Digno es el Cordero

25 de diciembre de 2022

El Avivamiento Sustentable comienza en el altar, se manifiesta en lo congregacional y se multiplica en los hogares.

-Maximiliano Gianfelici

Apocalipsis 5:1-14 (NTV) 

Todo el tiempo que hemos hablado que algún día vamos a reinar sobre la tierra se hace una realidad. La palabra del Señor nos habla una y otra vez en que va haber un periodo en el cual Jesús va a regresar y vamos a reinar con él en la tierra. Todo lo que hoy hacemos tiene peso, la misma vida que llevamos, las decisiones que tomamos, lo que construimos en esta vida cuentan porque después de todo el Señor va a venir y reinaremos con él en el mismo lugar.

 ¿Sobre qué reinaremos? Sobre lo que fuimos fieles, pues a cada uno Dios nos concede cosas distintas, una historia de vida, una familia, una ciudad. Y cuando algunas de estas cosas se nos torna una carga es porque no entendemos que lo que se nos concede es la capacidad de reinar sobre lo que va a venir.

Cada vez que reinamos en nuestros hogares respetando a nuestra familia, cada vez que reinamos en nuestra ciudad ayudando a quienes lo necesitan estamos haciendo actos de justicia y estamos reinando sobre lo que viene abriendo camino a lo que es mayor. Todo lo que hacemos aunque sea un poco tiene un alcance extraordinario porque somos fieles en aquello que Dios ha puesto como un llamado en nuestro corazón, cuando cuidamos de nuestros hijos, cuando servimos al Señor con nuestros bienes o negocios estamos preparando la tierra sobre la cual vamos a reinar.

Quizás pensemos que reinaremos sobre mucho lío por todas las situaciones difíciles que nos ha tocado vivir, sin embargo, aquellos que les ha tocado vivir situaciones complicadas tienen la oportunidad de amar y servir a otro grado, de otra manera, ¿Por qué? Porque es la manera que Jesús nos enseñó que se llevaría adelante. Jesús no nació en un palacio, no nació en una familia perfecta, sino que nació de manera disruptiva, una mamá adolescente quien sufrió al darlo a luz, un papá amoroso que aun quería cubrir a su esposa haciéndose cargo, fue elegido como papá del Mesías. El rey de gloria caminó en medio de ese proceso con una historia compleja, nació, creció, se le escapó a los padres, se desarrolló y entregó su vida en la cruz.

Él podría haber hecho un puente entre el Génesis y el Apocalipsis sin la necesidad de tocar tierra, sin embargo si él no se hubiese despojado de su gloria ¿sobre qué podría reinar? porque de acuerdo a los parámetros de Dios el reinado no tiene que ver con la posición de autoridad, sino con la entrega y el servicio. En el punto medio de la Biblia él se hace hombre y se entrega derramando su sangre sobre esta tierra, siendo sus sienes perforadas por una corona de espinas, caminando por esta tierra, vistiéndose de esta tierra la cual un día lo vera regresar, pondrá sus pies en esa tierra para reinar por siempre.

Él es el Dios de toda nuestra historia.

En Apocalipsis capítulo 5 es el comienzo del fin, Juan está expectante de lo que sucederá, esta conmovido, es trasportado por Dios y llevado a una escena de manera magistral. Ve un libro sellado en el que está tu historia y la mía, están todas las oraciones contestadas y no contestadas, está el final de los tiempos y de repente parece que hay algo fuera de lugar, pues Juan en el cielo comenzó a sentir amargura y tristeza. ¿Por qué? Si en el cielo está todo lleno de Dios, en el cielo no hay tristeza, ni angustia, pero de repente el discípulo escucha una voz que decía ¿Quién va abrir este libro? A lo cual se respondió que nadie ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra tiene la autoridad de abrirlo. Entonces, Juan por eso se quebró llorando amargamente, sin duda recordó todo lo que vivió con Jesús, recordó la historia del niño de Belén, recordó cuando Jesús le dijo que le siguiera, recordó los tiempos caminados con él, los milagros, recordó la cruz y la resurrección. Por eso, de repente estando expectante para ver el desenlace, escucha esa voz que expresa que nadie puede abrir el libro y ahí es donde Juan se quiebra.

Cuando Juan está llorando escucha al ángel que le dice que no llore porque hay uno que es digno de abrir el libro, el que viene de la raíz de David, el león de la tribu de Judá, el que venció a la muerte, el será que abrirá el libro. Cuando el discípulo escucha todo esto y viendo a la persona que abrirá el libro la describe de la siguiente manera: “Vi en un trono a un Cordero que había sido inmolado, ¿qué vio? Un cordero que había sido sacrificado, un Cordero manchado de sangre y mientras tanto escuchaba la adoración, los veinticuatro ancianos que representan muchas cosas, puede ser la iglesia toda que es autoridad, pueblo de Dios, apóstoles y cada uno de los patriarcas de la tribu de Israel. Todas las criaturas y todos los ángeles comenzaron a decir: ¡Digno es el Cordero! El que fue inmolado, quien con su sangre preciosa compró a toda la humanidad, a la gente de toda lengua, tribu y nación para darle la autoridad de ser sacerdotes, los compró con su sangre para que le adoren, para que traigan el cielo a la tierra, por eso el Cordero es digno de abrir el libro.

Juan deja de llorar porque se encuentra envuelto en una explosión de adoración donde el Cordero está en el trono, él es Santo, a él sea toda la gloria, honor, poder, majestad por siempre y para siempre. En el capítulo 6 de Apocalipsis el Cordero va abrir el libro y la historia de la humanidad será resuelta. Sello por sello va a ser abierto y se va a desatar un periodo, no en el que nosotros nos iremos por ahí, sino que seremos parte de ese periodo como iglesia. Donde habrá personas predicando en las naciones, donde habrá mártires, donde estará el protagonismo de la iglesia como nunca antes.  Pero en este punto es el Cordero el digno de resolver todas las cosas. La figura del Cordero, la figura del hombre que representa el sacrificio, si Jesús entre el Génesis y Apocalipsis no hubiese venido, no hubiese podido desencadenar el libro, sin embargo decide despojarse de su gloria y por lo que la entrega recibe autoridad para gobernar sobre todas las cosas.

Si el Cordero inmolado que con su sangre nos redimió es capaz de desatar el rollo de la historia de la humanidad, ¿no podrá también resolver la historia de nuestras vidas? Debemos empezar a entender quién es el que gobierna sobre nuestras vidas para que cambie nuestra manera de orar y de vivir.

Si nos conectamos a la frecuencia del cielo y afinamos nuestros sentidos escucharemos lo que se canta en el cielo: ¡Digno es el Cordero, Digno de resolver toda la historia, Digno es el que derramó su sangre para que nuestras familias, nuestras vidas estén resueltas para que le sirvamos para siempre! ¡Digno es el Cordero, Digno es el Cordero, Digno es el Cordero!

Debemos ser intencionales, Juan deja de llorar y queda envuelto en esa gloria, si sintonizamos el cielo nos damos cuenta que no tenemos limites, fuimos comprados para ser una nación de sacerdotes para darle toda la gloria. Miremos al que está sentado en el trono para poder disfrutar de lo que tenemos, pongamos nuestros ojos en el Cordero, pues no se trata de nuestras historias, sino que Él sea el protagonista de ellas.   

Que nuestras vidas se puedan separar de las voces de este mundo y se conecten a las voces del cielo, nos preparamos para gobernar sobre aquello que Dios nos ha entregado. Reinamos con amor sobre lo que Él nos ha dado. Hay relevancia en el niño de Belén, nos enamoramos de Jesús que va a volver, pero mirando su historia entendemos que es Digno de resolver todas las cosas.

Tenemos nuestra historia resuelta en el trono de Dios.

El cielo hizo silencio y se escuchó: Digno de abrir el rollo, Digno de recibir la gloria y el honor por siempre y para siempre, los ángeles cantan y todo lo creado canta. Aunque este mundo perverso levante voces de ansiedad, de pecado, de inmoralidad, aunque este sistema quiera una y otra vez darle gloria a otras cosas nada puede apagar la canción del cielo. Aunque tomemos decisiones erradas o permitamos que nuestros corazones se endurezcan y nuestras fuerzas caigan tomando malas decisiones hay algo que no cambiará jamás: ¡Digno es el Cordero, Digno es el Cordero, Digno es el Cordero! Por eso sin importar lo que vivimos decidimos volvernos a Él corrigiendo nuestro rumbo, enfocando nuestro llamado, ministerio, para que todo se renueve, todo se transforme y todo cambie.

“No nos durmamos, no nos conformemos, no nos dejemos apaciguar, no permitamos que este sistema nos domestique, sino que miremos al cielo como Juan. Si debemos romper nuestro corazón en llanto, dejemos que él sea Digno de recibir todo lo que se merece para poder reinar por siempre y para siempre con él. Nuestras vidas le pertenecen al Señor quien la compró con su sangre preciosa”.                                                   

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