Sabia esperanza

15 de diciembre de 2024

Vamos a cerrar la lectura de las cartas que Pablo le escribió a los tesalonicenses, las cuales estamos leyendo como iglesia. Vamos a ver que la esperanza es sabia y es más que una ilusión que lo que va a venir es mejor, sino que más bien es una certeza porque no tiene que ver con las circunstancias, sino con una persona que se llama Cristo.

En la segunda carta a los Tesalonicenses el apóstol Pablo escribe desde el amor a una iglesia que él plantó con mucho esfuerzo y que está viviendo en un contexto severo de persecución. Pablo en Tesalonicenses muestra su esfuerzo, pues se plantó en esa ciudad haciendo carpas porque era su trabajo y mientras montaba su negocio él predicaba, armando así la iglesia en Tesalónica. Una iglesia que se apasionó por Jesús, abrazaron la fe de una manera determinante comenzando a crecer, pero ese crecimiento les produjo resistencia en la región donde estaban, ellos creían fervientemente en Jesús y sobretodo en el regreso de Cristo como una promesa firme.

Pablo se entera que estaban siendo perseguidos y asesinados, en medio de ese proceso de persecución la confusión viene a esas familias, en medio de esa confusión ellos deben aferrarse a la esperanza y abrazar la fe. Entonces Pablo escribe esta carta como una canción de esperanza. Muchos de los que estaba viviendo esa persecución habían decaído de su fe, otros se habían levantado como falsos maestros diciendo de que Jesús no volvería, que se había olvidado de ellos. Por todo esto es que Pablo debía aclararles de que Dios no se había olvidado, que volvería con su justicia y establecería su reino con nosotros y que la evidencia de su regreso iba a ser tan poderosa que todos le iban a ver.

En ese contexto es que Pablo cierra 1º y 2º Tesalonicenses que es una carta escatológica que habla del retorno de Cristo pero también está dirigida a un pueblo donde Pablo no se toma el tiempo de resaltar sus errores, sino que repite una y otra vez esta oración: Amados hermanos estoy agradecido porque han permanecido en la fe. Amados hermanos estoy agradecido porque no han soltado su esperanza, tal vez están rotos, confundidos pero permanecen en pie, y hoy vengo a traerles una palabra que los fortalezca y aclare el rumbo hacia adelante.

Los momentos de Dios nunca han sido no planeados, siempre el Señor nos abre el camino para esperar lo que viene.

Por ejemplo en el nacimiento de Jesús en el pesebre, hubo personas que por generaciones escucharon la promesa del Mesías y abrazaron esa promesa y no renunciaron. Hay tres personas particularmente posteriores al nacimiento de Jesús que tienen al niño en sus manos sabiendo que era la promesa dada, ellos son Ana, Simeón y Zacarías. 

San Lucas 1:68-75 (NTV)

Zacarías ve cómo todas las cosas se conectan aunque son diferentes a las que pensaba, sin embargo, aunque las circunstancias no eran como las esperaba ve el cumplimiento de la profecía, declarando que ese niño indefenso era el Redentor prometido, era lo que el cielo envió para librarlos de los enemigos, era la profecía hecha realidad.

Necesitamos renovar nuestra esperanza, en Dios la esperanza es un sustento muy importante, es creer en contra de todas las posibilidades con la certeza de que Dios cumplió y siempre cumplirá.

Frente a las crisis lo primero que perdemos es la esperanza. Pablo en Corintios nos habla de tres cosas fundamentales: la fe, la esperanza y el amor, el amor de Dios es incondicional, es ilimitado, va más allá de lo que podemos dar o hacer, pero el amor de Dios se activa a través de la fe y la esperanza. La fe da el inicio al encuentro con Dios, es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Nuestra fe no es un dogma, no es una religión, no son ciertas costumbres que practicamos, eso es parte de las manifestaciones de nuestra fe.

Nuestra fe es una persona que se llama Jesucristo y cuando tenemos un encuentro con él y se hace realidad en nuestras vidas, él se revela a nuestros corazones e inmediatamente se activa en nosotros esa esperanza.

Quizás no sabemos lo que viene más adelante pero sabemos que Dios está con nosotros, su amor estará siempre para nosotros. Hay algunas personas que dejan de cantar del amor de Dios y empiezan a cantar de sus propias quejas, de sus propias situaciones, de lo mal que la vida les trató y hacen de eso su canción. Y aquí el problema no es que perdieron el amor, sino que perdieron la esperanza.

Lo primero que se pierde es la esperanza, porque la esperanza es la certeza de que hay un propósito, un destino. Uno se transforma en aquello que espera y la vida sin Dios se encarga de golpearnos de tal manera que dejemos de esperar aquello que es bueno. Cuando esperamos algo, esto nos desafía, nos incomoda, lo que esperamos da forma a nuestras vidas.

2º Tesalonicenses 1:4-5 (NTV)

Vivir con esperanza nos revela la justicia de Dios.

Permanecer a través de los sufrimientos es una prueba potente más grande que cualquier otro milagro, nos convertimos en el milagro que revela la justicia de Dios. Hemos vivido situaciones difíciles pero hemos perseverado y estamos esperando algo más de parte de Dios.

Pablo habla a través del amor, el amor le habla a la fe y la esperanza de una iglesia perseguida, expresándole su orgullo porque permanecieron y fueron hallados dignos de poder compartir el sufrimiento de Cristo para revelar la justicia de Dios. Esta justicia no tiene que ver con que Dios reparte milagros como si fueran caramelos, la justicia de Dios es tan grande y extraordinaria que nos une en su corazón a todos.

Necesitamos de la esperanza como motor que alimenta nuestra fe.

Cada uno vive circunstancias distintas, el sufrimiento va pegado de la mano con los milagros extraordinarios, las lágrimas se mezclan con las alegrías, la revelación de la justicia de Dios es más que un milagro. La revelación de la justicia de Dios son aquellos que creciendo en Cristo, creyeron en él y permanecieron aun en medio del sufrimiento.

El sufrimiento es parte de la ecuación de la vida, si hubiese otro camino Jesús lo hubiese tomado. El evangelio no es sufrimiento, sino que es gozo, paz, pero también justicia en el Espíritu Santo y la justicia de Dios se revela a través de personas que no pierden la esperanza, que viven esperando al que viene.

El Señor nos llamó para vivir una esperanza cierta, una esperanza real, para vivir una fe que mueve montañas y honrar un amor que no tiene límites hacia nosotros.

La esperanza es lo primero que debemos recuperar, cuando estamos en una crisis el diablo esparce desaliento, así lo describe la Biblia, el diablo mata la esperanza. Satanás no puede hacer nada en contra del amor pues lo derrotaron en la cruz del Calvario, no puede hacer nada en contra de la fe porque al que cree todo es posible pero Satanás puede destruir la esperanza y cuando la destruye, ya sea de una familia, de un corazón, de una persona, estas se marchitan y se apagan.

Pablo lejos de retarlos, les manifiesta que está orgulloso por la fe que ellos tienen, hacia donde van y de lo que están construyendo a través de sus vidas.

2º Tesalonicenses 2:16-17 (NTV)

¿Por qué la esperanza es sabia? Porque la esperanza ordena nuestras vidas, la sabiduría es Jesús, él es fe, esperanza y amor, el consuelo de Dios es eterno y su esperanza es buena, da propósito, no hay otro consuelo eterno que no sea Cristo.

El consuelo eterno de Dios es su presencia permanente atravesando con nosotros todos los procesos de nuestras vidas.

El sistema de este mundo está enfermo de dopamina, no hay fuera de Dios un consuelo eterno y una buena esperanza. Y la buena esperanza es aquella que se cumple, la buena esperanza es aquella que esperando activamente se concreta. Un consuelo eterno es más que un mimo en medio del dolor, es aquel que nos acompaña en el proceso de nuestras vidas y que va más allá de la eternidad.

2º Tesalonicenses 3:5 (NTV)

La esperanza es una seguridad tan profunda que nos lleva a amar como Dios amó y no lleva a perseverar como Cristo perseveró.

El impulso de la esperanza no es una ilusión, no es una idea mística. Si nos encontramos débiles y agotados, si sentimos que no podemos continuar es tiempo de fortalecer nuestra esperanza, las personas sabias tienen esperanza y la esperanza que es de Dios no avergüenza. En los tiempos que vendrán vamos a tener gente que se queja de Dios, que renuncia a su fe, gente que renuncia a la esperanza de lo que Dios hará por satisfacer sus deseos hoy y venden su fe, su propósito y su llamado ministerial. El amor de muchos se enfriará pero no el de todos.

Viene un buen tiempo de refrigerio, un período en el que las cosas no van a costar tanto, pidámosle al Señor a amar como el ama y a perseverar como Cristo persevera porque el final de la justicia es permanecer en el Señor. Dónde estaríamos hoy si Dios no hubiese intervenido, si no nos hubiese ido a buscar lastimado por la religión o rotos por las circunstancias. Sin embargo él nos recogió, no nos llamó para conseguir un nuevo sitio de confort, una nueva religión donde no hay conflicto, sino que hasta que Cristo venga estaremos resolviendo conflictos.

 “Avivemos la esperanza, es real que el Señor viene pronto, pero es necesario darle vida a su retorno a medida de lo que vivimos a diario. La esperanza levanta el alma, el ánimo y el corazón. Somos una generación como ninguna otra. Por eso Pablo nos desafía, no dejemos de soñar y de esperar lo bueno. No dejemos de admirar y de descubrir en la belleza de Jesús, a través del Espíritu Santo vamos cambiando de gloria en gloria y de poder en poder.”       

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