LA GRACIA DEL SEÑOR ES PERFECTA

Romanos 1:16-24 (NTV)

Pablo escribió en el contexto de Roma no en estos días, sin embargo vemos cómo es la marca de lo que estamos viviendo ahora. Especifica claramente de cómo Dios no contiende con el hombre, sino que solo nos lleva a creer. No negociamos con Dios sino que simplemente nos rendimos delante de él sabiendo que en su inmensidad se entregó por amor para darnos perdón y libertad.

Pablo en la cárcel en Roma escribe esta carta a punto de recibir la sentencia, declarando que no se avergüenza de Jesucristo, del evangelio y ni de las buenas noticias que traen poder para salvación. Cuando comenzó la pandemia todos esperábamos la noticia de la vacuna, pero ahora que esta no se acepta porque no nos da la seguridad, no tiene poder para cambiar, cada uno debemos asumirlo con responsabilidad, debemos decidir a base de información y concluimos que la buena noticia no es tan buena noticia para sacarnos de lo que estamos viviendo.

El evangelio no es lo mismo porque no es un pronóstico que puede servir o no, sino que es algo que ya se resolvió; Jesucristo reinara por siempre, para siempre en su amor para salvarnos y abrirnos la puerta hacia la eternidad. Somos testigos de vidas transformadas, sabemos que el evangelio es Cristo Jesús, no vivimos un conjunto de normas, sino que vivimos la persona de Jesucristo en nosotros, la cual, nos impulsa a vivir en su voluntad.

Pablo declara que las circunstancias vividas son difíciles pero anuncia que el justo por la fe vivirá. La salvación es por gracia, por medio de la fe en Cristo Jesús, no es gratis sino que le costó su vida en la cruz y ese acto de amor nos cuesta la vida porque ya no vivimos nosotros sino que Él vive en nosotros.

La religión a través de ritos, de dogmas, de formas, trata de llegar a Dios, pero no se trata de hacer sino de ser como Dios. No venimos a Jesús a buscar realización personal sino que buscamos su vida y amor cumpliendo su propósito. Todo lo que hacemos es para mostrar nuestro amor hacia él y para bendecir a otros, colocando nuestros ojos y corazón en agradarle.

Es imposible mirar la creación y no darnos cuenta que Dios está detrás de todo lo creado. Hasta los científicos por más que buscan en el Cosmos cada vez más se dan cuenta que hay un orden, un diseño, por eso Dios desde el comienzo le mostró al hombre que él era evidente. Pero el hombre eligió alejarse y construir imágenes separando a Dios de su vida y adorando a otros dioses entregándose y generando esa brecha. Perdió el sentido de comunidad, de familia, de amor por los demás, generó un sistema propio donde se adora a sí mismo dispuesto a sufrir la consecuencia de su pecado produciéndole la muerte.

Este sistema ha establecido una cultura de pecado, de muerte lo cual nos contamina y seduce desviándonos de Dios, llevándonos a vivir una religión,  donde vamos a la iglesia cumpliendo con los mandatos haciendo lo que corresponde pero sin compromisos, haciendo de esto una estructura que en un punto nos asfixia, no pudiendo seguir a Jesús sino que nos aparta y aun nos vuelve enemigos de Dios.

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos nos da a entender que siempre está en desarrollo, en crecimiento, que es actual, Dios cada vez es más Santo, su magnitud es inalcanzable. La verdadera iglesia de Cristo siempre vivió en el futuro anticipando los acontecimientos que habrían de venir, por eso su líder principal, Jesucristo, vino a establecer principios morales, éticos y valores de fe que en el mundo se implementarían miles de años después, y así el cristianismo revolucionó al mundo porque vivimos en los tiempos de Dios. La religión atenta contra estos principios de Dios, es una respuesta del hombre a este sistema caído.

La liberalidad es el otro extremo a la cual el mundo nos lleva, el enemigo tironea con esto para alejarnos del propósito. Manejamos nuestra vida como queremos sin vivir en la voluntad de Dios siendo nosotros mismos nuestros mayores enemigos para que el propósito de Dios no se cumpla. Todos somos expuestos a esta tensión, lo único que rompe la religión y la liberalidad es la gracia, que es el don inmerecido dado por Dios, ese precioso regalo que nos dio quebrando nuestras formas viejas trayendo lo nuevo y devolviéndonos la vida. Cristo Jesús es la gracia que viene a vivir en nosotros y nos conduce a nuestra historia, esa preciosa gracia no es compatible con la religión sino que rompe las limitaciones internas.

La gracia es por fe no por obras, nos restituye, nos transforma adorando y sirviendo en libertad como un acto de amor. La religión quizás nos confundió y nos quitó la libertad por años pero la gracia vino para hacer todo nuevo, rompiendo las limitaciones, restituyendo los daños haciendo que dentro nuestro tengamos algo que no podemos contener, hay una vida de Cristo amando y enfrentando nuestros errores. No es una carga sino que la gracia desata nuestros dones espirituales rompiendo con la religiosidad proveyendo de medios para cumplir nuestros propósitos.

La gracia rompe la liberalidad, irrumpe trayendo una nueva vida alejándonos del pecado que es consecuencia de hacer lo que nos parece, apartándonos de este sistema y trayendo el deseo de hacer lo bueno. Sabemos que al que mucho se le perdona mucho ama, por eso la gracia nos devuelve la verdadera libertad, que es disfrutar del verdadero placer de una vida en Cristo Jesús, siendo renovados y restituidos.

“Vivimos una cultura de gracia donde ni la religión, ni la liberalidad nos dominan, sino que viviendo en la gracia hacemos que Jesús se haga visible en todo ámbito. La gracia de Dios es suficiente para levantarnos en victoria, no nos avergonzamos de las buenas noticias porque es poder de Dios para destruir la religión y la liberalidad, es poder de Dios para vivir una nueva vida en Cristo Jesús. El Espíritu Santo nos quiere sacar la presión, nos lleva a liberarnos del pasado y de rencores para vivir una vida genuina en Cristo Jesús. Vivamos en la gracia de Dios que nos llevará a un nivel más profundo porque el justo por la fe vivirá.”

 

 

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