Beneficios de la sabiduría

2 de octubre de 2022

“Abro mi corazón a tu sabiduría
para conocer las
profundidades que te habitan.
Inclino mi corazón a tu entendimiento
que es tesoro más valioso”.

-Epígrafe por Yamila Arce

Comenzamos a leer como iglesia en este nuevo trimestre el libro de Proverbios el cual nos trae la revelación de la sabiduría.

Proverbios 2:1-22 (NTV)  “La sabiduría tiene beneficios, la necedad tiene consecuencias”  pues la sabiduría no es solo conocimiento entendiendo lo que va a pasar o conocer las herramientas que hay que aplicar, sino que la sabiduría es una persona que se nos revela llamada “Jesús”. Cuando tenemos hambre comemos de lo que nos ofrece, teniendo el beneficio de que Él está con nosotros, entendiendo y abriendo el camino. Los proverbios son mensajes de Salomón que tienen una tesis y una antítesis donde se da consejo de lo que está bien y mal, no son perlitas para saber que nos pasará, sino que se nos revela la misma persona de Jesucristo en nuestras vidas.

En muchos de los casos se describe como una mujer porque parte de Jesús tiene que ver con una novia que es la iglesia. Oramos para que en este tiempo Dios despierte una iglesia sabia. En el capítulo 1 nos menciona que la sabiduría grita en las plazas, llama a los jóvenes y podemos llevarlo hoy a lo que la iglesia hace, hablando de Cristo, llevando a las personas que dejen sus cadenas que los atan para animarlos a que pueden cambiar sus vidas.

La sabiduría es Jesús moviéndose a través de la iglesia.

En el capítulo 2 de Proverbios podemos ver lo que la sabiduría produce en la gente que tiene hambre y lo que la necedad hace al negar la sabiduría. En los últimos tiempos la palabra nos habla de que nos va a conceder un espíritu de sabiduría, como iglesia por muchos años nos hemos equivocado, fallado y seguimos teniendo errores pero en esta etapa hay una luz que no nos permite andar en oscuridad. Cuando no hay sabiduría hasta lo bueno se enreda y lo malo se potencia, porque la sabiduría no es solo conocer, sino que es lo que el espíritu revela a nuestro corazón cuando hay hambre y sed de Dios, permitiendo que tenga el control de nuestras vidas.

La sabiduría nos guía para saber cómo actuar en cada momento, nos ordena, nos impulsa, la iglesia a diferencia de otro lugar es donde nos desarrollamos en sabiduría. Cuando solo hacemos lo que no toca realizar nos estamos perdiendo de los beneficios de la sabiduría. Siempre con Dios vamos por más, cada tarea aunque sea pequeña debe ser hecha con sabiduría. La persona que tiene el corazón abierto a la sabiduría no solo cumple lo que se le pide, sino que está mirando en ir un poco más allá.

Si tenemos sabiduría en todo lo que hacemos y permitimos que Dios permee todo eso dejamos inmediatamente que Dios tome partido, él añade a los que tienen hambre y sed. La sed no puede saciarse nunca con agua de mar, necesitamos agua dulce, necesitamos el agua de vida, la venganza no nos sacia, el odio tampoco porque la sed que tenemos es de sabiduría, queremos entender, tener conciencia de la magnitud de nuestro Dios para crecer en sabiduría. También la sabiduría nos libera del mal, toma parte, hay beneficios porque la bondad de Dios es revelada, la gracia de Dios nos abre camino pues miramos a Jesús.

Dios nos habla también que moviéndonos en sabiduría nos llevará a poseer la tierra, aun cuando padezcamos sufrimientos la sabiduría tiene causa y habita en nuestros corazones, nos levantamos y salimos adelante. El capítulo dos nos habla que al final los perversos serán juzgados, pero los sabios heredaran la tierra. Más allá de pensar que vamos a vivir en un cielo y tierra nueva en la eternidad, el Señor nos muestra que lo que vivimos en esta vida nos pertenecerá, que lo que nos dio para esta vida no se perderá. Deseamos que todo lo imperfecto se transforme en perfecto pero debemos amar lo que Dios nos dio en esta vida para adquirir sabiduría.

La sabiduría debe ir acompañada de disciplina.

Dios nos pide que seamos humildes, fieles con todo lo que nos dio sin ambición de parecernos a otros, nos pide que tengamos hambre de conocimiento. La sabiduría debe ir acompañada de disciplina (Cap. 1) no existe una sin la otra, la disciplina no es solo el castigo que arregla el error del momento, sino que es esa determinación que conducida por nuestro hambre de Dios nos lleva a ponerlo en el primer lugar. Más allá de que haya hambre de otros apetitos, placeres o necesidades hay un hambre superior que nos conduce, que es mirar a Cristo por sobre todas las cosas.

“Que realmente en este tiempo se desate en nuestras vidas un espíritu de revelación y sabiduría, que Dios ponga hambre en nuestros corazones para entender nuestra situación y ver que somos responsables. El evangelio que vivimos es la palabra puesta en nuestras manos, debemos creerle todo a Dios, hacerle todas las preguntas porque él tiene todas las respuestas. Si en nosotros se despierta el hambre por la sabiduría y somos fieles Dios muestra su bondad. Dios estableció un cuerpo para amar la justicia donde a través del clamor nos traerá revelación”.

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