Abundancia de nobleza

7 de mayo de 2023

El Señor está preparando una iglesia pura, limpia y sin mancha en medio de un contexto de corrupción. Terminamos con la segunda carta a los Corintios para que ya en la semana comencemos a leer juntos el libro de Santiago, el cual nos va a impactar el corazón de una manera extraordinaria. El propósito de Pablo en 2º de Corintios tiene que ver con esa transformación de una iglesia que recibe la corrección, pero que tiene que continuar. En esta carta Pablo se encarga de poner estándares, principios básicos innegociables de la vida de la iglesia y de cada uno.

Estos principios básicos innegociables son fundamentales porque son un punto de partida y de determinación, necesitamos de esos principios para saber hacia dónde vamos y cuál es nuestro estándar radical mínimo. Si no nos establecemos principios básicos en la vida vamos a andar siempre detrás de todo lo que no nos conviene (placeres, adicciones, malos hábitos) que nos llevan a la improductividad, por ejemplo: si conocemos nuestro carácter y sabemos que somos rápidos en enojarnos vamos a tener que proponernos no contestar en ese momento de enojo para no dañar a nadie, ese sería nuestro parámetro para que de esa manera vayamos dándole forma al carácter que Jesús quiere formar en nosotros. Esto se llama disciplina, dominio propio, no aparece del día a la noche, se va formando, se va adquiriendo. Podemos someternos a la ausencia de disciplina y entonces todas las palabras negativas que hemos recibido en el pasado van a ser las que condicionen nuestra forma de ser: nunca vamos a lograr nada, somos igual que nuestros padres, abuelos o si fuimos abusados físicamente o sexualmente, eso marcará nuestra condición. Si ponemos todos esos parámetros en nuestras vidas tomaremos ese curso, pero si conociendo a Cristo descubrimos nuevos principios que nos dan identidad, vamos a establecer esos parámetros como conductores para lo que Dios quiere para nuestras vidas.

Todos estos principios que nos dan identidad no los cumplimos por obligación sino por amor, porque amamos a Dios nos sujetamos a lo que él nos habla y marca, así vamos adquiriendo los estándares radicales mínimos. Nosotros como iglesia tenemos cinco estándares radicales mínimos para poder servir: Una vida consagrada a Dios que tiene intimidad con él, una vida de evangelismo que comparte con otros, generosidad a la hora de expresarnos para con la iglesia en los recursos, estar identificados con la iglesia local en amor congregándonos y una vida de testimonio. En todo lo que hacemos representamos a Jesús, todos los que tenemos un encuentro real con Jesús mínimamente debemos tener las cinco características antes mencionadas, al menos así lo vivimos en el Centro de Alabanza buscando que esos sean nuestros parámetros. Buscamos parecernos a Jesús porque le amamos, buscamos establecer esos parámetros que conducen nuestra vida, queremos llevarnos bien en nuestras familias.

Uno de esos estándares básicos está marcado por Pablo en el capítulo 8 y 9 de la segunda carta a los Corintios. El capítulo 8 en la Biblia Nueva Traducción Viviente (NTV) lleva como título “Un llamado a dar con generosidad”. Pablo va a tomar de los catorce capítulos de segunda de Corintios dos capítulos para referirse a estos parámetros.

2º Corintios 8:1-15 (NTV) Pablo dedica dos capítulos para hablar de la generosidad, pero esto no tiene que ver con dinero, sino con un estándar mínimo que las iglesias tenían, no se trata solo de la entrega de cosas sino que tiene que ver con la naturaleza de Jesús que crece dentro de un pueblo que tiene la obligación de brindarse, de bendecir. La etimología de la palabra generosidad es interesante porque viene del latín y tiene como resultado de la traducción más cercana: abundancia de nobleza.

La palabra generoso tiene que ver con alguien abundante de nobleza, el prefijo –oso- viene de todo lo que es noble, no de la nobleza del corazón, sino de lo que proviene de la realeza, alguien con generosidad es aquel que viene de la realeza que desborda (cuando la realeza abundaba en gracia, en dadivas para con su pueblo)  

La abundancia de nobleza no tiene que ver con ostentación o con riquezas, la nobleza de Cristo fue que siendo rico se hizo pobre para que en su pobreza nosotros seamos ricos. Esa es la nobleza que viene del cielo, un Dios eterno, un Rey de gloria que se humilla asimismo, se despoja de su gloria para que por medio de su pobreza nosotros podamos ser enriquecidos. Para que dejando su gloria, haciéndose hombre y venciendo a la muerte nosotros podamos compartir su nobleza. Entendemos que el Señor nos compró con su sangre y nos convirtió en una nación de reyes y sacerdotes, como lo expresa el pastor Carlos Annacondia «somos reyes para Dios y siervos para la gente»

La generosidad es abundancia del rey, por eso es un estándar que manifiesta la vida de Cristo creciendo en nosotros, es más que una virtud, es más que la disposición de dar algo, es la vida de Jesús fluyendo en nosotros, es la vida del rey, es abundancia de nobleza, no tiene que ver con la cantidad de dinero, o con lo que podemos entregar de acuerdo a nuestra capacidad intelectual, física o emocional, se trata de quien habita dentro nuestro.

Si el rey vive dentro de nosotros su vida y gloria desborda, Jesús nos dice que los que creemos en él como dice la escritura: de nuestro interior correrán ríos de agua de vida, o sea que cuando el rey está la generosidad fluye, no importa si tenemos poco o mucho, todo lo que retenemos se pudre. Jesús dijo «correrán ríos de agua de vida», no que habrán estanques donde nademos en comodidad, por eso lo que retenemos se pudre, lo que damos florece. Un pastor llamado Juan Bunyan cerca de la edad media escribió un libro llamado “El progreso del peregrino”, estando preso en su hora más oscura lo escribe y allí nos menciona una frase que dice: «no puede pasar un día sin que yo haga algo por alguien que no pueda devolverme nada» Realmente sabía lo que estaba diciendo, porque si este era su principio ¿Cómo hizo para hacer algo por alguien que no le pudiera devolver nada todo el tiempo que estuvo preso? No tenía compañeros de celda, los que estaban con él lo maltrataban, pero él se tomó el tiempo para que en esa situación él la aproveche para así escribir un libro que bendijera a miles de personas que nunca podrían hacer nada por él.

Pablo le habla a la iglesia de Corintios de la iglesia de Macedonia, haciéndoles ver que tenían un nivel de generosidad increíble, que eran muy pobres pero que abundaban en alegría y generosidad, les cuenta que habían dado ofrendas para la iglesia de Jerusalén que estaba atravesando una situación muy compleja. Pablo les dice a la iglesia de Corinto: «ustedes tienen oradores increíbles, adoran de una manera tremenda, bendicen a la gente pero le falta la generosidad de Macedonia, por eso le pedí a Tito que venga y les imparta lo que las iglesias tienen para que entonces la vida de la iglesia este completa».

La generosidad no tiene límites, no tiene barreras, no tiene condiciones ideales, es el impulso del rey, es la nobleza del rey que nos lleva a partir lo que tenemos.

Sin generosidad nuestra vida no va a estar completa, podemos vivir en un palacio, tener nuestra vida resuelta, tener todo lo que necesitamos pero si la generosidad no es parte de nuestra naturaleza entonces tenemos ausencia del rey. Por eso Jesús nos dice que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35 RVR) porque el dar produce satisfacción. La iglesia de Macedonia estaba en pobreza y estaban siendo probados, dice la palabra que ellos le rogaron poder dar, entendemos que cuando damos se rompe la pobreza y la miseria.

Lo que se multiplica es lo que se entrega sin importar cuanto es, no es lo que se retiene, cuando nos animamos a discipular a otros, cuando compartimos lo que está en nuestras manos vemos la multiplicación. Muchas de las situaciones de escasez emocional y económica en nuestros hogares ocurren porque no nos animamos a tomar lo poco que tenemos y compartirlo con otros. Dios no nos pide algo que no tenemos, o algo que nos va a causar aflicción, Dios nos pide que sin importar lo que esté en nuestras manos, lo que demos lo hagamos con alegría y con un corazón dispuesto porque todo lo que se parte se multiplica. Hay un sentido de reciprocidad en la generosidad, Pablo le enseña a la iglesia que ellos están en un buen momento para tomar lo que tienen y compartirlo con otros, les hace ver que ese buen momento que están viviendo no les va a durar para siempre.

Marx creador del comunismo trajo la idea de igualdad, pero no se trata de estar todos en un mismo punto porque todos somos diferentes, todos tenemos roles y capacidades distintas. Necesitamos que todos seamos diferentes, porque todos necesitamos de lo que tiene el otro, cada uno tenemos un rol, un llamado, cada uno cumplimos una función distinta como en un cuerpo y aunque somos diferentes, con distintas responsabilidades, diferentes niveles sociales, todos somos iguales porque hemos sido comprados con la sangre de Jesús, porque le pertenecemos al cielo, porque un día vamos a reinar con Él por siempre y para siempre.

La iglesia es el único lugar donde hay igualdad, porque Dios toma todas nuestras diferencias y nos une en una sola persona que es Jesucristo

La generosidad abre puertas, en la palabra encontramos muchos textos que hablan de la generosidad y cómo actúa, en Proverbios habla que la generosidad despierta alegría y bendición pero para el que retiene acapara maldición para él y para otros. Nos menciona de cómo la generosidad bendice la tierra, cómo sana los ambientes produciendo transformación en donde quiera que estemos. De cómo la vida crece donde la generosidad se manifiesta y se expresa en nuestros corazones, al leer a Pablo de cómo establece este principio y que la generosidad es el principio de la igualdad algo comienza a manifestarse y a suceder, ya que como dijimos antes todos estamos en la misma persona: Jesús.  

Pablo anima a la iglesia a que se despierten a un nuevo nivel de generosidad, para vivir con abundancia, la generosidad no solo cumple la tarea,  nos menciona que ellos hicieron más de lo que les habían pedido, no solo entregaron la ofrenda, sino que primeramente se entregaron a Dios y a sus hermanos. Si fuera cuestión de dinero, sería más fácil, cada uno podríamos comprar nuestra salvación, pero esto es una cuestión de entrega correcta, no podemos reemplazar nuestra relación con Dios haciendo favores a los que más lo necesitan, hay un orden. Primero nos entregamos a Dios, segundo a nuestros hermanos y tercero cumplimos la acción que Dios nos llamó hacer. La caridad le quita dignidad a la gente, a veces queriendo hacer un bien hacemos un mal.

La caridad le quita dignidad a quien la recibe, pero cuando lo que damos es parte de la generosidad manifiesta la vida de Jesucristo y la persona que recibe la generosidad entonces obtiene dignidad.

La generosidad es abundancia de nobleza y es lo que falta en este mundo, es tremendo cuando se ve tanta violencia entre niños, pues tienen su dignidad rota, no conocen la nobleza y como nuestros niños chocan muchas veces con este mundo porque la nobleza que los habita sale a la luz, como se preocupan cuando ven la necesidad y quieren ayudar dando de ese amor que tienen. Entendemos que la generosidad siempre triunfa, porque Dios es el que tiene poder para multiplicar las cosas.

Estamos entrando en una temporada de generosidad en la cual debemos aprender a recibir como a dar, no podemos ser mezquinos con nuestro tiempo, nuestras horas, la entrega no tiene medida, es generosa. La iglesia no es un templo lleno de gente, haciendo todos lo mismo a la misma vez, la iglesia tiene vida, algunos tienen más otros tienen menos. Aprender la generosidad es ir más allá de lo que nos toca brindar, la falta de generosidad es la avaricia, el vacío, la codicia, la corrupción. Debemos hacer lo que fuimos llamados, que cambiemos los ambientes en donde nos movemos, que abundemos en nobleza, que anhelemos vivir en la Presencia del Rey de gloria. La generosidad la podemos expresar en nuestros grupos de vida, en nuestras familias, con nuestros cónyuges, con nuestros hijos, cuando esta abunda nos vaciamos y cuando nos vaciamos hay algo nuevo, algo fresco.

«Podemos aferrarnos a lo que tenemos o tomar el desafío de vivir un nuevo nivel de generosidad, para vaciarnos de lo que Dios nos ha dado y entrar a vivir en un nuevo nivel de gloria, de la presencia de Dios, de su gracia, de su amor. Debemos entender que nosotros podemos, pues nuestro hogar en una fuente inagotable, no solo nos va alcanzar, sino que vamos a bendecir a los que nos rodean, nuestros hijos podrán estudiar. Vamos a poder sostener en las naciones a aquellos que son llamados, podremos cubrir las necesidades que otros no pueden, podremos terminar de construir nuestra iglesia, no porque tenemos la capacidad sino porque el Rey de Gloria nos habita y su nobleza es la que fluye a través de nuestras vidas.»

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