La última oportunidad

Domingo 3 de diciembre de 2023

¿Cómo sabemos cuándo Dios nos da una última oportunidad?

Cada vez que Dios nos dé una oportunidad no averigüemos si hay otra, solo tomemos la que se nos da en ese momento, porque el derrama gracia, favores y milagros.

Quizás muchas veces nos perdemos las oportunidades por estar distraídos, por no tener el valor o la fe para dar pasos en ese momento. ¿Cómo saber si Dios nos da la última oportunidad? En esta temporada que cronológicamente nos toca vivir a esta generación, tenemos que pedirle a Dios sabiduría, que nos imparta liberación para tener sabiduría, para entender este tiempo. Es abrumador ver las señales que muestran el cumplimiento de profecías de los últimos tiempos, pero de nada serviría ese conocimiento y revelación si no entendemos que rol nos toca cumplir.

Estamos viviendo una temporada especial para la iglesia, estamos viviendo algo con muchas características de un avivamiento, lo cual no es lo que conocemos como avivamiento que conlleva multitudes, sino un avivamiento distinto. Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu (San Mateo 4:1-11) y salió en el poder del Espíritu, por eso creemos que la iglesia de este tiempo es mucho más poderosa, encendida, llena del fuego de Dios, con una gran diferencia. La iglesia debe ser un impacto en cada ámbito, pues la iglesia no son edificios sino hombres y mujeres que son iglesia en todo tiempo y lugar.

Dios no se divierte poniéndonos en prueba, no disfruta de ver que la pasamos mal . Cuando Dios nos pone en una prueba o en un desierto si transitamos de su mano en fe salimos mucho mejor de que cuando entramos.

Necesitamos revelación y sabiduría para estar en el centro de su voluntad en este momento, para dejar de ser solo espectadores de lo que Dios está haciendo. Debemos ocupar un lugar protagónico en lo que Dios nos asignó a cada uno, Dios no se equivoca. Dios nos creó con propósitos específicos y nosotros debemos descubrir el para qué. Cuando Dios nos da una oportunidad debemos aprovecharla y no desecharla para avanzar en plenitud en el plan de Dios para cada uno de nosotros. La pregunta sería entonces ¿Dios, que quieres que yo haga? Porque sabemos lo que a nosotros nos gusta hacer, pero se trata de lo que Dios quiere, para qué nos colocó en el plan. Se pueden hacer muchas cosas para Dios pero no estar dentro de su plan. Quizás muchos avivamientos se fueron apagando por falta de sabiduría, cuántas oportunidades nos habremos perdido, cuántas oportunidades hemos dejado pasar pensando que no era para nosotros.

Que no se nos pase la vida sin descubrir el plan de Dios para nosotros, en nosotros y a través de nosotros.

Dios es Dios de oportunidades, pero no siempre. 2º Reyes 13:14-20 (RVR)

El pasaje nos muestra que era un tiempo especial en la vida de Israel. Eliseo, el profeta, la representación de la iglesia en ese momento, estaba por morir. El Rey Joas lo va a ver no solo porque le entristece su situación, sino porque reconoce la paternidad espiritual de Eliseo. Por eso, llora frente al profeta diciéndole: ¡Padre mío, Padre mío, carro de Israel y la gente de a caballo! Lo cual no era una declaración muy lógica en ese momento, sino que era más esperable frente a un enfermo agonizando, sino más bien una palabra de aliento o de tristeza por lo que estaba pasando. Pero lo que estaba expresando el Rey en ese momento era ¿Qué será de nosotros sin vos? Le estaba diciendo que él era la esperanza de Israel, que las batallas contra sus enemigos y las estrategias no servirían de nada. El Rey reconocía que las victorias del pueblo frente a las batallas eran debido a la intercesión de Eliseo hacia Dios.

Hoy es igual aunque no nos demos cuenta, la esperanza frente ante tanta maldición e incertidumbre es la iglesia de Jesucristo. Aunque algunos piensen que la iglesia está dormida o enferma de muerte, así como lo estaba Eliseo, Dios sigue estando al control y nadie podrá apagar el amor para su iglesia. La ultima reserva ética y moral de la humanidad, la última reserva de esperanza y salvación para esta sociedad perdida, así como lo era para ese Rey, lo es y seguirá siendo la iglesia de Jesucristo.

La esperanza para este mundo es la iglesia del Señor y la esperanza para la iglesia de Jesucristo es Jesucristo mismo, no son las personas. La esperanza para que la iglesia cumpla su rol está en la centralidad de Jesús y no en ninguno de los hombres.

Volviendo a la historia de Eliseo, este le responde a Joas que tome un arco, una saeta y pongas sus manos en ella. Luego Eliseo colocando sus manos sobre las de él le dice que abra la ventana hacia el oriente y tire. Luego le dijo que las vuelva a tirar y que golpee la tierra. Joas obedeciendo golpeó tres veces y se detuvo, entonces Eliseo se enojó porque el rey se detiene, pero luego no hubo otra oportunidad porque Eliseo se muere y lo sepultan. Viendo la secuencia del relato si Eliseo le hubiese dicho las veces que debería golpear Joas, con la obediencia que tenía lo hubiese hecho. Muchas veces solemos esperar que siempre nos digan que debemos hacer, entonces avanzamos en la semana con lo que nuestro pastor nos dice el domingo y como eso se va debilitando para el próximo domingo ya volvemos arrastrándonos otra vez para que el pastor nos vuelva a inflar, para soportar otra semana más. Hay un concepto equivocado de protagonismo en la iglesia, no es un hierro con audio, sino que protagonismo es todo lo que en la semana ha construido en relación de intimidad con Dios, entonces vamos a la iglesia y lo soltamos convirtiéndose eso en el gobierno espiritual del lugar.

Estamos en un tiempo donde Dios quiere vernos apasionados por su presencia y esta pasión debe ir mucho más allá de lo que nos digan que debemos hacer.

Lo que nos digan nuestras autoridades espirituales debe ser una añadidura de lo que ya nosotros buscamos íntimamente porque tenemos hambre de Dios, menos instrucciones y más pasión por Él. Dios quiere revelarse a nosotros muchos más en intimidad que en lo público, porque donde nadie nos ve es donde Él disfruta de vernos apasionados por su persona. Dios nos da oportunidades en la vida, pero si no las aprovechamos no siempre nos da otras, muchas veces busca otras personas que las aprovechan y no dejan pasar ese momento clave.

Eclesiastés 9:11 (RVR)

Todos tenemos una oportunidad que Dios nos da. A veces creemos que no es la última, porque sabemos que Dios es bueno y quizás nos va a dar una más, ¿tendremos otra oportunidad? No nos atrevamos a averiguarlo. Cuando Jesús le pregunta al ciego: ¿Qué quieres que te haga? Dios estaba queriendo saber si el ciego creía que Jesús podía sanarlo probando su fe y al mismo tiempo le estaba dando una oportunidad que tal vez iba a ser la única para que su vida cambie para siempre. Como también le pasó a la mujer del flujo de sangre: doce años estuvo enferma y durante ese tiempo había gastado todo lo que tenía sin poder lograr nada. En el contexto de esa época, a raíz de la enfermedad que ella poseía era considerada inmunda, no podía tener contacto con la gente. Sin embargo, un día sucedió algo que cambio su vida para siempre, escucho el rumor de un tal Jesús que hacia milagros, es decir se le presentó una oportunidad, quizás la última, la cual aprovecho.

Cuando Jesús pasaba por algún lugar la gente se agolpaba a su alrededor porque su fama se había extendido a causa de las sanidades, de los milagros, de las señales que el hacía, muy pocos en ese momento lo reconocían como Dios. Solo se acercaban para saciar una necesidad o por curiosidad, pero esta mujer cuando escuchó que Jesús pasaría por la ciudad, decidió tomar esa oportunidad e ir en pos del milagro. La mujer tuvo dos opciones: pudo hacer un análisis de la situación y toda la controversia que había para ella o tomarla sin importarle nada. Pudo pensar quizás como pensamos nosotros: otra vez será, la próxima. La mujer podía haberse quedado en su casa y hacerle caso a todos los prejuicios sociales en su contra, sin embargo, ella decidió decirle basta al qué dirán, a la religiosidad, a la duda, al miedo, a la vergüenza. Ella toma la decisión de creer que Dios era cercano para ella, sin importarle nada más, todo decía que Dios no era cercano para ella, pero decide tomar la oportunidad de que Dios sí era cercano para ella. Pasó en medio de la multitud, rompió con su pasividad, toco el borde del manto de Jesús y al instante fue sana de su enfermedad.

Como Ana también que era estéril, que estaba sentenciada a no tener hijos, pero entendió que Dios le había dado la oportunidad de ser madre y aunque Elías no entendía nada y pensaba que estaba borracha, ella decidió no moverse de ese lugar porque Dios le había dado una oportunidad.

“De la misma manera Dios puede irrumpir hoy en tu vida. Dios nos quiere dar una oportunidad de que tomemos esa decisión que solo nosotros y Él conocemos para que cambie nuestra vida para siempre. Hoy tenemos la posibilidad de analizar la oportunidad: si es posible para nosotros o no, si es el momento o no, o simplemente podemos dejar todo de lado y tomarla. El mismo Jesús de oportunidades nos visita hoy, corramos para tomar esta oportunidad y no averiguar si es que hay otra. Dejemos atrás las excusas, dudas y razonamientos que no nos permiten alcanzar el potencial en Dios. Cambiemos nuestras vidas con la oportunidad que Dios nos da para hacerla nueva en dimensiones que no conocemos. Hay días de gracia, temporadas donde Dios nos da la oportunidad. Dios no está jugando a visitarnos, está esperando los frutos de su visitación”

San Lucas 19:41-44 (RVR)  

Dios se entristece hasta las lágrimas cuando decide darnos oportunidades, cuando abre el cielo y para la sinfonía celestial para darnos una oportunidad y no nos damos cuenta dejándola pasar.  Por eso, muchas veces no nos explicamos cómo hay personas que están encendidas y el diablo al rato los derriba con tanta facilidad.

“Hoy Dios hará el milagro si ve que estamos aprovechando la oportunidad que nos da sin importarnos nada, ni nadie. Es el tiempo de la visitación de Dios para nuestras vidas. ¿Cuál es esa decisión por la cual Dios nos da una oportunidad hoy? Quizás abandonar nuestro pecado, o un vicio, perdonar a alguien que nos lastimó, o creer que Dios hará un milagro creativo de sanidad, o comenzar hablar en esos ámbitos donde nos movemos y no lo hacemos por vergüenza. Será la oportunidad de abandonar la religiosidad y de acomodar a Dios de la manera que nos manejamos siempre lo que nos imposibilita conocer quién es Dios. De no hacer solo lo que nos gusta, sino de vivir una vida rendida a Dios haciendo lo que sea con tal que sea para él. ¿Cuál es la oportunidad que Dios nos está dando hoy? ¿Qué vamos hacer con ella? ¿Será la última? No averigüemos si la hay, corramos a la presencia de Dios, su gracia sobre nuestras vidas.”

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