24 de noviembre de 2024
Hay una oración que todavía no le hemos podido responder a Jesús y es la oración que hace en Juan 17, donde Jesús ora para que todos en él sean uno y para que por esa unidad el mundo pueda creer. Sabemos tanto de la Biblia, hay tanta luz que él nos ha dado pero hay cosas que parece que la sabemos pero que no es tan así.
No debemos ocuparnos tanto de lo que no sabemos de la Biblia, sino que debemos poner atención en lo que sí sabemos de ella y que todavía no lo podemos vivir.
Todo lo que hayamos conocido de Dios necesita atravesarnos por completo y producir cambios reales en nosotros. Ahora nos preguntamos ¿Por qué no hemos podido responderle esta oración a Jesús? ¿Qué nos falta para poder llegar a responder esta oración?
Vamos a ver tres cosas de las cuales nos tenemos que ocupar para poder crecer en este amor fraternal y en este misterio que es la iglesia que estamos edificando, construyendo y que necesitamos amar todos los días de nuestras vidas. San Juan 17 está dividido en tres partes: del versículo 1 al 5 Jesús ora por sí mismo, del 6 al 19 Jesús ora por sus discípulos y del 20 al 26 Jesús ora por todos los creyentes y aun por los que no creen. En San Juan 17 Jesús nos deja una oración, un clamor desde su corazón, él comienza a interceder (intercesión: es pararnos entre Dios y un motivo – en este caso las personas) Jesús se para entre Dios y la gente porque entiende que hay una distancia que acortar, por eso comienza a interceder y empieza a pedir por los suyos.
San Juan 17:1-26 (NVI)
Dentro de todo lo que podemos ver en esta oración de San Juan 17 hay un punto el cual no le hemos podido responder a Jesús todavía, pues desde sus últimos días en la tierra está presente un clamor y un deseo en su corazón el cual es “QUE TODOS SEAN UNO”.
Dios no comparte su gloria, todo aquel que quiera robarle la gloria a Dios va a terminar en un camino de rebeldía, eso le pasó al diablo quien quiso la gloria de Dios y fue destituido. Dios no comparte su gloria pero nos entregó al mismo Cristo a fin de que alcancemos la unidad, para que en esa unidad sea glorificado Dios. Si en algún momento de nuestras vidas la gloria nos empieza a obsesionar por quererla vamos a entrar en enemistad con Dios.
Cristo es todo lo que necesitamos para alcanzar la unidad y esa unidad que alcanzamos por medio de él es lo que le da gloria al Padre.
Efesios 4:1-3 (RVR)
Cristo mismo se entregó para que seamos uno, debemos meditar en esto pues para que nosotros nos podamos reunir hoy, el precio que se pagó fue Cristo, fue su vida. Pensemos en el sacrificio de Jesús en la cruz y en lo injusto que fue, pero era el único camino que había para que nosotros podamos alcanzar la unidad como iglesia, a ese nivel de entrega está comprometido Jesús por la unidad de la iglesia. Jesús dio su vida, murió, fue castigado y maltratado injustamente por la iglesia, a ese nivel de entrega está dispuesto y comprometido Cristo por la unidad de la iglesia.
Efesios 4 nos habla de la unidad y unos versículos antes nos menciona que el repartió dones a fin de perfeccionar a sus santos, para que lleguemos al nivel del varón perfecto, que es Cristo, es decir perfección habla de madurez. Entonces, si no estamos comprometidos con la unidad nuestro comportamiento es de un inmaduro. Si nosotros no estamos comprometidos al mismo nivel de Jesús vamos a ser incompatibles.
Todo aquel que no se compromete, ni se involucra por la unidad de la iglesia se comporta de forma inmadura.
En San Juan 15 Jesús nos habla de la importancia que tiene de permanecer ligados a él, allí nos menciona que él es la vid verdadera y nosotros los pámpanos, debemos ser uno con él, anclados en el para que podamos dar fruto. En Juan 16 promete al Espíritu Santo, es decir les trae esperanza a los discípulos y los inspira, pero en Juan 17 se pone a orar.
Jesús venia enseñando, predicando, estaba con sus discípulos, él era la verdad, la vida pero dijo: <necesito convertir esto en una oración intercesora>. Hoy a nosotros nos toca junto al Espíritu Santo dar forma a la familia de fe, para que cuando Jesús venga a buscar y a habitar con nosotros, pueda encontrar una imagen fiel de la iglesia y no distorsionada.
Todo lo que no podamos conquistar con nuestras palabras, vamos a necesitar convertirlo en una oración intercesora.
Jesús nos creó diversos, diferentes, porque en esa diversidad podemos ver su gracia expresada, hay un anhelo en el corazón de Jesús y es que haya en nosotros un fuerte compromiso por amar, servir y edificar la iglesia. No podemos decir que amamos a Dios pero que no amamos a la iglesia, pues Cristo tiene un fuerte compromiso por la vida de la iglesia tanto que se dio su vida entera y se expuso al sufrimiento por ganar a la iglesia.
Para Jesús la iglesia es un asunto importantísimo, primordial, esencial, nunca vamos a llegar a comprender ese amor de dar su vida misma por nosotros. Cristo, sabiendo que lo íbamos a traicionar, negar y dar la espalda, aun así el decidió entregarse. Y el amor que él tiene todo lo espera, no hay mayor acto de amor que la espera y Cristo está esperando en el cielo y más de una vez debe decir ¿Qué hacen? Pero él espera.
Demos gracias a Dios porque él aguarda y pidámosle perdón porque más de una vez le dimos la espalda. Su espera no tiene fecha de vencimiento, el Señor espera porque sabe que un día nuestros ojos van a ser abiertos y vamos a responder con fidelidad a ese amor, él es paciente y fiel. Nunca vamos a entender este amor, pero si no correspondemos al amor de Cristo nos vamos a perder de ser parte de su familia.
Filipenses 2:1-4
Jesús está comprometido por la unidad de la iglesia, él quiere que la iglesia sea la familia de la que él es el hermano mayor. Y que seamos la iglesia que espera encontrar cuando venga para consumar su pacto con nosotros.
La iglesia es la familia que elegimos
Filipenses 2 nos dice que “seamos del mismo sentir, conservando el mismo amor”
Siendo del mismo sentir no quiere decir que sintamos lo mismo, porque el sentimiento se nos pasa, sino que está relacionado con estar dispuesto a elegir esa familia, a elegir ser parte de esa familia. No es un sentimiento del alma, sino que es una convicción por el Espíritu.
Ser iglesia no es un sentimiento, sino una convicción. Es la convicción de que Cristo dio su vida, se entregó asimismo para que nosotros podamos ser iglesia. Ser iglesia es una elección y una decisión.
La iglesia es la familia a la que elegimos pertenecer y con la cual nos identificamos. Aquellas elecciones que tomamos nos marcan un compromiso, por eso es tan importante la elección. Desde el momento que elegimos ser iglesia firmamos un compromiso con el Señor.
Desde el momento que elegimos aceptar a Jesús como el salvador de nuestras vidas firmamos un pacto con Dios de elegir esta familia. Es por eso, que entre nosotros no es normal que haya crítica, murmuración, quejas, discordias o intereses propios de por medio, porque hemos elegido ser parte de esta familia, y la cultura de esta familia está marcada por la entrega de Cristo.
En el compromiso que firmamos con Dios de ser parte de su iglesia, estaba incluida esta cláusula que dice: que la cultura de esta familia que elegimos no es como la de este mundo, en esta cultura no es normal que tengamos quejas en contra de nuestros hermanos, en contra de nuestros líderes, en esta cultura no es normal que murmuremos o critiquemos en contra del que tenemos al lado. En esta cultura no es normal que hayan intereses propios de por medio porque la cultura de esta familia la marcó Cristo dando su vida por nosotros aun sabiendo que lo íbamos a traicionar.
Antes de pensar en criticar o emitir un juicio sobre un hermano tenemos que considerar que hay un solo juez que es justo y ese es Dios. Tenemos que hacernos cargo de lo que elegimos. Nuestro compromiso para ser parte de esta familia tiene que ser igual al de Jesús, que dio su vida aun sabiendo que lo íbamos a traicionar. Por eso, más de una vez vamos a tener la posibilidad de maltratar a la iglesia, pero Cristo ya fue maltratado lo suficiente en la cruz por ello, por lo tanto hoy a nosotros nos toca edificar, amar, servir.
San Juan 15:12
“Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”
Señor, bautízanos con este amor fraternal, ese amor que todo lo espera, todo lo soporta, que se renueva, ese amor fiel, verdadero, genuino que sea derramado sobre nosotros. Espíritu Santo, pon en nosotros ese amor por nuestro hermano pues es la familia que decidimos elegir. Por eso, enséñanos a amar como Jesús nos amó, enséñanos a amar genuinamente, verdaderamente, pacientemente, te damos gracias, Espíritu, Santo por esta familia.
La iglesia es la familia por la que damos la vida
La elección que hicimos de ser parte de la iglesia venía con una cláusula que decía: “vamos a tener que dar la vida por la iglesia”
Juan 15 en palabras de Jesús nos dice que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Dar la vida está relacionado con la unidad porque para Dios la unidad es sinónimo de dar la vida. Había una distancia entre nosotros y Dios en un momento de la historia y Jesús tuvo que intervenir. Él era Dios pero decidió humillarse a la condición de hombre, de siervo porque existía una distancia entre nosotros y el Señor por eso intervino y de ahí nace EMANUEL “Dios con nosotros” . Donde había separación y división Jesús entregó su vida para que haya unidad. (Efesios 5) Para Dios unidad y pacto son sinónimos de dar la vida, entregarnos. En nosotros debe estar presente el deseo de vivir como Jesús lo hizo, Filipenses 2 nos dice que debemos ser del mismo sentir, amándose y unidos en espíritu.
No vamos a poder declarar que somos iglesia si no estamos dispuestos a dar la vida por la ella. Cristo amó a la iglesia al punto de dar su vida para que la iglesia se una a él, si queremos ser como Jesús debemos estar dispuestos a morir por su causa y esa causa es su iglesia.
La cual es un asunto importantísimo para Jesús, la unidad de su iglesia es un asunto importante. Ese fue el parámetro que Jesús nos estableció con su vida, vino al mundo a entregar su vida para ganar a la iglesia. El pacto que tenemos con Cristo está por encima de las circunstancias. Seguro que va haber más de una vez que tengamos la posibilidad de dividir la iglesia pero el pacto que tenemos con Cristo está por encima de ese problema.
Seguro llegará el momento de que nos vamos a pelear con el que tenemos al lado, con nuestro obrero, con nuestro amigo, con nuestra familia de sangre, pero nuestro pacto está por encima de esas circunstancias, lo circunstancial no nos tiene que robar de vista lo eterno. El pacto que tenemos con Cristo de unidad es inquebrantable, es eterno, no tiene una fecha límite de caducidad. Por ello ese pacto está por encima de lo que nos pueda pasar. “El pacto ligado al amor es lo único que nos hace permanecer” muchas veces nos pasa que amamos pero no nos comprometemos, nos pasa que al pacto se le termina el amor y ya está, por eso el pacto y amor necesitan estar ligados para que se sostenga en el tiempo, aun en medio de un contexto de traición.
Cuan fuerte fue el pacto de Cristo con la iglesia, que él entre los doce tenía a quien lo iba a traicionar pero eligió amarlo. Probablemente nos pase de discutir con personas a las cuales muchas veces no queramos ver más pero tenemos que renunciar a ese pensamiento porque nos vamos a ver para siempre. Y esto no tiene que ver con que nos juntemos todos y compartamos, sino entender que todos los que formamos parte de la iglesia somos parte de la misma familia y por todos tenemos que estar dispuestos a dar la vida. ¿Qué haríamos si tenemos que dar la vida por quien nos traicionó, o discipular su vida o ser discipulado por quien nos traicionó? Debemos entender que en Cristo todas las cosas son nuevas.
Jesús entre los doce tenía a quien lo iba a traicionar, sin embargo, eligió amarlo y lo sentó a la mesa. No hubo una diferencia en su amor con Juan, Pedro y Judas, a los doce los amó, invirtió años de su vida en enseñarles, en amarlos, en caminar con ellos, aun sabiendo que uno lo iba a traicionar y otro lo iba a negar tres veces en una noche. Sin embargo los amó y con un amor que no podemos comprender. Ese mismo sentir tiene que haber en nosotros.
Esto nos abre los ojos a la realidad de que somos responsables de ser el sostén del hermano que tenemos al lado. Cuando Efesios nos habla de soportarnos los unos a los otros nos trata de decir que tengamos la suficiente madurez para ver a la persona que tenemos al lado superior a nosotros y que necesita sostenerse en nosotros así como nosotros necesitamos sostenernos en ellos.
La iglesia es la familia por la que damos la vida, menos que eso nunca, porque Cristo nos marcó el camino.
Espíritu Santo, danos humildad de corazón para abrazar tu palabra que es la verdad, la cual nos transforma. Espíritu Santo, danos el carácter para afrontarlo.
Jesus en Juan 17 cuando ora y no le pide al Padre que los quite del mundo, sino que los proteja del maligno, pero esa protección va a venir de nuestro hermano y a la vez nosotros le vamos a proteger del maligno a ellos. Somos una familia que necesitamos ser guardas los unos de los otros. Soportándonos unos a otros nos quiere decir que si viene algo malo para hacer caer a nuestro hermano, ahí vamos a estar nosotros para hacer retroceder el mal. Necesitamos recuperar esa capacidad de ser guardas de nuestros hermanos, por eso necesitamos andar bien los unos con los otros, debemos resolver los problemas, pedir perdón y aceptar el perdón, porque vamos a tener que dar la vida por el otro. Del mal dejemos que Dios sea el que juzgue, pero nosotros seamos aquellos que le digamos ¡SI! a las palabras de Jesús.
La iglesia es la familia que hacemos crecer
En Juan 15 Jesús nos dice: <no me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto>, un fruto que perdure. Filipenses 2 nos dice: “ser de un mismo sentir, en un mismo espíritu, destinados a un mismo propósito” ¿Cuál es ese propósito? ¡Ser iglesia! ¡Ser uno con él!
¿Cuál es nuestro propósito, cuál es nuestro llamado?
Muchas veces relacionamos el propósito o llamado con acciones, cuando en realidad el propósito es ser uno, a veces nos pasa en perdernos en ¡buscar que tenemos que hacer y dejamos a un lado lo que tenemos que ser! Y nos encontramos haciendo un montón de actividades pero sin saber quiénes somos.
El anhelo de Jesús es que cada persona experimente la redención y la restauración, pero no se trata de que hagamos cosas solamente, sino de que seamos hijos de Dios que manifestemos su gloria.
En Juan 17 Jesús está orando y pide que todos sean uno para que el mundo reconozca que ellos están unidos a él, así como él lo está con el Padre. El mundo no va a creer por la cantidad de cosas que hagamos, sino por cuanto manifestemos la gloria de Dios siendo familia, la cual debemos hacer crecer porque todo lo que es sano está destinado a crecer. Todo lo que es sano crece y se sostiene en el tiempo y al sostenerse en el tiempo da fruto abundante. La oración de Jesús es que puedan ser uno para que el mundo crea, no es que vayan y hagan muchas actividades para que el mundo crea sino que sean uno.
San Juan 17:22-23
Para que la iglesia crezca no solamente tenemos que predicar el evangelio, sino que debemos amarnos los unos a los otros. La predica del evangelio debe estar sostenida por el amor a la iglesia.
Necesitamos interceder, orar por un avivamiento de comunidad, de amor fraternal, un avivamiento de no solo llegar al altar y quebrantarnos por la presencia de Jesús, sino un avivamiento de poder mirarnos a los ojos y resolver los conflictos que tenemos. Un avivamiento en el que nos amemos de verdad, no solo de palabras sino un amor sincero, genuino, en el que nos podamos expresar con honra, con gratitud y eso hará que el mundo crea.
No tenemos que buscar la unidad en nosotros, porque Cristo ya la dio, sino que tenemos que guardarla, preservarla. La muerte de Cristo en la cruz trajo unidad entre nosotros y Dios, necesitamos preservar esa unidad.
Pidámosle al Espíritu Santo que pueda hacer en nuestras vidas lo que hasta ahora no pudimos hacer con nuestras fuerzas, que identifique qué cosas hay que son incoherentes con Dios y con lo que Cristo nos modeló en su vida. Que pueda quebrantar de nuestras vidas la murmuración, que saque de nuestras vidas la crítica, que quite de nosotros lo que nos cuesta para poder involucrarnos y ser parte de la iglesia. Jesús está empezando a podar todo lo que no tiene que ser para que aparezca lo que tiene que ser, está podando toda impureza, pactos y alianzas que hayamos hecho con otras cosas para que empiece a verse la imagen de Cristo en nosotros. Que podamos tener carácter para hacer frente a las decisiones que tenemos que tomar.
“Te pedimos, Espíritu Santo, carácter para permanecer anclado en la verdad. Jesús que puedas podar por completo, todo vestigio de religión, todo vestigio de naturaleza caída, todo lo que quiso empezar a crecer en el corazón contrario a la imagen de Jesús.”
“Te agradecemos, Señor, por el Centro de Alabanza, gracias por esta casa que has plantado en la ciudad y la declaramos una casa fructífera. Una casa de la que la gente vendrá a comer del pan de vida y beber del agua de vida, la declaramos una casa donde siempre fluirá alimento para los que vengan hambrientos.
Oramos por los pastores, por el equipo pastoral, por cada obrero, por cada colaborador, por cada uno de los que somos parte de esta familia declarando que no somos de este mundo pero si fuimos llamados a transformar este mundo. Te pedimos por hogares antorchas, por casas espirituales en cada barrio de la ciudad y declaramos que tu presencia se comienza a expandir. Señor, esta es la familia por la que estamos dispuestos a entregarnos, danos el honor de servir esta casa todo el tiempo, de amarla, de edificar tu casa, danos el privilegio de poder honrar la iglesia todo el tiempo.
Permítenos, Señor, siempre ver por medio de la gracia que nos hace ver la perfección de la iglesia y no las impurezas, permítenos ser aquellos que lavan las manchas, que planchan las arrugas que pueda tener tu iglesia, que seamos los que edifiquen la casa. Líbranos de la condenación, de la crítica, de la queja hacia la iglesia. Que seamos siempre agradecidos”
Oramos y clamamos por los que todavía no creen, oramos por un avivamiento sobre nuestra ciudad donde la gente al ver la unidad de la iglesia comenzará a reconocer que Jesús es el centro. Oramos por los que van a llegar, declaramos que diciembre será un mes de cosechar frutos, de cosechar vidas, donde muchas personas van a recibir a Cristo en su corazón, declaramos que los grupos e vidas comenzaran a crecer, recogeremos los frutos de la entrega del año. Espíritu Santo, danos un amor tan grande donde al sistema no le quede opción que solo creer que Jesús es el Señor.”