SOMOS EL MENSAJE

“yo quiero ser el mensaje,
que te lean a vos en mí.

que cuando me vean 
vean a un Jesús accesible, 
cercano, amigo. 
que no juzga, 
lleno de gracia y compasión.
que tus palabras se 
hagan carne en mí
para que cuando me vean, 
te lean a vos en mí.”
Poesia de Yamila Arce.

Entendemos que penetramos cada espacio sabiendo que el mensaje no es lo que predicamos solamente sino lo que podemos declarar, decretar y ayunar. Pero también sabemos que Jesús se hizo carne pisando este sistema para confrontarlo, aplastarlo y permitir que reinemos con El para siempre. Mientras tanto y hasta que venga cada rincón, cada  lugar es alcanzado por su amor.

Romanos 10:5-21 (NTV)  El plan de Dios es unificar a Israel y aquellos que creímos por fe en uno solo pueblo, los cuales bajo este sistema de opresión tienen una misión: revelar a Jesús. Pablo dice que aquello que nos conecta con Dios transformando nuestras vidas no es por medio de las leyes, de la religión, ni de este mundo es por medio de su gracia. Cada uno de nosotros tenemos una libertad completa y absoluta en Cristo Jesús para construir, decidir amar a nuestro hermano y perdonar para caminar juntos. Somos la familia de la fe, vivimos, tenemos comunión y construimos en comunidad.

No tenemos que subir al cielo para entender a Jesús, o tener un amplio conocimiento para sacarlo de entre los muertos y resucitarlo, es más simple, pues el mensaje es declarar con fe que creemos en Jesús con todo nuestro corazón para salvación, dejando que sea nuestro Señor y caminando en su voluntad. Nos movemos por fe en la verdad que es Jesús quien es la persona más extraordinaria del mundo que cambio nuestras vidas, con quien nos relacionamos continuamente.

Jesús nos amó, murió por cada uno, volverá por nosotros y reinaremos con El para siempre. No vivimos por las dudas, o porque en algún momento recibiremos del cielo un salvavidas para librarnos de este mundo de dolor, sino que hay un propósito en nosotros. Todo lo que vivimos o pasamos es parte de este sistema y que el hombre con libertad ha decidido construir lejos de Dios, pero aun así por amor el Señor decidió plantar un mensaje, una palabra que nos dice “Que todo aquel que cree en Jesús será salvo”

El mensaje no es solo la declaración sino que el mensaje es la obra de Cristo en nosotros, por eso Pablo en romanos nos explica que la buena noticia está en nuestros labios y en nuestro corazón. ¿Cuál es la buena noticia? Que Jesús ama a la gente, que puede cambiar las vidas, puede sanar los matrimonios, puede transformar. El Señor nos llamó a promocionar los hechos de amor que hace en nuestras vidas, no está mal contar lo que El hace, pero la buena noticia es más que dar el mensaje, está en el corazón de cada uno, porque cuando creemos por la fe entregándonos a Jesús dejamos de vivir nosotros para dar paso a que Jesús viva en nosotros.

En nuestro corazón está la buena noticia pues Jesús vive en nosotros moldeando nuestra realidad, transformando nuestro pasado, no vamos a la iglesia para ser salvos, somos salvos por eso vamos a la iglesia. No oramos para que Dios se apiade de nosotros sino que oramos porque el rompió el velo con su sangre para conectarnos de nuevo con El.

Entendemos que el corazón del hombre es complicado pero se hace más difícil cuando lo alimentamos con cosas que no edifican, que no nos fortalecen y muchas veces en lugar de escuchar la voz de Dios la ignoramos. El diablo no puede hablar a nuestro corazón sino a la mente y si le damos lugar en la mente si llegara a nuestro corazón apoderándose de el para  destronar a ese Jesús que vive en nosotros. La buena noticia no es solo contar del amor de Jesús sino que cada uno de nosotros somos la buena noticia, somos el mensaje con nuestras vidas y testimonios. El movimiento de Cristo fue tan  potente en la iglesia de los Hechos que el impero romano no lo pudo soportar, y eso que solo eran un puñado de judíos sin instrucción pero tenían lo esencial que era  Cristo en ellos. Nerón los mataba, les sacaba a sus hijos, les quitaba sus derechos pero no podía parar la buena noticia porque no era un dogma, ni una religión sino que la buena noticia eran ellos mismos. Vidas transformadas por el poder de Dios, corazones encendidos por su amor, gente simple cambiada por la vida del Nazareno, personas que le habían entregado el corazón a Cristo y que no les importaba padecer más allá de que el sistema del mundo los perseguía y el pensamiento griego iban en contra de sus valores. Ellos dieron vuelta el mundo estableciendo los valores de Cristo en una humanidad totalmente destruida, a tal punto que el infierno tuvo que cambiar la estrategia institucionalizando a la iglesia para convertirla en religión y desde allí comenzó un periodo de oscuridad para toda la humanidad.

La iglesia debería encontrar otro rumbo para crecer, para desarrollarse pero aun así la iglesia nunca pudo ser parada por el infierno porque la iglesia no es una idea de hombres sino que le pertenece a Jesús. Hay un plan de Dios y es que esa buena noticia corra declarando y contando lo que Jesús está haciendo. Somos el mensaje, la buena noticia porque el Señor está en nuestros corazones y en nuestra boca. El evangelio es compromiso de vida, cuando hablamos de Jesús primeramente antes de que la gente acepte a Jesús nos acepta a nosotros porque somos los que penetramos en las vidas de las personas con el mensaje.

Construimos vidas pues nuestro corazón le pertenece a Jesús y nuestras familias también, todo esto lo ven a cada momento las personas. Pablo dice que se llenara la tierra con este mensaje hasta que vuelva a Israel, ese Israel que no entendió el mensaje, que negó a Jesús como el Mesías tendrá celos de los gentiles anhelando ese Salvador que poseemos y asi ocurrirán una serie de acontecimientos que terminara con el regreso de Cristo.

“Somos el mensaje más allá de que nos tome muchos años orar por alguien, o de clamar por nuestros hijos que se alejaron de Dios, no nos rendiremos porque somos el mensaje, somos cartas leídas escritas pero no con tinta sino con la sangre del cordero. Cada una de nuestras historias son importantes porque lo que nos trajo no fue el pecado, ni nuestras historias tristes, lo que cambio nuestras vidas fue nuestra relación profunda con Jesús. Lo que nos atrajo fue que Dios desde antes de la fundación del mundo pensó en cada uno de nosotros, en nuestros nombres, desde que estábamos en la panza de nuestra madre el marco nuestro propósito. Dios nos creó, nos dio origen aunque decidimos mal el salió a nuestro encuentro una y otra vez, aunque tendríamos que estar muertos Dios no lo permitió porque había un destino. Lo que nos atrajo fue el amor de Jesús, somos una carta escrita con la sangre del Cordero, cuando la gente nos observa ve el poder de la cruz y la gloria de Cristo que restaura, sana, perdona, que da segunda oportunidades, que transforma los corazones, no es religión. No nos avergonzamos del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que en él cree”

 

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