Derramamos nuestras vidas
Mi corazón es mi
frasco de alabastro,
mi vida es mi
mayor ofrenda.
Me derramo como perfume,
rindo todo lo soy
por todo lo que tú eres.
Cada respiro,
cada latido
y cada aliento,
por favor deja que suba
cómo incienso.
Poema por Yamila A.
Cerramos este trimestre donde la palabra fue REINICIO y comenzamos un nuevo trimestre donde la palabra declarada será RECREAR: Los recreare en mi casa de oración. Son palabras en las cuales caminamos, abrazamos, ayunamos, oramos, partimos el pan y nos acomodamos a la realidad pero no para estar confortables sino para ayudar en los lugares donde Dios nos lleva.
Entramos a Semana Santa y lo que la hace especial es reconocer quien cambió nuestras vidas: Jesucristo. Si leemos los evangelios nos hablan de su carácter, acontecimientos que sucedieron en su ministerio y vida. Volvemos a la cruz que es la que nos lleva a un lugar eterno que permanece inalterable, inamovible en nuestras historias; es el lugar a donde siempre podemos ir porque nos limpia, nos cambia, nos da claridad y nos marca el horizonte de la venida de Jesucristo.
San Mateo 26:1-13 (NVI) este pasaje nos menciona que faltan dos días para que Jesús sea entregado, hay en el entorno un ambiente de conspiración, de tensión y aunque las fiestas de pascuas estaban cerca, el ambiente estaba viciado y aun los discípulos estaban confundidos. Jesús les recuerda que en dos días iba a ser crucificado pero ellos no reaccionan, no lo pueden ver porque están envueltos en el ambiente de confusión que reinaba.
En medio de esto hay una mujer que fue restaurada y que Jesús la convierte en una discípula, junto a otra mujeres que nos son contadas entre sus discípulos pero que si permanecían al lado del maestro. En ese ambiente de conspiración y de confusión, María de Betania sigue un impulso que nace dentro de ella, aunque quizás sin entenderlo, busca el perfume de alabastro que era considerado el más caro en esa época, que para comprarlo se ahorraba todo un año el dinero, era un perfume intenso que se usaba para ungir a los muertos, para despedir a un ser querido de la familia.
María sin embargo en ese ambiente de confusión irrumpe en la sala rompiendo el frasco y derramándolo a los pies de Jesús, los discípulos se espantan de esa situación porque no soportaban de que una mujer irrumpiera en medio de ellos pero aparte, se enojaron porque decían que ese perfume podría haberse vendido para darle el dinero a los pobres, sin embargo María tenía la necesidad de adorar a su maestro de esa manera.
El ambiente se llena del aroma de ese perfume al ser derramado, mientras los discípulos estaban molestos, pero Jesús les expresa que a los pobres siempre los van a tener para siempre, en cambio a Él no, pues en dos días lo iban a crucificar y les hace ver que María estaba preparando su cuerpo para la sepultura, atrapando la Presencia de Dios. Jesús les hace ver a los discípulos que todo lo que ellos son y hacen viene de su misma Presencia, la necesidad siempre la van a tener y ver, pero si no lo hacen por Él nada va a tener sentido. Dios no se mueve por la necesidad, sino que se mueve por fe, no debemos convencer a Dios de nada, Dios ama a la gente, no es movilizado por lástima sino que Dios lo dio todo ya. Entregó la vida de su propio hijo por un mundo que le da la espalda renegando de Él, que lo rechaza, ese es el amor que es derramado sobre nosotros.
María interpretó el momento y ungió al maestro para la sepultura, hizo un altar, un acto de adoración. Todo lo que hacemos nace del altar que levantemos, todo nace de romper lo que somos y no importa lo que hagamos, el aroma de Jesús se trasmite.
Jesús es el centro llegando a cada lugar, a la ciencia, al arte, a lo científico, a diferentes lugares de trabajo, todos necesitan ver y conocer a Jesús, por eso somos la imagen de Dios en todos los ámbitos para revelar su esencia. Si solo trabajamos para sostenernos en eso va a consistir nuestra vida, pero si vamos al trabajo sabiendo que Dios nos envía para cambiar ese ambiente y llevar a Cristo vamos a depender de lo que el Rey de Reyes nos provea en todo momento.
Si somos fieles en lo poco en lo mucho nos pondrá el Señor, el acto de María rompiendo el frasco de perfume sobre Jesús es el acto de adoración más grande. El aroma duraba un año sobre la ropa, por eso cuando Jesús prepara y comparte la Santa Cena, camina al monte de los olivos a preparar su vida para la entrega, todavía siente el aroma de ese caro perfume derramado sobre él. Lo apresan, lo golpean, los látigos castigan su cuerpo y todavía ese aroma, de ese acto de adoración de María, permanece sobre él.
Un instante antes de morir gritando “consumado es”, no siente el olor a sangre, ni a odio, sino que siente el olor al perfume derramado en él. Por eso a la primera persona que Jesús visita cuando resucita es a María, que no es otra persona que la iglesia con el corazón de María de Betania. No nos olvidamos de lo importante, del punto de partida, de donde fuimos rescatados, somos ese frasco, esos vasos de barro que contienen la vida de Jesús, ese perfume maravilloso. La gloria de ese vaso consiste en romperse a los pies de Cristo, aun en medio de la confusión, de no interpretar lo que pasa, cuando todos corren en otras direcciones, nosotros corremos a su Presencia derramándonos delante de Él, no importando el costo, levantamos un acto de adoración que cambie el ambiente de nuestros hogares y de quienes nos rodean.
“Nuestras vidas son transformadas por la persona de Cristo, si nos derramamos delante de su Presencia, todo cambia, todo se renueva. Es difícil entender muchos tiempos de conflictos que nos toca pasar pero aun así sabemos que el único lugar donde estamos protegidos es a los pies de Jesús. Rompemos nuestro vaso para que nos transforme, aun con todas nuestras imperfecciones, Él nos perfecciona con su vida. Dejemos de dar vueltas y de estar anclados en lo que no fue, derramémonos delante del Señor. Quizás pasaran años, dificultades y voces contrarias pero siempre estaremos dispuestos a ser María de Betania para cambiar los ambientes, yendo a los pies de Jesús, rompiendo nuestros frascos de imperfecciones para recibir la transformación de parte del maestro hasta que regrese.”