Amados
20 de noviembre de 2022
El sacrificio es una honra para el que ama apasionadamente.
– Maximiliano Gianfelici
La construcción de un hogar es lo más bello que se pueda formar y todo se inicia con dos personas que se aman mutuamente. Por eso el libro de Cantar de los Cantares que estamos leyendo como iglesia nos habla de eso, de la intimidad completa, absoluta e integral de una pareja.
Cantar de los Cantares es la canción más hermosa, una canción profunda de amor que en cada pascua la familia se sentaba y leía. Los padres exaltaban la relación matrimonial y los nenes escuchaban cómo debe ser el amor profundo, entregado y desinteresado entre el hombre y la mujer. Desde que los niños eran pequeños escuchaban que el amor de dos personas tenía su tiempo perfecto, no solo lo veían en la relación de sus padres, sino que en cada pascua tomaban un tiempo para leer Cantar de los Cantares, para recordar cómo era el amor de Dios hacia su pueblo pero también para recordar cómo era el amor de los esposos.
Muchas veces de estas cosas nos acordamos tarde, o las valoramos cuando las perdemos y después sufrimos las consecuencias. Cuando a nuestros hijos les mencionamos desde pequeños que hay una persona para ellos, que va a llegar la hora en que el amor madure, que va a llegar el momento en que se conecten, de esa manera despertamos el deseo hacia otro horizonte y Dios tiene el control. Quizás podemos decir que venimos de una vida desordenada o que nuestros hijos no conocen al Señor pero es el momento para empezar a hacerlo, se lo mostramos con nuestras vidas, se lo cantamos y oramos por ellos.
Cuando conocimos a Cristo no vivimos una experiencia, sino que conocimos la vida que transformó todas nuestras experiencias.
Estábamos muertos y conocimos la vida en Cristo Jesús, pues si toda nuestra vida se tratara de experiencias entonces estaríamos en una dinámica donde nada nos iba a satisfacer. El amor es una experiencia, el romance es una experiencia, porque aquellos que tienen una experiencia con Jesús van a vivir un romanticismo, pero aquellos que tuvieron un encuentro con la vida van a vivir una relación de intimidad. Porque aquella persona que estaba muerta y resucitó vive para aquel que le dio la vida. Cuando conocimos a Jesús nuestras experiencias del pasado cambiaron, ya no somos las personas que éramos. No podemos vivir de experiencias.
Cuando lo que nos impacta es la vida de Jesús no vivimos un romance, sino que vivimos en intimidad y en la intimidad él nos confía lo que quiere hacer, nos lleva a su profundidad, aprendemos a rendir nuestras debilidades y en cada momento vivimos una aventura. El libro de los Cantares no es una historia de romance lineal, cada capítulo habla de encuentros y desencuentros en una relación emocionante. Pero el punto de referencia de este vínculo termina con una figura que se repite: el amado viene y la novia se entrega. Y la comparación es la restitución, la sanidad, todo reverdece, todo crece y hay una nueva temporada.
La persona que tuvo un encuentro con Jesús deja de ser ella misma para ser parte de un todo con él.
Si lo que vivimos es un romanticismo solo nos va a durar alguna temporada pero cuando estamos enamorados de Jesús, cuando nuestra vida esta entregada no estamos buscando la siguiente experiencia lo que buscamos es cómo agradarle, cómo honrarle y cómo vamos a ir más allá. Cantar de los Cantares no habla de experiencias románticas, sino que de una intimidad profunda. Debemos entender que somos muy amados pues Dios nos ama con un amor eterno, lo cual tiene un peso tremendo.
Cantar de los Cantares 8:6-7 (NTV) Se define el amor como un sello en el corazón, como una imagen que no se puede borrar del brazo, define el amor como un fuego que no se consume y que las aguas no lo pueden apagar. Define al amor como un río poderoso, como algo que no viene de los hombres porque si los hombres quisieran comprarlo no hay nada que se pueda dar para poder conseguirlo. Cuando nos enamoramos de alguien buscamos conquistar a esa persona que es el objeto de nuestro deseo a quien queremos, necesitamos y amamos. Dentro de la liturgia evangélica tenemos otra manera, oramos antes, decidimos tener un vínculo, conocerle, despertar el interés de su corazón en nosotros, el amor es más fuerte que la atracción, el amor es algo más fuerte que una conexión de interés personal, es un fuego que no se apaga jamás, aunque muchas veces el amor en nosotros tiende a extinguirse.
El amor es un sello inquebrantable que no se rompe, aunque a veces las relaciones entre las personas se rompen, entonces ¿está mal descripto el amor en el pasaje? No, porque el amor es Dios y Dios es amor, por eso el vínculo que conecta a dos personas que tienen un propósito no es el deseo personal del uno por el otro, sino que es Cristo. No funciona un hogar si el hombre o la mujer se ponen en un pedestal o en un trono, pues ese trono fue diseñado para el amor y el amor es Jesús.
El amor es una persona que tiene presencia permanente en el hogar, en estos tiempos tantas tensiones en los matrimonios, tantas faltas de respeto hasta el punto de la violencia, problemas que resolver, la relación no es fácil, si Cantar de los Cantares tiene tensiones y habla de un amor perfecto, que nos queda para nosotros, claro que vamos a vivir tensiones. Entonces ¿Cómo funciona? El amor es algo mayor que nosotros reinando en el medio, algo a quien le debemos respeto, honra, nuestros hijos son conscientes de que él está ahí, nosotros sabemos que está. Cuando cultivamos una relación con el todo lo que construimos delante de él es inapagable, inquebrantable, eterno, precioso y permanece para siempre.
El amor no empieza cuando conocemos a la mujer o el hombre de nuestras vidas, sino que empieza cuando tenemos un encuentro con la vida, que es Cristo.
Dios no va a romper el sello, Dios nos ama con tanta intensidad que entregó a su hijo para que muriendo en la cruz tengamos libertad, el selló un pacto con nosotros, un pacto que no podemos romper. Su amor es inquebrantable, su amor está sellado, en Isaías 49:16 nos dice – te tengo esculpida en la palma de mi mano Sion – pues el amor de Dios es tan pleno, tan profundo, tan fuerte que es un fuego que no se apaga. En Apocalipsis la descripción de Jesús es fuego en sus ojos, fuego de amor, es el mismo amor con el que puso a Adán y Eva en el Edén, es el mismo amor que nos dio la mano cuando pensábamos que ya no teníamos esperanza, es un fuego que los ríos de desobediencia, de pecados, de maldad no lo pueden apagar.
Como Dios nos ama apasionadamente trata con nuestras vidas, quiere algo más que experiencias, nos quiere completos, plenos, viviendo felices en lo que nos llamó hacer.
Por eso que muchas veces cuando nos alejamos de Dios no podemos vivir lejos por mucho tiempo porque no existe amor fuera de él. Se trata de una relación con el amor de nuestras vidas que le da sentido a todas las cosas. Entonces nos preguntamos ¿cómo hacemos un vínculo con el amor que Dios nos brinda? Simplemente entregándonos, rindiéndonos, haciendo su voluntad. El apóstol Pablo se inspira en esto cuando escribe 1º de Corintios capítulo 13, esa poesía increíble acerca del amor la cual termina que la esperanza nos puede dejar, pero que el amor permanece para siempre.
Pablo también expresa este sentir de Cantar de los Cantares en el libro de Efesios 3:14-21 (RVR) aquí nos menciona del amor que es más celoso que la muerte, es decir la muerte es inevitable pues todos moriremos. Pero Pablo acá nos describe que el amor sobrepasa a la muerte, si la muerte y la tumba son inevitables, el amor trasciende la tumba sino ¿qué sería de nosotros al perder a nuestros seres queridos si no tendríamos esta seguridad?
Por eso no podemos devaluarlo, hay muchas cosas que podemos hacer para cambiar la realidad: podemos darle de comer a los pobres, podemos ayudar a cuantas personas necesiten pero nada reemplaza que la gente conozca a Jesucristo, únicamente ahí ocurre esa transformación en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la sociedad. Y con esto no decimos que solo prediquemos de Jesús porque parte de ello es atender a la necesidad de la gente, es ser la respuesta, es ser excelente en el trabajo, es entregarnos para cambiar la historia de lo que Dios tiene para nosotros, pero nada reemplaza que la gente le conozca personalmente, por eso a donde vamos anunciamos el Evangelio de las buenas noticias, pues el amor transforma los corazones y cambia las vidas.
Dios nos ama con tanta pasión que no nos deja igual.
Nuestras vidas están guiadas por el amor no por la necesidad, el amor es la respuesta, el amor es más celoso que la muerte, pues el Rey del universo se transformó en hombre y con su vida pagó al precio de sangre y ahora está sentado a la derecha del Padre. Todos los días vemos gente transformada por el poder de Dios, sanas de sus heridas, sanas de los abusos, de las perdidas.
El amor transforma naciones, cambia la realidad, si perdemos el amor lo perdemos todo. Pablo dice que su oración es para que entiendan la magnitud del amor de Jesús. Oramos para que seamos una iglesia consciente del amor con el que fuimos amados, que el Evangelio no nos sea una carga. No son especulaciones o es una opción más dentro de otras, sino entender que es el único amor que salva, sana y liberta.
El amor de Jesús es el único amor que transforma las vidas y que cambia todas nuestras experiencias, las mejores y las peores, nos lleva de nuestras experiencias de pérdidas a experiencias gloriosas.
“Este tremendo amor no tiene límites, va mucho más allá de la muerte, hay un sello pues le pertenecemos al Señor. Oramos para que haya un avivamiento de revelación y sabiduría que nos lleve a comprender la profundidad, la longitud, la anchura del amor de Dios. Si describimos al amor vemos que tiene forma de cubo: tiene profundidad, longitud, anchura, diámetro. Un cubo tiene techo, suelo, tiene pasado, futuro, nos rodea, está abajo, arriba, por delante y por detrás nuestro. ¿Qué tenemos por delante? aunque veamos la peor tormenta está el amor de Dios. ¿Qué hay por detrás? Aunque nuestras historias estén marcadas por abusos y perdidas está el amor de Dios. ¿Qué hay por encima de nosotros? No la gente que nos maltrata, no los que nos impiden crecer, sino que está el amor de Dios. ¿Qué hay debajo de nosotros? Donde siempre caemos, donde nos damos la frente contra el piso, donde a veces nos equivocamos, abajo nuestro está el amor de Dios. ¿Qué hay en nuestro pasado, presente y futuro? Está Jesucristo.
Nos desafiamos a vivir por ese amor, multiplicarlo, comprometernos cantarle a nuestros hijos, desenchufándolos de este sistema y enseñándoles cómo se vive el amor, cómo construirán sus matrimonios en un mundo de experiencias y cómo conocerán la vida para impartirla en un mundo que produce dolor. Nuestro gran desafío es transformar lo que nos rodea pues, nosotros estamos rodeados por el amor de Jesús. Somos muy amados, tenemos el sello de compromiso, el amor solo se puede responder con amor y como el canto de la novia decimos: ¡Ahí viene mi Amado! Que nos encuentres con el corazón encendido, preparados, para que cuando llegue el día de tu regreso y el amor se experimente en plenitud nos encuentres apasionadamente viviendo para tu gloria”.