Una iglesia vencedora

1 de octubre de 2023

Apocalipsis 7:9-17 (LBLA)

Hablar del libro de Apocalipsis puede traer algún tipo de problema, pues hay mucha gente que no quiere leer este libro por dos cosas: una es porque no entiende y otra es porque les da miedo. La palabra Apocalipsis se usa para hablar del fin del mundo o para mencionar el futuro, habla del pasado, del presente y del futuro. Es un libro que fue escrito para alentar a la iglesia de Cristo, que define de manera extraordinaria a la iglesia. Que este tiempo el Espíritu Santo pueda impartir esperanza, amplifique nuestra conciencia, nuestra identidad y nos permita discernir con sabiduría los tiempos que atravesamos fortalecidos por esta palabra.

Vemos en este capítulo como Dios le habla a la iglesia de aquí y ahora. El texto de Apocalipsis empieza “después de esto miré (…)” esta frase es una fórmula que usa Juan a lo largo de todo el libro de Apocalipsis para encadenar acontecimientos y hacernos saber que ningún acontecimiento está aislado, sino que todos tienen que ver de cómo Dios va tejiendo una historia. Juan vuelve a mirar la visión que está recibiendo y Dios le cuenta la historia que Él está encadenando. Dios le dice al apóstol que Él es el soberano de la historia y que Apocalipsis es un libro para que nosotros no seamos como hojas en el viento, ni prisioneros del azar, ni vayamos simplemente para hacer lo que podamos, sino que estamos bajo la soberanía del Dios de toda la historia.

El Dios de toda la historia está hilvanando una narrativa del cielo, a la cual, nos invita a ser participantes y protagonistas.

No son eventos aislados, son acontecimientos encadenados en la administración que Dios hace de los tiempos, donde el eje y el centro es Jesús que es la clave para interpretar todos estos acontecimientos, incluso los más cotidianos del aquí y ahora. El texto dice: <después de esto miré y he aquí una gran multitud que nadie podía contar de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas>.

Nos presenta una multitud de vencedores, nos presenta una imagen de la iglesia que Dios diseñó, de la iglesia que atraviesa la historia con un sentido y un significado profundo. Es una multitud de vencedores que nos recuerda en primer lugar: “la promesa que se le hizo a Abraham”. La idea de que cuando venimos a Jesús y se nos resuelven todos los problemas sabemos que no es así, vamos a pasar situaciones complejas pero tenemos que aprender a ser ganadores. Muchas personas quizás no toman conciencia de sus debilidades e ignoran que la conciencia de las debilidades es la mayor fortaleza, quizás nunca vamos a terminar de pelear con ciertas debilidades, porque son las luchas personales de cada uno, pero lo que hay que aprender es a ganarles. Porque en cuanto dejamos de tomar conciencia de cuál es nuestra debilidad, perdemos.

Tenemos todo tipo de luchas en nuestras vidas: con nuestro carácter, emociones, deseos, hay cosas que nos constituyen, por alguna razón están, algunas quizás van a dejar de estar y otras no, por algún motivo el Señor deja esas debilidades. Lo vemos con el apóstol Pablo cuando le pide a Dios que le quite ese tormento continuo que tenía, pero le dice: <bástate en mi gracia> vemos cómo Dios no se lo quita para que no salga aflorar el ego de Pablo, pues él había sido testigo de muchas cosas que Dios le mostró pero con esa prueba continua lo mantiene enfocado y con los pies en la tierra. Hay cosas con las cuales vamos a tener que pelear siempre, pero sabemos que somos vencedores porque seguimos al mayor vencedor que es Dios. Por eso, en la Biblia nos dice: no dice: gente que no tiene problemas.

La iglesia está formada por ganadores. No es gente que no tiene problemas, sino de gente que sabe cómo ganarles.

Dios es un Dios que hace promesas, a veces la promesa que Dios nos hace nos desmorona, porque nos parece que somos inadecuados para cumplirla. Vemos cómo Dios le promete a Abraham que va a tener una descendencia que no podrá contar y Juan nos lleva al fin de la historia con esa promesa cumplida. Dios elige a un hombre para formar un pueblo del cual iba a nacer otro hombre llamado Jesús, el cual, se constituiría en una bendición para todas las naciones de la tierra. Jesús iba a morir, resucitar, envía al Espíritu Santo y forma la iglesia para cumplimentar el plan de Dios hasta el fin de la historia. Es decir que la iglesia está en un camino a convertirse en una multitud incontable por eso debemos caminar con esa mirada, aun en medio de los peores conflictos, porque estos conflictos están para manifestar la victoria de Cristo en el calvario a través de la iglesia. Somos un cuerpo llamado a ser vencedores y caminar para constituir esa multitud que en el fin de los tiempos adora a Dios en el trono y esa es la imagen que nos trae de una iglesia ganadora. ¿Por qué Dios hace promesas y no nos da lo que pedimos? Porque las promesas habilitan visiones.

El Señor nos da promesas para construir una visión, para anclar nuestros proyectos de vida al futuro. Para aprender a vivir no en el marco de nuestras posibilidades, sino en el marco de Dios.

Muchas veces esto es muy atemorizante porque debemos construir una visión a base de esas promesas para que se cumplan. A Abraham le pasó que Dios con la promesa que le hizo era tan fuera del marco de sus posibilidades que tuvo que luchar con su incredulidad y desanimo. En muchas oportunidades Abraham se cansa (Génesis 15). El Señor nos da promesas para construir en su marco y eso nos da una fe fuera de lo común. La iglesia necesita caminar en esa medida de fe porque vienen tiempos de muchas demandas, de muchos conflictos pero también tiempos de manifestar una tremenda victoria en el nombre de Jesús, somos más que vencedores por su nombre. Seamos como Abraham de confesarle todo al Señor, pues Dios le dice a Abraham que salga de la tienda, asimismo hoy nos dice que salgamos de encerrarnos dentro de nuestras posibilidades pues ahí nunca las promesas de Dios se concretaran, dejemos de mirarnos a nosotros mismos. Lo segundo que le dice Dios a Abraham es que mire el cielo, es decir miremos hacia arriba porque no es encerrados en lo nuestro, sino con lo que está encima, con lo que Dios puede hacer. Luego le dice a Abraham que cuente las estrellas, sabemos que esto es imposible, está fuera del marco de las posibilidades, esto nos da a entender que tenemos que seguir creyendo que Dios lo hará, el cómo no nos interesa pero Dios lo hará. ¡Dios siempre fue más grande que nosotros y de eso se trata, en eso nos ha involucrado Dios como iglesia! Vencemos la incredulidad y vencemos la decepción.

Debemos aprender a ser vencedores sobre la incredulidad, porque todo lo que Dios promete finalmente se cumple

Luego nos sigue diciendo en el texto de Apocalipsis 7 “Esta multitud es de toda tribu, pueblo, lengua, nación, raza” esto nos habla de la universalidad del evangelio, el gran proyecto histórico de Dios, llegar a los confines de la tierra. En Efesios el misterio de Dios es que judíos y gentiles son coherederos, participes del mismo cuerpo y participes de la misma promesa. El misterio de Dios esta encarnado en una comunidad de gente que se odiaba, totalmente antagónicos, pero que en Cristo se encuentran, se aman y constituyen una comunidad maravillosa, realmente un milagro del cielo.

Una iglesia que es capaz de amar y aceptar al otro es una iglesia que encarna el misterio de Dios.

Hay algo que está pasando en el mundo que es el problema de soledad que es como una maldición que atraviesa nuestra cultura. La soledad es una pandemia, la soledad opresiva que conduce a mucha gente a la depresión y a crisis de ansiedad, pero la respuesta que tiene Dios para todo esto es la iglesia. Pero en este tiempo también en la iglesia podemos encontrar gente que se siente sola, es una opresión espiritual y la iglesia tiene que ser vencedora sobre el individualismo y el egoísmo. A lo mejor no discriminamos al de otra raza pero nos peleamos por política, quizás no miramos mal pero estamos pensando en nosotros y le negamos la mirada al otro. La palabra nos dice: y no debemos velar solo por nuestros intereses, no solo por las necesidades básicas del otro sino por sus intereses también.

Todo esto implica matar lo más difícil en nosotros que es el ego. Si nos preguntamos ¿Cuántas amistades tenemos? quizás nos sorprendemos, en ver mucha gente que tiene conocidos pero no amigos, quizás podemos llamarles amigos pero nadie con quien nos sentemos para abrir nuestro corazón para contar lo que nos pasa. Podemos ver familias y matrimonios aparentes, pero no tienen intimidad espiritual, ni afectiva, que sufren de una pesada carga de soledad. Esto que hoy está en la cultura y va ingresando a la iglesia, debemos ser una iglesia que aprenda a discernir y a ser ganadora que hoy se le ofrece al mundo como familia, en lo ideal de Dios la iglesia es la familia de la fe, y es donde deben estar las familias. Hoy la iglesia es la familia sustituta de muchos porque afuera las familias afuera están explotando en muchas situaciones difíciles.

Tenemos que aprender hablar el lenguaje de la cruz y ser expertos en conectar, en aprender a vincular

Esta es una de las victorias más importantes que necesitamos tener, ganarle al individualismo y al egoísmo para aprender a ser una comunidad de fe, donde el Espíritu Santo nos bautiza en un cuerpo y no aparte porque nadie tiene un bautismo del Espíritu Santo afuera del cuerpo, ni a pesar del cuerpo. El Espíritu Santo nos bautiza para constituir un cuerpo, debemos aprender a amar la iglesia, pero no terminemos amando una institución, sino aprendamos amar a nuestro hermano para amar la iglesia. Porque el que ama a Dios y no a su hermano nos dice la Biblia que es un mentiroso que probablemente se engañe asimismo. Pocas cosas son tan fáciles como amar a Dios que es perfecto pero a nuestro hermano, eso es amor.

Luego sigue el texto de Apocalipsis “ésta multitud está de pie delante del trono y del Cordero” lo cual nos habla de cercanía, tanto del Padre como de Cristo. En esta escena de Apocalipsis 7 hay un cambio de escenario, cuando leemos Apocalipsis 4 vemos que los seres celestiales están detrás de los ángeles, pero ahora los que están delante del trono, en la primera línea es una multitud, después los seres vivientes y luego los ángeles atrás. Hay un cambio de cercanía, es decir, esta multitud se ganó el derecho de estar de pie delante del Cordero, este movimiento de escenario nos habla de la cercanía a Dios, y la palabra “estar de pie en presencia del Cordero” es como “estar delante de un rey dispuesto a servirles” 

No están postrados de rodillas delante del Cordero están de pie, listos y vienen de una gran tribulación, de una pelea aguda y están de pie en la presencia del Cordero. Es como si los ángeles se corrieran y dijeran se trata de ellos, la iglesia, se lo ha ganado, lo ha ganado el Cordero para ellos, están de pie muy cerca de Dios. Le han ganado a todo el desaliento que puede traerles las luchas que enfrentaron. Es natural cansarse, si en algún momento terminamos el día sin cansarnos es porque algo estamos haciendo mal. El día puede terminar con cansancio pero contentos, enfocados, felices con todo en lo que nos hemos involucrado. Pero hablamos de otro cansancio que es el agobio que es una debilidad mental, donde decimos “no aguanto, no quiero más, no tengo fuerzas para seguir, quiero tirar todo y abandonar, basta es mucho, no voy a poder con todo esto” a ese cansancio mental nos referimos, ese agobio.

Tenemos que ser vencedores sobre el desaliento y el cansancio.

El diablo es un ladrón, a través del cansancio nos oprime. El cansancio muchas veces viene de todas las luchas y las frustraciones que se va comiendo nuestra fe, repitiéndonos mentiras como “al final no va a pasar, no vamos a salir” nos repetimos mentiras y nos quedamos trabados, y nos ganó el agobio, el cansancio mental. Vamos a la iglesia con la inercia y las muletas de la religión, no en el Espíritu, vamos porque tenemos que ir, porque tenemos el hábito de estar.

Debemos desecar de nuestras vidas todo lo que viene como cansancio para dar lugar al Espíritu Santo que renueva nuestras fuerzas, entendimiento y nos lleva a volar como águilas.

Sigue Apocalipsis diciendo: “que es una multitud vestida de blanco” que simboliza la pureza y la victoria sobre el pecado. Le pedimos perdón al Señor si es que estamos luchando con algún pecado que nos separa de Él. Se pagó un precio muy alto para que no vivamos ahí, el Señor nos da la mano y nos saca, debemos tener un arrepentimiento claro, no un sentimiento de culpa. Debemos ser vulnerables y confesar nuestras batallas con los líderes espirituales, porque si no el enemigo nos va a volver a poner de rodillas frente al mismo pecado. Pero Dios nos lleva a ser ganadores, ganadoras y nos hace libres de ese azote en el nombre de Jesús.

Somos esa multitud que está santificada y lavada por la sangre del Cordero.

Continua Apocalipsis: “tienen palmas en las manos” las palmas son accesorios importantes, porque se usaban en las fiestas de los tabernáculos, se usó en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y en las procesiones de la realeza. Con las palmas esta gente está celebrando victoria, la fiesta de los tabernáculos es la fiesta de la segunda venida. Hay como una tensión entre pentecostés que es la fiesta de las primicias, cuando vino el Espíritu Santo a la iglesia, que es la fiesta de la lluvia temprana y los tabernáculos es la fiesta de la lluvia tardía, que se decía que es siete veces más grande que la lluvia temprana. Tabernáculos es la fiesta más alegre del pueblo judío, es una fiesta de celebración donde hay una ordenanza: “te alegrarás vos, la viuda, el huérfano, el extranjero” y los que están pasándola mal se alegrarán igual porque están en una tierra que le dará los frutos.

En la fiesta de los tabernáculos la gente tomaba ramas de sauces y palmas para hacer cabañas y vivir allí esa semana. Recuerdan que en el desierto tuvieron que vivir así, para no olvidarse de donde Dios los sacó, a donde los estableció y los plantó. Es la fiesta de ganadores de los desiertos que supieron atravesarlo y salir victoriosos, pues creen que hay promesa, que hay casa. Levantan las palmas y festejan que el Rey los ha hecho libres, es una multitud que sabe celebrar, son ganadores de desiertos. Muchas veces nos pasa de dar vueltas sin sentido, sin saber a dónde vamos, es una pelea que muchos tenemos.

Somos libres de la opresión del desierto. Dios afirma nuestros pies en la roca.

Sigue diciendo que estos redimidos proclaman salvación, el canto que sueltan es extraordinario “la salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono y al Cordero” esto era una declaración importante. La palabra salvación/salvador tiene una connotación especial en el libro de Apocalipsis. ¿Qué entendemos por salvador? Quizás alguien que está en un bote y nos tira un salvavidas cuando estamos en el agua, pero cuando Jesús nos salva no tira un salvavidas sino que se tira él y nos busca. La idea de salvador en el libro de Apocalipsis, lo cual está escrito intencionalmente en contraposición con el Cesar, a quien el imperio romano lo reconocía como el Soteria que es -el salvador- en griego. ¿Quién es el salvador? El Emperador ¿Cómo nos salva? Cuando un enemigo invadía, el avanzaba con su ejército y los derrotaba, por eso cuando el Emperador entraba todos se levantaban diciendo: <acá esta nuestro salvador, nuestra salvación viene del Cesar que derrota a todos nuestros enemigos>.

Pero esta multitud está gritando: hay uno que pelea por nosotros contra todos nuestros enemigos, hay uno que se levanta en batalla. No es alguien que nos tira el salvavidas, sino alguien que viene con nosotros. Por eso en el evangelio de Mateo el ángel le dice a María que va a tener un hijo a quien le pondrá por nombre Jesús porque el salvará a su pueblo de sus pecados para que se cumpla lo que se le había dicho al profeta: que tendrá un hijo a quien le pondrá por nombre “Emmanuel” ¿Cómo? Le pondrá por nombre Jesús así se cumple la promesa que él será Emmanuel que significa “Dios con nosotros” un Salvador.

El evangelio de Mateo tiene un gran paréntesis entre Emmanuel y Mateo 28 que dice “yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Antes de la cruz, Jesús baja de la transfiguración, ve a los discípulos los cuales no pueden liberar a un endemoniado y le dice: ¿hasta cuándo estaré con vosotros? Pero después de la resurrección promete: todos los días hasta el fin del mundo.

El Salvador es aquel que nos acompaña en todos nuestros caminos, uno que viene a estar con nosotros, a pelear todas nuestras batallas.

La escena final en Apocalipsis 7:13 un anciano viene con una pregunta: -estos que están vestidos de ropas blancas ¿Quiénes son y de donde han venido?- es una pregunta clave que hace este anciano y no es porque no lo sepa, sino porque es importante. Nunca te preguntaron ¿de dónde saliste? Quienes nosotros somos tiene que ver de dónde salimos, de dónde salimos nos constituye para construir identidad. ¿De dónde salieron? Salieron de una gran tribulación, no es gente que no tiene ningún problema, ni que vive tirando promesas baratas hacia afuera, es gente que ha peleado muchas batallas y que hoy están de pie delante del Cordero proclamando la victoria del que está sentado en el trono. Es gente fuera de lo común, es extraordinaria, es gente que le ganó a la depresión, a la angustia, al miedo sin sentido, a la orfandad, a la traición, al abuso. Son ganadores de muchas batallas, armados hasta los dientes con historias extraordinarias que pueden redimir la vida de mucha gente. Es la iglesia que Dios pensó, soñó y que en el fin de los tiempos está adorando al Cordero, es la iglesia que estamos construyendo. No es una iglesia de gente a la que no le pasa absolutamente nada, sino que es una iglesia de gente ganadora.

Estos que están vestidos de blanco, ¿Quiénes son? Tiene que ver de donde salieron, allí están los ángeles trazando ese círculo y pasando por detrás para dejar a la multitud adelante y la pregunta ¿Quiénes son y de donde salieron? Tiene respuesta, por eso nosotros necesitamos tenerla muy clara a esta respuesta. Si no podemos tener respuestas a estas preguntas ¿Quiénes somos y de dónde hemos salido? El mundo nos dirá quienes somos y a donde debemos jugar en este sistema, pero cuando se nos revela esto comenzamos a caminar en nuestro destino profético, en nuestra vocación profunda, en nuestro llamado construyendo una visión detrás de las promesas de Dios, constituyendo al cuerpo de Cristo y ganando sobre toda situación. 

“Esta gente que salió de una gran tribulación” y no tiene que ver con la idea que tenemos de la gran tribulación, sino que Dios le habla a la iglesia de aquí y ahora. Todos hemos salido de las tribulaciones, de grandes conflictos, salen de un periodo de sufrimiento. Necesitamos pasar de una situación difícil a otra para formar carácter. Salmos 84:6 nos menciona “atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente” Personas que saben lo que es perder, fracasar, que sean lastimados, sin embargo, siguen delante del Cordero. El dolor nos transforma, pues es necesario, tiene que estar ahí para que Dios nos trate. Hay procesos en que Dios nos pone en la vida que son difíciles, demandantes para nosotros, pero terminan en la victoria, porque esto si es una garantía.

Una vida sin problemas es una mentira, pero una vida con victorias es una verdad profunda y eso sí es una garantía. Podemos confiar en esto, tenemos un salvador que en medio de la lucha se coloca al lado nuestro y pelea nuestras batallas.

Hay una frase que dice “el pasado no importa, aprovecha el presente y mira hacia el futuro” lo cual es una mentira. El pasado ya pasó en el tiempo, pero está dentro de nosotros en la memoria y recuerdos. El pasado nos constituye, es nuestra historia la cual no podemos borrar pero si redimir, es puntual que podamos decir de donde salimos para decir quiénes somos. Hay tres cosas que podemos distinguir de esto:

Primero: nuestra memoria es siempre selectiva, ¿de qué nos acordamos? ¿De todo? Sin duda no, nuestras neuronas buscan ciertos recuerdos y los abre, nos acordamos de eventos en los cuales estuvieron presentes nuestras emociones muy fuertemente por eso fueron sellados y grabados en la memoria. Hay eventos felices y no en nuestras personas.

Segundo: cuando nos acordamos, volvemos a contar la historia por lo tanto la reinterpretamos y si esta interpretación no tiene la clave de interpretación correcta nos arruinan la vida, porque el pasado sigue ahí.

Tercero: somos selectivos en lo que recordamos, además de reinterpretarlo todo el tiempo lo revivimos, porque cada vez que nos acordamos de algo, lo volvemos a sentir, no podemos anular los sentimientos.

Todas las mentiras terminan construyendo una identidad falsa pero cuando Jesús viene a nuestras vidas leemos nuestras historias con los lentes de Jesús. Cada recuerdo que viene a nuestras mentes debemos redimirlo, traerlo a la memoria y leerlo correctamente. ¿Vos de dónde saliste? Yo le gané a la traición, al bullying, a la violencia, al desprecio, pase por ahí pero le gané a todo eso, pero por sobre todo le gané a mis propios errores, porque pocas batallas son más difíciles que las que tenemos con el demonio de la vergüenza: “Mira lo que hiciste” es mucho más fácil perdonar lo que nos hicieron que perdonar lo que hicimos, pero esta es una batalla que también debemos pelear.

Cuando contamos nuestras historias debemos entender y tener claro que no somos los héroes de nuestras historias, sino que Cristo es el héroe. Cada una de nuestras historias son redentoras y le pueden cambiar la vida a la gente. Esa es la iglesia, la que lavó sus ropas con la sangre del Cordero.

“El Cordero extenderá su tabernáculo” es decir va a extender el lugar de la Presencia de Dios, lo va hacer grande para que entren todos, ¿Quiénes son? Son gente que entra a la presencia de Dios, gente que la presencia de Dios se les ve en la cara, portadores de historias tremendas.

“El Cordero que está en medio del trono los pastoreara” ¿de dónde salieron y quiénes son? Son gente que los pastorea el Cordero. Vemos que hay registros históricos que analizan que el oficio de pastor es despreciable, por eso en el nacimiento de Cristo están los dos extremos: la gente rica, los sabios de Oriente quienes siguen una estrella para ver a Jesús y la gente excluida, los pastores que están en el campo.

Tenemos un Dios Rey pero que también es pastor.

Entre todas las naciones ninguna nación tiene un Dios a quien le llamen pastor, excepto Israel para quien el Rey también es pastor, el Rey es el que se sienta en el trono y el pastor camina con nosotros. El Cordero los pastoreara, Isaías 40 nos habla del Rey y habla del pastor que cuida a las ovejas, las pone sobre su pecho y con ternura cuida a las que recién nacieron. El cordero es el que fue sacrificado, pasa de una imagen de poder a una de debilidad, pero este corderito tiene siete cuernos: todo el poder y siete ojos: toda la sabiduría.  Cuando se presenta la imagen de la multitud, de los seres celestiales, los ángeles y en el medio del trono el Cordero, enfatiza el lugar para mostrar el punto de referencia más elevado de donde se origina el cuidado pastoral que Dios le proporciona a los redimidos.

Nos pastorea un Cordero, que es la imagen más débil del mundo, pero que está sentado en el centro del poder del universo llevando a la historia como él quiere y nos ha hecho protagonistas de eso. Pero no es alguien que se sienta en el trono y nos dice vayan, sino alguien que viene y camina a nuestro lado, un pastor y un Cordero.

Nos pastorea un Cordero, alguien que se hizo como nosotros sufriendo traición, abuso, violencia, entiende todo, camina con nosotros en la historia para llevarla a su final. ¿Quiénes somos y de dónde salimos? Juan hace como una síntesis de cada pasaje: no tendrán hambre, no tendrán sed, el sol no los castigará de día, el Señor va a extender los tabernáculos y los va a pastorear. Toma varias imágenes bellísimas del Antiguo Testamento.

Centro de Alabanza dice el Señor: yo les mostraré mi favor, los haré fecundos, los multiplicaré y mantendré mi pacto con ustedes. Todavía estarán comiendo la cosecha del año anterior cuando tendrán que sacarla para dar lugar a la nueva. Estableceré mi morada en medio de ustedes y no los aborreceré, caminare entre ustedes, yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Yo soy el Señor su Dios que los saque de Egipto para que dejaran de ser esclavos, rompí la coyunta de sus yugos y los hice caminar con la cabeza levantada.

Y en Isaías 25:7-9 nos menciona “El Señor rasgará el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que envuelve a todas las naciones, devorará a la muerte para siempre. El Señor omnipotente enjugará la lágrima de todo rostro y quitará de toda la tierra la vergüenza de su pueblo. El Señor mismo lo ha dicho, en aquel día se dirá – si este es nuestro Dios- en el confiamos, él nos salvó, este es el Señor, regocijémonos y alegrémonos, tenemos un Salvador” Amén y amén.

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