Llamado a la perseverancia

23 de junio de 2024

El Espíritu Santo tiene un llamado para nuestras vidas hoy, necesitamos invertir y ser intencionales en las cosas que estamos haciendo y construyendo como familia, como congregación y como individuos. Intencionales en saber invertir nuestro tiempo, dice la palabra que “aprovechemos bien el tiempo porque los días son malos” (Efesios 5:16)

Cuando leemos Hebreos una de las cosas que se repite una y otra vez es la perseverancia. El autor siendo insistente para que sean perseverantes en el oír, en el congregarse, en el entender la obra de Cristo. Lo que él hizo fue por nosotros y para nosotros comprándonos con su sangre, nos limpió de nuestros pecados, abrió un camino para que podamos caminar en libertad y siendo libres poder acercarnos al trono de la gracia. Y ¿Cuál es nuestra respuesta, nuestra inversión en lo que él nos propone?

Hay una urgencia del Espíritu Santo para decirnos que no podemos acomodarnos, no podemos esperar las condiciones ideales para hacer algo para él, hay que ser perseverantes, no hay que abandonar la carrera. Pablo nos dice que debemos llegar a la meta en la carrera que tenemos por delante (hebreos 12:1) y no se trata de llegar rápido sino de ir avanzando. Este es el problema que tenían los hebreos, ellos querían volver atrás y el autor les da un panorama fuerte y confrontativo de lo que significa abandonar esta esperanza nueva. Cristo literalmente se partió para que tuvieran una nueva vida, pero aun así ellos querían volver atrás. No es muy diferente con nosotros hoy, muchas veces nos volvemos atrás tratando de no comprometernos tanto, o porque hay algo que no nos gusta y entendemos que nadie nos obliga a nada, somos libres pero no podemos callar lo que el Espíritu Santo nos dice en la palabra.

No podemos callar de lo que oímos y estamos experimentando a través de la revelación de las escrituras.

Nos dice la palabra que la gente perseveraba en la doctrina y se reunía en el templo y en las casas todos los días (Hechos 2:42) cuando perseveramos entendemos que es porque amamos algo y queremos llegar a una meta para lograr lo que nos proponemos.

Perseverancia: es el esfuerzo continuo necesario para lograr aquellos objetivos que nos proponemos. Es la capacidad de una persona para mantenerse firme en una decisión tomada, a trabajar de una manera constante para conseguir una meta sin llegar a renunciar, incluso frente a los obstáculos más difíciles. Algunos sinónimos son: constancia, tenacidad, empeño, firmeza, tesón, persistencia.

Hebreos 10:19-23 (NVI)

Hay promesas, hay un sacrificio que fue comprobado, hay evidencias de la muerte, de la resurrección de Cristo, quinientos pudieron ver la ascensión de Cristo, hay testigos oculares acerca de su muerte y resurrección, existió y es verdad. Nosotros no tenemos que hacer ningún sacrificio para lavar nuestros pecados, solamente dice el autor de hebreos “Acérquense con un corazón sincero” es decir la intención es: ¡vamos, acérquense!

Como iglesia en este tiempo debemos ser:

Perseverantes en una cultura de intimidad e intercesión: ¿nos sentimos satisfechos con nuestra vida de oración? Hebreos nos habla de un sumo sacerdote quien se ponía delante de Dios para lavar los pecados del pueblo, pero hoy ya no hay nadie que haga eso por nosotros. En Apocalipsis nos dice que todos nos vamos a convertir en un reino de reyes y sacerdotes para nuestro Dios. Entonces el sacerdocio es una posición que nos da Dios a todos nosotros, de acercarnos. Antes lo hacía el sumo sacerdote solamente con Dios, ahora cada uno de nosotros cumple esa función de acercarnos a su presencia. Si leemos Apocalipsis vamos a encontrar muchas referencias que expresan la importancia de una iglesia que intercede, nos dice su palabra que en el cielo hay ancianos, ángeles, arpas que es la adoración, la música y las copas que son las que están llenas de nuestras oraciones. Las oraciones de los santos y la intercesión en este tiempo es clave especialmente para lo que vendrá.

La vida de un intercesor crece en madurez espiritual porque no solamente está clamando y orando pidiéndole cosas al Señor, sino que se está interponiendo entre Dios y la necesidad o las personas, viendo cómo cooperar con el plan de Dios.

 La intimidad en este tiempo es clave para nuestras vidas, porque es nuestra posición frente a Dios, él entregó su cuerpo para que no haya intermediarios para que así podamos entrar confiadamente. Dice Isaías 56:7 “yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración”. Esto quiere decir que habrá un deleite en su casa de oración, el plan de Dios con la iglesia es convertirnos en una casa de oración a las naciones. Cuando comenzamos a entender esa posición de intimidad y de intercesión nos hacemos más fuertes ante las adversidades.

La intimidad con Dios hace que cada vez que nos encontremos con él sea como un espejo en el cual nos vamos viendo y vamos siendo transformados a su imagen.

(2º Corintios 3:18) nuestra vida y corazón empiezan a tomar la forma con la cual Dios nos creó, las escamas se caen, comenzamos aborrecer el pecado y nos deleitamos en la persona de Jesús. No solo somos oidores y espectadores de la palabra, sino que somos uno con Cristo. Hoy nos viene un llamado de urgencia para nosotros a construir una cultura, no un momento. Nos dice San mateo 6:6 que cuando oremos, entremos en nuestro cuarto y cerremos la puerta. Y esto puede ser literal pero también lo podemos tomar a que debemos cerrar la puerta a las distracciones, al pecado, cerrar todas las puertas que nos estorban en nuestra relación con Dios.

No vamos a poder crecer de otra manera, no vamos a poder sostenernos, no vamos a poder comprender los últimos tiempos cuando Dios desate los juicios sobre la tierra. A medida que pasen los años vamos a ver muchas cosas más de las que están pasando, pues en la tierra que Dios le dio al hombre para administrarla cada vez vemos más abusos, más trata de personas, más esclavitud, más pecado, más mentira, más corrupción, más crueldad, entonces lo que Dios tiene que hacer en su propia tierra es purificarla. A través de los juicios la gente aprende lo que es la justicia, entonces la intimidad nos posiciona para comprender lo que va a suceder, ser libres del engaño, de la mentira, libres de la ofensa.

Una vida de intimidad nos lleva a tener humildad y responder con amor y con altura sabiendo que el Dios que nos llamó es el Dios que nos respalda.

Por eso la intimidad nos prepara para vivir los momentos más difíciles, Jesús dijo que tendremos aflicción. (San Juan 16:33) hasta que él regrese puede ser que nos toque vivir aflicciones pero la intimidad e intercesión nos posiciona en un lugar donde cuando todo se derrumba podemos encontrar paz en medio de la tormenta, podemos encontrar respuesta de Dios en su presencia. Jesús se dedicaba a la oración y tenemos que aprender de él, ¿Cómo pudo soportar todo lo que vivió? Solo yendo al Padre. Dios Padre es personal y quiere tener una relación personal con nosotros, quiere conocernos y que le conozcamos también a él (Romanos 8:34 – Hebreos 7:23)

Hebreos 10:24 (NVI)

Perseverantes en la comunión: tenemos muchas cosas en común en Cristo, hay cosas que nos unen como cuerpo, debemos tener una revelación de la iglesia. Debemos mirar a las personas a través de lo que Cristo hizo en nuestras vidas, debemos pedirle al Espíritu Santo que nos permita ver a la gente así como Cristo nos ve, que nos ama, nos acepta, nos tiene paciencia, es constante en su amor, perdón, misericordia, que nos trata con honra.  Estas deben ser las mismas actitudes que debemos tener con nuestros hermanos. Confrontamos lo que está mal pero también animamos, impulsamos, debemos preferirnos en honra como dice Pablo preferirnos unos a otros (Romanos 12:10) pero ¿Por qué nos cuesta la comunión? La iglesia comenzó hace dos mil años y siempre el trabajo del diablo fue destruir a la iglesia porque ella es la imagen de Cristo en la tierra y Satanás no soporta a Cristo pues lo derrotó como un hombre en la cruz y nos acercó a todos nosotros a él. Por tantos años las iglesia fue muy golpeada, por muchos años fue una institución, una liturgia, íbamos a la iglesia sin entendimiento, siempre con quejas.

La iglesia no se construye con quejas, se construye amando, sirviendo y trabajando.

Hacemos lo que Jesús hizo en la tierra, pero no solamente haciendo, sino que siendo iguales a él y para esto tiene que haber una revelación de Jesús en nosotros. No podemos forzarnos para ser igual a Jesús pero el Espíritu Santo en nosotros nos da la capacidad y pone todo lo que está en el corazón de Jesús en el nuestro, pero si no somos persistentes en una vida de intimidad nunca vamos a poder ver la iglesia como el la ve, siempre va a faltar algo. La comunión para Dios es importante, la iglesia de Cristo es importante, Efesios 5:2 nos dice que él se entregó por amor a la iglesia. No negocia nuestras vidas sino que persiste en amor. “La iglesia es un acto de compromiso en el cual uno le dice al otro: yo soy tu responsabilidad y tú eres mi responsabilidad” somos guarda de nuestros hermanos.

Hebreos 10:26 (NVI) Muchas veces con nuestras acciones, con nuestra forma de vivir rechazamos lo que Jesús hizo por nosotros.

Perseverantes en el temor de Dios: ¿Qué es el temor de Dios? Es honrarle, es tener conciencia de su presencia, pues es omnisciente, omnipresente, pero también es ver cómo trato a los demás, cómo hablo de los demás, cómo es nuestra posición frente a la tentación, frente al pecado. Fuimos llamados a libertad, pero el temor de Dios nos mantiene conscientes de que un día daremos cuenta de nuestras vidas y esto no tiene que ver con tener miedo, sino un temor reverente. Él es invencible, omnipotente, está sentado en el trono, de todo lo que están haciendo las naciones él ya tiene sentencia pues está mirando. Si no tenemos conciencia de que esa persona que vino a la tierra fue quien peleó por amor por nosotros y lo seguimos rechazando tomando el pecado con liviandad, llevando adelante los impulsos de nuestra carne sin importar que podemos dañar a nuestros hermanos., debemos tener cuidado porque nos estamos destruyendo a nosotros mismos.

Salmos 128:1-4  –  San Lucas 1:50  –  Salmos 31:19 –  Proverbios 1:7  –  Salmos 147:11  –   Hechos 10:34:35  –  Hebreos 12:28-29 

Si queremos tener sabiduría para liderar, para guiar nuestras casas o familias tengamos temor de Dios.

No es una vida religiosa, nos deleitamos en él reconociéndolo en todos nuestros caminos, todo es de él, por él y para él, todo volverá a él. El temor al Señor trae sabiduría. El Salmo 51 lo escribe David porque había pecado pero tuvo una actitud de pedirle a Dios que no lo quite de su presencia, que le devuelva el gozo de su salvación. David temía a Dios, sabía quién era, sabía que no podía gobernar la nación si su presencia no estaba. ¿Qué nos preocupa, perder un trabajo o perder su presencia? En lo que más estemos preocupados va a determinar nuestra eternidad.

Hebreos 10:32 (NVI)

Perseverancia en las tribulaciones: vamos a tener que ser perseverantes aun en medio de las tribulaciones, en cuanto más venga la prueba debemos tener más adoración, más gratitud, más oración, más comunión, más entrega porque es Cristo creciendo en nuestras vidas. La perseverancia en la tribulación es lo que fortalece nuestra fe, si nos tocara de ser parte de un tiempo en que las iglesias se tengan que cerrar ¿Cuál sería nuestro deleite?  ¿Cuál nuestra fuente de conexión? Tener temor de Dios nos lleva a dejarle el control a él, no debemos controlar todo el tiempo las cosas. Esto se ve mucho en este tiempo, en esta sociedad, por eso los ataques de pánico, las ansiedades, las incertidumbres. Debemos estar firmes y perseverantes en las tribulaciones.

Hebreos 10:35:39 (NVI)

Perseverancia en hacer la voluntad de Dios: no somos de los que volvemos atrás, la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2) ¿lo estamos viviendo así? O lo estamos viviendo como un pesar, como un martirio, lo que él determinó para nuestras vidas desde el lugar donde nacimos hasta el lugar donde nos plantó debemos vivirlo como su voluntad, agradable y perfecta. Cuando vivimos una vida de intimidad, de comunión, cuando somos perseverantes en el temor del Señor y somos conscientes de su presencia. Cuando aprendemos a mirar como vencemos los obstáculos en las tribulaciones, la voluntad de Dios se vuelve un deleite, es agradable, no importa lo que suceda, lo que pase.

Sin una vida de intimidad no vamos a conocer su voluntad, no vamos a entender lo que Dios quiere para nuestras vidas, no vamos a entender su plan.

Ya toda la historia está escrita, lo que debemos hacer nosotros es perseverar, rechazando la religión, la resignación, el volvernos mediocres espiritualmente, la frialdad, la tibieza espiritual y en esa perseverancia hasta que Cristo vuelva él va creciendo en nosotros y vamos comprendiendo, vamos disfrutando, queda un tiempo todavía hasta que el vuelva, no sabemos cuándo pero la pregunta es ¿Qué vamos hacer hasta que el vuelva?

Es importante entender que no podemos negociar nuestra intimidad, que debemos tomar nuestro lugar como sacerdotes e interceder. El enemigo y nuestra carne nos van a poner muchas excusas y muchas cuestiones, entonces nos quedan dos opciones: ser gruñones hasta que Cristo venga o encender nuestro corazón para ver el fruto de nuestra perseverancia. Y cuando lleguemos delante de su presencia podamos ver nuestra recompensa. Él premia a los que le buscan, y no tiene que ver con una posición más alta que otro, sino que es compartir con él, es verlo, es disfrutarlo, es saber que fuimos creados con un propósito. Es entender que no estamos por casualidad, no fuimos un plan B sino que somos escogidos desde antes de la fundación del mundo. Fuimos creados para caminar en buenas obras, no fuimos creados para este sistema. Mantengamos el corazón encendido para que ni la pobreza, ni la riqueza nos distraigan. No vamos a vivir siempre a gusto pero en Cristo podemos vivir plenos.

 

“Contemplemos al más importante, no nos rindamos, no nos volvamos atrás, seamos perseverantes, corramos porque hay un galardón para nosotros. Ese primer amor que se encendió en nuestros corazones que pueda permanecer. Acerquémonos, pidámosle al Espíritu Santo que nos revele a Jesús, que nos revele qué es lo que planeó para nosotros para conocer su voluntad, que nos revele nuestro propósito. Encendamos nuestra fe y seamos intencionales en apagar todas las distracciones y todo lo que nos aturde. El Señor nos da toda la capacidad y las herramientas para que podamos conocerle y ser como él es, a su medida.”

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