Divididos

1 de septiembre

Durante este mes estaremos tomando la lectura de 1º y 2º de Corintios. Como iglesia caminamos en la palabra y progresamos juntos en el conocimiento de ella. El apóstol Pablo le escribe una carta a una iglesia muy particular, la cual tiene similitudes a la iglesia de esta generación. La iglesia de Corinto era especial porque estaba ubicada en una ciudad portuaria, cosmopolita donde había altares griegos, comercio, donde la gente gustaba de las nuevas ideas, de la filosofía y en ese lugar Pablo comienza una congregación. Allí se levanta una iglesia hermosa, Pablo agradecía por los dones que había, ¿Cuáles son los dones de una iglesia? Esos dones son la gente, no estamos en la iglesia porque no había otra congregación mejor, o porque es una alternativa más a muchas religiones, estamos acá porque Dios decidió que desde antes de la fundación del mundo trabajaría en nuestras vidas para que seamos regalos para el cuerpo de Cristo.

Nuestras vidas son un regalo, cada uno de nosotros formamos parte de una comunidad de fe donde en libertad crecemos y nos bendecimos. Nuestras vidas tienen un destino más glorioso que asistir a un lugar, es pertenecer, es fluir en lo que Dios nos ha dado.

Corintios estaba lleno de dones y por eso era la gratificación de Pablo, pero a pesar de que había muchos dones también había tensiones que los dividían. Era una iglesia con un potencial enorme, con personas importantes, que tenían la capacidad de dar y hacer mucho, donde había manifestaciones sobrenaturales, se profetizaba, había milagros pero estaban agotados por las tensiones que había entre ellos. ¿Cuál era el problema más serio de Corintios? Los celos y las tensiones que producían divisiones, algunos decían que eran de Pablo, otros de Apolo. Entonces, Pablo se planta en Corintios para hacerles ver que todo es a causa de esa división interna. La división produce fragmentación, y la división externa muestra algo que está dividido internamente.

En ese contexto es que Pablo va a dedicar dos cartas para unir todas las cosas en Jesús. Un hogar que se divide manifiesta un corazón dividido, familias que se rompen, vidas fragmentadas, pero también una persona que tiene su corazón dividido siendo una cosa afuera y otra en la iglesia manifiesta que por dentro todavía necesita la sanidad que trae plenitud. Pablo no los desprecia, ni los condena, sí es duro e intenso, pero les recuerda que para que ese potencial explote no puede haber divisiones, sino estar conectados a lo que Dios tiene.

No podemos adorar a Dios con un corazón dividido. No podemos adorar a Dios deslumbrados por lo que él es pero por dentro nuestra mente y corazón están en otra cosa.

El que no podamos no significa que sea imposible, sino significa que esto produce una bipolaridad, un desgaste constante en la persona que trata de resistir adorando a Dios pero sosteniendo el pecado en su vida que lo lleva a un desgaste del que no se puede levantar. Una casa dividida no prevalece, una familia dividida no permanece, un corazón dividido se hace pedazos. Desde ahí es que entendemos que por la gracia de Jesús y la obra del Espíritu Santo, Dios nos quiere llevar a que todas las cosas de nuestras vidas este de manera integral conectada a su realidad. 

1º Corintios 2:9- 16  (NTV)

El Espíritu revela todo aquello que Dios preparó de antemano para aquellos que le aman, cuando venimos al cuerpo de Cristo, cuando tenemos un encuentro real con Jesús, las cosas empiezan a tener sentido, la vida cristiana no es un camino misterioso que parece un laberinto por el cual no sabemos por dónde ir. Aquí Pablo les dice que no los vino a enredar con la filosofía barata del este mundo, sino a entender que estábamos hundidos en nuestros pecados y que merecíamos pagar por nuestra maldad. Sin embargo, Jesús murió por nosotros, asimiló nuestras deudas, pagó lo que no merecíamos, cargó toda la maldad pero resucitó con poder y está sentado a la diestra del Padre

El poder de Cristo crucificado nos permite vivir una vida de plenitud.

No es un cuento, ni una historia religiosa. Pablo nos dice que es verdad, se puede vivir con un corazón íntegro, se puede vivir una vida de plenitud, se puede ser feliz caminando sobre la tormenta, se puede vivir con un propósito eterno. Durante mucho tiempo la iglesia de Jesús se ha conformado a vivir una vida mediocre de idas y vueltas, con un corazón dividido para esperar el próximo avivamiento, la próxima palabra de revelación o al próximo profeta que nos acomode la vida o tratando de buscar cuál es nuestro llamado. Pablo exhorta a no dividir el corazón, sino a enfocarlo, porque las cosas que ojo no vio, las cosas que oído no oyó, las cosas que nos cuestan imaginar nos han sido reveladas por el Espíritu.

Pablo dice que el espíritu del hombre es el que conoce lo profundo del  hombre. Nuestras emociones que conforman el alma no nos conocen por completo. De hecho nuestro corazón, nuestra mente que se desgastan, que tienen estrés, donde ocurren los ataques de pánico, la ansiedad, eso no es lo profundo de nuestras vidas, eso colapsa, eso tiene limitación. Hay una parte nuestra que está en nuestro todo, emociones y físico, que es el espíritu lo cual no lo puede negar ni la ciencia.

Pablo menciona que el espíritu es lo que conoce lo profundo de una persona, y ¿Qué es el espíritu? Tenemos una parte espiritual que viene de Dios y es la parte que el enemigo trata de arruinar, manchar y esconder permanentemente. Satanás con todo su poder no puede quebrantar el espíritu, sino lo que hace es quebrantar el alma, la esconde, la llena de pecado, de inmoralidad, de muerte. Sin embargo, detrás de eso la profundidad del espíritu siempre clama por aquello que le dio origen, que es el amor de Dios. No fuimos pensados por una religión, no fuimos pensados por una iglesia. La Biblia dice que desde antes de la fundación del mundo Dios, nos pensó y formó

Como nunca antes estamos viendo personas que se vuelven a Dios, que quizás se enterraron en el pecado, que sus emociones fueron aplastadas, que buscaron respuestas emocionales y en algunos casos quizás las encontraron teniendo éxito en sus vidas, pero el espíritu los impulsa porque hay una parte de Dios que revela todo lo que son. El espíritu equilibra el alma, el cuerpo. Pablo dice que así como el espíritu del hombre conoce la realidad del hombre, el espíritu de Dios conoce lo profundo de Dios y el espíritu de Dios que es la tercera persona de la trinidad nos revela las cosas que ojo no vio, ni oído oyó, pues son las que el Señor preparó para nosotros.

Él nos revela su plan con claridad de tal manera que podamos vivir en libertad. La persona que no vive en plenitud espiritual no puede ver más allá de su necesidad o dolor.

Cuando Jesús dice:<conoceréis la verdad y la verdad os hará libres> no es un ejercicio intelectual, sino que es un ejercicio espiritual. Llevó tiempo, impactó nuestras vidas y nos damos cuenta que nuestra deuda fue saldada, tuvimos un encuentro en el espíritu que encendió nuestros corazones, que nos dio vida, luz, viendo la belleza de Jesús y esto despierta en nosotros una libertad extraordinaria.

Vivir en la libertad del espíritu es más que conocer nuestro futuro, es más que tener todo resuelto, es más profundo, es vivir en el espíritu viendo lo que Dios tiene, es escuchar la voz de Dios e interpretarla. La voz de Dios es audible, es perfecta, Dios no cambia de parecer con nosotros, él nos escogió y hasta el último día de nuestras vidas seguirá buscándonos. ¿Cuál es el problema? Nos acostumbramos a vivir con un corazón divido y teniendo la posibilidad de ver, oír e imaginar complicamos las cosas. Vivimos escuchando otras voces, vivimos desenfocados mirando otra realidad y vivimos a medias cuando podemos experimentar la plenitud de Cristo en nosotros.

Hay un punto en que el corazón se comienza a dividir y empezamos a vivir, a ver y a andar a medias. Pero el apóstol Pablo le dice a la iglesia: <que lo nadie vio, lo que nadie escuchó es lo que Dios preparó>. En este tiempo el espíritu quiere correr el velo y revelarnos las cosas más profundas de su corazón para nuestras vidas, el sentido, el propósito, el destino. Esto no es un camino de ignorancia, no nos convencen estableciendo una religión, estamos construyendo juntos, caminamos en la libertad con la que Cristo nos ha hecho libres. Por eso, lo hacemos como comunidad, porque el espíritu de Dios es tan grande que de esta manera es como la revelación de Jesús que hay en cada uno de nosotros.

El desafío que se nos plantea, es disfrutar de esta plenitud, es quitar de nuestras vidas las cosas que empañan nuestra comunión con el espíritu, para poder vivir en libertad.

Isaías 64:1-12 (NTV)

Es la profecía original de la que nos habla Pablo, es una canción en medio de un contexto de opresión. Esta palabra revela lo que vamos a ver, lo que vamos a oír y lo que vamos a soñar. Este pasaje es una oración previa a la primera venida de Jesús, Isaías dice: <Estamos incompletos, no vemos, no oímos, no percibimos. En el principio tú te hiciste visible, Señor, en el principio se escuchó tu voz. Todo lo que estaba desordenado, tomó orden. En el principio la tierra tembló ante tu presencia y hoy entendemos que cosas que ojo no vio, que oído no escuchó, son las que vos preparaste para los que te temen. Sabemos que tus ojos están puestos sobre los justos, sobre los que temen tu nombre, pero la realidad, Dios, es que pecamos, te despreciamos. La realidad es que hemos recibido el pago de nuestra rebeldía, ¿Cómo vamos a solucionar esto? Señor, te pido que recuerdes que somos tuyos, que te pertenecemos> Este clamor fue contestado en la primera venida de Jesús, el vino a un pueblo que tenía oídos pero no escuchaba, tenía ojos pero no veía. Y el Dios eterno se hizo visible, lo no oído gritó “Consumado es” y la muerte fue derrotada. Lo no oído predicó el evangelio, el vino y pagó por el pecado del pueblo que él había escogido y se hizo visible Jesús la imagen del Dios invisible. Aquel que lo llena todo y en todo escuchó el clamor y no se rehusó a salvarnos. Desde ese momento y hasta ahora hemos declarado que vivimos por fe y no por vista.

La persona que tiene fe no es que no ve, sino que está mirando más allá. La fe es la certeza de que él está con nosotros. Es vivir con los ojos abiertos más allá de nuestra realidad, la fe es caminar sabiendo que él es real. La fe es la certeza no de una emoción, de una percepción o de acomodar las cosas a nuestra necesidad, sino de caminar y vivir en una relación plena con el Espíritu Santo.

¿Qué produce eso? Eso produce que seamos una generación de ojos abiertos, durante mucho tiempo la iglesia ha luchado con los ojos cerrados, o se ha pasado viendo maldiciones y demonios por todas partes y al final terminamos viendo más al diablo que a Dios. Terminamos viendo más la oscuridad que la luz y le otorgamos a Satanás un permiso que no tiene. Pero el apóstol Pablo menciona que es simple, solo debemos abrir los ojos. La oración de Isaías tiene respuesta, es Cristo en ustedes, en medio de ustedes y obrando a través de ustedes. Por eso, un abrazo tiene el poder de romper maldiciones, por eso podemos ver con claridad cuando el enemigo nos ataca, ya no andamos viendo que cosas fueron, sino que entendemos que en Cristo todas las cosas viejas pasaron y en él son todas hechas nuevas.

El Espíritu nos revela su plan, nos habla de su regreso, nos dice que pronto vendrá a buscarnos y que un día esta oración estará completa porque la injusticia terminará para siempre. Ese día nuestros ojos físicos le verán regresar, ese día lo que es invisible será real, ese día la profecía se completará, pero mientras tenemos que aprender a caminar con los ojos abiertos. Tenemos que aprender a oír su voz por encima de las voces de este mundo. ¡Dios no nos dará nada que mínimamente no imaginemos! La imaginación es evocar aquello que arde en nuestro corazón.

“Somos ciudadanos del cielo, no servimos para este mundo, fuimos hechos para el cielo. Habrá tensiones, persecuciones, pero el Señor dijo que seremos bienaventurados cuando por su causa nos persigan y nos maldigan, porque por el poder y el amor de Dios nuestros ojos serán abiertos para ver lo que nadie vio, para escuchar lo que nadie escucho. Por medio del Espíritu seremos libres para soñar”.

Ir arriba