Pochoclos para el rey

26 de mayo de 2024

¿A quién no le gusta ver películas? Qué lindo es cuando vemos una película en casa y tenemos ese detalle de los pochoclos. Imaginemos a Jesús viendo la película de la historia de la humanidad donde uno de los protagonistas es su novia, su iglesia. Y somos nosotros los que le entregamos el detalle, ese condimento que puede traerle alegría a su corazón: los pochoclos.

¿Cómo podemos ser la iglesia que le da placer a Jesús?

San Marcos 16:15-20 (NVI)

Según el Evangelio de Marcos encontramos aquí el mandato de la gran comisión y del último versículo podemos extraer tres puntos importantes:

  • Predicar por todas partes
  • El Señor ayuda en la obra
  • Las señales respaldan su palabra

Debemos predicar la buena noticia en todo lugar, primero en casa, luego afuera adonde nos movemos y después sin límite en todas partes. La proclamación de la buena noticia es la primer parte, después debemos encarnar esa buena noticia y discipular a las personas a quienes le dimos a conocer la buena noticia.

¿Qué quiere decir que prediquemos la buena noticia en casa? Quizás podemos ser buenos evangelistas en todo lugar hablando de la buena noticia, pero lo importante es que en casa nuestra familia vea que somos la buena noticia con nuestras acciones, con nuestras expresiones, con nuestras reacciones. Pedimos perdón si nos equivocamos, construimos un hogar sano, no juzgamos si los nuestros se equivocan. Sin duda habrá tensiones y diferencias pero que en todo momento podamos ser la buena noticia. Esa buena noticia empieza con la proclamación pero después sigue con una transformación que sucede en nosotros que nos hace ser esa buena noticia.

Predicar la buena noticia es encarnarla en nuestras vidas, que nosotros seamos la buena noticia. Seamos iglesia en nuestro entorno familiar, con los más cercanos.

La proclamación es la primer parte pero después viene el discipulado que es caminar junto a las personas a quienes les hemos hablado de la buena noticia. Todos estamos llamados a discipular a otros y a ser discipulados. No podemos caminar solos siempre necesitamos del otro, primero proclamamos la buena noticia y después vivimos el mensaje.

San Mateo 24:14

No solo anunciamos, eso es solo la primera parte, luego debe continuar con el testimonio que es la evidencia para la buena noticia para nuestro contexto, nuestra vidas son testimonios. Dios nos perdona por eso cambiamos de dirección y encarnamos la buena noticia. Dios perdona por eso perdonamos, Dios nos abraza entonces nosotros abrazamos, Dios provee por eso confiamos en su provisión, Dios lo dio todo, entonces lo damos todo, ¿es difícil? Sin duda si, pero es lo que Dios nos mandó hacer, encarnar esa buena noticia.

¿Cuál es la buena noticia?

Cristo es la buena noticia encarnada y lo mismo quiere Dios para nosotros, ser esa buena noticia para los que viven con nosotros y para el mundo entero.

Jesús antes de la cruz predicó la buena noticia, él era la buena noticia. Juan el Bautista preparo el caminó, no venía anunciando, los profetas también lo anunciaron. Entonces la buena noticia es que Dios se propuso redimir al hombre, perdonar sus pecados, darle un nuevo corazón para tener una relación con él y un día vivir para siempre juntos. Es más amplio que ese momento que llamamos la cruz, el cómo Dios hace todo esto. Es Cristo con su obra redentora y todo lo que implica: vino, vivió, caminó entre nosotros. Desarrolló un ministerio, murió, resucitó, ascendió al cielo, regresará y mientras tanto dejó al Espíritu Santo a cargo de toda la iglesia para llevarla adelante y hacer lo que le llamamos santificación, lo cual nos va preparando. Lo que es la redención que aún no termina, somos redimidos todo el tiempo de costumbres, de pensamientos, de gestos, de actitudes.

Nuestro corazón todo el tiempo está siendo redimido y santificado.

Lleva años encarnar esa buena noticia, no es solamente decir que Jesús les ama, sino debemos mostrarlo todo el tiempo. En casa nos debe funcionar la buena noticia, esto a todos nos cuesta, pues es un trabajo diario pero empieza en casa y de allí a todo el mundo. El Señor ayuda en la obra: nosotros somos sus colaboradores pero la obra es suya y es bueno saber que el Señor quiere ayudar. No es un Dios que esta distante, no es un Dios lejano. Él camina con nosotros, él es Emanuel “Dios con nosotros” no nos deja, a él le interesa todo lo que atravesamos, está en nuestras caídas, él quiere ayudarnos.

A todos nos cuestan muchas cosas, necesitamos ayuda en nuestras emociones, en el espíritu, no vemos todo perfecto en nuestras vidas pero sabemos que Dios está con nosotros pues él quiere ayudarnos.

La obra más grande es la que Dios está construyendo en nuestras vidas y en nuestros hogares.

Filipenses 1:6

Todas las cosas que vemos en nuestras vidas que no está bien todavía, que no son perfectas, el Señor se va a encargar de irlas perfeccionando, pues el que comenzó la buena obra la va hacer perfecta. Él no está apurado, el Señor está preparando todo para ese gran día en que será su regreso, el cual será perfecto, por eso va perfeccionando su obra, él está con nosotros. Él quiere ayudarnos pues le interesan todas las cosas que a nosotros nos están pasando, los dolores, las amarguras, las lágrimas por las noches. Él escucha esas preguntas que nos hacemos mirando al cielo, los momentos de confusión, los momentos que no queremos seguir adelante, cuando nos caemos, él nos está viendo, camina con nosotros, esa obra que empezó él la va a terminar.

Las señales respaldan su palabra: vamos a ver milagros sobrenaturales, no podemos dejar de creer eso, ¿Cómo funciona el poder sobrenatural, hay personas que tienen dones de sanidades, es la fe de la personas, es la soberanía de Dios? ¿Por qué seguimos necesitando milagros en nosotros? ¿Cómo hace Dios?

La iglesia debe orar por los milagros y cuando sucede el milagro, esa parte sobrenatural la hace Dios, debemos orar hasta que esas dos partes se unan y el milagro suceda. Todos los milagros que veamos, las sanidades que sucedan son señales porque apuntan a alguien que es Cristo, pero hay otra señal que la gente va a ver que apunta a Cristo.

Nosotros seremos la señal de que las promesas de Dios se cumplen.

El mundo ya vio señales sobrenaturales y seguiremos orando, pero quizás conocemos a personas que han recibido milagros y hoy no están entre nosotros, todos los que fueron sanos ¿por qué hoy no están? Son decisiones, al fin y al cabo queremos la sanidad física pero lo más importante es que se salve el alma para que este con el Señor por siempre.

Hay una señal que nuestros vecinos y amigos que no creen en el Señor que no van a poder negar, hay una señal que los va a sacudir, que es ser la buena noticia encarnada. Pueden recibir un milagro de sanidad y se pueden ir, pero no van a poder negar que la buena noticia llegó a nuestros matrimonios y los restauró, nadie va a poder negar que muchos dejamos a Dios. Nos fuimos a cometer pecados, volvimos y Dios nos restauró, nos dio una nueva oportunidad y abrazamos otra vez el llamado, nadie va a poder negar que la gracia de Dios es una buena noticia para este mundo, nadie va a poder negar que la buena noticia vive en nosotros.

Nosotros somos las señales que hablan a este mundo herido, nosotros somos la buena noticia, los que fueron abandonados pero construyeron un hogar y no abandonaron, son una buena noticia, una familia que permanece, un esposo fiel, un hijo que ama a sus padres, un adolescente que estudia, que es honrado, honesto en la escuela, esas señales son más poderosas que cualquier otra. La buena noticia encarnada en la iglesia, afuera esperan esa buena noticia y esa es la que nadie puede imitar, es la buena noticia que vienen del evangelio creciendo en nosotros, esa semilla que está en nuestros corazones y crece, esto nadie lo puede negar.

Nosotros somos esa buena noticia, la iglesia de Jesucristo es la buena noticia encarnada, y eso vale más que el oro.

Una señal que muestra a Cristo, que les muestra a los de afuera a Cristo, apunta a Cristo. Lleva décadas encarnar la buena noticia en una ciudad, cada uno de nosotros somos la buena noticia, lleva años caminar con Cristo. Somos la señal para Rawson un año más, tomando el legado de los que nos precedieron y entrenando esta nueva generación. Si llevamos años en el evangelio y el diablo nos viene a repetir que seguimos igual que siempre, erradiquemos esa palabra, porque la buena noticia esta germinando y creciendo en nuestros corazones. Cada domingo que vamos a la iglesia, cada grupo de vida al que asistimos, la buena noticia sigue creciendo. No somos los mismos de hace veinte años, la buena noticia crece en nosotros, cada vez seremos más parecidos a Cristo, cada vez más perfectos, más parecidos a aquel que nos amó, a Cristo Jesús. La gracia de Dios nos cubre y abraza, no somos iguales.

Dios hoy nos anima y nos dice que sigamos avanzando, que permanezcamos hasta el fin, que seamos la luz para Rawson, que encarnemos la buena noticia. Hay esperanza porque la buena noticia está siendo vivida por nosotros. Prediquemos por todas partes, hay muchos que necesitan escuchar la buena noticia, viene un tiempo de cosechar lo sembrado por años. Si somos fiel en lo poco el Señor nos pondrá sobre mucho, nos dará más. “Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz”, vamos juntos.

Retomando el inicio de esta nota haremos alusión a la parábola del pochoclo, dijimos que es lindo mirar una película con el detalle de los pochoclos y para prepararlos vamos a necesitar: el maíz (nosotros) una olla (contexto-iglesia) aceite, fuego (Espíritu Santo) y azúcar. Colocamos los maíces dentro de la olla y con el aceite y el fuego más el sacudimiento de la olla estos maíces se transformaran en ricos pochoclos.

Con nosotros sucede lo mismo, necesitamos de un contexto, la iglesia, el cuerpo de Cristo, en este contexto viene el aceite y el fuego que no es otra cosa que la representación del Espíritu Santo, el cual desciende, se manifiesta, sentimos su calor que nos abraza, que nos sana y nos confronta con nuestro destino profético para el cual fuimos llamados. El Espíritu Santo nos confronta, la olla se mueve, la iglesia se mueve, se sacude con los procesos que atraviesa. Así, como el barco en medio de la tempestad que se sacude con las olas y el viento pero debemos estar tranquilos, porque adentro está el maestro, adentro está el Rey y él nos llevará a ese destino. ¿Y el pochoclo? Somos nosotros, ¿Qué pasa si no permanecemos en la olla? Vamos a ser un hermoso maíz. Si no soportamos el sacudimiento y queremos salir antes, seremos un maíz. Pero si permanecemos unidos en esa olla, en este contexto, en la iglesia, en armonía con el seremos como el aceite (salmos 133) que cae sobre la barba y va hasta los pies. Cuando estemos en armonía con su plan caerá el aceite sobre nosotros, cuando estemos juntos y unánimes veremos sobre esta generación el fuego y el viento. Cuesta, hay roces externos e internos pero esta es la iglesia, acá estamos. Seamos los mejores pochoclos para honrar a este Rey que está viendo la película de la historia de la humanidad y nosotros seremos un detalle que se ofrece a este Rey para que reciba placer.

“Cuan bueno y cuan agradable es que los hermanos convivan en armonía, es como el buen aceite que desde la cabeza va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras, es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sion. Ciertamente allí el Señor envía su bendición y vida para siempre”  Salmos 133 (cantico de los peregrinos de David)

“Vamos todos al fuego para convertirnos como comunidad en lo que Dios pensó. En armonía con su plan él derramará el aceite para que juntos y unánimes veamos el fuego y el viento una vez más. En la olla, en la iglesia, en el altar quemaremos todo y desde aquí seremos enviados a nuestras familias, trabajos, universidades, emprendimientos, ciudades vecinas, países y los confines de la tierra. Seamos la buena noticia en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra, seamos la iglesia que le da placer al Rey Jesús.”

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