El pacto

7 de enero de 2024

Estamos leyendo como iglesia el libro de Génesis, el cual es el principio, el comienzo de todo. Es un punto de partida, es la referencia, es el partido más importante de la humanidad. Génesis marca el rumbo, es el libro del pacto, es el libro de las familias. Encontramos historias asombrosas y únicas que marcan la relación para todo lo que va a venir por delante.

Génesis 2:8 (NTV)

Dios crea todo en unidad y con un propósito, que estemos acá no es un conjunto de casualidades y aun la ciencia más extrema no puede encontrar otra respuesta que Dios. Podemos elegir científicamente creer que el mundo nació de una explosión, si todos venimos de una gran explosión, nos preguntamos ¿Qué fue lo que explotó? ¿De dónde explotó? La teoría del Big Bang dice que dos átomos se encontraron y a partir de ahí un conjunto de casualidades a través de millones de años formaron todo lo que hay. La verdad es muy difícil creer que de la nada y como fruto de la casualidad surgieran las miles de historias de los años de la humanidad hasta ahora. Detrás de esa gran explosión está la nada misma y cuando miramos el relato de Apocalipsis nos damos cuenta que es así, que Dios estaba creando.)

Dios crea permanentemente, todo el tiempo la vida de Dios opera, crea y genera. El creó en determinados tiempos diferentes cosas.

Cuando leemos Génesis vemos que él creó las dimensiones, arriba y abajo, la noche y el día, el agua y la tierra, comenzando a pintar un cuadro perfecto donde la escena central de este es el hombre. En esa escena, un árbol, al que le llamó el árbol de la vida, como si fuera un mega templo donde Adán y Eva puedan comer literalmente vida para poder vivir por la eternidad. Pero también para complicar un poco las cosas, en el Edén colocó otro árbol que era un falso árbol de la vida, era el árbol de la ciencia del bien y del mal, y la pregunta es ¿para qué nos complicó la vida poniendo ese árbol? Hubiera sido más fácil dejarnos solo con el de la vida. Sin embargo, entendemos que si no hay opción entonces no seriamos seres humanos. Si no hubiera libre albedrio Dios simplemente hubiese creado seres que le siguieran por el solo hecho de ser creados. En cambio Dios nos hizo a su imagen y semejanza y colocando ese árbol nos dio la posibilidad de elegir y nosotros elegimos mal.

El mismo árbol de la vida de Génesis esta mencionado en el libro de Apocalipsis, y en medio de esta historia nosotros todavía teniendo que decidir de qué árbol vamos a comer. El hombre voluntariamente elige pecar, lo que no es otra cosa que asumir que somos Dios desviando nuestra mirada del enfoque. Estamos en un tiempo donde decidimos llamar al pecado: debilidad, error, falencia, pero en realidad el pecado es la firme intención de ir en el sentido contrario que Dios quiere para nuestras vidas. Todos hemos comido de ese fruto y no solo hemos comido de ese fruto, sino que hemos sufrido las consecuencias, eso es lo peor que puede pasar, personas que en un momento probaron del fruto de la vida y que de repente se distraen. Muchas personas, jóvenes, familias muchas veces deciden dejar de comer del árbol de la vida y deciden volver a probar del fruto del pecado y de la muerte, conscientes de que eso producirá en ellos un vacío espiritual. Al principio parece que no pasa nada pero después poco a poco la ausencia de Dios termina consumiendo las vidas, termina destruyéndolos. Tantas personas que tenían un propósito, un llamado, un destino y se fueron durmiendo convirtiéndose en sus propios dioses para después caer rendidos frente al pecado.

El hombre es expulsado del Edén y es alejado del árbol de la vida, Adán y Eva tuvieron dos hijos: Caín y Abel. Vemos que Abel decide comer del árbol de la vida y preparar un altar, que es madera y sacrificio, en ese altar presenta una ofrenda a Dios. En cambio, Caín elige comer del árbol de la ciencia del bien y del mal otra vez: celos, envidia, violencia produciéndose así el primer homicidio. Después de eso la humanidad llenaría la tierra y el fruto de eso todavía lo estamos viviendo. Es increíble porque en esa separación era necesario mediar un pacto para que el hombre no viviese atrapado en medio de esa necesidad. Un pacto de madera y sacrificio, la madera está constantemente presente en la Biblia. Si leemos Génesis vamos a encontrar madera en el báculo de Moisés, en los altares de Abraham, en las historias del arca del pacto, en el tabernáculo y por último en la cruz de Cristo donde Él se sacrifica para redimirnos de la maldad.

Desde ese día de la creación caída hasta ahora, lo que nos sostiene es un pacto hecho por Dios. Después de la mala decisión del hombre, la maldad llena tanto la tierra al punto que la corrupción es imparable. Dios está realmente enojado, pero encuentra un hombre llamado Noé, el arca que armó estaba hecha de madera por lo cual tuvo que sacrificar árboles para construirla. Era un arca inmensa donde entró con su familia y también todos los animales que Dios atrajo al arca. La historia del arca es la historia del cuerpo, de la iglesia, el mundo está siendo juzgado y Dios provee de salvación.

Lo que genera un nuevo principio en la tierra no es que las aguas acaban con la maldad, no tenemos un Dios que para terminar con la maldad tiene pensado exterminar todo lo que creo, tenemos un Dios que ama su creación, por eso la Biblia nos habla en Romanos 8:19 que la creación aguarda la manifestación de los hijos de Dios. Lo que hace que haya un nuevo comienzo es un pacto, porque el arca trasciende los días de lluvias y cuando el agua desaparece enviando una paloma para saber si hay vida. Noé debe volver a elegir de qué árbol va a comer, esto produce un pacto que hasta el día de hoy nos mantiene en pie.

Génesis 8:1-22 (NTV)

 En el capítulo siguiente se vuelve a reafirmar este relato donde Dios sella este pacto con un arco iris que contiene los colores más hermosos que define el arte más creativo, un arco iris que es un puente entre el cielo y la tierra. ¿Qué tiene que ver con el árbol de la vida? Es madera, un arca quebrada. ¿Con que madera Noé hizo el altar? Con la madera del arca, ya llevaba un poco más de un año cumpliendo el propósito, encerrado con los animales y ahora se encuentra a las puertas de una nueva temporada. Abre la puerta y no hay un jardín del Edén delante, sino que debe empezar de cero, él es la semilla primigenia de todo lo que va a venir, de una nueva oportunidad. Cuando Noé baja del arca Dios le dice: que suelte a los animales, que salga con su familia, que se multiplique porque es un nuevo comienzo. Pero Noé toma la madera del arca y sacrifica dos animales, aves del cielo y otro animal, es el segundo sacrificio, el segundo derramamiento de sangre para levantar un altar a Dios y eso es muy fuerte. El primero lo hizo Abel con un cordero que representa el cordero inmolado y ahora lo hizo Noé. Él abre la puerta del arca y pudiendo tomar cualquier decisión se determina a tomar la madera, hacer un sacrificio y con su familia levantar un altar.

Noé decide reconocer a ese Dios que lo mantuvo con vida en ese año más terrible para la humanidad, al Dios que lo mantuvo con vida en la situación más difícil a causa de la desobediencia. Después de convivir todo esa temporada con los animales, los aromas, los ruidos, su familia, sus hijos y todos los temores, sale a un nuevo tiempo y lo primero que hace es tomar del fruto de la vida reconociendo a Dios como Señor de la tierra, y cuando Dios ve esa actitud pacta con el hombre. Es una de las primeras veces que lo hace, no es un contrato, no hace una negociación, sino que movilizado por la ofrenda que Noé le ofrece hace un pacto. Con el olor fragante de ese altar Dios se compromete a que a partir de ese momento la tierra no será más destruida. Se compromete a que mientras la tierra permanezca y hasta que él regrese para reinar juntos habrá día y noche, habrá frio y calor, habrá invierno y verano y la tierra no volverá a ser destruida de esa manera.

Y cuando el caos sea tan grande para que su ira se sacuda, aparecerá en el cielo un arco que recordara ese pacto que Dios hizo con Noé. Por la maldad de muchos que vino a inundar el mundo, vino un juicio a la tierra, pero por un acto de honra de uno, Dios establece un pacto donde se decide a bendecir a la humanidad a pesar de las malas decisiones que la misma humanidad tiene.

Un pacto con Dios tiene mucha fuerza, mucho poder. Un pacto parte de un sacrificio, de la madera quebrada que nosotros ponemos delante de Él.

Abraham, Jacob, José hacen un pacto con Dios también, y como Jesús en la cruz del calvario va a sellar el pacto más importante con aquellos que le aman y que le conocen, no solo garantizando la no destrucción sino dándonos vida eterna a través de su vida. Nos preguntaremos ¿en qué parte de la historia estamos nosotros? Terminamos un año tremendo, estamos parados en medio de un diluvio, imaginémonos que nosotros y nuestras familias somos Noé y detrás de nosotros esta el 2023 con aroma animal. Abriendo la puerta de este año decimos: estamos cansados, agotados, desgastados y ¿ahora qué hacemos? Podemos de aquí en adelante comer del árbol que nos produce insatisfacción y muerte, o podemos bajar en estos primeros días del 2024, tomar los trozos de madera que nos quedan y levantar un altar que renueve nuestro pacto con Dios.

¿Qué quedó después de los diluvios que hemos atravesado? ¿De los llamados que no se cumplieron, después de las malas decisiones que nos llevaron a comer cosas que nos dañaron a nosotros y a nuestras familias también? ¿Qué quedo aun después de hacer la voluntad de Dios? Porque Noé no comete ningún pecado, él es obediente. Noé viene de ser salvo de un diluvio universal, pues no tiene que ver con ser bueno o malo, sino que lo que queda en nuestras manos es lo que define lo que va a venir. No es decir, a ver Dios que vas hacer este año, no es decir a ver Dios que va a ocurrir, sino es tomar lo que tenemos, sacrificarlo en el altar y decir: Señor acá están nuestras vidas, nuestros tiempos, acá están los trozos de nuestra realidad, de nuestras familias, de nuestros llamados y los ponemos en el altar. Entonces Dios nos dice como a Noé, que quiere que se establezca en las tierras desiertas, la sojuzgue y que se multiplique para administrarla.

El panorama en este tiempo es desalentador en nuestra nación, delante de nosotros parece que hay un mar de devastación, pero tenemos una orden de parte de Dios para todos aquellos que lo hemos recibido como nuestro Señor y Salvador, que nos paremos delante de esta tierra devastada, para que crezcamos, nos multipliquemos, nos desarrollemos, seamos de bendición para alcanzar a otros pues, Dios nos envía. Así como nos preservo de la muerte, del dolor, de las malas decisiones, así como después de haber comido voluntariamente de las cosas que nos hicieron mal y estando embriagados de religión, de pecado y Él nos rescató. Asimismo nos dice que hoy tiene un propósito para nuestras vidas, tiene un destino, y su desafío es que comamos del árbol de la vida

Aquel que come del árbol de la vida no esquiva a la muerte, sino que muere asimismo para  volver a nacer con Cristo, convirtiéndose en un pequeño árbol de vida. Un árbol de vida plantado en medio de la oscuridad conduce a la gente a Cristo.

Este mundo hoy nos ofrece analgésicos psicológicos, nos ofrece filosofías, políticas de izquierda o de derecha que le dan al hombre una causa para dormir su verdadero deseo de tener a Dios, pero es únicamente en el cuerpo de Cristo donde Jesús se revela a través de las personas que él escoge. Para así dar una mano real, para sostener al que esta caído, para preocuparse por el otro, para estar en un grupo de vida, para orar por una persona, no solo para ofrecer una solución mística y momentánea sino para caminar con ellos a través de su dolor y de su necesidad. Por eso hablamos de lo que pasa en la realidad, lloramos con los que lloran, reímos con los que ríen, entendemos a donde Dios nos está llevando, por eso levantamos altares que puedan agradar a Dios.

Hace unos años atrás en un viaje misionero a la ciudad de Sarmiento donde iba el pastor de nuestra iglesia con un colectivo lleno de jóvenes, en un viaje que fue una bendición para nosotros. A la vuelta de ese viaje, el auto de nuestro pastor vuelca perdiendo la vida, pero en medio de todo eso nuestra pastora se levanta en medio de su viudez y dolor para seguir adelante. De ese puñado de jóvenes que iba en ese colectivo quedo prácticamente la mitad, hoy muchos de esos jóvenes que quedaron y permanecieron forman parte de nuestro equipo pastoral, son líderes, son los que están sirviendo y los que no pudieron caminar en medio del dolor más adelante volvieron para esta juntos sirviendo al Señor. Podemos decir que “Dios ha sido bueno”. Fue difícil volver a salir después de esa situación tan fuerte, pero desde ese día en medio de la pérdida aprendimos a levantar un altar de adoración. Tomamos los pedazos de madera que nos quedaban, de familias golpeadas, de situaciones difíciles, de una iglesia quebrada y levantamos un altar. Desde ese día no hemos dejado de adorar, hemos corrido miles de kilómetros, hemos visitado muchas iglesias, hoy cruzamos fronteras de naciones porque Dios miró con agrado esa adoración e hizo un pacto con nosotros: “Yo voy a construir a través de ustedes una iglesia sana, profunda, de referencia para que mi nombre sea exaltado”

Detrás de todo lo que hacemos como iglesia hay una historia de entrega, de caminar con Dios, hay una historia de servirle más allá de nuestras debilidades.

En lo que viene por delante tenemos el enorme desafío de tomar la madera que nos queda por delante y hacer un altar para que el pacto sea renovado. Este es un tiempo como dice el trimestre donde muchos van a afirmar su llamado de servir a Dios, su asignación, es un tiempo para eso. Nos encontramos con nuestros hijos con una nueva oportunidad y delante de esa nueva oportunidad con un pasado que nos quiere arrastrar, pero tenemos la opción de comer del árbol de la vida, de tomar de esa madera, volver hacer fuego, hacer un sacrificio en el altar y renovar el pacto.

Un pacto es diferente a un contrato, en un contrato uno delimita las obligaciones y protege sus derechos, pero en un pacto nos va la vida, el pacto es unilateral. Dios nos dice: “yo escogí tu vida, la vida de tus hijos para que no seas un ser humano común y ordinario que está dominado por el efecto de este sistema, sino que yo te escogí para que te multipliques, crezcas. Te elegí para que seas de bendición, para que no comas del árbol que produce mal, para que no vayas detrás de la idolatría, sino para que comas del árbol de la vida y esa vida produzca eternidad”. En un pacto Dios determina las condiciones, un pacto con Dios no nos ata, sino que elimina nuestra voluntad.

El pacto es nuestra vida quebrada delante de Dios y el Dios eterno diciéndonos que Él nos eligió para pactar con nosotros. Un pacto con Dios no nos obliga hacer cosas, sino que nos habilita para caminar en el poder de Dios todos los días.

Hemos vivido muy por debajo de la autoridad que Dios nos da, hemos comido tanto del árbol de la ciencia del bien y del mal que nos hemos intoxicado. De esta manera hemos perdido la autoridad que Dios nos entregó, de caminar con poder sobre la necesidad, de atravesar la dificultad. Creemos que este es un tiempo como iglesia de derramar nuestros corazones y volver a tener la autoridad que Él nos entregó. En el libro de Efesios nos dice que Jesús venció en la cruz y que por su victoria en la cruz él tomó toda la autoridad y la puso a los pies de la iglesia (Efesios 1:22) Jesús se constituye como la cabeza de la iglesia, pero la autoridad está en los pies de la iglesia. ¿Dónde está la autoridad de Cristo? En sus pies y ¿cuáles son los pies de Cristo? La iglesia, somos iglesia.

La autoridad en Cristo la tiene el que sirve. En el reino de los cielos la autoridad la tiene el que se entrega, la autoridad no tiene que ver con la capacidad de mandar, sino que tiene que ver con la capacidad de derramarse.

Cuando nos derramamos el odio es vencido, la muerte es derrotada, el pecado no tiene poder. Cuando nos derramamos el sistema de este mundo no puede vencernos. Por eso puede ser que hayamos terminado el 2023 todos rotos, solo con un trocito de madera y algunas cosas abajo del brazo, pero hoy quememos nuestras naves, volvamos a renovar nuestro pacto con Dios. Hagamos un altar  y digámosle al Señor, que estamos listos para que nos envíe a donde Él quiera, que vamos hacer lo que nos diga, donde nuestras familias sean valiosas serán plantadas. En medio de un tiempo de necesidad veremos su provisión, en medio de un tiempo de oscuridad tomaremos de su luz y seremos luz en la noche más oscura para que llenos del poder del Espíritu Santo. Levantemos altares que se encienden desde nuestros hogares, desde nuestros lugares de trabajo para revelar su persona a todo aquel que lo necesite.

“Hoy nos toca salir del arca, hoy nos toca volver a tomar la decisión que tuvo Noé, darle gloria y honra al Señor, poner los trozos de nuestras vidas una vez más en sus manos, porque él no falla. Es un Dios de pacto que cumple su palabra, es un Dios de promesas que se hacen carne, es un Dios que llama porque ya ha desarrollado. Es un Dios que provee de todo lo bueno, de todo lo nuevo porque sabe que solos nos vamos a poder. Es el Dios que nos dijo: Yo me voy pero dejo al Espíritu Santo, él va a estar con ustedes, él les va a guiar a toda verdad, va a manifestarse en señales y milagros a través de sus vidas. Aunque el cuerpo se desgaste y las emociones se rompan él los renovará con una potencia que este mundo no podrá detener, entonces me serán testigos en Rawson, en Chiloé, en Argentina, en Jerusalén y hasta lo último de la tierra.”

Ir arriba