Abrazo

Domingo 4 de septiembre de 2022

Tus abrazos son promesas,
tus promesas son amores para siempre.
Tu fuego me abraza,
tus abrazos me encienden.

Nuestra esencia es arder.
Vivimos amparados por tu luz,
que irradia perpetuamente.

Enciéndenos para siempre,
quémanos hasta nunca.

El fuego es leña
que no se gasta,
redime mi maldad,
enciende mi eternidad.

Porque en tus brasas,
en tu fulgor
seremos transformados,
seremos perdonados.

Nuestra esencia es arder.

Poesía por Sandra Oliva

Leemos la Biblia congregacionalmente y en nuestros hogares porque es lo que nos nutre. El Señor Jesús dijo: ya no los llamaré siervos sino que los llamare amigos, porque el siervo no sabe lo que su amo hace, pero yo les avisaré lo que estoy construyendo, el tiempo en que les toca vivir y las cosas que van a suceder. En los libros de Miqueas y Habacuc nos encontramos con profetas que hablaron de Dios en un momento determinado, tienen un potente mensaje que llega hasta los últimos tiempos y nos abren los ojos a la realidad. Cuando esto sucede no solo vemos lo que está sucediendo, sino que comenzamos a ver en lo que Dios está obrando.  

Este sistema, en el cual estamos viviendo, está sufriendo una crisis moral, institucional y de liderazgo; nos encontramos en un estado de confusión, de incertidumbre, de burla, de queja y de polarización. Podemos apagar nuestros oídos y corazones para que esta realidad no nos afecte, pero en realidad modela el ambiente en el cual Dios nos llamó a ser luz. Obviamente no podemos dejar de estar atentos sobre lo que pasa en esta realidad, pero también necesitamos estar atentos de lo que pasa en la realidad que Dios tiene para nosotros.

Habacuc es una descripción precisa, oportuna de lo que sucede hoy. Habacuc significa: abrazo ardiente (que nos sujeta para no caernos de un lugar). El mensaje de Habacuc es un abrazo ardiente, es uno de los pocos profetas que se queja con Dios, además sabe que el pueblo de Judá, donde él profetiza, está en el peor momento de la historia porque pecó, porque se reveló contra Dios, y el Habacuc sabe las consecuencias que les vendrá. Antes de quejarse con la gente se lo dice a Dios, entendemos que viene un tiempo donde vamos a tener este tipo de conversaciones incómodas con Dios rompiendo la parálisis espiritual y sentarnos a charlarlo con Él.

Habacuc 1:1-17 (NBV) Creemos en construir el reino de los cielos en todos los ámbitos, llevando a Jesús, acompañando a cada persona, no importa en qué posición o jerarquía estamos. Construimos lo que Dios nos ha dado desde nuestro lugar. Habacuc sabía que está en un contexto no muy favorable, entendía que si su pueblo caía en idolatría traicionando a Dios, cayendo en pecado, viviendo en promiscuidad las consecuencias que enfrentarían seria ser absorbidos por lo que los rodeaba.

Habacuc sabía que lo que les venía no podía ser frenado, no porque Dios no quiera a su pueblo, sino porque su pueblo le dio la espalda a Dios. Habacuc está solo y le pide a Dios que mire el sistema en que viven, donde la justicia no funciona y el Señor le advierte lo que viene. Le avisa que llegará un pueblo peor que son los babilonios, los cuales no son una raza, sino un sistema que los aplastará, gobernando al mundo como un instrumento de justicia, ¿Por qué de justicia? porque la opresión hará que los justos se despierten, saliendo del estado de adormecimiento para vivir esa justicia y en la verdad.

El sistema de este mundo se implanta y establece leyes injustas, Habacuc le consulta a Dios si no va a parar lo que viene, pero también sabe que es la consecuencia clara de cada decisión que tomaron como pueblo. Aun en medio de ese contexto Dios está haciendo algo grandioso y maravilloso. Habacuc veía alrededor cómo reinaba la violencia, la injusticia, las tensiones, el pueblo no tenía piedad, engañaba. Dios le aclara al profeta que aun en medio de toda esa confusión Él está trabajando con su vida, que si se lo cuenta no lo creería, por eso lo va hacer primero para que el profeta pueda creer.

Lo que vivimos como iglesia es la preparación para el reino eterno de Cristo.



El primer capítulo de Habacuc nos llama a estar despiertos, Dios no está dormido ante todo lo que sucede, no mira para otro lado, lo que estamos viviendo no es un entretenimiento, ni una curita para las heridas de nuestra alma o familia, lo que vivimos es la respuesta del cielo a este caos, Dios nos siembra como un pueblo y la voz de Dios para este tiempo es que escuchemos lo que Él nos está hablando.

Dios nos avisa, nos muestra, nos enseña y esta es la clave “entender lo que está sucediendo”. (San Lucas 12:35-36)  Estemos despiertos, preparados, velemos por nuestros hogares, no especulemos, no es tiempo de quedarnos, velemos por lo que Dios nos llamó a hacer aunque parezca pequeño. Establezcamos una comunión profunda con Dios de tal manera que le escuchemos, no neguemos ese abrazo, no neguemos partir el pan, o esa ayuda, no apaguemos las ganas de servir a Dios. No esperemos para mañana porque pensamos que será más fácil ¡no lo permitamos! hay un sentido de urgencia, Dios viene y nos abraza fuerte. Muchas veces queremos volver a lo de antes, a las mismas formas, a los mismos sentimientos, pero Dios nos atrapa y nos direcciona. Aunque la justicia no funcione y el sistema este revuelto atrapándonos muchas veces, Dios nos pide que dejemos que Él nos abrace fuerte, respondamos a su abrazo en este tiempo.

Por todo esto San Lucas también nos habla de estar despiertos, con nuestras lámparas con aceite, más que nunca debemos conectarnos a su presencia, habrá tensión sin duda pero es momento de “estar despiertos”. Nos vamos a encontrar muchas veces sin fuerzas porque estamos escuchando la voz incorrecta, permitiendo que otras cosas nos abracen, pero dejamos que la realidad de este sistema nos consuma y terminamos quejándonos con todo. “La queja es para el infierno lo que la gratitud es para el cielo” (Facu C.) la gratitud nos abre puertas, hoy estamos agradecidos porque el Señor nos perdonó, nos restauró más allá de todo lo que hayamos hecho, no podemos pagar tanto amor, necesitamos de ese amor todo el tiempo.

Cuando tenemos actos de gratitud podemos honrar, amar y servir a quienes amamos, pero cuando la queja y la murmuración entran en nuestras vidas el infierno se exalta. 



Desafiémonos todo el tiempo de cambiar las realidades desde el lugar en donde estamos, somos las vendas para los quebrantados de corazón, la vista para los ciegos y la libertad para los cautivos por eso nos involucramos en cada área de la sociedad para que eso ocurra. Rompamos en nuestros hogares con los hábitos que nos alejan de la presencia de Dios, abramos nuestros ojos pues Dios nos está avisando lo que va a suceder.

Habacuc 1:5 (NBV) Lo inimaginable es lo que Dios tiene preparado para los que le aman, él está trabajando y quedaremos perplejos al ver lo que Dios hará. Es más que una sanidad física, es más que un plato de comida, es más grande que mucha gente en un auditorio, Dios está preparando a un pueblo para que revele su gloria, el Señor está trabajando detrás de lo que este sistema nos propone. Juzgará a los injustos, a los perversos, hay castigo, hay una vara con la que medirá Dios.

“Dios nos está abrazando fuerte, con mucho amor, misericordia, paz, esperanza, sin medir nuestra condición. Aunque muchas veces hemos cedido frente a la debilidad, no podemos escaparnos de Él. Quisimos tantas veces abandonar pero ahí Dios nos abrazó fuerte para que podamos permanecer, vamos a ver lo que ÉL ha estado construyendo a través de nuestras vidas en este tiempo. Sobre cada ruina Dios construye lo nuevo, todo fue revelado a gente simple como nosotros para restaurar, para sanar, para dar una nueva historia a nuestra familia, para preparar el camino para el que viene, y para reinar con el Señor por la eternidad. Estemos alertas con la ropa puesta y con nuestras lámparas con aceite. Necesitamos detenernos en medio de la vorágine de este mundo y dejar que el Espíritu Santo nos ordene, para que lo esencial encuentre en su lugar y así poder atravesar este sistema. Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”.

 

Ir arriba