Círculo de amor

16 de octubre de 2022

No hay pecador que no se arrepienta y que no vuelva al camino del Señor cuando es amado.

-Jaled Armando-

El libro de Proverbios lo escribió Salomón quien fue un precursor en cuanto a la sabiduría en Israel y al ser un rey tenía todo el poder, la riqueza, para poder financiar un proyecto y escribir de esta manera en la cual se nos habla en este libro. Salomón recibe sabiduría de parte de Dios para escribir muchos de los proverbios, pero no fue el único que los escribió, sino que hay otros autores, pero se le da la autoría porque fue el primero que puso en lenguaje escrito acerca de la sabiduría.

La sabiduría es un conocimiento aplicado, llevado a la práctica, porque nació en la corte de Salomón para resolver los problemas de la gente y de la familia. La oración de Salomón a Dios fue no que le diera dinero, ni riquezas, sino que solo le pidió sabiduría para administrar al pueblo a lo cual Dios le respondió.

Parte del contexto histórico de los proverbios tiene que ver con los padres y los hijos, los padres siempre guían a sus hijos en amor pero el trato no es el mismo cuando son pequeños como cuando son grandes. En la época de Salomón estaban los proverbios para aconsejar, era una técnica literaria que se usaba en Egipto y se adopta también en Israel. En aquel tiempo los jóvenes se movían por las aldeas recorriendo diferentes lugares para buscar dinero, poder, mujeres e influencia, era lo que sus corazones querían. Entonces el regalo que los padres les tenían en esencia era la sabiduría a través de los proverbios sabiendo que, de acuerdo al camino que sigan bueno o malo, era lo que recibirían.

Ya no se basa en una bajada de línea, sino que con el tiempo se transforma en un diálogo, por eso creemos que el Padre de los cielos habla hoy con cada uno de nosotros a través de los Proverbios. Salomón en los proverbios nos habla de los vínculos de un padre con un hijo y viceversa, de cómo debemos honrar a las madres, de cómo las mujeres deben comportarse en el hogar y vincularse con el resto, cómo el esposo debe comportarse con la esposa, con sus hermanas o amigas, encontramos de todo en cuanto a lo relacionado con los vínculos.

El amor que nos envuelve se transforma en un círculo perfecto que nos ayuda a vincularnos de manera sana.

Dios derrama su amor en nosotros y de esa forma amamos al prójimo, esa es la manera que tenemos de amar y de honrar a Dios. Pero muchas veces tendemos a separarlo y eso influye en nuestras acciones, sabemos que no es consecuente pero muchas veces decimos amar a Dios pero a nuestro hermano no lo toleramos. Cuántas veces quizás hemos estado ofendidos con la iglesia y hablamos mal pero indistintamente no nos damos cuenta que estamos criticándonos a nosotros mismos porque cada uno somos iglesia. Nos imaginamos que la iglesia debe ser ideal colocándole una presión en cuanto a ello y sabemos que no es así, no hay nada ideal, muchas veces solo demandamos que nos hablen bien o que nos traten bien, exigimos pero no damos nada. No nos dan afecto, amor, honra démoslo nosotros porque es mejor dar que recibir, no somos una iglesia perfecta somos perfeccionados en la iglesia.

San Juan 13:34 (NTV) vamos a ver y responder estas dos preguntas que están a continuación, la primera ¿Qué debemos hacer? Debemos amarnos unos a otros. Si decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestros hermanos nos hacemos mentirosos. (1º Juan 4:20)  nos habla aquí de algo implícito que es ver a Cristo en el otro, amar al prójimo más allá de las faltas o errores que pueda tener. No podemos ser apasionados con Dios y tener algo en contra de nuestro hermano, no es lo que Dios nos está hablando. Es poderoso cuando nos amamos unos a otros porque es un mandato de parte del Señor.

La iglesia es el lugar donde somos perfeccionados y el amor es el que nos perfecciona, la iglesia no es un lugar perfecto porque la misma está compuesta por personas imperfectas. En la iglesia crecemos en amor que es el vínculo perfecto, recibimos el amor de Dios y del prójimo a lo cual respondemos dando. A Jesús sus discípulos le preguntaron: -Maestro cual es el mandamiento más importante de la ley de Moisés- a lo cual Jesús les respondió: -Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente- y agrega pero hay otro mandamiento que también es importante: -Ama a tu prójimo como a ti mismo- toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos. (San Mateo 22:36-40 NTV)  Jesús así lo resumió dándole la misma importancia a los dos mandamientos mostrando un poco más de lo que la ley había mostrado. La esencia de todo es el amor, sino lo tenemos es como no poseer nada, es lo que Jesús nos hace entender.

La segunda pregunta sería ¿Cómo debemos hacer? Debemos amar a los demás como a nosotros mismos, pero también en Juan nos dice de amar como Jesús nos amó, es decir que nos pone la vara más alta todavía porque el dio su vida por nosotros. Jesús menciona que nadie tiene mayor amor que dar la vida por los amigos, o sea amar a la medida con la que Jesús nos amó.

La honra es una consecuencia del amor y sin honra no se puede construir nada.

Que nada nos quite el amor de nuestras vidas porque es el tesoro más grande que poseemos, es el mayor mandato que debemos guardar, nutre todas las cosas, es todo. No podemos construir nada sin honra, sin amor, la honra dignifica a quien la da. Desde el momento que nos disponemos a honrar somos bendecidos, la honra nos bendice y nos sana.

Si amamos a nuestro hermano que está al lado nuestro amamos a Dios, si nos ofenden, amemos y perdonemos, si nos abandonan amemos, si en nuestros hogares las cosas no están bien amemos, el amor transforma, cambia ambientes, el amor dignifica. Nos pueden quitar todas las cosas que poseemos en nuestras vidas pero no debemos permitir que nada ni nadie nos quite el amor, porque todo lo puede, todo lo espera y todo lo soporta. Las buenas predicas se terminaran, los congresos multitudinarios se van acabar, las profecías se acabaran, los músicos algún día quizás ya no toquen más pero el amor por siempre permanecerá.

El amor es la sustancia de todo, la iglesia se sostiene por el amor, ese perfecto y tan grande amor que llevo a nuestro Padre Celestial a entregar a su único hijo, a dar lo más preciado que tenía para poder rescatarnos a cada uno, el amor todo lo transforma. Amemos en todo momento aunque no tengamos fuerzas, o se nos venga la noche más oscura o pasemos por la dificultad más grande, el amor de Dios es lo más grande que podamos tener.

“Jesús, te amamos tanto. Te damos gracias por ese perfecto amor derramado, bautízanos en tu amor, nada nos sirve si no lo tenemos, no queremos seguir si no lo tenemos, queremos amarte, Señor, y así amarnos unos a otros. Queremos ser protagonistas de este círculo de amor donde vos derramas tu amor sobre nosotros y nosotros hacia nuestro prójimo, queremos entrar en esa dinámica constante. Todo se terminará pero sabemos que el amor perdurar porque hay eternidad en tu corazón”.

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