DIOS REGISTRA NUESTRA HISTORIA

San Mateo 1:1-17 (RVR)

En este reinicio necesitamos alinear lo que Dios tiene para nosotros. Así como en el libro de San Mateo en el primer capítulo podemos encontrar detallada la genealogía de Jesús, nosotros  también debemos tener registro de nuestras historias de vida. No recordar solo cosas malas o buenas, sino tener un registro porque en cada uno de ellos se muestra la fidelidad de Dios hacia nosotros.

En Mateo cuando prestamos atención al registro vemos datos importantes, reveladores e innovadores, como un reinicio de esa cultura, donde se muestran los nombres de las mujeres, lo cual no era importante en ese momento tenerlas en cuenta como en igualdad con los hombres.                                                                                                                               Sin embargo en el listado de la historia de Jesús nos muestra los nombres de mujeres interesantes, una de ellas es Rahab la mamá de Booz, una prostituta no judía.                    La historia nos cuenta que cuando Josué envía a los espías a conquistar Jericó, esta mujer cree en el Dios de Israel y cuida a los espías haciéndose judía por elección, por lo tanto, por su fe fue liberada y rescatada de la vida que llevaba introduciéndose en la genealogía de Jesús, dando a luz a Booz.

Booz fue el esposo de Rut otra mujer que aparece en la genealogía, la moabita, también rescatada uniéndose al pueblo de Israel porque amo al Dios de ese pueblo. También nos menciona a otra mujer, de la cual no se revela el nombre, pero nos dice que David engendró a Salomón de aquella que fue mujer de Urías.                                                          No se esconde el error o la falla, el árbol genealógico de Jesús es perfecto porque Dios lo hizo perfecto, pero si lo tuviésemos que dibujar hay de todo, historias de ruptura, de quiebres, de perdida.                                                                                                               Catorce generaciones de cada línea, donde son protagonistas hombres y mujeres de fe, donde no solo hay judíos sino personas de otras naciones que convergen en una línea perfecta porque Dios le prometió a David que un rey estaría sentado en un trono por siempre desde su descendencia y la línea termina con José un carpintero de Galilea que se casa con una chica embarazada por Dios.

No existen los hogares perfectos e ideales, existen los hogares sanos, familias sanas contenidas en el propósito de Dios. Vemos entonces en la genealogía a José, marido de María y padre de Jesús al cual crio como si fuera su hijo e imprimió en el la identidad del Padre Celestial, se hizo cargo de Jesús y guio a su familia al carácter de Abba Padre.

Jesús el Rey de Gloria adquiere la forma del carácter del Padre Celestial porque su papá natural se la imprimió en su vida. Muchas de las parábolas de Jesús se refieren a la construcción, al trabajo de la tierra lo cual aprendió de su papá natural, no solo aprendió las técnicas de trabajo sino que aprendió a amar porque José amó a una mujer que ningún otro hombre hubiese amado, José contiene a una mujer que cualquiera hubiese desechado y ese carácter se imprime en Jesús.

Cuando amamos más allá de nuestro interés personal imprimimos el carácter de Dios a toco lo que tocamos, así se permeabiliza el carácter de Jesús. Dios tenía ese plan para su hijo, prepararle un hogar conforme a su corazón.

Estamos en un tiempo de registro, de reinicio, no podemos hacer un balance de nuestras vidas en un año porque no nos define eso sino que lo que nos define es nuestro origen y destino. Nuestra vida y la de nuestra familia son eternas, pues el hoy puede ser difícil o disfrutable pero sabemos que Dios está y tiene un plan eterno. No dependemos de lo que vivimos sino que a través del Espíritu Santo le damos forma a todo lo que viene.

Sabemos que Dios tiene un plan eterno, todo se conecta y en ese registro que hacemos vemos la fidelidad de nuestro Padre. Tal vez en el pasado tenemos cosas que nos avergüenzan pero como es parte de nuestra vida, no las podemos borrar sino que al contrario podemos ver el perdón, la gracia y amor de Dios a través de todo lo que vivimos.

“No nos avergonzamos del evangelio porque es salvación para lo que creen, viendo con los ojos de Dios sabemos que Él no pone parches sino que hace todo nuevo.                       Vemos como la historia de Jesús termina con un carpintero y una mamá adolescente. Lo que hace grande esta historia es él bebe a quien ellos crían, al hijo de Dios que con un hogar fluctuante, nómade y  sin casa propia viene a nacer, ese Rey de Gloria que con una historia terrible de sus antepasados, crece llevando luz, transformando naciones, liberándonos del pecado, ese Rey del universo, el Alfa y la Omega.                                                                                     Hoy Dios está haciendo lo mismo a través de nuestras historias, por más complicadas que hayan sido y con antepasados que quizás no hicieron las cosas bien, con personas marcadas por muchas limitaciones, hoy Dios elige a nuestras familias, elige ser el protagonista de nuestras historias naciendo en nosotros para ser luz a las naciones. Nuestro testimonio y cómo mostramos a Cristo es lo que nos llevara a vencer, a crecer, a levantarnos y haciendo un registro de nuestra historia nos damos cuenta de cómo Dios ha permanecido fiel en todo momento.”

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