El juicio
25 de junio de 2023
Zacarías 14 (NTV) Nos dice “Entonces el Señor gobernará la tierra” donde todo dominio, autoridad, todo el esfuerzo que hemos hecho nos va a conducir a un solo gobierno, al gobierno del rey justo, del rey de reyes y señor de señores, del rey de gloria. Todo lo que hacemos para introducirnos en la sociedad, para llevar a Cristo en los diferentes ámbitos nos conduce a esto, no solo como iglesia nos mueve el cubrir la necesidad de la gente, la transformación de una ciudad o el cambio de un ambiente. Todo eso solo es la añadidura de nuestro enfoque principal que es Cristo, quien es Rey y que gobernará la tierra por siempre y para siempre.
El juicio tiene diferentes etapas de un proceso y la justicia de los hombres es limitada, ¿Cómo simbolizamos los hombres a la justicia? Es una mujer que está con los ojos vendados, que tiene una balanza, la cual habla de equidad y la venda en los ojos habla de que no hay favoritismos para nadie. Entonces la justicia no ve, pero ese es el problema, que la justicia de los hombre es ciega. El símbolo de la justicia ciega viene de un dios griego que se llamaba Pluto que simbolizaba a la riqueza, el cual también era ciego y daba énfasis de cómo la riqueza era injusta. Delante de la justicia somos todos iguales, pero la realidad que la justicia del cielo es diferente, la Biblia dice de Dios «mis ojos están puestos sobre tu vida, sobre los justos de la tierra».
En la justicia del hombre un juicio se acaba con una sanción, con el veredicto final cuando el culpable paga la sentencia o cuando el inocente queda libre. En realidad es una justicia incompleta porque el daño que se produjo puede ser irreparable o puede ser que las personas que intervinieron en esa historia no terminen cumpliendo eso, ni hablar de los procesos, los tiempos, la burocracia ¿toda la justicia de los hombres es mala? No, porque tenemos gente que trabaja en las leyes, administrativos, abogados, funcionarios, que así como ministran a Cristo en sus grupos de vida cumplen la función que tienen por delante, trabajan con honestidad, con integridad. Pero el sistema del hombre, como nace de ese corazón, es falible, y la injusticia produce pobreza, inestabilidad, cuando alguien está en un juicio, el cual se alarga y nunca se termina produce incertidumbre, caos. Pero con Dios es distinto.
Él es el juez supremo y también el abogado, es aquel que libera a la gente inocente pero asimismo entregó la vida de su hijo por todos nosotros que éramos culpables.
La justicia de Dios tiene un plan eterno perfecto, pero nos preguntamos si la justicia de Dios es perfecta ¿Por qué los corruptos todavía crecen, por qué los que maldicen no tienen castigo, por qué los que hacen lo malo, crecen y les va bien? Esa pregunta se la viene haciendo el hombre desde siempre, y así vemos como Asaf escribe un salmo diciendo: «me enojé porque veía a los malvados progresar, veía que bien les iba a los que se aprovechan de los demás, pero de repente entré en la presencia de Dios y descubrí cual era el fin de los malvados y encontré que la justicia de Dios es perfecta».
En el plano del cielo, en su eternidad, su justicia se manifiesta con nosotros, pero él es un Dios que no mira para otro lado frente a la maldad de la gente y a la pérdida.
Jesús nos mostró la historia de la viuda y el juez injusto, de cómo la viuda fue a Dios una y otra vez, ¿pensamos que es injusto lo que está pasando en nuestro hogar? Golpeemos la puerta del cielo, no vayamos delante del fiscal, vayamos delante del abogado, oremos por la persona que nos está dañando, clamemos por la persona que está reclamando lo que no es justo, para que la justicia de Dios divina y perfecta intervenga. Él es el que ordena, acomoda, esto dice Jesús: «les quito todo el derecho del uno sobre el otro» No llevemos a nuestros hermanos a los tribunales, arreglemos las cosas, seamos ordenados con nuestras relaciones, no nos dignemos de llevar ofrenda si no saltamos la ofensa. Pero muchas veces estamos atrapados, queremos nuestra justicia, venganza, revancha y perdemos la noción de que Él ya pagó por nosotros.
No podemos vivir encerrados, aislados, pues su justicia es perfecta, entonces habrá un día en que la maldad del hombre será juzgada por siempre y para siempre. Hay una copa en los cielos donde gota a gota la maldad y el desprecio van cayendo, aunque el amor y la gracia no tienen límites la justicia tiene una fecha determinada. La justicia tiene un día y un horario que el Padre sabe. Llega un momento donde las copas se llenan y el juicio comienza, hay un momento en que todo lo que ocurrió en la historia de nuestras vidas será juzgado y el Rey de Gloria que es sacrificio, que es el justo y el abogado que hoy tenemos que es el Espíritu Santo (paracleto) serán uno estableciendo su gobierno, reinado y su justicia será perfecta para siempre.
Zacarías nos menciona que él gobernará sobre la tierra, nos olvidamos que al Dios que seguimos reinará, vendrá por nosotros, nos recibirá en el aire, volverá para hacer justicia y gobernar sobre la tierra.
Zacarías 14:1-21 (NTV) Zacarías en su libro nos profetiza del hijo de hombre entrando en un burrito a la ciudad de Jerusalén, profetizó la venida de Jesús como un hombre que nacería en una ciudad pequeña, profetizó los acontecimientos que ocurrirían en las naciones en el momento de la primera venida de Cristo. Pero no se quedó en eso, sino que pintó un cuadro del juicio final. Creemos en aquello que ya sucedió, ¿podemos creer en lo que está por suceder? No solo es una cuestión de interpretaciones históricas o escatológicas de los últimos tiempos, tampoco es poesía mitológica cristiana o cultura hebrea, esto es Jesús. Dice Apocalipsis que el espíritu de la profecía es Cristo, esto se trata de Él, del que fue, del que es en este momento y del que pronto ha de venir. Es impactante porque habla de un espacio específico, habla del día después de que la iglesia sea llevada y volverá con él en victoria.
Jerusalén no existe, la ciudad está destruida, los muros están quemados, la tierra asolada, no hay templo, no hay casa de oración, ellos están volviendo, todo es escombro y ruinas. Ellos sienten que han sido juzgados, que tuvieron un castigo durante setenta años y no pueden ver más allá, sin embargo, Dios les revela lo que vendrá por medio de las dos venidas de su hijo. Zacarías se para sobre esa palabra abrazando este juicio final como una señal de esperanza. Los judíos creen la profecía de Zacarías, no creen en Jesús, pero creen en un Mesías hebreo que un día va a venir y se va a posar sobre el monte de los Olivos y que este monte se va abrir y que los muertos resucitaran para que los judíos reinen por siempre. No solo los judíos creen, sino que los musulmanes también creen que Mahoma volverá a ese lugar, es un pedazo de tierra de un 1km por 1km donde todas religiones monoteístas más importantes del mundo están esperando la venida de su Mesías.
Las tumbas del cementerio son caras porque los judíos pagan mucho dinero por ellas, pues creen que un día el Mesías regresará, los muertos resucitaran y desean estar en primera fila para ello. Tienen la idea de que el alma esta tres días enterrada y después sale, por eso las tumbas poseen agujeros para que el alma no quede atrapada en el lugar sino que se vaya hacia arriba. También están las puertas del rey, se las conoce como las puertas doradas, está la ciudad de la vieja Jerusalén, fuera del muro hay edificios y está toda la ciudad de la nueva Jerusalén que está habitado por naciones: palestinos, árabes, israelíes, donde hay una tensión de guerra permanente.
Cuando Zacarías profetiza esto nada existe, todo era escombros, pero Zacarías dice que un día el Mesías va a venir y pondrá sus pies sobre el monte de los Olivos. La ciudad después que pasaron dos mil años está en su lugar original, está frente al monte de los Olivos y de todas las puertas que tiene la ciudad de Jerusalén las únicas que permanecen cerradas son esas dos puertas. Como los árabes conocen de la profecía y saben que Jesús volverá, cerraron esas puertas, pues detrás de ellas está el patio de la mezquita y detrás originalmente estaba el templo, que todavía no está pero que en un tiempo se va a construir. No puede ser construido ahora porque le pertenece a los árabes, pero también existe un cementerio árabe pues ellos también leyeron la profecía, saben que el rabino judío vendría y se pararía sobre el monte por eso le colocaron un cementerio frente a las puertas doradas, sabiendo que los rabinos judíos no se pueden contaminar con la muerte.
Nos cuenta Zacarías que no importa el cementerio ni las puertas cerradas pues Jesús después de habernos llevado volverá, pisará el monte y abrirá una brecha, donde habrá un valle abierto por donde el pueblo de Israel saldrá, esta será la central de gobierno donde él gobernará por mil años. Jerusalén fue destruida y levantada en el mismo lugar, los árabes del lado de adentro de las puertas hicieron una mezquita y ahí enseñan el Corán. En el monte de los Olivos Jesús se junta a orar, en ese mismo lugar Jesús sudó sangre y pondrá su pie cuando venga para que la tierra se abra. En ese lugar el rey de gloria vendrá a juzgar y cuando el ponga el pie allí sus enemigos caerán a sus pies, habrá una guerra sin precedentes en el mundo, desde ese lugar Apocalipsis y Ezequiel hablan de un valle muy importante que es el valle de Armagedón. Este valle es inmenso, tiene plantaciones, ríos y en ese lugar habrá una guerra y allí el Rey de Gloria vencerá por siempre. Este valle tiene el nombre de “Armagedón” que Ezequiel profetizó, que Daniel vio y que Apocalipsis reveló. La historia de la humanidad converge en este espacio pequeño de tierra donde están todas las naciones.
Zacarías nos habla que en medio del contexto de una guerra el juicio del Dios eterno vendrá y que el Señor gobernará por siempre y para siempre, que habrá paz, que las naciones estarán sometidas a su reinado. Muchos de los que hemos caminado con él nos va a llamar “sus santos”, que estarán en la guerra, que gobernaran en ese tiempo, que vivirán con él, estarán ahí cuando venga el Cordero como el León de la Tribu de Judá. Él estuvo como el Cordero inmolado, el único que es digno de abrir los sellos, el que tuvo en el Getsemaní como un Cordero llevado al matadero donde puso su cabeza y dijo: «Padre yo no puedo, si es posible pase de mi esta copa, pero que se haga tu voluntad» Jesús se entregó, dobló sus rodillas como el Cordero, derramó su sangre en el huerto, y allí donde el Cordero se rindió volverá como el León de la Tribu de Judá. Él volverá a pisar ese lugar y cuando lo haga el lugar no resistirá, la justicia será establecida, la pesa caerá, será el juicio eterno de Dios donde las naciones se rendirán a Él, aun aquellos que no creen y no quieren rendirse tendrán que ir a adorar a Jerusalén porque si no van adorar al Cordero no tendrán lluvia para su tierra.
Si no entendemos que nuestro futuro está resuelto entonces no podremos vivir con plenitud nuestro presente.
Zacarías nos regala esta profecía, primero nos dice: lo que estamos viviendo, lo que vamos a vivir y lo que va a venir. Parecía una locura imposible lo que hace cincuenta años atrás Zacarías no decía, pero hoy las condiciones están dadas. Sabemos mucho del que fue, del que es, pero poco del que ha de venir. En medio de un mundo convulsionado, en medio de la pandemia nos preguntábamos: ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué no estamos entendiendo del todo? ¿A qué cosa no le estamos dando relevancia? Y nos encontramos que el retorno de Jesús era una de esas cosas. Nos preguntamos ¿si él al final viene y gobierna, de qué sirve tanto esfuerzo? Todo esfuerzo que no esté conectado con el reinado del Mesías no tiene sentido, todo esfuerzo, todo trabajo, todo servicio, toda lucha por nuestros hijos, familia o ciudad que no esté conectado con el corazón del Rey no perdurará. Pero aquello que está dentro del espíritu de la profecía va a durar por siempre.
El haber sido comprado con la sangre de Cristo tiene un tremendo valor, todo esfuerzo durará por siempre pues, vivimos para la eternidad.
Pero muchas veces vivimos atribulados, vivimos como si nuestro juicio se hubiese perdido, decimos que no llegamos, que no es suficiente, que no podemos y comenzamos a vivir para otros dioses que no son Dios. Vivimos para satisfacer nuestras necesidades en otras cosas, el pecado nos consume, vivimos como personas que perdieron el juicio. Vivimos como personas que esperan su condena, decimos hasta acá llegue, pero no somos jueces, ni abogados. Tenemos que quitarnos el velo de los ojos, no podemos confiar en la justicia terrenal, lo que transforma la realidad de una persona es cuando su eternidad cambia.
Viene un día en que El gobernará sobre la tierra, no vivimos para el momento, no pagamos por nuestra bendición, no compramos su palabra, no tratamos de capturar su favor para pasarla bien en la tierra ¡no! Estábamos condenados, estábamos perdidos, no merecíamos nada, nos equivocamos y muchos le rechazamos cuando le conocimos por primera vez. Sin embargo el Espíritu Santo nos fue a buscar, el paracleto divino nos trajo de vuelta, el abogado entregó su vida en la cruz del calvario y el juez eterno nos aceptó como parte de su naturaleza. Llegará ese día cuando el rey de justicia, el descendiente de David, el alfa y la omega, el primero y el último ponga su pie sobre el monte de los Olivos.
Él es el alfa y la omega, es el primero y el último, Él es el que dice hasta dónde y de qué manera. Él es el que venció a la muerte. Todo depende de Cristo, el ya venció y vencerá por siempre. Nuestra eternidad está asegurada por el que fue, es y vendrá por nosotros.
“Vamos hablar de Él, porque trataremos de que Rawson conozca a Cristo. Buscaremos la manera de compartir el pan y bendecir a los demás, buscaremos la manera de llevar su gloria a todas las áreas de la sociedad. Nuestra elección ya fue ganada, nuestra eternidad ya fue determinada. Llega el veredicto, llega el final del juicio, estamos en los últimos momentos pero mientras tanto queremos ser fieles, queremos lavar nuestras ropas y esperar con esperanza al que vendrá. Para ello queremos vivir un evangelio real mirando con esperanza al Rey de Gloria, pues el justo gobernará. Él pisará el monte de los Olivos y todo ojo le verá y toda lengua declarará que Jesucristo es Señor”.