de que la vista se nuble, es que en realidad dejamos de ver a Jesús en las personas. ¿Por qué? Porque comienzan a entrar en nuestra cabeza pensamientos de que las personas que tenemos alrededor no van a cambiar más. El mayor desafío no es solamente perderlo de vista en nuestros tiempos de intimidad o cuando nos reunimos como iglesia, sino nuestro mayor problema es perder de vista a Jesús en las personas, este es el desafío constante que hoy tenemos.
El tener un corazón sano nos lleva a ser fieles con la realidad, con quien Dios ama, por eso nos quiere perfeccionar en su amor para que veamos a las personas como el las ve. Vamos a ser operados de nuestra vista de nuevo, viene colirio a nuestros ojos para poder ver con claridad.
María tuvo la capacidad de elegir ver a Jesús, en la vida decidimos donde depositar nuestras fuerzas, que vamos hacer pero la mayor garantía es saber que todo lo que estamos haciendo va a ser probado por el fuego.
1º Corintios 3.11-13
¿Cómo estamos construyendo relaciones saludables? Eso será probado pero el fundamento necesita ser Jesucristo. Las tres cosas que Dios nos pide son: caminar con el corazón abierto, ser exacto y afilar el hacha.
Habían dos leñadores: uno joven y uno viejo que tenían como cometido entrar en el campo y empezar a talar árboles. Los dos comienzan a bajar los árboles y en determinado momento el hombre viejito se sienta, toma una piedra y comienza a afilar su hacha. El joven le pregunta qué estaba haciendo y por qué paro si estaban en su mejor momento. Tenemos fuerza, vitalidad, estamos siendo exitosos en la labor que nos fue encomendada dijo el joven. El viejito lo mira y sigue afilando el hacha, el joven se enojó y siguió talando árboles pero el hacha del joven se queda sin filo y tuvo que hacer más fuerza de las debidas; el mango del hacha se le rompe y tuvo que parar. Cuando el joven para, el viejito se pone en pie y tomando su hacha afilada comienza a talar árboles, entonces el viejito termina siendo más efectivo que el jovencito nunca paró.
Paremos para que el Señor trate nuestro corazón si es necesario. Necesitamos ser cada día más exactos porque eso nos llevara a mayores niveles de fidelidad. Mantengámonos preparados para la próxima temporada con mucho más filo.
Debemos entender cuando es el tiempo de afilar el hacha, porque no vaya a ser cosa que en el correr del camino algo suceda y nos veamos obligados a parar. Vamos a afilar el hacha y ¿Qué es afilar el hacha? Es momento de discernir cuando parar, de asumir nuestra responsabilidad para tratar lo que debe ser tratado, de vivir un nivel mayor de fidelidad con Dios, con la iglesia, con la familia, con nuestras vidas Esto no se trata de no hacer nada, sino que es necesario que ya no hagamos las cosas en piloto automático. Es necesario que empecemos a revaluar todo lo que hemos hecho durante todos estos años y si hemos tenido el peso y el valor de lo que Dios espera de nosotros.
A veces tenemos miedo de parar porque pensamos que todo se va a caer y es la mayor mentira porque el mundo sigue corriendo. Pensamos que todo se trata del hacer y no estamos trabajando en el ser. María podía hacer lo mismo que Marta pero ella eligió la mejor parte, claro que no estuvo toda su vida a los pies de Jesús. Porque todo lo que estamos viviendo se resume en San Mateo 7:21-23 todo lo que hoy estamos haciendo va a finalizar en una conversación, todos tendremos una conversación cara a cara con Jesús. ¿Cuál va a ser el núcleo de esa conversación? ¿Todo lo que hemos hecho? claro que no, en esa balanza de esa conversación lo único que Jesús va a pesar es cuanto lo hemos conocido. En esa conversación final lo que él nos va a decir es si nos conoce o no nos conoce porque en realidad el que lo está diciendo es el mismo. Por eso en madurez elaboremos nuestros días para que nuestro mayor objetivo sea conocerlo, porque mientras más lo conozcamos más nos vamos a enamorar de él.
Necesitamos recuperar en esta generación el corazón de María y no perder de vista las manos de Marta. Necesitamos tanto las manos de Marta como el corazón de María, necesitamos aprender a discernir cuando es el tiempo de parar.
Todo lo que está sucediendo los viernes en Casa de Oración no es una reunión de oración, no es una actividad más para la iglesia, lo que está sucediendo es preparar la casa para conocerle más, porque de eso se trata Casa de Oración. Es nuestra oportunidad de conocer al Señor corporativamente. Porque en el momento en que entramos en su corazón, porque estamos buscando que él nos conozca, automáticamente estamos entrando en su corazón y el Señor nos va a expulsar de su corazón para amar lo que el ama. ¿Cuál es el corazón de la casa? Estamos generando un lugar para conocerle más y ese es nuestro objetivo, no hay otra razón.
El conectarnos solo con el hacer no es el todo, nuestro mayor objetivo en esta vida es conocerle.
“Todo termina con una conversación y deseamos que el resultado de esa conversación sea que él nos diga: ¡te reconozco! Pero no por todo lo que hemos hecho, sino porque gastamos nuestros días en conocerle, en ese lugar secreto donde solo queremos conocer su corazón, en la porción que dejamos en cada uno de nuestros hermanos. Porque el conocerle no solo nos lleva al lugar secreto a un movimiento individual, sino que nos lleva a conocer a Dios a través de nuestros hermanos. Por eso, decimos que necesitamos ser intervenidos en los asuntos del corazón para ser subsanadas las grietas y poder contemplar a Jesús en amor a través de los otros. Queremos conocer a Cristo, que este sea el grito de nuestro corazón todos los días, solo se trata de Él.”