Rey de paz

12 de marzo de 2023

Caminamos juntos en la palabra y como iglesia estamos leyendo este mes el libro de Hebreos, que nos habla de un fuego que se enciende y no se apaga, de vivir en plenitud cada instante, de una irrupción del cielo que no se detiene, que no es un destello aislado sino que es un proceso como el de una semilla que rompe el cascaron avanzando y creciendo hacia lo que Dios tiene.

Durante mucho tiempo se ha hablado de aceptar al Señor en nuestras vidas y es más que aceptarlo como tal, es ponerme bajo su señorío. Pero la realidad es que Jesús es Señor y no deja de serlo más allá de que le aceptemos o no. Es Señor de todo lo creado, de todo lo hecho, él es rey de paz, él es rey de gloria y aunque estemos lejos de su persona, tanto su gobierno como su imperio es desde antes de la fundación del mundo y por la eternidad.

Cuando reconocemos a Jesús le estamos diciendo que nuestra vida está bajo su señorío y su dominio.

Lamentablemente nos llevó tiempo aprender esto y pensamos que podíamos ir y venir de su señorío haciendo lo que queríamos con nuestras vidas y no es así. Siempre que nos hemos corrido del señorío de Jesús hemos transitado rumbos de los que después nos hemos arrepentido. Caminar bajo su señorío no solo es declararle con una linda canción que es Señor, sino es entender que su voluntad está por encima de la nuestra y que en medio de los diferentes procesos su señorío está con nosotros.

Hebreos 5:1-10 (RVR 1960)

El libro de Hebreos es un atentado en contra de la religión pero también es una visión completa del evangelio que fue revelado en el Antiguo Testamento y que ha sido perfeccionado en Jesús. El evangelio hoy ya no es una religión, sino que son buenas noticias pues el pecado ya no tiene poder sobre nosotros, la muerte no nos domina. Esto que quizás a nosotros nos parece tan simple, vemos que en el principio no lo era. Sabemos que el corazón de Dios siempre fue conectar al hombre con su corazón, pero el problema es que el hombre desgarró esa comunión a través del pecado apartándose de Dios.

Jesús vino a morir en una cruz por nuestros pecados para tener una relación plena, individual e íntima, también como cuerpo y como comunidad con Dios.

Teniendo todas las posibilidades para vivir en plenitud eligió usar su libre albedrio para romper ese pacto de amor y en medio de eso Dios construye puentes, en medio de eso Dios elige un pueblo, al principio fue el pueblo hebreo, el pueblo de Israel y hoy ese amor y gracia nos conecta a nosotros que somos la iglesia de Cristo, esa novia amada por la eternidad. En el comienzo, Dios para conectar a su pueblo fue estableciendo como piezas de un rompecabezas que se revelarían en plenitud en la vida de Jesús. En el Antiguo Testamento las piezas de este rompecabezas consistían en una serie de encuentros y de ritos que Dios le fue dejando a su pueblo para que se comunicaran con él. Uno de esos procesos era la labor del sumo sacerdote. En el desierto cuando las tribus de Israel salen, el pueblo se empieza a ordenar y pasa de ser un pueblo nómade a convertirse en el pueblo de Dios, estableciendo un encuentro entre el cielo y la tierra. Ese punto de encuentro eran líderes como Moisés, como Aarón pero en la liturgia y estructura se encuentra el sumo sacerdote que es la máxima autoridad de los sacerdotes. Su función era conectar al pueblo con Dios, lo cual no ocurría siempre por causa del pecado del corazón del pueblo.

Un sumo sacerdote no era cualquier persona, el pueblo de Israel estaba compuesto por doce tribus cada una con su carácter, su forma, pero que aportan a la totalidad del pueblo, esa es la idea de Dios, respetar la identidad de cada uno para que entre todos podamos convertirnos en el pueblo de Dios. Lo que hace Jesús con sus discípulos es el reflejo de esto mismo, es la esencia de la iglesia, gente diferente conectada por el mismo amor, por la misma persona. De esas tribus había una especial que era la de Leví de la cual venía Aarón que era el hermano de Moisés, quien saca al pueblo de Israel constituyéndose así en el primer sumo sacerdote. Entonces a partir de ese momento se establece que un varón de la tribu de Leví sin mancha debería ser separado para esta función sacerdotal que se rendía en el tabernáculo donde era el lugar del encuentro con Dios. No era un auditorio, sino que era un espacio secreto apartado del resto de las personas donde Dios se revelaba y una vez al año el sumo sacerdote cumplía esa función por la cual se preparaba todo el año.

Entraba en el lugar secreto de Dios con un corderito para presentar en sacrificio por el perdón de los pecados del pueblo. Lo cual era serio porque si se exponía a la presencia de Dios estando impuro corría el riesgo de morir, por eso sus vestiduras tenían campanitas las cuales al caminar sonaban dando a conocer que el sumo sacerdote estaba bien, ahora si las mismas no hacían ruido significaba que había muerto. La función del sumo sacerdote era exponer su vida, llevar el sacrificio y dar a conocer al pueblo que Dios aceptaba la ofrenda dada para el perdón de pecados.

Pablo en Hebreos nos habla de que Jesús se constituyó en nuestro sumo sacerdote, que ya no tenemos ritos, ni campanitas, ni cuerdas, ni riesgos, ya no tenemos sacrificios, sino que el Señor fue el rey, sacerdote y sacrificio. Dios respeta lo que el establece, dice que ningún sumo sacerdote se puede elegir asimismo sino que está establecido por Dios y ese sumo sacerdote es escogido entre los hombres y está sujeto a la obediencia a Dios. No puede ser alguien que sea soberbio, sino que tiene que compadecerse de las debilidades de los demás porque el mismo es débil y tiene que presentar ofrenda por su pecado. Pablo nos menciona que Jesús fue ese sumo sacerdote elegido por Dios, tomado de entre los hombres, por eso no seguimos a un líder político, o a un superhéroe, o a un semidiós, sino que Jesús fue cien por ciento hombre, la gloria tomó forma de carne, cien por ciento hombre manifestándolo de una manera extraordinaria. El hijo de Dios se hizo hombre y por lo que padeció aprendió obediencia. Teniendo todo el poder no lo uso sino que sometió su voluntad al Padre y la aceptó sabiendo que sería el sacerdote, el rey y el sacrificio.

Tenemos a un Dios eterno, poderoso, inmenso, es la imagen del Dios invisible pero también fue un hombre sacrificándose por nosotros.

Pablo nos explica el problema de los judíos porque el sumo sacerdote debía ser de la tribu de Leví, pero Jesús no era de esa tribu sino que de la de Judá y no podía haber un sacerdote que sea de esa tribu. Pero de esto había un precedente porque David que era de la tribu de Judá se habida llevado el tabernáculo a Belén y se metía en el lugar santísimo estableciendo adoración con reglas para que hubiese adoración veinticuatro siete, el antecesor al sumo sacerdote perfecto.

Pablo menciona que hay un nuevo orden que es de Melquisedec el cual era rey de Salem (rey de paz) al cual Abraham llegando de una gran victoria, le ofrece una parte de todo lo que tiene al rey de Salem, el cual no venía de ninguna tribu, no tenía linaje sino que responde a Dios directamente. (Podemos decir que Melquisedec puede ser una representación de Jesús en el antiguo testamento – teofanía- al cual Abraham lo reconoce como rey de paz) este nuevo rey que no tiene linaje y  que no viene de ninguna tribu traza una nueva línea. Pablo nos dice que Jesús, ese judío de treinta y tres años, ese hombre de carne, hueso, escogido por Dios aceptó tomando ese lugar y haciéndose hombre se constituyó en el sumo sacerdote, quien abrió los cielos para nosotros. Pablo nos menciona que es el Rey de Paz, es Melquisedec, es el que sale al encuentro para cambiar nuestro destino, es el Dios hombre que paga el precio con su sangre, es el Dios hombre que se presenta como sacrificio.

Dios es Dios y es eterno pero Pablo nos rompe toda teología mencionando que Dios se hizo hombre y padeciendo aprendió obediencia, lo cual rompe todas nuestras excusas cuando decimos que es difícil obedecer, que nos cuesta, que no tenemos tiempo y no es verdad pues, muchas veces tenemos la prioridades desordenadas colocando lo urgente por encima de lo importante pagando después las consecuencias. Abraham se encuentra con el rey de Salem y le entrega su tiempo, su victoria reconociéndolo como sumo sacerdote. Obediencia no es solo convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos sino rendirnos al rey de gloria, al rey de Salem, para que tenga el dominio y control de todo lo que somos. Pablo lo afirma diciendo que es el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, no solo vino a cambiar los ritos, a anular las formas sino que vino a cambiarlo todo, vino a romper el cielo, a transformar la tierra, vino a conectar lo desconectado y a quitar el pecado de nuestras vidas.

Él es el rey de Salem que sale a nuestro encuentro, el rey de paz que se nos cruza en el camino. Él es el Dios que nos dice que es posible obedecer, que la obediencia se aprende y agrada su corazón. Debemos darle nuestro tiempo, victorias y derrotas porque la conexión con el cielo es Jesucristo el rey de paz, el sumo sacerdote, el Dios hecho hombre.

Al rey de paz no debemos pedirle nada sino que reconocerlo como rey, señor y sacerdote de nuestras vidas. Jesús era hombre, murió, su cuerpo se descompuso, sus neuronas se apagaron, las funciones de su cuerpo dejaron de estar. Entonces no es que el vino y poseyó el cuerpo sino que literalmente lo que estaba muerto volvió a la vida, las neuronas volvieron a recibir electricidad, el alma se reincorporó, el espíritu se apoderó de las funciones del cuerpo, el cerebro recuperó los recuerdos, poco a poco los ojos se fueron abriendo volviendo a brillar la luz en ellos. Literalmente desde adentro hacia afuera la muerte fue derrotada, el cordero inmolado, el sacrificio, las heridas abiertas y la sangre derramada se convirtió en una victoria que el infierno no pudo resistir y este mismo hombre venciendo a la muerte, resucitando al tercer día por nosotros ascendió a los cielos. Creemos que veremos regresar a este hombre, al rey de Salem, al rey de paz, no es una historia mitológica sino que Dios la encarna en sí mismo para que la podamos vivir también.

Nos preparamos muchas veces para que salga a nuestro encuentro la crítica, el dolor, la decepción pero nos olvidamos que aquel que sale a nuestro encuentro es el rey de paz, es Melquisedec, es el sumo sacerdote que limpió nuestro pecado para conectarnos con el cielo y es quien rompe el cascaron de lo que nos retiene.

El rey y Señor de todo es paciente para con nosotros, no podemos negarnos a movernos en obediencia, si el sumo sacerdote miraba con paciencia entendiendo la debilidad del otro y reconociendo que también él era débil, esa misma debe ser la mirada que debemos tener los unos con los otros, una mirada de amor y paciencia. El avivamiento sustentable es un avivamiento en unidad, reconociéndonos el uno con el otro. Melquisedec el sumo sacerdote que padeció y aprendió obediencia, en el día del sufrimiento su padre le contesta por su obediencia, por su permanencia en el proceso del dolor y el fruto de esa permanencia y obediencia es la salvación de la humanidad.

Dios responde a un hijo que permanece, Dios responde a nuestros actos de obediencia y si la obediencia de Cristo trajo como fruto la salvación de la humanidad, la obediencia del cuerpo de Cristo, que somos nosotros, trae sanidad para nuestros hijos, para nuestros nietos, bendice las generaciones, nos levanta, provee lo necesario, nos conecta con el cuerpo, nos hace sentir parte de la iglesia, nos lleva adelante más allá de las pruebas, trae una salvación que sacude la tierra y alimenta un avivamiento sustentable.

La presencia de Dios ya no está oculta en el  lugar santísimo, es la persona del Espíritu Santo en medio nuestro y nos es ministrada por este rey de paz. Deseamos que este año esté lleno de encuentros con el rey de paz, le decimos como Abraham al Señor: te conocemos, sabemos que sos la persona que murió por nosotros, que perdonó los pecados, el que nos amó cuando nadie más lo hizo. Sos el sumo sacerdote, sos Yeshua, el que está sentado a la diestra del Padre con ojos de fuego, el que viene pronto físicamente para que reinemos juntos, sos el rey de paz, rey de Salem, sumo sacerdote quien gobierna por sobre todas las cosas.

“Debemos estar listos para que el rey de Salem salga a nuestro encuentro, debemos romper las estructuras para que pueda intervenir en nuestra realidad y salga a nuestro encuentro. El rey de paz nos promete que si confiamos en él nos dará paz, no como el mundo sino que será una paz que durará por la eternidad. Nos anunció que estará con nosotros todos los días hasta el fin y que si creemos de nuestro interior correrán ríos de agua de vida. También el rey de paz se reveló en el apóstol Pablo y nos dice que nuestras vidas tienen propósito, que nos amemos los unos a los otros constituyéndonos en un pueblo que avanza junto, que crece como una comunidad de fe que impacta al mundo hasta que él regrese.”

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