Los tres amigos

17 de noviembre de 2024

 En este trimestre estamos hablando de una novia vestida de guerra. Esta novia, que es la iglesia y espera al amado, tiene ciertas características: una novia apasionada, radical, pero que a la vez está librando batallas, caminando desde los hogares, desde las familias. A pesar de que avanzamos y que hay tanto por corregir, nos vamos enamorando cada vez más de Jesús.

Este mes hablamos de Cultura de Amor Fraternal que es el arma más poderosa que el cielo tiene sobre la tierra. Jesús en San Juan 17 nos dice: <Padre, yo oro para que ellos sean uno.> Dios está interviniendo en todos nuestros vínculos, por eso hay una sola manera de llevarnos mal y es cuando le damos lugar al diablo. Muchas veces nos hemos conformado y le hemos quitado el valor a los vínculos, a las relaciones y es ahí donde debemos construir. El Señor Jesús constantemente intercede por nuestras vidas. Por eso, cuando nos surgen situaciones de desacuerdo con personas, debemos saber que por encima de todas las oraciones es Jesús quien está intercediendo delante del Padre para que en esas situaciones nos vaya bien.

La iglesia es un lugar de vínculos, de amigos que se conectan entre sí, de gente que construye. Es un lugar de tensiones, de impulso, de desarrollo, y tenemos este enorme desafío de amarnos los unos a los otros.

Jesús nos pide que seamos uno y que nos amemos como se aman entre ellos con el Padre y el Espíritu Santo así el mundo pueda creer. Vamos a tener aflicción en el mundo pero debemos confiar porque Jesucristo venció al mundo. Si estamos en medio de esta tensión terminando el año simplemente escuchemos a Dios, hagamos una pausa en el ruido que hay en nuestra cabeza, en el corazón y escuchémoslo; allí entenderemos que su oración más poderosa es por nuestras vidas. Su oración más potente es por tu matrimonio, por tu relación con tus hijos, por el vínculo que nos une y nos conecta como iglesia.

Jesús menciona que el amor que él nos entrega no lo tiene el mundo, el amor que él nos da este sistema no lo sabe vivir, no lo tiene, por eso ese amor fraternal que poseemos es único y extraordinario. Cuando hablamos de Amor Fraternal tomamos como lectura el evangelio de Juan porque este se presenta como el discípulo amado de Jesús, tiene una estructura simple para poder leer. Nos muestra un milagro, el desacuerdo que se genera por ello y cómo Jesús gestiona la resolución de eso presentándose como Hijo de Dios.

El reino de los cielos se construye con amigos. el vínculo de amistad que propone Dios entre él y nosotros es más profundo que lo que el mundo conoce.

Uno tiene amigos con los que tiene una comunión más íntima y profunda pero también tiene amigos con los que tiene más distancia pero que mantiene ese vínculo de cercanía. El vínculo que nos tiene que unir a todos es una amistad, una relación genuina, donde tal vez no tenemos el mismo contacto con todos por cuestiones de afinidad, o porque estamos trabajando en diferentes lugares, o porque no nos llevamos bien. Pero, debemos entender que vamos a estar juntos por la eternidad, por eso conviene que nos llevemos bien hoy.

San Juan 12:1-11 (NTV)

Esta escena se da en una casa que Jesús amó, en Betania. Es la casa de sus tres amigos de Lázaro, Marta y María. En el capítulo anterior Juan nos relata la resurrección del amigo de Jesús, donde se encuentra esa declaración que hizo: <todo el que cree en mí, aunque este muerto, vivirá>. Sabemos que Jesús disfrutaba estar con ellos tres y en medio de esta situación se da la muerte de su amigo Lázaro, a través de una enfermedad. Y, allí es cuando Jesús atraviesa la distancia para poder resucitar a su amigo, pero la resurrección de Lázaro seria el principio de su muerte. Jesús al ir a Betania y realizar la resurrección de su amigo, se expone públicamente, a pesar de que sabía que sería el principio de su muerte, Jesús se allega hasta la tumba de Lázaro.

Los fariseos, los religiosos estaban buscando una oportunidad para atrapar a Jesús y asesinarlo, previo a esto Jesús está apartado, haciendo milagros en la periferia, pero cuando está allí se entera de la muerte de su amigo. Encontramos la escena de cuando Jesús se para frente a la tumba de Lázaro y llora porque sintió el peso de la pérdida, porque sintió el peso de lo que Lázaro y sus hermanas habían atravesado, porque le importa las relaciones que establece.

Dios está interesado en tener una relación personal e íntima y profunda con nosotros. Y así como Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro, incontable veces su corazón se debe haber estremecido cuando nosotros nos metimos en la tumba de nuestros pecados y de nuestras malas decisiones.

Esto no es una religión donde solo hay un pastor y miles de intermediarios para conectarnos con Jesús, sabemos que la Biblia dice que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo hombre. Jesús llora frente a la tumba de Lázaro porque lo ama, le duele la perdida, se conmueve, se estremece, ese instante es una pausa en la eternidad, el Dios eterno llora, la Todopoderosa derrama lágrimas.

El evangelio es personal, lo vivimos en comunidad pero hay una relevancia de Cristo en el vínculo.

 

La relación que Dios quiere establecer con nosotros es seria, es importante, no es de un domingo, no es de un momento, es eterna, es para siempre. Antes de llegar a la tumba la primera que aparece es Marta. Le reclama a Jesús su tardanza, de por qué no pudo llegar antes y aunque parece que suena a reproche, lo que hace Marta con lo que dice es reconocer el poder de Jesús, su corazón está dolido. Sin embargo, Jesús no la reprende, la entiende, la lleva hasta la puerta de la tumba.

Jesús va hasta la tumba, pide que la abran y llama a Lázaro para que salga hacia afuera, pidió que lo desaten. Entonces, el dolor se convirtió en alegría y la muerte fue absorbida por la vida y la gente se volvió loca. Una resurrección fue muy fuerte en ese tiempo, muchos testigos, nadie podía negar ese momento, sin embargo los fariseos-religiosos encontraron una buena oportunidad para matarlo. ¡Qué enfermo es el sistema de este mundo, asesinar a aquel que puede transformar la muerte en vida!

Al otro día prepararon una cena para Jesús, era en honor de aquel que había resucitado al muerto. Jesús está en el centro, se encuentra en la mesa donde están los tres amigos, pero Marta quien era la que servía. Tal vez en este tiempo en el cual todos dicen que debemos dejar por el estrés, las exigencias.

En este tiempo el servicio tiene mucho más peso que cualquier otra cosa, donde nadie tiene tiempo para los demás, donde nadie tiene tiempo para decir gracias o por favor, para ocuparse del otro. El servicio es una expresión de amor extraordinaria.

Jesús no le dice a Marta que había escogido la peor parte, sino que Juan nos muestra el cuadro, Marta sirve. En un hogar, en una comunidad donde hay falta de servicio, hay un espacio vacío que genera incomodidad y hace que la presencia del Señor no fluya. Necesitamos a Marta que con sus manos expresa lo que quiere, lo que ama. Hay muchos hogares que se rompen por falta de servicio, el amor es servirnos los unos a los otros. Tenemos una generación que les cuesta servir en sus hogares, hemos perdido este concepto de servicio, donde el servicio se vuelve una carga cuando no nace de la persona que es honrada en ese lugar. En este tiempo Satanás viene a sembrar esto en los corazones, el principio de la decadencia espiritual es cuando sentimos que es mejor hacer menos cosas para Dios. El principio de decadencia espiritual de un hogar, de una familia, de un ministerio, de una iglesia, de una persona es este sentimiento de ¡creo que estoy haciendo demasiado para Dios!

Pues el problema no es cuánto estamos haciendo, sino cómo nuestro corazón se desvió y empezamos hacer cosas no para Dios, sino por el solo motivo de hacerlas. Es imposible hacer demasiado para Dios, ¿Cuánto es suficiente por aquel que nos resucito de los muertos? Cuando el servicio nace del corazón se apodera de nosotros, el servicio es a la gente, pero es para Dios lo que produce una recompensa extraordinaria. Marta servía, Lázaro está sentado a la mesa con Jesús comiendo y charlando. Lázaro es el anfitrión de la casa, la cual es un lugar de honra para Jesús.

Que locura que el anfitrión de esa casa sea un varón, muchas veces Jesús no toma su lugar en nuestros hogares porque los hombres son muy malos anfitriones de Cristo. En la mesa de todos los días hay lugar para muchas cosas pero muy poco lugar para la persona de Jesús. No hay nada más triste que Jesús este sentado en nuestra casa y no tenga con quien conversar, que tenga una mujer que sirve, hijos que le adoran pero que en la casa no haya un hombre que le dedique tiempo para hablar y compartir lo que él quiere.

Jesús eligió nuestros hogares y somos responsables de ser no solo anfitriones en nuestros hogares, sino que también en la ciudad y en la congregación. Tenemos que ser anfitriones de su presencia, se trata de él. Cuando entendemos la importancia de quién es el que está entre nosotros nos convertimos en buenos anfitriones.

A veces la charla con Jesús gira en torno de nuestras necesidades, de nuestros problemas, de nuestros dolores, de lo que habría que mejorar, de lo que se hace y de lo que no. Pero no tenemos el tiempo para decirle que nos cuente lo que está en su corazón. Cuando no hay un hombre que es buen anfitrión en el hogar, los hogares se fragmentan, se rompen, las congregaciones se dividen, las ciudades tienen ausencia de la persona de Jesús.

Lázaro está en el lugar donde debía estar, su lugar es en la mesa valorando la presencia de Jesús allí, dándole importancia a sus palabras, a lo que tenía para decirles. Porque hay una Marta y hay un Lázaro aparece una María, quien interrumpe la reunión para tomar un frasco de aceite puro y romperlo para ungir a Jesús. Esa escena se completa en ese punto, Marta sirve, Lázaro anfitrión y María rinde adoración. Los tres son uno, son una comunidad que construye un hogar para el rey de gloria. María rompe el ambiente, interpreta la situación, rompe el alabastro, el perfume llena la casa y el rey de gloria es glorificado, esa escena es extraordinaria.

Donde hay servicio, donde hay buenos anfitriones de su presencia, donde hay adoración es imposible que no aparezca satanás. A veces tenemos la idea que la ausencia del enemigo es autoridad espiritual, pero no es así, Satanás va donde ve que hay comunión que produce revelación de la persona de Jesús. En este caso el diablo interviene en la persona de Judas, quien arruina la cena, a Judas le molesta la honra de vida de Jesús. Sabemos que no es Judas sino satanás en él, considera que ese frasco se podía haber vendido y haber dado a los pobres, y ahí es donde Jesús interviene. Vemos cómo el diablo utiliza una verdad para transformarla en mentira, pues solo a él le importa: robar, matar y destruir.

Jesús viene, camina, vive con nosotros, está en la mesa, en medio de los procesos de enfermedad, en medio de las discusiones. Nuestro tiempo con él es el mejor tiempo, disfruta cuando las cosas fluyen y llora con nosotros cuando las cosas se ponen difíciles. 

Donde hay servicio, donde hay alguien que es anfitrión de su presencia y donde la adoración empieza a fluir, existe una tensión que el infierno pone sobre nuestra cabeza para decirnos que es demasiado tiempo para Dios. Que son demasiadas cosas rendidas a él, demasiado tiempo en su presencia, demasiada devoción, demasiada integridad, demasiada santidad y que todo eso se podría utilizar en otro lugar, o tener más tiempo para nosotros.

Nuestro tiempo para Dios, es tiempo para nosotros, nuestro tiempo sirviéndole es tiempo para nosotros y nuestra familia, nuestro tiempo es para ser buen anfitrión de su presencia. Por eso satanás viene disfrazado de esta manera, viene a romper el ambiente, viene a quebrar.

Les decimos al diablo que vamos adorar más, vamos a servir más y vamos a ser los mejores anfitriones de la presencia de Cristo. No vamos a mirar a otro lado, no nos vamos a permitir vivir en pecado mientras servimos a Dios. No vamos a escuchar el infierno.

Si este espíritu de Marta, de María y Lázaro se puede aplicar en nuestros hogares, se puede aplicar en la congregación entonces creemos que todas nuestras ciudades pueden convertirse en la habitación permanente para el rey de gloria.

Si construimos juntos hogares, familias e iglesia que tienen las manos de Marta, el corazón de María y el carácter de Lázaro entonces Jesús se va a quedar en medio nuestro, tapándole la boca al infierno para entrar con nosotros.

El pasaje que sigue después es la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, hay una multitud que le recibe con palmas declarando ¡HOSANNA, BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DE DIOS! Jesús entra y siente en su cuerpo el perfume que María derramó sobre él. En la boca todavía tiene el gusto a pan caliente que preparó Marta y en el corazón tiene los chistes que Lázaro le contó en la mesa. Esto se convierte en el impulso que llevara a Jesús a dar su vida en la cruz del Calvario.

En su segunda venida quizás será exactamente lo mismo, en medio de las multitudes y los ángeles y los santos, estaremos nosotros que le hemos servido con amor, que hemos de nuestras vidas y nuestros hogares una habitación donde él quiera estar. No es un Dios desconocido, no es una eminencia lejana de nuestra realidad, es el Cristo el hijo del Dios viviente que viene habitar entre nosotros. Y por eso, la comunión es fundamental, porque Marta, María y Lázaro nos representan.

Este debe ser el tiempo para hacerlo, tenemos en la mesa tres niveles de honra: Marta que sirve, representa la honra al Padre, cuando le servimos estamos honrando al Padre como el hijo que sirve a su papá pues el servicio lo conecta a su corazón. Lázaro está honrando al Paracleto, al amigo, al Espíritu Santo, los anfitriones de su presencia honran su presencia y donde el Espíritu Santo es honrado, él se queda, manifiesta su poder y derrama de su gloria. María es la honra al hijo. ¿Cómo se logra esto? Empecemos por nuestras casas, veamos qué nos falta para poder ser buenos anfitriones de su presencia.”

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