EL DIA QUE JESUS SE PORTO MAL

San Lucas 2:41-52 (NTV)

Todos los años María, José y la familia iban a Jerusalén a la fiesta de la pascua en la cual celebraban la libertad del pueblo de Israel que habia salido de Egipto como si fuera su día de la independencia. En ese tramo de que fueron a Jerusalén, perdieron a Jesús por tres días, María y José habían estado en la fiesta y cuando se fueron a su casa se dieron cuenta que ya Jesús no estaba.

Veintiún años más tarde por tres días en una fiesta de Pascua el mismo Jesús que se habia perdido iba a morir en una cruz, María y José iban a perder la vida de su hijo pues él era quien rescataría a la humanidad. Para nosotros un niño con la edad de doce años lo consideramos como alguien que no puede valerse por sí mismo, pero para los judíos un niño de esa edad ya pasa a la edad adulta, los judíos celebran esta etapa porque marca el camino hacia la adultez. Con trece años un niño judío es considerado adulto, puede trabajar, tomar sus decisiones, vivir solo, puede ser independiente ¿Cómo? Si porque a ese niño desde el  minuto en que nace los padres lo instruyen en la palabra, le dan el conocimiento del oficio, trabaja a la par del adulto y todo el Sabbat comparte su experiencia con Dios.

Jesús no es un niño, tampoco es un hombre, está en el límite y María estaba desesperada porque lo habia perdido. Cuando vuelve a buscarlo lo encuentra con los maestros de la ley, los cuales se reunieron para escuchar como brillantemente el ministraba la palabra. Alrededor de Jesús se movieron muchas historias místicas, pero en el todo que es la biblia nos deja muy claro que Jesús fue un niño y un hombre normal, cien por ciento hombre y cien por ciento Dios. Esos treinta años que él vivió con María y José, no tenía ningún poder que lo destacara de los demás, solo una actitud y un carácter que estaba siendo formado. Por eso el libro de Hebreos nos enseña que no tuvimos un sumo sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, sino que hemos tenido alguien que fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado para ser el sacrificio perfecto. En Isaías describe perfectamente a Jesús diciendo que porque padeció, el aprendió obediencia. Nos deslumbra ese Jesús de Nazaret que a los treinta y tres años antes de ir a la cruz sometiendo al diablo, diciéndole a su Papa  <que si era posible que pase de mi esa copa pero que no se haga mi voluntad sino la tuya>  y entendemos que el fruto de esa obediencia fueron los treinta años en silencio, el fruto de la obediencia fue lo que aprendió de María y José, no es que le vino una revelación, sino que creció igual que nosotros y desarrollo un carácter de obediencia.

Jesús no es una figura mística, no es un hombre con súper poderes inalcanzables, no es un gurú, no es Mahoma, no es buda, ellos todavía están en la tumba, Jesús fue cien por ciento hombre, el creador hecho criatura y modelando una vida para que nosotros vivamos como el vivió. Jesús llevo su vida en sacrificio a la cruz para que por medio de su sangre derramada nosotros podamos lavar nuestros pecados, levantarnos después de cada caída, no renunciar a nuestros sueños, caminar con fe, vivir en santidad, perdonar a nuestros deudores, pedir perdón por las heridas que hemos hecho, levantarnos de nuestras ataduras, por eso Jesús no solo es el modelo sino que es el camino a ese modelo.

No creemos que Jesús se portó mal, pero él tenía el carácter, vemos a sus padres María y José buscándolo por tres días, cuando lo encuentran ven a su hijo adolescente que está deslumbrando a los maestros, inmediatamente lo interrogan para saber dónde estaba, pero Jesús le hace ver a su mama que no entiende porque está preocupada, pues él debía estar en los negocios de su Padre, en la casa de su Papa. María entonces guarda todo en su corazón entendiendo lo que estaba haciendo su hijo, la palabra nos menciona que después de eso Jesús obedeció a sus padres.

Debemos ordenar prioridades, eso nos enseña esta actitud de Jesús, él amaba a sus padres pero debía hacer la voluntad de su Papa. Jesús establece un principio inigualable: <que Dios es todo y en todo> Siempre Dios es prioridad, es el primero y el ultimo, es el alfa y la omega, es el Adonaí, el Señor, el gran Yo Soy, el que fue, es y el que ha de venir. Es el Dios creador, Elohim, el Dios todopoderoso, el salvador del mundo, el Espíritu que lo llena todo y en todo, es Cristo revelado, es Dios.

Nosotros pasaremos pero el seguirá siendo primero, las edades pasaran y él va a ser primero, “Dios es Dios”. Jesús les hace ver a sus padres que era  importante obedecerles pero que él tenía una prioridad que estaba antes que todas las cosas. María le muestra su desesperación, pero Jesús no puede explicarles que estaba preparando el corazón de ellos para lo que sucedería veintiún años más tarde, cuando lo vieran sangrando en una cruz sacrificándose por la humanidad, ellos no lo iban a entender, pero por primera vez el corazón de María estaba siendo formado para ese momento.

“Cuando no somos felices también están pasando cosas buenas”  Dios siempre está obrando, en nuestros momentos de no plenitud, de infelicidad, de batallas, también están ocurriendo cosas buenas. María y José están desesperados, pero no saben que están siendo formados para ese momento de tensión que van a vivir, ellos solo ven a su hijo adolescente que no les hizo caso y no pueden ver, ni percibir que Jesús está abriendo la puerta de lo eterno para la gente. Los mismos religiosos con los que él estuvo son los que más adelante gritaran que le crucifiquen, son también los que le van azotar y llevar delante de Poncio Pilato, esos mismos religiosos serán los que escuchen de la boca de Jesús: <Padre perdónales porque no saben lo que hacen>

Jesús no desobedece a sus padres, sino que nos enseña que hay una prioridad y que debajo de esa prioridad hay una obediencia, pues tranquiliza a su mama diciéndole que debía estar en la casa del Señor modelando después de eso un carácter de obediencia. Jesús no estaba abstraído de la realidad, sino que caminaba con los demás, compartía con sus familiares, no estaba recluido adentro de un santuario, era un adolescente que tenía un propósito, una meta y un carácter extraordinario.

Desde la prioridad que es su Padre, la obediencia es el resultado.

  1. 52 (NTV) la palabra sabiduría que aparece aquí viene del griego “conocimiento o capacidad técnica” se puede hablar de sabiduría como una persona, como la inspiración divina, pero en este caso habla de un crecimiento de capacidad intelectual, Jesús estableció que su prioridad era hacer la voluntad del Padre y caminando en obediencia desato un crecimiento de cuatro aspectos que equilibro su vida y lo preparo para su propósito. Primero crecía en sabiduría: Jesús aprendía de José que una casa debía construirse sobre la roca, aprendió que las semillas caían en diferentes lugares, aprendió que habia una temporada de cosecha y una de siega, aprendió que habían trámites legales, que los jueces eran injustos, que la religión era hipócrita, aprendió todo eso de su papa. También aprendió de los maestros la Tora, la palabra, creció de manera intelectual. Jesús no era un neófito, le decían Rabí (un erudito) pues dedico tiempo en capacitarse y a crecer.

La prioridad nos lleva a un impulso de crecimiento intelectual, en la iglesia crecemos todos juntos, leemos el mismo libro, interpretamos la misma palabra, somos desafiados. Tenemos que volver a traer la palabra a nuestras casas, volver a contar sus historias, volver a leer sus profecías, volver a materializar la lectura, a escuchar su voz y a interpretar lo que él tiene para nosotros, debemos preparar el camino para el que viene.

Jesús no solo crecía en sabiduría sino que también en estatura, se desarrollaba físicamente, el propósito de Dios más allá de traer sanidad a nuestras vidas, es la salud. Debemos tener equilibrio, Jesús crecía físicamente sano y este detalle le permitió entregar su vida de la manera que lo hizo. Con treinta y tres años iba a ser sometido a un flagelo físico insoportable, iba a ser azotado, su cuerpo iba a ser roto, iba a ser expuesto y en medio de esa pérdida de masa muscular, de sangre, de tensión física, él tendría que tener claridad en su mente para responder. ¿Cómo lo desarrollo? Crecía en sabiduría, crecía en estatura, Jesús caminaba no era sedentario, tenía una buena dieta. Muchas de nuestras enfermedades tienen que ver con un mal proceso de no haber guardado nuestra salud y nuestra integridad física. Pensemos en nuestra salud de manera integral, tenemos que vivir con un criterio porque estatura no solo tiene que ver con la salud física sino también con la salud emocional y así como tenemos disciplinas espirituales como la oración, como el ayuno, hay disciplinas emocionales que nos dan una salud mental óptima. La depresión corrompe el cuerpo, la ira, el enojo descontrolado afecta a los huesos, las cosas guardadas, la angustia produce ulceras y lastima el físico. En los próximos años la medicina será más inaccesible, quizás enfrentaremos más virus que desconocemos, necesitamos crecer en estatura, necesitamos invertir nuestro tiempo en una salud física y emocional plena. El cuerpo fue diseñado para sanar solo y con las emociones pasa lo mismo. Es necesario aprender hablar las cosas en el momento oportuno, aplicar las herramientas que el Dios del cielo nos dio, el perdón (no se ponga el sol sobre nuestro enojo)  resolvamos las cosas, acortemos distancias, perdonar y ser perdonados. Somos responsables por lo que elegimos, por nuestras decisiones y debemos hacernos cargo de lo que hemos determinado.

Dios no nos anula las emociones, cuando conocemos a Jesús no dejamos de ser nosotros, pues él nos pensó desde antes de la fundación del mundo, debemos conducir las emociones hacia nuestro propósito. Utilicemos las herramientas emocionales que Dios nos dio para el bien, somos instrumentos de justicia. Cuando Jesús viene el cambio es total y él toma la capacidad que antes era de las tinieblas y ahora la transforma para la luz, no podemos vivir a medias para Cristo, por eso el evangelio no funciona al cuarto de nuestra capacidad, Jesús toma todo lo que somos y nos sana, nos transforma, nos purifica, nos desarrolla para que el propósito se cumpla.

Jesús también crecia en favor de Dios y para con los hombres, tenía doce años y comienza a crecer en su comunión con el Padre, cuando llega a los treinta su comunión es la base fundamental de su ministerio, cuando se bautiza el cielo se abre oyendo la voz de su Papa: <este es mi hijo amado en el cual yo me complazco>  todavía no habia hecho ningún milagro, no habia comenzado su ministerio pero el Padre ve el crecimiento en la vida de su hijo por eso lo menciona. La oración, la lectura de la palabra, esa relación íntima con Dios no es un accesorio para sacarnos de los malos momentos sino que es el aire que nos nutre, es la fortaleza que nos despierta, no podemos dejar de orar, de estar en contacto con él, no podemos desvincularlo de nuestra realidad cotidiana, no importa cuántos años tengamos de creyentes, ni lo logros personales, el favor de Dios es fundamental, es la gracia que nos nutre.

“Vamos a poner el favor de Dios en nuestros hogares, a poner música, a orar, vamos a quitar de en medio la distracción, a impulsar a nuestros hijos para estar en la casa de Papa. Peleemos por una generación que no se apartara del Señor, crezcamos en el favor de Dios, mantengamos la comunión  íntima y personal con nuestros hermanos. Lo que estamos cultivando no se compara con nada de lo que el mundo nos brinda, no hay mejor comunión que con nuestros hermanos, no hay mejor espacio que ese pequeño grupo de vida donde podemos confiar nuestras necesidades  y bendecir a otros. En los años que vendrán como congregación creceremos en los dones, en el mover del Espíritu, en el discernimiento, en la profecía y llegara un momento en que no será grave poder confesar nuestras debilidades, tenemos que estar listos para ese momento. Tenemos que crecer con favor de la gente, las amistades exclusivas donde nadie más entra son peligrosas, una amistad sana siempre tiene espacio para conectar con otros. Jesús establece una  prioridad  <la voluntad de Dios es el principio, la obediencia es el camino y el crecimiento es equilibrado>  Nuestra vida es dinámica y el desafío es que prosperemos así como prospera nuestra alma. Son cuatro patas de una mesa: la pata emocional y física, la pata intelectual, la pata espiritual y la comunión con los demás, cuando una está más corta no hay estabilidad, no hay equilibrio, por eso todo lo que se ordena, se multiplica”

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