28 de octubre de 2024
Seguimos como iglesia leyendo el libro de Ester el cual está cargado de propósito, vemos a Ester como para un momento puntual había nacido. Para cada uno de nosotros, Dios tiene un plan al cual Él nos quiere introducir, pues nos eligió con un propósito. Sin embargo, nosotros tenemos la libertad de decidir si queremos aceptar su plan o no. Sabemos que también hay un enemigo que se opone al plan que Dios tiene para nosotros. Pero hoy nos vamos a inclinar a pensar en la soberanía de Dios, quien cuida de todo llevándolo a cabo de principio a fin pues él es el Dios de la historia.
Existen tres agendas, la de Dios (la agenda predominante pues él lleva a cabo toda la historia que ya marcó). La otra es una reacción, es el enemigo que se opone a esa agenda (no tiene una agenda porque el diablo es un ser creado el cual se reveló oponiéndose a la agenda de Dios). Y después está el ser humano que tiene la oportunidad de decidir y escribir su agenda.
Si hoy podemos entender que nuestra mayor ganancia es rendir nuestra agenda a Dios e introducirnos en su plan, vamos a descubrir que tenemos propósito, destino y que somos alguien en su reino.
En Ester vemos el inicio de una fiesta que tienen los judíos, la fiesta de Purín que significa “suertes” pues en esta historia se dispusieron a la suerte de cómo y cuando iban a exterminar al pueblo de Dios. Entonces Aman, el perverso, tira la suerte para ver como aniquilarlos a todos, pues él estaba enojado con Mardoqueo y decide no solo matarlos a él sino que a todo el pueblo. Organiza un plan diabólico para aniquilar a todos los judíos. Esta fiesta de Purín todavía se sigue festejando, los judíos ayunan y recuerdan que estuvieron al borde de ser exterminados. Pero agradecen que Dios los liberó de ese momento y celebran, regalan cosas a sus amigos, les dan alimentos a los que no tienen, ayudan a los que pasan necesidad. Otra de las cosas que hacen en esa fiesta es leer el libro de Ester públicamente y todos los niños escuchan, aprenden e interactúan.
Ester 5:9-14
Esta historia nos recuerda que el adversario está tramando su agenda y reaccionando a la agenda de Dios. Ya el pueblo estaba cautivo, no estaba en su plenitud, estaban en otro imperio y el enemigo quería destruirlos porque sabía que de ese pueblo escogido por Dios iba a venir el Salvador, el Redentor, el Mesías. Entonces si lograban matarlos a todos no se iba a cumplir el plan marcado por Dios.
Hoy nosotros somos el pueblo escogido de Dios, pues somos los que respondemos al llamado, pero es la misma historia. Dios quiere introducirnos en su plan y el enemigo se opone. Hay cuatro oposiciones para identificar en nuestras vidas. La primera oposición que podemos encontrar cuando nos disponemos seguir a Cristo, es nuestra misma familia, pues el adversario utiliza a la familia para oponerse a ese plan. Muchas veces el enemigo utiliza a los que están cerca de nosotros. La otra oposición es en los ámbitos donde nos movemos (trabajo, escuela, barrio, club) nos desaniman, nos lastiman, nos menosprecian atentando en contra de lo que Dios dijo. Pero no es porque sean malas esas personas, sino que es la oposición espiritual que nos quiere frenar usando a esas personas. La tercera oposición que encontramos es dentro de la iglesia, pues no somos perfectos y muchas veces entre nosotros desanimamos a nuestros hermanos con nuestras actitudes o expresiones, en muchas oportunidades somos instrumentos del adversario.
No nos enojemos entre nosotros, sino debemos discernir lo que está obrando, el adversario está buscando los baches para oponerse al plan. La última oposición es una oposición espiritual explicita por ejemplo: nos acostamos a dormir y no lo logramos, tenemos sueños que son pesadillas, hay un terror nocturno, un miedo, pánico. A veces son cuestiones de salud por no administrar bien nuestro cuerpo pero otras son ataques del infierno en contra de nuestra salud. Oposición explicita, cosas que vemos, pensamientos, opresiones espirituales, explícitamente el infierno está atacando.
Si estamos viviendo estas oposiciones es porque estamos caminando en el propósito de Dios, estamos avanzando. Es porque la oposición, el infierno, se da cuenta de lo que estamos haciendo y de lo que Dios quiere hacer con nosotros.
La agenda es vida, es visión, es proyección, es ordenar las prioridades, representa la organización de nuestra vida, nuestras decisiones. Es la hoja de ruta, el plan escrito, el plano de lo que estamos construyendo, es fe, es el lugar a donde queremos llegar escrita en pequeños pasos. ¿Cuál es el plan de Dios para nosotros? Y nos preguntamos también, ¿nuestra agenda está alineada a la agenda de Dios? Es sencillo, el plan de Dios para nosotros es que nosotros entremos en su plan. Entonces debemos conocer el plan y entregar todo lo que tenemos, todo lo que somos para el cumplimiento de ese plan que él pensó. Y ahí es donde debemos conocer todo lo que tenemos, todo lo que portamos, todo lo que nos gusta, todo lo que aprendimos, todo lo que nos atrae.
El plan que tenemos cada uno de nosotros es conectarnos al plan de Dios.
Dios no nos va a venir a decir todo, sino que tenemos la oportunidad de decidir, pero hay algo certero que debemos entrar en su plan, pues hay algo definido: preparar una novia para el hijo, preparar un reino, una nación santa, reyes y sacerdotes, sacudir las naciones con su gloria, usar a su iglesia.
El plan de Dios ¡es la iglesia! Está en su corazón, somos iglesia, somos el plan de Dios materializado, hecho carne. Somos el plan de Dios para esta ciudad, para las ciudades cercanas, somos el plan de Dios, debemos conocerlo para entregar todo lo que somos y todo lo que tenemos en función de ese plan.
Jeremías 1: 5-10 y 20:9 (NVI)
Es imposible tapar o apagar la llama que arde en nuestro corazón porque esa llama es eterna. Antes de que estemos en el vientre de nuestra madre y que Dios nos forme, ya él había pensado algo para nosotros, había hablado palabras de bien. Ya había preparado un camino y encendió una llama que arde en nuestro corazón y por más que la queramos apagarla no vamos a poder porque es una llama eterna encendida por Dios. Debemos determinarnos, decidirnos, entregar todo por él. Los que en algún momento se fueron y volvieron a sus caminos es porque Dios les dio otra posibilidad, por eso se deben entregar de todo corazón y no guardarse nada porque tenemos solo una vida para vivir.
Encontramos en Dios la plenitud, por eso, caminamos en el propósito, en su voluntad, sin reservas.
Saber que tenemos una sola oportunidad, una sola vida y que algún día al estar frente a la presencia de Dios le vamos a decir: no fuimos perfectos, pero gracias por la sangre, gracias por la cruz, permití que nos derramemos delante de ti, porque es lo único que hicimos toda nuestra vida. El llamado de Dios es fuego en nuestro interior, esa llama es eterna, si vamos en contra nos agotamos. El pecado es ausencia de propósito, es todo lo que nos retrasa y nos desvía de lo que Dios pensó. Pecar es atentar contra el llamado de Dios en nuestras vidas y eso nos agota, nos destruye. Por eso, muchas veces tenemos fatiga espiritual porque no estamos poniendo todo el corazón en el llamamiento divino para nuestras vidas, parece que fuera como una mochila pesada. Tenemos que responder con radicalidad, ser radical en una postura, en una acción, la radicalidad conectada al propósito tiene sentido.
Ser radicales es una de las formas que tenemos para responder a una meta, a un objetivo y al propósito de Dios en nuestras vidas. En este tiempo vamos entrar en la agenda del Señor, no queremos perder el tiempo, ni titubear para poder con radicalidad entregarlo todo.
El libro de Ester nos habla de una joven reina que fue mentorizada en su propósito para poder responder con radicalidad en el momento indicado y salvar a un pueblo.
Ester 4:12-17 (NVI)
Entrar a la agenda de Dios (v.14)
Dios siempre va hacer lo que ya marcó de alguna manera, lo que hoy nosotros tenemos es la posibilidad de responder al llamado y ser parte del plan. Si no queremos responder al llamado, nadie nos va a obligar, pero él lo va hacer igual. Por eso, hoy Dios nos invita, antes de formarnos ya puso la llama en nosotros, pero hoy nos llama gentilmente. Él está llevando los hilos de la historia y la pregunta es si nosotros queremos entrar en la agenda de Dios.
El enemigo va por todo
No podemos hacer las paces con el enemigo, si peleemos o no, si nos entreguemos o no, él siempre va a ir por todo. Por eso nosotros decidimos, debemos pelear, estar en guardia o dejar que él nos robe todo.
Todo coopera para bien
Mardoqueo fue el mentor de Ester y la impulsa al llamado. Necesitamos mentores para encontrar y desarrollar nuestro llamado. Todo lo que vivimos hasta este momento como nuestras victorias o fracasos, las heridas y las cicatrices, las alegrías y tristezas. Todo está en nosotros y todo puede cooperar para bien si lo rendimos a la agenda de él, si amamos con todo el corazón, si nos entregamos a su plan, si rendimos nuestra agenda a la de Dios. Todo sirve como leña para el fuego que estamos encendiendo, esa llama no se apagará. Pongamos todo en el altar, nuestras heridas servirán para sanar a otros, nuestros fracasos para celebrar con otros, hoy no tenemos a Mardoqueo, sino que tenemos a la persona del Espíritu Santo, quien nos conduce, pastorea y gobierna nuestras vidas.
El ayuno, un arma espiritual
Ester se pone a ayunar y los envía a ayunar también. Necesitamos armas espirituales, tenemos herramientas para vencer. Somos una novia vestida de guerra y necesitamos armas.
Dar la vida por el llamado de Dios (v.16)
Finalmente Ester es consciente de su llamado divino y es determinada a cumplirlo, decide dar la vida si es necesario para cumplir con la misión que Dios le encomendó. Debemos tener autoconciencia de ese llamado, aceptarlo, asumirlo, confesarlo, responder con nuestra vida entera al que nos llamó. Cuando se une la autoconciencia del llamado (reconocer) y respondemos con radicalidad podemos cambiar la historia de una nación, es lo que le paso a Ester, reconoció que estaba para eso y aceptó la muerte si era necesario, nos demostró lo que es dar la vida por el llamado de Dios. Ester aceptó su llamado que era interceder por su pueblo a expensas de su propia vida. Aceptó el propósito de Dios para ella, pero hubo un mentor que la conduzco y acompaño, ella sabía que aunque muriera iba a cumplir con su llamado.
“Dios nos está llamando en este tiempo, una y otra vez, no nos podemos esconder, es el momento de entregarlo todo, debemos tener radicalidad en el llamado. Cada uno de nosotros sabemos lo que Dios nos está pidiendo. Reconozcámoslo y aceptemos lo que arde en nuestro corazón. El amado está en medio nuestro, no nos desprecia, sino que nos enciende, porque él va a cumplir lo que ya determinó para nuestras vidas.”