Instrucciones para la libertad
14 de agosto de 2022
“Vos me llamas a un nuevo lugar,
me estás esperando del otro lado.
Me visto con la armadura,
yo quiero estar lista para cruzarlo”.Epígrafe por Yamila Arce
La palabra de Dios es la que nos nutre y cambia nuestras vidas, no podemos sobrevivir con lo que nos cuentan un domingo, sino que necesitamos a cada momento escudriñarla, debe ser parte de nuestra vida, debemos leerla con nuestra familia. Preparamos nuestros hogares con altares de adoración, los cielos están abiertos pero hay batallas a niveles de los cuales no estamos acostumbrados pero también hay respuesta de parte de Dios. El Señor nos expone a la bendición y a vencer las cosas que nos detienen. Cuando nos quedamos cómodos o estamos en piloto automático para sobrevivir ahí estamos en peligro.
Nos preparamos para la batalla y la bendición porque detrás de ambas está Dios sobre nuestras vidas y el libro de Éxodo, el capítulo 12, habla de la fiesta de la Pascua, el Pésaj judío que quiere decir “pasar al otro lado”. Desde el capítulo 1 al 12 vemos lo que sucede con un pueblo que está atrapado en medio de una nación que lo esclaviza. En el capítulo 1 nos cuenta cómo José que fue el gobernador de Egipto, cuando muere, llegan otros faraones que no lo conocían y la familia de José que eran setenta cuando entraron a Egipto, creció, se multiplicó y durante cuatrocientos años vivió en Egipto. El crecimiento de esa familia a los faraones les preocupó, entonces ahí los esclavizaron sometiéndolos a trabajos forzados, sin tener cultura de pueblo, ni identidad. En la antigüedad un esclavo se definía con la calidad de una cosa. No se las consideraba personas, un esclavo era una cosa a la cual el amo la podía usar, matar o lo que quisiera, el amo le daba de comer, lo mantenía pero estaban a merced de ellos.
Llegó a un punto en donde estaban tan sometidos a este sistema que recordaban las historias de José y del Dios que los había traído hasta esa tierra. Después de cuatrocientos años una chispa se encendió en sus corazones y se dispusieron a clamar al Dios de sus padres, el cual les dio libertad, Dios les responde y les concede un libertador, un hombre de carne y hueso. En medio de un genocidio de niños la mamá de Moisés lo suelta en las aguas del rio Nilo y crece como hijo del faraón, pero el fuego y propósito que había en su corazón no se apaga, pero quiere hacer justicia a mano propia y por eso es echado del sistema refugiándose en Moab donde Dios lo prepara para levantarlo como libertador de Israel.
“No nos podemos quedar en el medio, tenemos que entrar a la batalla para librar las victorias que Dios nos pide y nos preparamos para recibir todo lo que él tiene para nosotros.”
El libro de Éxodo tiene su paralelo con el libro de los Hechos porque habla de un pueblo perseguido, oprimido que crece en la dificultad esperando a un libertador. En el libro de Éxodo el libertador es Moisés, en Hechos es la llegada del Espíritu Santo la cual rompe la opresión y hace que la iglesia explote. Éxodo tiene también un paralelo con Apocalipsis, el mismo proceso de Dios para liberar al pueblo de Israel es el proceso de los últimos tiempos para romper con la injusticia del sistema para que Jesús regrese a reinar con nosotros para siempre.
Vivimos en un sistema que no quiere personas quiere esclavos, quiere números, personas que trabajan y le dedican toda una vida a ese lugar, en mucho de los casos perdiendo sus familias y sueños. Faraón había sometido al pueblo el cual trabajaba día y noche solo para él, habían perdido su identidad de familia, de hogar, pero se determinaron a no estar más sometidos a ese sistema y comenzaron a clamar a Dios. Hoy también nos agotamos de ser un número más, de la presión de este sistema que es incierto, nos agotamos al ver que las fuerzas ni el tiempo nos alcanzan.
El pueblo sabía que no estaban solo para hacer ladrillos, entendían que estaban para más, que Dios les había dado un propósito, ese hastío fue lo que provocó que clamen a Dios enviándole así a Moisés, el cual los encontró esclavizados. Por eso comienza a dar palabras de libertad en sus corazones pero el pueblo estaba tan sometido que fue ingrato y difícil para que la palabra penetre. Moisés enfrentó a faraón, quien es la figura de Satanás, a quien no le preocupa la gente solo le preocupa el poder. En los gobiernos de este mundo aunque cambien los colores y representantes los que siguen pagando el precio de las malas políticas es la gente. La corrupción de este mundo no está en las tareas, sino en los corazones y cuando los que gobiernan están llenos de corrupción se rinden a este sistema. Cuando José llego a Egipto había mucha hambruna y necesidad, entonces el Faraón tiene un sueño que no puede interpretar pero José sí lo hace, le enseña a faraón la manera de administrar Egipto. Le da las instrucciones de armar los graneros para que cuando vengan los tiempos difíciles pueda alimentar a la gente. Egipto se apropia de esa idea y lo utiliza como un sistema de dominación para los otros pueblos, pero es un hombre de Dios que dentro de este sistema abre la puerta para que el hambre no mate a la gente.
“Nosotros debemos llevar a Cristo a todo ámbito y lugar para que haya libertad”.
El Señor envía a Moisés para sacudir a ese sistema, les manda entonces las diez plagas pero Faraón a pesar de esto no quiere soltar al pueblo, así también es como nosotros muchas veces estamos frente a un sistema que aunque ve los milagros y lo que Dios hace transformando vidas no cree porque su corazón esta endurecido. En medio de este proceso llega el día de la libertad en el capítulo 12 de Éxodo. En ese día Dios habla al corazón de Moisés y le da las instrucciones para lo que va a ser la última cena antes de romper con la esclavitud. Le pide al pueblo que se reúnan en familias en sus casas, que busquen un cordero sin mancha, inocente y que lo maten, sentados juntos alrededor de su mesa con el cordero completo, que busquen yerbas amargas colocándolas al costado para compartir con el cordero amasando pan sin levadura también. Con la sangre del cordero les pide que pinten los dinteles de las puertas porque esa noche los visitaría el ángel de la muerte, el cual golpearía puerta por puerta y donde vea la sangre no entraría, pero en aquellos lugares que no tengan la sangre los primogénitos iban a morir. Al día siguiente el Faraón cuando ve la destrucción libera al pueblo de Dios.
¿Porque el faraón libera al pueblo? Porque no puede más pues la obediencia y fidelidad del pueblo y el poder de Dios hace que la voluntad del enemigo se quiebre. Los hebreos salen de Egipto y se van con todas las riquezas, con todo el oro hacia su libertad. Ellos no solo estaban trabajando para recuperar su libertad, sino para defender su identidad, para dejar de ser una nación de esclavos y comenzar a ser libres. Cuando Jesús viene recibimos libertad pero hay personas que le tienen miedo a la libertad, porque cuando somos esclavos alguien nos alimenta, decide por nosotros y hacemos lo que nos piden. Pero cuando vivimos en libertad somos responsables de nuestras decisiones.
“Cuando recibimos la libertad de Jesús nos hacemos responsables de nuestras decisiones.”
La esclavitud nos acomoda a un sistema religioso, a vivir todos los días lo mismo, sobrevivimos en todo, pero Dios quiere romper con esta mentalidad de esclavos. La palabra nos recuerda que por medio de Jesús recibimos un espíritu de adopción por el cual podemos clamar “Abba Padre”, no somos esclavos, somos hijos.
Éxodo 12:11 Las instrucciones aceleran el tiempo de Dios, se obedecen no solo por el miedo de ser librado de la muerte, sino porque estamos comprometidos con el objetivo de lo que está construyendo. Los mandamientos son instrucciones que nos llevan a construir el propósito de Dios con nosotros, la cual es una relación permanente. Cuando Dios nos manda a amar a los demás estamos construyendo la iglesia, relaciones sanas y nuestras vidas en plenitud. Cuando Dios nos llama a vencer el egoísmo son instrucciones que le dan forma a nuestras vidas y aceleran los tiempos.
Moisés le da las instrucciones para comer la cena, les menciona que estén totalmente vestidos, de lo cual podemos recordar cuando Pablo le dice a la iglesia de Éfeso estén totalmente vestidos de toda la armadura del Señor. (Efesios 6) estad ceñidos vuestros lomos con el cinturón de la verdad, el cual sirve mucho más que para sostener el pantalón, sino que ciñe desde una prenda íntima hasta toda la vestimenta. No es tiempo de estar desnudos ni vestidos a medias, debemos estar preparados porque el Señor nos está llamando, no podemos vivir con cosas escondidas que nos avergüenzan, ni menos tener una fe mediocre y que nos vayamos vistiéndonos por partes. Viene un tiempo nuevo de parte de Dios por eso debemos prepararnos, ceñirnos para no ser avergonzados y estar firmes.
Vienen días malos, las cosas no van a mejorar para los que no estén preparados, pero para los que estamos preparados viene un tiempo de batalla que nos lleva a la victoria. Nos preparamos para la vida, para lo que vendrá. Ceñirnos habla de orden, escuchemos el llamado de Dios yendo a su Presencia y reconociendo que lo necesitamos. Prioricemos estar conectados con él, no nos mintamos a nosotros mismos porque cuando nos desconectamos de su presencia no funcionamos, nos falta pan en la mesa dependiendo de otros siempre, estamos como esclavos por eso el llamado de Dios es que nos vistamos por completo.
Estemos también calzados con el apresto del evangelio, esto es la pasión del primer amor, la pasión por aquel que nos sustenta, que nos da la vida, que nos da la familia, que nos fortalece, de aquel que se hizo hombre, murió, resucito y está sentado a la diestra del Padre el cual nos viene a buscar.
“Lo extraordinario no es vivir con pasión, sino que esa pasión nos lleve a estar conectados con el Señor todos los días.”
Estemos calzados porque nos resta mucho camino todavía, para lo único que podemos quitarnos los zapatos es para que Jesús nos lave los pies, para que trate con nuestras vidas. Cuando aprendemos a caminar con el Señor y dejamos que nos lave los pies logramos una comunión con él, nos calzamos y no solo tenemos las fuerzas para caminar sobre los problemas, sino que tomados de la mano de Dios podremos caminar a través del agua, se abrirán los mares, se abrirá lo imposible porque el Señor lo hará otra vez.
Dios le dice al pueblo que se calcen porque cruzarían el mar rojo el cual se les abriría delante de sus ojos, si estamos en momentos de dificultades debemos estar tranquilos porque si nos vestimos y nos calzamos el mar se abrirá en el nombre de Jesús. Tengamos el bastón en nuestras manos, ¿qué es lo que tenemos más tiempo en nuestras manos? Muchas veces tenemos tantas cosas en las manos que impiden que estemos listos para lo que Dios tiene para nosotros. Cuando Dios le pregunta a Moisés qué tiene en la mano este le responde que tiene una vara, Dios le recuerda a Moisés que él está a su lado y que con lo que tenga en la mano hará señales. Si con lo que tenemos en la mano lo consagramos al pecado o para nosotros mismos nunca va alcanzar pero si con lo que tenemos en la mano lo consagramos al Señor él hará su obra.
Dios le dice que coman apresuradamente el cordero de la pascua es porque esa misma no che iban a salir de la esclavitud. Entendemos que cuando vengan las bodas del cordero disfrutaremos de estar tranquilos con él en la eternidad pero mientras tanto comemos apresuradamente. (1º Pedro 2) una cena familiar que se come de prisa porque mientras estemos en este mundo estaremos de paso no anclados a este sistema, comeremos esperando y apresurando para la venida de Dios, cuando todo se reinicia, cuando todo comience.
En la cena del Señor cuando Jesús comparte en la pascua no solo es el pan y el vino, sino que también está el cordero, las hierbas amargas. De todo lo que está en la mesa el Señor toma el pan y el vino porque él es el cordero inmolado que quita el pecado, por eso no pintamos más los dinteles de las puertas con sangre ni sacrificamos animales porque el cordero inmolado fue muerto para que el ángel de la muerte no tenga poder sobre nosotros y Jesús sentándose a la mesa de pascua recuerda que él es el cordero. La cena del Señor será representada con el pan porque es el cuerpo de Jesús que es partido por nosotros y la vida del cordero inmolado está en nosotros, está también el vino que es la sangre preciosa, que fue derramada estableciendo un nuevo pacto.
“En el nuevo pacto Jesús entrega su vida por nosotros para que pasemos al otro lado, para que podamos vivir en libertad.”
En la vida a veces tomamos muchas Santas Cenas pero seguimos viviendo en las mismas situaciones sin pasar al otro lado, seguimos sin entender que debemos estar vestidos, en orden y listos para traspasar. Sin embargo él renueva su misericordia, nos invita una y otra vez recordándonos que el precio de nuestra libertad fue su sangre derramada. Si hay algo por el cual late el corazón de Dios no es que seamos parte de una religión linda donde nos va bien en la vida, sino que podamos vivir en libertad, libre del pecado y de la muerte. Viviendo en libertad nos lleva a liberar a otros, a traer libertad a los cautivos y vista a los ciegos.
“Nos sentamos a la mesa del Señor vestidos para liberar a otros, ceñidos en la verdad, con el calzado puesto y con lo que tenemos hoy en las manos pidiéndole al Señor que nos ayude porque queremos estar preparados para lo que viene. No podemos sentarnos desvestidos en la mesa del Señor, sino tenemos que estar preparados. Esa misma noche el pueblo saldría de la esclavitud de cuatrocientos años y empezarían los problemas porque cuando salimos a la libertad nos encontramos con batallas y bendiciones, pero detrás de cada una hay gloria porque el Señor está en control de todo”.