De perdonado a perdonador

«Tu gracia me deja sin excusas para perdonar,
porque ves mis miserias y aún así te quedas.

Tus ojos me miran llenos de compasión,
no hice nada para ganarlo,
ni siquiera merezco tu perdón.

Me dejas sin
excusas para perdonar,
no se puede retener
eso que por gracia se da.»

Poema por Yamila Arce

Entendemos que todos somos diferentes porque Dios nos hace únicos, pero hay algo que nos iguala “el que todos fuimos perdonados” y entonces nos preguntamos: ¿Qué nos perdonó Dios?

Aquella persona que fue perdonada y tiene noción concreta del perdón aprende a perdonar mucho más fácilmente y sin condiciones. El perdón no puede ser resuelto solamente con palabras, sino que se va superando en cada instancia y solo la intervención del Espíritu Santo es la que puede vencer nuestra capacidad de resistir el perdón. Nuestra naturaleza es egoísta y no está preparada para ello. Si no perdonamos o aprendemos a pedir perdón nos transformamos como los que están condenados a muerte, podemos estar en la iglesia vivos porque respiramos, pero muertos espiritualmente condenados en vida a cadena perpetua.

El perdón debe ser revelado por el Espíritu Santo, es quien activa en mi naturaleza la capacidad de pedir perdón o de perdonar.

El perdón es un gigante difícil de vencer y mucho más cuando hay razones obvias o lógicas para mantener la falta de perdón, pero desde la perspectiva de Dios siempre todo es mucho más fácil y más pequeño. La Biblia nos dice que nuestra capacidad de perdonar activa el favor de Dios sobre nuestras vidas y es necesario lograr entender el perdón de Dios hacia nosotros. Ese perdón que quizás considerábamos imposible pero que Dios lo hizo posible en nuestras vidas.

Efesios 1:7 “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”

Su palabra nos dice que Jesús pagó el precio de sangre y su gracia nos alcanzó, pero nos preguntamos ¿Por qué nosotros? El perdón está en el centro del mensaje del Evangelio, miremos San Mateo 18:21 “Entonces Pedro se le acercó y le dijo: Señor ¿Cuántas veces perdonare a mi hermano quien peque contra mí? ¿Hasta siete?  Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”

San Lucas 6:27 “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, presentare también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué merito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si haceos bien a los que os hacen bien, ¿Qué merito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿Qué merito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benignos para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”

Quizás vemos este relato como que está lleno de injusticias, tiene que haber un secreto espiritual donde Dios actúe sobre mi vida para que lo pueda llevar a cabo. El perdón no se da por justificación pues Dios no lo hizo así sobre nosotros, sino por gracia en el amor de Jesús en la cruz, lo cual muchas veces no entendemos. Podemos tener años de cristianos pero la falta de pedir perdón o de perdonar habilita al diablo para que tenga el control de algún área de nuestra vida, nuestra actitud a la hora de no perdonar le da permiso a Satanás a tomar el control.

Nosotros vemos como compartimentos todas nuestras áreas: la familiar, afectiva, económica, social pero Dios nos ve como un todo, el diablo también nos ve como un todo entonces cuando le damos acceso a un área él hace lo que quiere. Cuando perdonamos Dios decide en que área quiere bendecirnos, asimismo el diablo cuando no perdonamos revisa todas nuestras áreas y ataca la que se le ocurra. Hay activaciones de bendición y maldición como fruto del perdón genuino que otorgamos y si alguien no se lo merece, mucho más. Hoy declaramos en el nombre de Jesús que se cortan lazos de maldiciones del poder de las tinieblas como fruto de perdonar y pedir perdón en nuestras vidas. Perdonar y pedir perdón no es una opción, es una acción, debemos hacerlo porque es parte de lo que va a edificar y bendecir nuestras vidas según el plan de Dios por el cual nos salvó. Muchas personas no entienden la importancia de esto, Dios pudo quizás no perdonarnos sin embargo lo hizo y por eso podemos hoy disfrutarlo,

El perdonar y pedir perdón nos da autoridad.

Entonces nos preguntamos: ¿desde qué lugar de autoridad nos tomamos para no perdonar? El único que tiene el poder y la autoridad para hacerlo no nos condenó y entonces desde qué lugar nos paramos para condenar o no perdonar. Quizás el que nos ofendió no se merezca que le perdonemos, por eso una de las estrategias del diablo para frenar nuestro crecimiento espiritual es poner en duda el poder de Dios. Por esto hay muchas personas a las cuales Dios perdona pero ellas no se perdonan cargando esta culpa por años, afectando sus vidas y dándole una vía de escape para no perdonar a otros.

“El perdón no está condicionado a la gravedad del error cometido, sino a la misericordia de Dios que es más grande que cualquier pecado.”

No hay espacio para condicionar la gracia y el favor de Dios, no se debate, no se negocia, dio su perdón una vez y para siempre. (San Mateo 6:14 – Romanos 2)  Puede haber gente que por años se sienta en la iglesia, que canta y ora pero está condenada en vida por un perdón que no concibió o pidió; el problema no es con la iglesia, sino con una persona.

Esa ecuación no existe para Dios, el no perdonar es como tomar veneno y esperar que la otra persona se muera, cuando nosotros juzgamos Dios deja de juzgar, ese es el problema más grande que enfrentamos y lo graficamos así: Dios está sentado en su trono reinando, gobernando y le decimos que tiene el control de toda nuestra vida excepto en tolerar a la persona que nos lastimó y es como si le pidiéramos al Padre que se corra un poquito de su trono para que nosotros tomemos el control juzgando a esa persona. Cuando decidimos juzgar a alguien, por más razón lógica que tengamos, lo que Dios hace es levantarse del trono y dejar que gobernemos. Dios no negocia su reinado, Él no lo comparte con nadie.

“Cuando perdonamos sabemos que es la naturaleza de Dios en nosotros.”

La gracia y favor de Dios es tan grande para nuestra vida que nos inspira a perdonar hasta aquel que no se lo merece, perdonamos porque Dios nos amó y nos perdonó de tal manera que nuestra cabeza nunca entenderá. Dios es mucho mejor juez que nosotros, si es que hace falta algún juicio. Nuestra vida ofendía a Dios y en lugar de condenarnos nos perdonó. Él tiene la balanza de la justicia y falla a nuestro favor aunque no lo merecemos. No perdemos tiempo analizando si la persona se merece o no el perdón, o si debemos pedirle perdón o no, sino que soltamos perdón para tener paz en nuestros corazones.

No podemos darle la gloria a Dios si le guardamos resentimiento a alguien, si la persona realmente no se merecía nuestro perdón mucho más grande será la recompensa para nuestras vidas, con nuestra actitud no solo nos liberamos, sino que liberamos las manos de Dios para que trate con la persona. No hay acepción de personas para la salvación pero tampoco lo hay para el perdón.

“Perdonamos para parecernos más a Dios.”

Dios defiende nuestras vidas y nos hace libres para no cargar con algo con lo cual no estamos preparados, su yugo es fácil y ligera su carga. El Señor le sacará al diablo ese aguijón que nos clava cada vez que nos recuerda lo que nos sucedió, a lo mejor tememos que Dios le perdone a esa persona que nos dañó pero debemos tener claro que es tremenda la bendición y el favor para nuestras vidas, pues, nos transformamos en instrumentos para que un pecador se arrepienta.

“Señor, te agradecemos porque el juicio que estaba preparado para nuestras vidas no se llevó a cabo porque tu gracia nos alcanzó disfrutando hoy de ese perdón inmerecido. Ese precioso amor que nos conmueve es tan fuerte que nos decidimos a perdonar para liberar nuestro corazón.

Dios traerá la escena de la cruz para recordar que él pago el precio por toda maldición, no podemos resistir el amor perfecto del Señor que nos perdonó haciéndonos libres. No queremos perdernos nada de lo que Dios tenga para nuestras vidas por vivir con esa raíz de amargura en nuestros corazones. Dejaremos de llamarnos condenadores para ser perdonadores, entendemos que más allá de que no merezcan el perdón las personas que nos dañaron, dejaremos que el Espíritu Santo con su autoridad nos lleve a hacerlo. A Dios no hay que entenderlo sino que debemos amarlo y obedecerlo, liberamos todas las áreas de nuestras vidas que estaban trabadas por la falta de perdón, Dios nos lleva de perdonados a perdonadores.”

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