Aprendiendo a ser débiles

27 de junio de 2021

Tu gracia es suficiente
en mi debilidad.

En medio de mis grietas y roturas,
tu luz me traspasa, tu
gloria entra y me llena.

En mi fragilidad
tu poder halla su más grande expresión.

Porque cuando me dejo ser vulnerable,
tu gracia encuentra la plenitud en mis heridas.

Poesía por Yamila A.

Dios nos ha preparado para este momento, lo peor que podemos pensar es sentirnos invulnerables y ser fuertes por los demás, necesitamos anclarnos en su Presencia. En esta etapa de reconstrucción debemos reconocer nuestras debilidades para que Dios se haga fuerte en nosotros. Cuando todo el mundo nos demanda fortaleza nosotros debemos aprender a ser débiles. El apóstol Pablo, quien es el autor de parte del nuevo testamento, encarcelado y mártir de Cristo, no nos habla de su fortaleza sino de su debilidad.

2º Corintios 12:7-10 (NTV) Al comienzo del capítulo Pablo nos cuenta una experiencia que tuvo, fue trasportado donde Dios le reveló algunas cosas que no pudo describir con palabras. Nos dice que es una experiencia increíble, de la cual puede jactarse porque de esa experiencia se desprende toda la sabiduría y conceptos que escribiera después.

Aunque, esa experiencia marcó la vida de Pablo no puede gloriarse de ese hecho, no puede jactarse de lo que hace para Dios, sino que su gloria está en aprender a ser débil. “No es ser débil sino aprender a ser débil.”

El deseo de Dios es expandir su gloria sobre la tierra, ella no solo es ese resplandor que sale de su trono y que nos encandila porque es un Dios perfecto que invade a un mundo imperfecto, sino que la descripción más clara de esa gloria de Dios es su Hijo. A Dios Padre nadie lo vio pero a Jesús sí, quien es la imagen del Dios invisible. Un Dios inmenso que lo sustenta todo y en todo, al cual nadie se puede resistir delante de su Presencia, envasa su gloria en un hombre que nos muestra la esencia de esa divinidad, viviendo entre nosotros. Jesús vive en humildad, en poder, en gloria y manifiesta ese poder. Juan teniendo la experiencia de cuando Jesús sube al monte y se transfigura delante de los apóstoles, apareciéndose como un resplandor, describe esa gloria del unigénito Hijo de Dios como el que anduvo en la tierra haciendo milagros.

El propósito de Dios es llenar de su gloria toda la tierra porque este sistema no puede contener a Dios. El hombre siempre ha tratado de atrapar a Dios en grandes catedrales, templos, torres y conquistando otros lugares, pero sabemos que Dios es incontenible. Sin embargo Él se hace visible a través de su Hijo. Jesús en la cruz derrama ese envase que contenía la gloria y se rompe, pero después vuelve al trono del Padre.

El deseo de Dios es que su gloria viva en sus hijos, que Jesús crezca y se desarrolle en nuestras vidas imperfectas. Por eso Pablo menciona que no son sus logros personales, ni el conocimiento, ni sus experiencias súper espirituales, sino que su gloria es su debilidad a través de la cual Jesús se hace fuerte. Cuando comenzamos una relación con Jesús lo que hacemos es encontrar el éxito de nuestras vidas, es subir al podio más alto porque no importa lo que nos toque hacer, lo que importa es que Él vive dentro nuestro para que su gloria crezca y bendiga nuestras vidas.

El trabajo para Dios es importante, dice Pablo, pero nuestra gloria esta en aprender a ser débiles. Pablo transparenta su corazón mencionando que hay una puerta en su vida que es el orgullo. Por el orgullo Satanás cae del cielo, por el orgullo los hombres quieren ser igual que Dios, por el orgullo el hombre satisface sus deseos a cualquier precio, el orgullo es la fuente que genera maldición, corrupción, rompe matrimonios y destruye familias. Es la primera puerta que se abre, nace de un espíritu inmundo que seduce el alma de la personas y las lleva a valerse por sí mismas alejándose de Dios. El orgullo divide iglesias, empuja a personas al suicidio porque en cuanto una persona no encuentra su capacidad por sí misma no le haya el sentido a la vida.

El apóstol Pablo reconoce que tiene problemas con el orgullo, sabiendo que Dios no va a permitir que se pierda. Por lo cual, ha dejado que se cuele en su vida esta debilidad, que Pablo ha orado para que desaparezca pero Dios le animó a poner la debilidad en sus manos porque su gracia es suficiente para cubrirla. Esa puerta por donde entran todas estas cosas está abierta sobre nosotros porque tambien el orgullo es parte de nuestro libre albedrío, es formación de esa capacidad que Dios puso en nuestras manos para elegir nuestro destino.

El destino de nuestras vidas no está en una pandemia, ni marcado por una tragedia, ni le da forma el gobierno de turno, ni está marcado por nuestros apellidos o donde nacimos, sino que Dios nos dio la capacidad para elegir, nos atrajo con cuerdas de amor, nos pensó desde antes de la fundación del mundo. Ahora cuando pensamos que tenemos el poder por encima de todo lo demás, esa capacidad de elección se transforma en orgullo y es una puerta abierta altamente destructiva. Por eso Pablo le agradece a Dios por permitirle que luche con esa debilidad. Quizás nuestras debilidades sean un cúmulo de cosas con las cuales hemos decidido ir en contra de Dios, las debilidades son parte de nuestro carácter, algunas las elegimos nosotros porque nos gusta pecar y vamos en contra de la voluntad de Dios, otras no las elegimos: como las tragedias, las perdidas, el engaño o con todo lo que este sistema nos oprime.

En el proceso del dolor o la debilidad es necesaria la intervención de Dios, nuestras emociones afectan a nuestro cuerpo y lo que ocurre en nuestro cuerpo afecta nuestras emociones y afecta también a lo que pasa en nuestro espíritu. Somos seres emocionales y necesitamos expresarnos; somos renovados cada día en nuestra mente, cuerpo y espíritu.  

Pablo entiende esta realidad, por eso descubre que aprendiendo a ser débil es donde se fortalece, por eso no se gloría de sus logros sino de sus debilidades. Reconoce que sus enemigos no van a ser los que atacan su buen nombre sino que todo aquello que refuerce su debilidad, que trata de detenerlo sabiendo que en Dios se hace fuerte.

En Cristo somos criaturas nuevas, pero como somos débiles no debemos dejar que nuestra debilidad marque nuestro futuro o defina el propósito que Dios puso. Que nuestra debilidad sea para recordarnos que solo dependemos de Él, para que Dios se haga fuerte en nosotros, para evitar que el orgullo se apodere de nuestro corazón y destruya nuestra vida y familia. Es preferible enfrentar en esta vida una debilidad pero vivir una eternidad con Dios.

La debilidad está en nosotros para impulsarnos, para permitir que Cristo crezca en nuestra vida. Por eso nos arrepentimos de nuestros pecados, pues no vivimos un Evangelio de aguantar los deseos de pecar, ni un Evangelio de reprimidos, sino que hemos aprendido a luchar con nuestras debilidades que destruyen nuestro carácter, vidas y familias.

2º Corintios 12:15 (NTV) Pablo menciona de gastar todo lo que tiene en él, el secreto para aprender a ser débil es gastar todo lo que Dios nos da e invertir en el reino de los cielos: nuestras vidas, familias e hijos. Es mejor gastarnos antes que oxidarnos y que se arruine todo lo que tenemos. No retenemos lo que Dios nos da porque cuando somos débiles él se hace fuerte y cuando somos fuertes nos gastamos para Dios y él nos renueva. Sus misericordias se renuevan cada mañana junto con el amor de Dios, el poder del Espíritu Santo y la gracia.

“En Dios nos hacemos fuertes, si debemos llorar una y mil veces porque le fallamos a Dios vamos a caminar sobre esa debilidad, permitiendo que él se haga fuerte en nosotros. Vamos a procurar que la gloria que portamos se manifieste a través de esa debilidad. Venimos golpeados por una pandemia, estamos en un sistema que en todo momento nos ataca con imágenes y formas, nuestros hijos que están bajo la influencia de un sistema perverso, las tensiones del día que son complicadas, el estrés que vivimos, necesitamos aprender a ser débiles. Destronemos el orgullo de nosotros llevando a nuestras familias a la Presencia de Dios.”

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