El ladrón y el novio

1 de diciembre de 2024

Comenzamos a leer como iglesia 1º y 2º de Tesalonicenses en este trimestre, tenemos la palabra del año que nos habla de que Somos Iglesia. En el primer trimestre hablamos de que somos el cuerpo de Cristo, en el segundo trimestre de que somos familia de Dios, en el tercer trimestre de que somos Casa de Oración a las Naciones. Y en este cuarto y último trimestre estamos hablando de que somos la novia vestida de guerra que Jesús viene a buscar. Hablamos de que somos una novia apasionada, “Cultura de Radicalidad”, una novia leal “Cultura de amor fraternal” y ahora hablamos de una novia que es sabia “Cultura de Sabiduría”

Durante todo este mes hablaremos sobre las decisiones, sobre cómo hacer balances claros y crecer en esto. Tomamos el texto de Efesios 6:11-12 (NTV) “Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales”

Hablamos de que esta novia, que es la iglesia, tiene una vestimenta particular pues está vestida para la guerra. Nos tenemos que vestir para la guerra para defender a nuestros hijos, para luchar por nuestros hogares, por nuestras familias. Solo que nuestras armas son diferentes, no son tener la razón, aplastar al otro, sino que nuestras armas son cubrir nuestra mente con el yelmo de la salvación, abrazar la fe, cultivar el amor fraternal. Nuestra guerra se gana en el plano espiritual, desde ahí luchamos por hogares, por familias, por vidas transformadas.

El libro de Tesalonicenses es muy especial porque es la primera carta que escribe Pablo, nace desde Hechos capítulo 17. La iglesia en Tesalónica fue plantada por Pablo y un grupo de amigos. Pablo se establece en esa ciudad y comienza a hablarle a la gente de Jesús, a que la gente tenga fe. Entonces, las personas empiezan a cambiar sus vidas, empiezan a reunirse, pero el mensaje del reino de los cielos era muy fuerte. Pues hablaba de un Rey llamado Jesús, que era diferente a los reyes de este mundo, era un rey que gobierna con amor, con justicia, entonces la gente se enloqueció pues escuchaban que los cristianos hablaban que había otro rey aparte del Cesar. Y como el Cesar era bastante impopular por los impuestos, por la opresión, el gobierno se movilizó y desató una persecución.

La iglesia de Tesalónica creció en la persecución, de hecho a los pocos meses, menos de un año en que Pablo abre esa iglesia, debe escaparse pues el que se quedara era riesgoso para la gente y para él. A los años después de salir de Tesalónica, Pablo escribe y hay un pastor joven de origen griego – helénico que se llama Timoteo, al cual Pablo le consulta cómo está todo por el lugar. A lo que Timoteo le responde que desde que se fueron, ellos no han dejado de ser perseguidos, pero que eso no les ha impedido de crecer, avanzar, de abrazar a las familias y a pesar de todas las dudas que tienen de permanecer en pie. De aquí es que Pablo escribe 1º y 2º de Tesalonicenses.

El formato de la carta de 1º de Tesalonicenses son tres oraciones .Pablo ora por la iglesia de Tesalónica, pide fortaleza, pide que no se rindan y pide que permanezcan en el Señor, estas cartas nos abren un panorama de tremenda revelación, pues los hermanos de Tesalónica tenían una duda. Cuando ellos creen en Jesús Pablo les habla de que Jesús volvería para reinar con ellos y en el proceso de esa espera, vieron cómo muchos hermanos de la iglesia habían muerto en el martirio pues por la persecución habían sido asesinados.

La pregunta que tenían era ¿qué pasará con los hermanos que murieron cuando Jesús venga? A lo cual la respuesta de Pablo fue que no tengan temor porque cuando el Rey Jesús venga los muertos en Cristo resucitarán y los que hayamos quedado también seremos levantados para encontrarnos con él físicamente.

Todo lo que está escrito en la Biblia tiene que ver con lo que construimos.

Esta carta se escribió hace dos mil años pero es tan actual, la persecución, la tensión, el final de los tiempos y sobre todo el retorno inminente de Jesús. Él dijo que iba a venir a dar su vida por nosotros y lo hizo. Dijo que resucitaría y lo hizo, la historia lo comprueba, la teología lo demuestra, también dijo que va a volver por nosotros y así lo hará, volverá. Hablar de lo que pasa al final, define nuestro presente, hablar de lo que pasa al final define cómo vivimos.

1º Tesalonicenses 5:1-11 (RVR)

Pablo nos hace esta pregunta ¿a quién ustedes están sirviendo, a quien están esperando, a un ladrón o a un novio? Durante mucho tiempo nuestra escatología puso énfasis a Jesús como el ladrón que llega de noche, como algo inesperado que nos va a sorprender, que va a traer temor, que parece ser que no tiene influencia. Pero, sabemos por el contrario que si tiene influencia porque como nosotros definamos cómo es el Dios a quien le damos nuestras vidas de esa manera será nuestra forma de vivir. Por eso, Pablo llegando a este punto de la carta hablándole a gente que pasa tiempos difíciles, les dice que sabe que ellos están preocupados por el futuro, porque no vendrán días fáciles, pero les aclara que los tiempos nadie los conoce. Pues, cuando Jesús venga será como ladrón en la noche para los que están en tinieblas, para los que le rechazan, para los que no le conocen, para los que no lo esperan, pero para los que caminan con él, para los que han tenido un encuentro con él será diferente. No son hijos de la oscuridad sino de la luz, que viven en el día, que no duermen en medio de la oscuridad, sino que están atentos y velan; que están vestidos, esperando lo que va a venir.

Toda la historia de la Biblia se trata de una boda, empieza en el jardín del Edén, con Adán y Eva, caminando y disfrutando, hasta que el pecado es introducido y el hombre decide rechazar a Dios y seguir su propio camino. Desde Génesis hasta Apocalipsis el tema es uno solo, Jesús, buscando reconciliar al hombre con Dios por medio de su sacrificio, muerte y resurrección. Terminando en el libro del Apocalipsis con una boda, donde nuevamente Dios se encontrará con su pueblo después de todos los años de procesos para reinar con él para siempre. Por eso, la Biblia no solo es un libro de información, llenos de nombres o historias raras, es una carta de amor, es Dios diciéndonos cuanto nos ama, es Dios contándonos la historia de cual relevante somos que entregó su vida por amor a nosotros. Nos habla de que hay propósito en nuestras familias, en nuestras historias y que él conoce todo de nosotros porque es el dueño de toda nuestra historia.

Si le quitamos la pasión, el amor y la esencia de un mensaje de amor perdemos el sentido del propósito que hay en este libro. Pablo por eso les pregunta a la iglesia a quién esperan. Por mucho tiempo la iglesia ha esperado a un ladrón y cuando esperamos a un ladrón, tenemos miedo, y sabemos que el ladrón es el diablo que vino para robar, matar y destruir. Cuando esperamos a un ladrón ponemos rejas, fortalecemos las estructuras, nos preparamos con miedo y sobretodo nos conformamos a vivir en la mediocridad espiritual, emocional y económica porque si estamos esperando a un ladrón que nos va a robar todo ¿para qué nos vamos a esforzar? ¿Para qué vamos a buscar algo mejor? ¿Para qué vamos a crecer?

Elegimos a Jesús, elegimos los valores que encarna, lo elegimos como a un novio, no como a un ladrón.

Esperar a un ladrón, a la iglesia la llevó a vivir detrás de los barrotes de la religión, barrotes que una y otra vez el Espíritu Santo tuvo que romper. La teología que produce miedo hizo de la iglesia en las diferentes etapas de la historia su página más oscura donde se manipuló a las personas, donde las personas manipulaban a sus líderes, porque la religión y el temor producen eso. Porque el que espera a un ladrón se mueve por el temor, hacemos el bien porque si no el Señor nos castiga, ayudamos a los demás porque si no Dios no nos ayuda, damos la ofrenda, vamos a la iglesia porque si no nos va a ir mal, como si Jesús fuera un ladrón. A Jesús lo crucificaron como a un ladrón, de hecho cuando él fue a dar su vida en la cruz había dos ladrones, el verdadero ladrón quiso humillar al Cordero Inmolado que lo derrotó en la cruz del Calvario. En esa cruz, un esposo estaba dando la vida por su esposa, un Dios estaba dando la vida por sus hijos y en esa cruz por la sangre del Cordero hemos sido rescatados del pecado y de la maldad.

Hay una diferencia muy grande entre una boda y un atraco, pues en un atraco hay peligro, hay violencia, el ladrón arrebata y la violencia del diablo es la astucia. No solo arrebata golpeándonos con las tragedias de la vida, sino que pone trampas, nos dice lo grande, lo importante que somos para después humillarnos y someternos frente a la necesidad. Nos lleva a la autodependencia y es terrible porque lo que hace Satanás es transfigurar la persona de Jesús y hacernos pensar que estamos viviendo para satisfacer a alguien que nos va arrebatar todo.

El ladrón arrebata pero el esposo también arrebata, ese esposo se queda con todo porque la esposa que espera al novio también lo pierde todo, el novio te despoja de todo.

El ladrón arrebata pero el novio se entrega por amor.

Por eso, Pablo le dice a la iglesia de Tesalónica que ellos no están esperando a un ladrón en medio de la noche. El día en que Jesús regrese será fuerte porque después de vivir un tiempo de caos, habrá un tiempo de seguridad, una falsa seguridad y en medio de esa falsa seguridad Jesús regresará y cuando él regrese todo ojo le verá. Entonces, para aquellos que han rechazado el mensaje, que endurecieron sus corazones será terrible pues será inesperado, será en un momento inoportuno.

Aquellos que esperan al novio se visten como a una novia vestida de guerra. El consejo de Pablo para los que esperan al novio es <pónganse el yelmo de la salvación> protéjanse del engaño, de sus propios razonamientos, de la depresión, del estrés, de las tensiones, la batalla mayor está en la cabeza. La novia tiene una tiara, una corona en su cabeza que declara el momento de la boda, la iglesia que espera al novio tiene un yelmo, por eso la palabra, la entrega y lo que Dios tiene para nosotros.

Para aquellos que han esperado al novio y que por amor a Jesús han rendido sus vidas y la de sus familias será una fiesta asombrosa.

Cuando una persona espera a un ladrón vive en estructuras, vive entre rejas, pero cuando esperamos al amado, la espera es distinta. Nos entregamos por amor, invertimos todo lo que tenemos apasionadamente esperando ese momento, vivimos con exclusividad para la persona que amamos ya no miramos al resto porque entendemos que lo mejor está en ese instante, caminamos con libertad.

En la relación y compromiso mutuos hay exclusividad y en la exclusividad hay distinción, hay honra. El compromiso nos da libertad de saber que al decidirnos por una persona, vamos a dar lo mejor y con Cristo es igual, cuando conocemos a Jesús lo que nos ata a él no es la religión. Porque cuando hay compromiso las cosas se ordenan, somos libres, nuestras vidas le pertenecen a alguien más grande que a nosotros mismos.

La gente hoy esta descreída totalmente de las instituciones, muchas estructuras institucionales han fallado pero también hay una anarquía a no querer pertenecer a nada. El problema es que cuando no pertenecemos a nada y viene el día malo, estamos solos, aislados y no podemos explotar lo de Dios en nuestras vidas.

La iglesia no es una institución, es una comunidad, es la novia y es un organismo de gente enamorada de Jesús que tiene miles de defectos.

La iglesia tampoco es una secta que se queda con el dinero, no es una religión, es una relación con una persona que se entregó por amor y que nos conecta a todos. Nos pide que nos vistamos con la armadura, que nos preparemos, que nos amemos los unos a los otros, que nos sirvamos. No podemos esperar a Jesús solos, necesitamos ser parte de una comunidad de fe donde nos sirvamos los unos a los otros, no se trata solamente de lo que los demás pueden hacer por nosotros, sino cómo lo poco que tenemos, la historia de nuestras vidas transformadas, la gracia que Dios nos dio puede ser útil para nuestro prójimo, para nuestro hermano. Esa es la manera de esperar al novio, no lo esperamos compitiendo entre nosotros, no esperamos al novio reteniendo porque no es el ladrón.

El ladrón solo viene a robar, matar y destruir pero el novio viene a la boda para reinar con nosotros para siempre.

¿Quién es Dios para nosotros, un ladrón o un novio? ¿A quién estamos esperando? Quizás no terminemos de entender a quién estamos esperando, porque si realmente entendemos quien es él, no vamos a permitir que la pasión y el amor se nos apaguen. Si realmente estamos entendiendo que estamos esperando al novio, vamos a ser leales los unos a los otros, no vamos a tener temor a lo que Jesús va hacer en este tiempo.  En este tiempo hay cosas que nos exceden, cuando los discípulos de Juan el Bautista van a ver a Jesús. Lo que esperaban los discípulos de Juan el Bautista era que Jesús liberara a su primo que estaba a punto de ser ejecutado, quien había preparado el camino para Jesús estaba a punto de ser ejecutado injustamente. Jesús no hace lo que la gente esperaba, “bienaventurado aquel que cuando Dios parece que permite cosas que no están en el plan, no halle tropiezo”  

Habrá momentos en que van a venir cosas inesperadas. Va a haber momentos en que van hablar mal de nosotros, va a haber momentos en que nos van a traicionar, van a haber momentos en que las cosas no van a resultar, ¿nos vamos a volver atrás, vamos a dejar de creer en la iglesia, en la gente, en Dios? Juan preparó el camino para Jesús, era el primo pero no lo liberó de la cárcel. Es que hay un panorama que es más amplio que el nuestro, no esperamos un ladrón, nuestra teología no se termina en nuestro propio bienestar.

Seguir a Jesús es aceptar tanto las cosas inesperadas como las que esperamos. Es entender que no es un ladrón que arrebata, él es un novio que por amor hace lo mejor para nosotros. Ampliemos en nuestra mente y corazón nuestra fe para que entendamos que hay cosas en la vida que no podemos elegir, pero sí podemos decidir cómo las vamos a pasar y sí podemos apropiarnos de todas sus promesas. Aquellos que se toman de la mano de Dios consiguen grandes victorias. Muchas veces lo único que nos queda es tomarnos de su mano, no entendemos por lo que estamos pasando pero elegimos tomarnos de su mano.

Esperamos a un novio de día no a un ladrón que nos va a arrebatar. Estamos esperando a aquel que dio su vida en la cruz del Calvario por nosotros, estamos esperando a aquel que resucitó al tercer día, vivimos para aquel que gobierna a la diestra del Padre, él es nuestro amado. Todo lo que hacemos es por él, es esa relación la que nos lleva a creer, a vivir y a depender de él. Nunca nos vamos a arrepentir de amar en profundidad, el amor cubre multitud de faltas y de pecados. Quizás lleguemos a esta altura del año y estemos cansados, agotados y nos preguntamos ¿a quién estamos esperando, al novio o a un ladrón? Porque que esperamos al novio no nos va hacer que estemos menos cansados pero vamos a encontrar propósito en nuestro agotamiento, en nuestras cicatrices, en nuestras luchas y batallas, porque todo lo que hemos hecho perdido o ganado será para un momento maravilloso, un encuentro en el que vamos a reinar con Jesús para siempre.

“Lo único que permanecerá será lo que hicimos por amor en Cristo Jesús. Si todo lo que construimos hogar, familia, casa ha sido por miedo, entonces no tiene propósito alguno, pero si lo que hemos construido lo hemos hecho en el nombre de Jesús, esperando al novio. Cuando él venga no será tan importante el resultado, sino la fidelidad. Cuando él venga podrá decir: <Buen siervo, fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré>. Y no solo eso sino que todo lo que hacemos por amor, el sacrificio, la entrega, los momentos de dificultad, todo lo que hacemos por amor nos lleva a dar una vida plena.”

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